El 8 de agosto, después de una larga lucha contra el cáncer de mama, se apagó la luz de Olivia Newton-John, una de las estrellas más queridas de una generación que nació y creció mucho antes de la globalización y el internet.
Su presencia mediática en los últimos 30 años estaba muy lejos de ser la misma de su periodo más rutilante hacia mediados de la década de los setenta y durante la primera mitad de los años ochenta. Aun así, la noticia de su muerte corrió como la pólvora y las redes sociales de todos estos silenciosos fans, cuyas edades superan o están próximas a cumplir las cinco décadas, se inundaron de cariñosas notas de despedida, haciendo alusión a una hermosa época que hace mucho quedó atrás. Cuando le llegó el turno a los grandes medios de comunicación de referirse de manera oficial sobre el asunto, ocurrió lo más cruel que se le puede hacer a un artista de tal nivel; reducirlo a un par de canciones exitosas y una película taquillera.
Estas breves líneas las escribo con el propósito de dar una referencia lo más cercana posible de las dimensiones de Olivia y lo que significó para los boomers y los generación X.
Es con su rol estelar en la película Grease, estrenada a mediados de 1978 y protagonizada al lado de un John Travolta que acaba de convertirse en el hombre más sexi del momento con Fiebre de sábado por la noche, que Olivia ‘debuta’ ante la generación que la convertiría en una superestrella global.
Aunque muchos (la mayoría) la descubren a partir de ahí, lo cierto es que en los mercados angloparlantes, su currículo era vasto y sólido; ya había lanzado nueve álbumes de estudio, que la hicieron obtener tres premios Grammy, tres premios Billboard y ocho Premios de la Música Americana, entre otros tantos. Como nota curiosa: fue participante en el legendario certamen músical de EuroVisión, casualmente en la edición de 1974 donde triunfa ABBA y ella quedó en la cuarta posición.
Sus orígenes musicales se dan como intérprete de música country. Eso explica porque en nuestro país no era realmente conocida hasta que estalló el fenómeno de Grease y también justo ahí, en el género country, es que da inicio su legado como pionera en la industria musical.
Newton-John era británica-australiana y en los Estados Unidos su éxito en la música country provocó un debate entre los puristas, quienes se opusieron a que un extranjero cantando música pop con sabor a country fuera digno de clasificarse con los artistas nativos de Nashville. Además de obtener un Grammy a mejor intérprete femenina de country por Let Me Be There, también fue nombrada vocalista femenina del año de la Asociación de Música Country en 1974, convirtiéndola así en la primera cantante británica en ganar tal galardón y derrotando en el camino a fichas legendarias como Loretta Lynn y Dolly Parton.
Durante 45 años, Olivia ostentó el récord mundial Guinness por ser la mujer con la brecha más corta entre álbumes número 1 en Billboard (esta se dio entre If You Love Me, Let Me Know y Have You Never Been Mellow). Eran 154 días, hasta que Taylor Swift en 2020 logró hacerlo en 140 días.
Como resultado de una demanda que interpuso contra MCA Records en 1978, se da un cambio importante en la manera en que las compañías discográficas realizaban los contratos con sus artistas, al basarlse en un número determinado de álbumes y no en un número específico de años, que era como se venía haciendo.
Las películas serían el vehículo para cimentar su estatus de astro musical y prueba de ello fue su histórica colaboración junto a la Electric Light Orchestra para la banda sonora de la película Xanadu, la cual también protagonizó. Lanzado en 1980, el álbum del soundtrack musicalizó los dos primeros años de esa década a través de seis sencillos exitosos.
LEA MÁS: Muere Olivia Newton-John, estrella de ‘Grease’, a los 73 años
Al siguiente año, lanzó su álbum de estudio más exitoso, Physical, que traería un nuevo cambio de imagen al presentar una propuesta más atrevida y orientada hacia el rock.
La provocativa letra de la canción que le daba título al álbum hizo que algunas estaciones de radio en Estados Unidos no la programaran. Para hacer contrapeso al tono abiertamente sugerente de la canción se filmó un video con el tema del ejercicio físico, convirtiendo la canción en un himno de los aeróbicos que apenas empezaban a ser moda por aquellos días y las bandanas en un accesorio irresistible fuera del gimnasio. En esa propuesta audiovisual aparece por vez primera luciendo el cabello corto y convirtiéndolo de manera casi obligada en el look de las chicas (y no tan chicas) de aquel momento.
También fue pionera en la industria de los videos musicales al grabar un álbum de videos para Physical, con un visual diferente para cada canción y logrando así conseguir su cuarto Grammy.
Hacia 1983 se mete a empresaria y abre sus cadena de tiendas Koala Blue, más tarde contrae matrimonio y se convierte en madre. En paralelo empezarían a emerger nuevas figuras femeninas en la escena pop, como Madonna o Cyndi Lauper, con una propuesta e imagen más disruptiva a tono con la segunda mitad de la década y consecuentemente el brillo de Olivia empezaría a mermar.
Sin embargo, Stephen Thomas Erlewine de Los Angeles Times ofrece un contrapunto sobre el declive de su carrera: “La dureza nunca fue la zona de confort de Newton-John, y la década de los 80 fue un periodo mucho más difícil que la de 1970. La calidez inherente de las sesiones de estudio de los 70 dieron paso al brillo frío y sintetizado de la década de 1980, un sonido estéril que le sentó bien solo una vez: la falsa ola nueva de Twist of Fate”, producida por David Foster. Johnston sostiene además: “Su apogeo pop trascendió cualquier intento de encasillarla musicalmente y cuando dejó de tener muchos éxitos nuevos, su legado musical... ya era sólido”.
Pasó sus últimos años enfocada en el activismo ambiental y de la salud, la investigación y concientización sobre el cáncer. Después de décadas de relativa privacidad, publicó sus memorias en 2019 en un libro que lleva por título Don’t Stop Believin.
Durante su mejor momento su carisma logró alcanzar todos los cuadrantes demográficos, tanto así que quien escribe esto no olvida estar viendo el inolvidable HBO Special (ese mismo que Canal 4 pasó hasta el cansancio) con su abuelo, quien dijo: “Es bella de pies a cabeza…”
Todo lo que se podría lograr en una carrera artística, Olivia lo logró y es bueno recordarla como aquella muñeca Barbie de carne y hueso en el icónico momento que presenta ante el mundo entero su canción Xanadu en la película del mismo nombre.