"París bien vale una misa”, se dice que afirmó Enrique de Borbón en 1593, al convertirse al catolicismo para llegar al trono francés como Enrique IV. Por supuesto, dicho rey no conoció a la parisina Jeanne Moreau, porque si no habría agregado que la misa tenía que ser la más solemne.
Jeanne Moreau nació en París, con la exaltación artística que se le da a dicha capital europea, como igual sucede con Praga o Viena. Sucedió el 23 de enero de 1928 y a los 20 años, en 1948, fue aceptada en la Comédie Française, teatro de prestigio por la alta calidad de sus producciones y de sus artistas.
Jeanne Moreau es la actriz más joven aceptada en tan eximia Academia. De aquí, ella salta en lo que le sigue siendo un presente histórico de gran riqueza artística, un presente con su nombre y su talento: actriz, directora, escritora, con presencia en cine, televisión, teatro y ópera. Incluso fue cantante.
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Cuando la crisis de los países europeos, después de la Segunda Guerra Mundial, ante el necesario afán de encontrar una renovada y urgente identidad, el cine afloró de distintas maneras y con creatividad artística. Igual, los movimientos de arte tuvieron la creatividad como palabra de pase.
Entonces, Jeanne Moreau unió su talento al Movimiento de la Nueva Ola Francesa (la Nouvelle Vague, en cine), que fue intenso pensamiento de búsquedas expresivas y narrativas en cine. Jeanne Moreau fue su musa y se dio el lujo de trabajar para los mejores directores, de esos que aún el séptimo arte recuerda, al punto que Orson Welles la calificó como “la mejor actriz del mundo”.
No solo se mostró de una pieza como ícono del cine, Jeanne Moreau fue vanguardia con otras mujeres intelectuales que, en Europa, exigían tener ellas el control de sus vidas, ser mujeres sin sufrir discriminaciones, o sea, emancipadas: de esas mujeres que asustan a tantos patriarcas.
Ambas líneas estarían siempre en su vida: como actriz y como mujer combativa, se opuso a las guerras allí donde se manifestaran, así ella, siempre ella, por encima de su singular belleza. Por eso, le encantaban los personajes complejos.
Ha de ser por eso que el gran director galo François Truffaut, de la Nouvelle Vague, dijo que Jeanne Moreau poseía todas las cualidades que un cineasta espera de una mujer y todas las cualidades que espera de un hombre, pero sin los inconvenientes que a veces traen tales cualidades.
Esta gran mujer, símbolo de una época, la del cine francés postbélico, murió el 31 de julio del 2017 a los 89 años. Se convirtió en estrella porque su poder de seducción era tal que siempre fue centro de sus filmes. Igual a su encanto de pantalla, Jeanne Moreau dijo alguna vez: “He seducido a muchos hombres, pero siempre me incliné por hombres con talento: no tuve amantes porque sí”: más claro ni el canto madrugón de un gallo.