Las lágrimas son difíciles de contener por Johanna Villalobos cuando recuerda a su papá Amado, fallecido a los 81 años a causa de la covid-19.
Un matrimonio de más de 48 años con doña Alicia Guifarro, nueve hijos, 16 nietos; tantas historias de don Amado que ahora se conjugan con las lágrimas en una especie de dolor combinado con orgullo por haber tenido a un papá tan trabajador, quien hasta ya muy avanzado en edad quiso seguir ejerciendo como taxista para llevar el sustento a la casa, aunque sus hijos ya estaban grandes.
Vecino de Alajuelita desde hace más de 35 años, don Amado nunca se estuvo quedito: le gustaba mucho manejar carro y por eso al final de su vida laboral decidió emprender como taxista, aunque durante toda su vida se puso las pilas en muchos otros oficios, según recuerda su hija Johanna.
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“Al principio tenía cantinas y bares restaurantes, luego cuando se vino para Alajuelita dejó eso. Como en el 85 mis papás se quedaron sin trabajo y entre los dos idearon ponerse a vender flores, recuerdo que acondicionó un pickupcito que tenían para irse a vender las matitas. Después empezaron a vender frutas, se iban a parquear en alguna carretera, hasta en el Zurquí, para vender las frutas, después le metieron empanadas y café a la venta”, contó Johanna.
Como su papá tenía muy arraigado el sentido de responsabilidad cuando el negocito de las frutas no funcionó, él se buscó otro trabajo y consiguió ser pistero en una gasolinera donde trabajó por casi 25 años. Después quiso ser su propio jefe otra vez y se puso a taxear.
“Tenía muchas historias de cuando fue taxista, lo asaltaron varias veces, incluso una vez lo dejaron amarrado en Patarrá. Le gustaba tanto manejar que hasta una semana y media antes de que fuera diagnosticado positivo por covid-19 ahí andaba haciendo mandados”, recordó Johanna.
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“Era una persona amable, cuando algún vecino venía a pedirle ayuda él no se negaba. Era algo enojón como todo señor chapado a la antigua, no le gustaba ver a los muchachillos de vagabundos en el barrio. Era una persona muy correcta, de esos papás que demostraban su cariño estando siempre para lo que uno necesitara”, agregó la hija.
Cuando diagnosticaron positivo del coronavirus a don Amado, sus hijos estuvieron vigilantes; lo llevaron a la clínica del lugar y después de que se puso más malito tuvieron que internarlo en el hospital San Juan de Dios.
El señor estuvo entubado durante varios días en la Unidad de Cuidados Intensivos, lejos de su familia que no podía visitarlo. Sin embargo,sí tuvo una oportunidad muy bonita, gracias a las enfermeras de salud mental que se encargan de darle mensajes a los enfermos que les envían sus familiares.
En una de esas oportunidades, don Amado pudo llamar a su casa y conversar un poco con su hija y su esposa. “Se oía cansado, estaban dándole de comer. Le dijimos que lo queríamos mucho, que lo esperábamos en la casa, que fuera fuerte para poder tenerlo junto a nosotros más tiempo. Esa noche falleció", comentó Johanna.
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“Pudimos hacerle una vela con la familia en una capilla bastante amplia que cumplía con todas las medidas sanitarias. Decidimos cremarlo, las cenizas las llevamos al cementerio y las depositamos en el nicho donde están mis abuelos”, contó la hija.
“Mi papá siempre fue una persona que trataba de ser muy fuerte y aunque estuviera mal, igual vacilaba. Cuando estaba en el hospital nos decía que lo tenían muy chineado", finalizó Johanna.