La cera que producen los oídos es uno de esos temas de conversación que las normas de urbanidad han desterrado a Siberia; pero en el apartado de la ciencia de lo grotesco, no deja de resultar apasionante como una de las formas “ingeniosas” de automantenimiento del cuerpo, según revela un largo informe de la BBC al respecto .
La sustancia es producida por glándulas sudoríparas modificadas. Está formada de aceites cerosos, pero principalmente de células muertas.
La cera suele salir de los oídos gracias a un tipo de células únicas en el cuerpo, las cuales migran desde adentro hacia afuera del oído. De hecho, un otorrinolaringólogo consultado por la BBC afirma que si uno pudiera poner un punto de tinta en la piel del conducto auditivo, se podría ver cómo se va moviendo lentamente hacia afuera.
Si esto no ocurriera, el final del oído pronto se llenaría de células muertas.
Contrario a lo que mucha gente piensa, casi siempre es mejor dejar la cera de los oídos en paz. Esta sirve para atrapar polvo, bacterias y otras partículas que podrían dañar el organismo.
Los oídos se limpian por sí mismos gracias a los movimientos de mandíbula que también estimulan la salida del cerumen hasta la oreja, donde puede ser fácilmente limpiado.
Mensajera
Una diferencia genética hace que el cerumen de personas asiáticas sea más seco y menos oloroso que el de las personas caucásicas.
Además, el análisis de los componentes de esta sustancia ya está siendo usado para diagnosticar raros desórdenes genéticos, lo cual es mucho más sencillo que realizar un examen de ADN.
En el pasado, el cerumen se ha usado como bálsamo labial y como ungüento para heridas. No obstante, al igual que otras secreciones del cuerpo, él puede ser usado para rastrear presencia de metales pesados y toxinas.
Esta “memoria” de la cera de los oídos fue especialmente útil recientemente cuando se le extrajo un “taco” de 24 centímetros de longitud a una ballena azul.
A diferencia de los humanos, estos animales acumulan el cerumen, con lo cual se pudo determinar que ese espécimen en particular había entrado en contacto con 16 contaminantes diferentes en su 12 años de vida.