En la actualidad, Nicole Roper es conocida, pero no precisamente por ser la hija de Lynda Díaz. Tampoco sería justo definirla por ser quien ha sufrido por el cáncer y las complicaciones que la enfermedad y tratamientos han derivado en todo su ser. Ella es Nicole, la mamá enamorada, la esposa feliz, la mujer agradecida con Dios por poder disfrutar cada día y ser una figura que marca la vida de muchas personas a través de sus mensajes en Instagram (tiene más de 30.000 seguidores en su cuenta @Cocoroper3). Es ella. Es real.
De Nicole Roper (lleva su apellido de casada), se ha dicho mucho luego de que a inicios del 2020 ella enfrentara la noticia de que tenía un agresivo cáncer. Se habló de lo que vivía la hija de la siempre recordada exmodelo y expresentadora Lynda Díaz. También se habló de la colección que su hermana Lynda Liz diseñó con todo su amor especialmente para ella y sus necesidades.
Ahora, quien habla es Nicole, la mujer que es más que los dolores diarios o procesos que debe vivir para mantenerse bien. Esa persona que, basada en su testimonio, inspira a muchas y muchos.
Una nueva vida
Nicole Roper, de 27 años, tiene una nueva vida, una que abraza y acepta. En abril del 2020 todo se detuvo y cambió tras la noticia de que estaba siendo atacada por un cáncer cervical muy agresivo (Gastric type cervical adenocarcinoma). Lo detectaron en etapa 3C2, solo un poco antes de llegar a la 4, una en la que según la ciencia no había opciones compatibles con la vida.
Ahora mismo, los especialistas que la han atendido creen que el cáncer desapareció; sin embargo, no hay un documento que lo haga constar. Durante su proceso ella sufrió una sobre radiación y, por ese motivo, no se logra detectar si la enfermedad ya no está.
Justamente, recibir una atención negligente por un especialista, contra quien espera tomar acciones, es que Nicole sufre secuelas de por vida. La sobre radiación afectó muchos de sus órganos. Toda su experiencia la ha vivido muy de cerca con las personas que le siguen en Instagram. Allí, Nicole se muestra en sus días buenos y también en los más vulnerables. Simplemente comparte su realidad, alejada de la perfección con la que pueden impresionar falsamente las redes sociales. I
“Tengo días buenos y días malos. Todavía estoy lidiando con muchas diferentes enfermedades que han surgido por el cáncer y el tratamiento. Me mantengo con medicina por vía tres veces a la semana por nueve horas. Eso me mantiene con energía, saludable, fuera del hospital. Estoy agradecida por estar fuera”, cuenta.
En sus posteos o historias, Nicole agradece todo el tiempo por estar junto a su amada hija Ellie Roper, de tres años. Para ella es muy preciado alistarla, darle de comer o ir a recogerla a clases y luego llevarla a jugar con sus amiguitas. También celebra estar junto a su esposo, Jerrod Roper, a quien describe como un hombre incondicional.
A Jerrod le pudo celebrar su cumpleaños y ha pasado fechas importantes junto a Ellie. Para ella y para muchas personas del mundo que atraviesan enfermedades, estar en su casa es lo más valioso. Antes pasó mucho tiempo hospitalizada.
“Pasé nueve meses en el hospital. Ahora por lo menos puedo atender a mi esposo, a mi hija. Manejar a recogerla. No hago mucho pero estoy mucho mejor. Estoy mejor que antes.
“Lo que pasó es que el doctor que hizo la radiación me ‘sobrerradió'. Me provocó daños graves en toda el área estomacal, pélvica y de las rodillas para arriba. Tuve que pasar por 15 cirugías para arreglar de la mejor manera todo el daño que me causó. Tengo una ostomía (abertura entre los intestinos y la pared abdominal) y dos bolsas de nefrostomía (conectadas con sus riñones). Esto es para siempre”.
Físicamente Nicole se siente y se ve mejor. Cuenta que últimamente ha subido un poco de peso, luego de bajar durante toda su lucha a 80 libras. Los colores rosados aparecen en su rostro y su sonrisa es más grande. Su cabello está del color que le gusta y es abundante. Sin embargo, aunque ante los ojos de los demás luzca muy bien, repite que hay días de días y así lo deja claro en los mensajes que comparte.
“El dolor del que hablo, a veces es primordialmente en mis piernas, tengo linfedema por el daño que se hizo (por el exceso de radiación) en los nódulos linfáticos.
Mis piernas se inflaman, retienen líquido y el dolor al caminar es muy extremo. Sufro dolor en los riñones por el daño causado. Sufro dolor en el área estomacal y de colon por la cirugía y daños de radiación que tengo”, confía.
Sin embargo, Nicole hoy se mira al espejo con ojos de gratitud. Está aquí, con las personas que ama. Reencontrarse con el amor propio, en un proceso tan doloroso, no ha sido sencillo y lo dice abiertamente. Cuenta que si su testimonio sirve para ayudar a una sola persona, pues ya valió la pena.
“Ha sido muy difícil. Vengo de una familia de mujeres bonitas que nos preocupamos de cómo nos vemos. Pasar de ser una joven sexy, que se vestía sexy, a ahora a tener tres bolsas y tubos en el cuerpo, a estar delgada, a haber bajado tanto de peso -que por dicha estoy subiendo-; a tener cicatrices por infecciones u operaciones. Esto ha sido duro para mí. Para mi esposo.
“Me ha tomado trabajo, he buscado estar cerca de Dios. He hecho mucho para amar la persona que soy y el cuerpo que Dios me ha dado. No me veo perfecta, no puedo usar ropa apretada como me gustaba, ni jeans, pero estoy viva y con mi familia. Si tener tres bolsas es el precio para poder estar con ellos, lo tomo todos los días”, asegura.
Nicole cuenta que aceptar que le pusieran las bolsas de nefrostomía le tomó mucho tiempo. Los especialistas le decían que su vida corría peligro si no lo decidían rápido, pero ella necesitaba más tiempo para tomar la decisión.
“Les decía que necesitaba más días. Y yo empeoré porque el nivel de toxicidad de mis riñones llegó a ser tanto que mi cuerpo temblaba y no podía hablar. Tomé las bolsas, quería estar con mi familia. No iba a dejar que las bolsas me determinaran”, cuenta con su melodiosa voz.
En este tiempo la vida de Nicole ha cambiado completamente. Hoy la ve de manera distinta.
“Cambió mi forma de ser. Soy completamente diferente, he logrado apreciar todo lo que tengo. Lo que antes daba por sentado ahora lo valoro todos los días. Tengo una relación hermosa con Dios. Todo gracias a este diagnóstico. Todo lo que puedo hacer o decir a quienes amo lo digo hoy porque no sé dónde estaré mañana. No digo que antes fuera una mala persona, pero si hice cosas de las que no estaba orgullosa. Hoy me veo al espejo y pienso que sería muy feliz si mi hija creciera siendo como soy”, dice.
Un propósito
Luego de hablar con franqueza y fe sobre su actualidad, llegamos al momento en el que Nicole comparte las razones que la hicieron compartir su vivencia en pos de ayudar a otras personas. Su experiencia ha sido tan positiva que encontró una vocación y ya se certificó como Life Coach (especialista que ayuda a cumplir objetivos y desarrollar el potencial de las personas).
“Cuando llegué a la casa, luego de estar en el hospital, le pedí mucho a Dios que me enseñara mi objetivo. Poco a poco fui descubriendo que todo lo pasado, sufrido y lo aprendido podía ayudar a los demás. No importa que batalla estuvieran pasando. Puedo dar mi testimonio, consejos, experiencia espiritual y ayudar a los demás a conseguir paz en su propia batalla”, comentó.
Y es que adicional a sus mensajes y experiencias compartidas, Nicole comparte estudios bíblicos con 60 mujeres. Todos los lunes se reúne virtualmente con ellas y las apoya en sus diferentes procesos.
“Busco darles fuerza y esperanza. Enseñarles que no importa que tan fuerte es la batalla: se puede ganar y no darse por vencidas”, dice.
Para apoyar a otras, Nicole decide ser siempre su versión más real.
“Siempre he tratado de mantener mi Instagram y redes sociales super transparentes. Quiero que la gente entienda que lo que vemos en un post no es toda la verdad. Enseñamos una parte muy pequeña de lo que es la vida. He tratado de ser transparente con lo que digo y hago. Desde que me dieron el diagnóstico me decían que no dijera nada porque la gente me podía criticar. Pero pensé que si ser transparente ayudaba a alguien valía la pena. No importan los mensajes negativos. Además es bueno para mí no sentir que guardo dos vidas. Una de redes y otra real. Trato de mantener todo muy honesto”, explicó.
Sobre los estudios bíblicos, Nicole agrega que cuando inició su relación con Dios le costó entender lo que Él le hablaba a través de la Biblia. Con el tiempo comprendió que Él le decía que tomara la oportunidad de compartir lo vivido. La alegría que sintió al ver el entusiasmo de tantas mujeres la hizo sentir que era el camino correcto.
“Es un espacio de espiritualidad. Hablamos de problemas de familia, de salud, de cómo perdonar y vivir en paz. Es lindo agarrar lo aprendido durante todo este tumulto y usarlo para bien”, dice.
Las críticas
A pesar de sus buenas intenciones, Nicole también recibe críticas, estas tienen que ver con quienes señalan la supuesta falta de compañía de Lynda Díaz, su mamá.
“Hay gente que me dice que mi familia no debería de estar haciendo x cosas porque yo estoy enferma. Critican a mi mamá porque no está conmigo. La gente no entiende que cada quien tiene vidas, que ella tiene a los gemelos (Gary y Tiffanny, sus hermanos menores). Mi familia no puede estar conmigo 24/7. (...) Siempre les decía que debían seguir sus vidas. Que hicieran lo que yo no podía”, dice.
Nicole resalta que su familia lo ha sido todo. Empezando por su esposo, quien se volvió totalmente responsable de la hija de ambos, del hogar y de las finanzas. Para ella tanta dedicación ha significado “el mundo entero”.
“Él me visitó todos los días en el hospital. Mi mamá y hermana en medio de la pandemia viajaban para cuidarme, para que tuviera a alguna de las dos en mis procesos de quimioterapia o radiación. Ellas pasaban en el hospital. Se quedaban 15 horas. A veces unas ocho porque se aseguraban de que mi hija estuviera bien. Mi miedo era que Ellie no sintiera amor. Siempre le dije a mami y a mi hermana que yo prefería estar sola y que Ellie estuviera bien, jugando. Llena de abrazos y besos. Mi familia se aseguró de que fuera así”, resalta conmovida.
Nicole siempre está anuente a los consejos que llegan con cariño y amabilidad. Los que no los bloquea, porque hay quienes osan opinar hostilmente sobre su vida.
Vivir hoy
Luego de un camino tan complejo, Nicole está en un lugar seguro, de paz y tranquilidad. Un espacio en el que encuentra calma en los días que todo se complica.
“Emocionalmente me siento con una paz que nunca había sentido. Una paz que me hace sentir que Dios me ha traído a la vida. Me siento tranquila. Feliz. Hay días donde estoy triste y me siento derrotada. Siempre me levanto. Como dije antes, hay días buenos y malos. Pero siempre salgo adelante. Para mí es importante tener apoyo médico y de mi familia. Mi esposo entiende que aunque sea domingo, yo a veces necesito descansar. Me dice que me relaje y que él cuida a Ellie. También hay días entre semana que vamos al parque o a comer. Es inestable, pero lo tratamos de asimilar como familia. Lo más importante es estar fuera del hospital. Estar ahí es duro y depresivo”, cuenta.
Hoy, el anhelo de Nicole Roper es seguir mejorando, poder volver a trabajar y sentirse eficiente (tiene experiencia como reclutadora y le encantaría tener clientes ahora que se certificó como life coach). Pero más allá de eso, hay un deseo del tamaño de su corazón.
“Quiero estar bien física y emocionalmente para estar con mi familia. Ayudar a Ellie a crecer y estar con ella en cada paso de su vida”.