Hace un tiempo atrás, durante un desalojo de unos ranchos en la León XIII, en Tibas, varias familias quedaron desamparadas. Entre ellas una mujer que recién había dado a luz a su bebé.
Entre los vecinos de la zona que quedaron consternados con la escena y buscaron ayudar se encontraba Noemy Granados Solís, quien sin pensarlo dos veces se llevó a la joven y a su bebé para su casa, sin siquiera conocerlos. Les dio abrigo y les permitió quedarse durmiendo allí por varios varios días, mientras la muchacha se recuperaba del parto.
Aunque para muchos esta decisión repentina puede ser impulsiva y hasta imprudente, la reacción de la señora no sorprendió en lo absoluto a su hija Jessica Tenorio y a su nieta Nicole Ramírez. Ambas estaban acostumbradas a que doña Noemy buscara siempre tender una mano a los que más lo necesitaban y de la forma en que fuera.
Recogía ropa, zapatos, víveres, juguetes y todo lo que se necesitara para ayudar al prójimo. Esa era su vida y su vocación.
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“Siempre que había una inundación, un incendio o lo que fuera, me mandaba a mí a ver qué se necesitaba y ya empezábamos a recoger cosas. Le gustaba trabajar para la gente de escasos recursos y fue ese tipo de persona que siempre estaba tratando de ayudar... así se sentía feliz, esa fue su pasión”, recuerda Jessica, su hija mayor.
Además, quienes la conocían, saben que La Negra (como le decían sus hermanos) era una amante de la cocina y pasaba sus días preparando platillos que compartía con sus vecinos y allegados.
Doña Noemy fue la primera mujer en ingresar a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital México con covid-19 a finales de marzo de este año. Allí estuvo internada por dos meses y aunque logró vencer el coronavirus, las secuelas que este le provocó le arrebataron la vida, el pasado 10 de junio, a los 64 años.
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Curridabat fue el cantón que la vio nacer un 16 de agosto 1955. Allí creció junto a su familia, hasta que se casó en 1974, a los 19 años.
Junto a su esposo, Carlos Tenorio (con quien estuvo casada por 29 años y hasta enviudar), se estableció en León XIII y procreó tres hijos: Jessica, Carlos y Nancy, a quienes siempre cuidó y chineó. De hecho, su hija mayor recuerda que era una “mamá alcahueta” y confiesa que en ocasiones hasta le hacía la tarea a ella y a sus hermanos.
Con su nieta de 16 años, Nicole, no era muy diferente: la cuidó desde que era una bebé y siempre fueron cómplices. Su hija Jessica recuerda que se reían por todo, cocinaban juntas y a veces se las encontraba en la madrugada preparándose bocadillos.
“Yo llegué a tener dos hijas; solo que a una la podía regañar, a la otra no, pero ellas eran muy unidas, eran como uña y y mugre”, afirma.
Amaba los fines de semana, pues eran los días en los que junto a su hija y su nieta iba a pasear y a quitarse el antojo del arroz con camarones que tanto le gustaba. Eso sí, a veces tenían que hacer un “tour de restaurantes” porque cada cierto tiempo se cansaba de ir al mismo lugar a comer su platillo favorito.
Fue una mujer luchadora que nunca se cansó de aconsejar a sus hijos, los apoyaba en cada decisión que tomaban y les pedía, frecuentemente, que se esforzaran en cada cosa que hacían.
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“Nos decía que siempre lucháramos por nuestros sueños. Que cuando algo costaba mucho era porque íbamos por buen camino. Que para lograr las cosas que uno quería había que luchar. Que nada nunca iba a ser fácil, pero que había que esforzarse y que ante todo pusiéramos siempre las cosas en manos de Dios”, cuenta Jessica.
En sus ratos libres, escuchaba prédicas y la música cristiana que interpretaban los cantantes Robert Villalta y Roberto Orellana. También sacaba su ratito para jugar Candy Crush en su teléfono y disfrutar de su programa favorito Sala de emergencias, historias inéditas.
‘La Negra’ siempre fue una mujer muy sana y muy feliz, sin embargo, hace siete años murió su hijo Carlos; mientras que su hija Nancy se fue para Estados Unidos con su yerno y sus nietos. Todo esto incidió en un deterioro en su salud y pronto se convirtió en hipertensa y diabética.
Y pese a que perdió la vida producto de las secuelas del coronavirus, el consuelo de su familia es que cumplió su sueño de viajar a Illinois, Estados Unidos, a ver a su hija y a sus nietos. Este era un anhelo que doña Noemy tenía y que no había podido cumplir, ya que le rechazaron la visa en dos ocasiones.
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Cuando finalmente se la aprobaron, viajó a territorio norteamericano junto a su hermano José Granados. Conoció la nieve, compartió con sus nietos y visitó muchos lugares. A diario llamaba a su hija Jessica para contarle lo bonito de su paseo, el cual finalizó tras dos meses, cuando empezaron a cerrar fronteras por el coronavirus. Al llegar a territorio costarricense, ya estaba contagiada.
Sus últimos días los pasó al lado de su hija, hasta que el 10 de junio se quedó dormida y aunque ya no esté de forma física, su espíritu bondadoso, sus ganas de siempre ayudar y el amor por sus hijos y nietos sigue estando muy presente entre su familia y sus amigos, quienes la recuerdan como esa mujer que siempre dio lo mejor que tenía por los demás.