Hay algunos vuelos que son capaces de sacudir al mundo. En el 2008, el avistamiento de un pájaro picudo (conocido en inglés como sharpbill), en el Parque Nacional Tapantí, motivó a un turista holandés a emprender una aventura de miles de kilómetros hasta Costa Rica, con la esperanza de poder ver a la esquiva ave, que había buscado por décadas.
Como si fuera ayer Randall Ortega -quien se ha dedicado por más de 20 años a trabajar en la industria turística dedicada al avistamiento y fotografía de aves-, aún recuerda que luego de publicar la foto del sharpbill en un sitio especializado fue contactado casi de inmediato por el entusiasta europeo, quien le tenía una singular e irresistible propuesta.
“Me llamó un holandés diciéndome que tenía 27 años de estar buscando ese pájaro y que me pagaba lo que fuera para que lo llevara a buscarlo. Le pregunté cuando podía venir y me dijo que ya tenía el tiquete y que llegaba tal día a las 2 p. m. Me pagó $1.200 por tres días, lo vimos el primer día y luego se quedó un día más y se fue para su país. Me dijo que ya se podía morir en paz”, narró Ortega, quien es el gerente general de Nature Group Costa Rica, consorcio multiempresarial dedicado al turismo especializado de fotografía y observación de aves.
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Otro relato parecido es el de un hombre israelí, de 75 años, admirador de las lechuzas. Él también eligió a Costa Rica para cumplir uno de sus más grandes sueños antes de morir, pues se le había detectado un enfisema pulmonar. “Decidió contratarme por dos meses y 22 días en un tour privado. Buscamos esas aves desde las 5 a. m. hasta las 10 p. m. y, al final, se fue con más de 700 especies en su lista, solo de Costa Rica”, relató el empresario.
Anécdotas similares a estas abundan y conmueven a cualquiera. Se trata de aficionados a las aves de todas partes del mundo, que vislumbran a Costa Rica como un santuario de observación y no dudan en venir a visitarlo.
Pero, en materia de observación de aves, ¿qué hace a Costa Rica tan especial?. Y lo más importante, ¿cómo puede sacar usted el mejor provecho de esta actividad?
De entrada, sepa que en nuestro país usted unirse a esta tendencia como principiante y no tener que viajar grandes distancias para hacerlo.
Riqueza envidiable
Sin duda, esta tierra llamada Costa Rica tiene su nombre bien puesto. Sus más de 51.100 kilómetros cuadrados de territorio son el hogar de uno de los más abundantes muestrarios de biodiversidad en el mundo, por lo que es uno de los destinos favoritos para miles de extranjeros que buscan disfrutar de cerca la naturaleza que rodea a los ticos.
“Costa Rica ocupa el segundo lugar más importante del planeta en cuanto a aves migratorias, se calcula que por los cielos de Costa Rica pasan entre setiembre y noviembre unos 300 millones de aves”, agregó Ortega.
En nuestro país se pueden observar más de 900 especies de aves y, de acuerdo con la Ruta Nacional de Observación Aves, es una actividad que se puede realizar en todo el territorio nacional con 12 nodos principales de alta biodiversidad. Esas zonas identificadas se destacan por ser ideales para esta actividad, además de que están ligados a reservas, parques nacionales y comunidades con un alto valor cultural y turístico, lo que mejora la experiencia de los turistas tanto nacionales como extranjeros.
Con esas características, en las tierras bajas del Caribe sobresalen las zonas de Tortuguero, Cahuita, Puerto Viejo de Sarapiquí y Caño Negro; por su parte, en las tierras altas, se destacan San Gerardo de Dota, Tapantí, Monteverde y San Vito de Coto Brus. En las tierras bajas del Pacífico norte se ubica Santa Rosa y Palo Verde; mientras que en el sector bajo del Pacífico están Carara y Corcovado.
“En Costa Rica tenemos 14 de los 16 ecosistemas que existen en el mundo, pero no siempre los aprovechamos. Es posible levantarse en la mañana y montarse en el carro en San José, a las 4 a. m., y llegar a la boca del río Tárcoles a las 5 a. m., para ver la migración de lapas, además de todas las aves costeras y migratorias que es una población gigantesca de especies”, explicó Ortega sobre las posibilidades que ofrece nuestro país para los amantes de las aves.
“Ese mismo día se puede pajarear en el parque nacional Carara y, al mediodía, después de haber visto unas 150 especies de aves, salir hacia Monteverde para ver aves de bosque nuboso hasta las 5:30 p. m. Ya ahí tenés otros cientos de aves en la lista, de las cuales el 80% de las que se vieron en Monteverde no se van a ver en Carara y viceversa”, agregó el especialista.
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El perfil de personas que eligen la observación y fotografía de aves como un pasatiempo formal se caracterizan por tener ingresos altos y más del 90% son graduados universitarios. “Hemos podido detectar profesiones que van desde chef hasta astronautas. Además, por lo general, en el extranjero los observadores de aves comienzan esta actividad después de los 50 años. En Latinoamérica el fenómeno es muy diferente, ya que se empieza desde los 15 años, o incluso antes, a observar aves como un hobby”, detalló Ortega.
La abundancia de especies en nuestro país facilita que la observación de aves se inicie desde una edad más temprana, aunque con un abordaje más de aficionado. Sin embargo, es una semilla que se siembra y que podría florecer en un futuro, aún con más seriedad, exprimiendo todo lo que Costa Rica tiene para ofrecer en ese campo.
Para Ortega, el avistamiento de aves experimentó un parteaguas en el 2008, pues la revolución tecnológica que experimentó la industria de las cámaras fotográficas vino a cambiar muchas cosas. En ese momento las digitales pasaron a ser superiores a las análogas y eso abrió, literalmente, un mundo de posibilidades. “Ahora todos quieren tomar fotos, quieren tener su colección privada con los pájaros que han visto y compartirlas”, afirmó.
Las redes sociales, además, se han convertido en un motor para atraer a más personas a esta actividad. En ese sentido Ortega contó una anécdota, recordando que en 1978 se vio el primer pelícano blanco en Costa Rica, que es muy diferente del pelícano pardo que se ve en todas las playas.
“Es como comparar una camioneta con un tráiler, pues en relación a tamaños, la diferencia es enorme. En el año 98, en Parismina, vi una pareja de pelícanos blancos y la reporté, pero como éramos tan poquitos los observadores de aves se quedó solo como un dato científico. En ese momento no existían ni redes sociales ni celulares, así que no trascendió a más”, rememoró Ortega.
Sin embargo, ya para el 2015, la respuesta fue muy distinta. “En Caño Negro vi un grupo de 69 pelícanos blancos e inmediatamente lo posteé en las redes sociales. Al otro día, a las 5 a. m., ya había gente que vivía en San José y en Alajuela, quienes se habían puesto de acuerdo para salir en la madrugada para Caño Negro. Hay un gran nivel de competencia, de deseo, afición y pasión por ver las cosas”, relató.
Otro de los aspectos favorables de realizar este tipo de actividad en nuestro país es que se puede hacer a lo largo de todo el año.
“Costa Rica es impresionante en ese sentido, tal vez el mes de mayo es un poco más bajo, pero igual siempre se pueden ver aves en todas partes. La migración comienza desde mediados de agosto, con setiembre y octubre como los puntos más altos, mientras que los picos más altos de turismo empiezan en diciembre y se extienden hasta mayo, cerrando en julio con el mercado europeo”, resaltó Ortega.
Explorar Costa Rica
El cantón de Garabito tiene el mayor número de especie de aves por kilómetro cuadrado de toda Centroamérica, más incluso que el Darién, en Panamá, que es considerado como el Amazonas de Centroamérica. Este dato hace que Garabito sea una zona clave para las personas que deseen iniciarse en este pasatiempo.
Costa Rica ocupa el segundo lugar más importante del planeta en cuanto a aves migratorias, se calcula que por los cielos de Costa Rica pasan entre setiembre y noviembre unos 300 millones de aves”
— Randall Ortega, gerente general de Nature Group Costa Rica, consorcio multiempresarial dedicado al turismo especializado de fotografía y observación de aves
“Jacó tiene la reputación de que es un lugar solo para fiesta, pero desde hace cuatro años estamos tratando de educar al pueblo sobre la importancia económica que representa esta actividad tanto a nivel local como internacional. Queremos que entiendan la importancia de que Garabito se convierta en el destino primario en este país para las personas que quieren observar o fotografiar aves”, aseguró Ortega.
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Al pensar en turistas de aves, quizá la primera imagen que se viene a la mente es una pareja de norteamericanos mayores con binoculares, chaleco con múltiples bolsillos y un sombrero. Sin embargo, ese concepto ha cambiado mucho con los años.
“Hay un mercado nacional grande y es bastante interesante porque se basa mucho en redes sociales. Por ejemplo, hace un tiempo una señora tomó una foto de un pájaro que ella ni sabía de qué pájaro se trataba. Lo posteó en la página de la Asociación Ornitológica de Costa Rica y la respuesta inmediata fue un boom, porque a partir de ahí todo el mundo andaba buscando ese pájaro, que era el galán sin ventura o jabirú”, resaltó el experto.
De hecho, durante varios fines de semana, ese posteó desencadenó una serie de actividades económicas que beneficiaron a la comunidad donde se captó el ave.
“Recuerdo que vinieron por lo menos cien carros buscando al famoso jabirú, unos tuvieron éxito y otros no. Es un ave muy grande con una envergadura de alas de casi tres metros, así que imagínese las distancias que pueden recorrer en un día. Se escabulló entre las fincas ganaderas a las que no se tiene acceso, pero hace unas semanas volvió a aparecer en playa Hermosa y mandó otra ola de gente que vino a buscarlo”, recordó Ortega.
Adicionalmente, Ortega resaltó que el turismo de aves se divide en dos grandes categorías: los aficionados especializados en fotografía y los que prefieren solamente observar. “Son como el agua y el aceite, no se pueden mezclar”, destaca el experto.
De acuerdo con su experiencia, cuando se hacen tours en los que participan ambas categorías es usual que unos se interpongan en el camino de los otros y viceversa, por lo que es recomendable escoger una actividad de acuerdo con los intereses de la persona.
“Al fotógrafo de aves no le gusta andar solo con observadores o pajareros, mientras que a los otros no les gusta andar con fotógrafos. Entonces dividimos los grupos para que sean exclusivos y no los mezclamos, porque ya hemos visto los ‘horrores’ que suceden cuando se ofrece un tour semiprivado y van todos mezclados. Así que la única forma de complacerlos es dividirlos”, explicó.
Solo en observación de aves y naturaleza se gastan alrededor de $193 billones al año en el mundo. Es la industria más grande del mundo en turismo, sin mencionar que no se ha hecho el esfuerzo de ver cuánto se gasta en turismo fotográfico ornitológico”
— Randall Ortega, gerente general de Nature Group Costa Rica, consorcio multiempresarial dedicado al turismo especializado de fotografía y observación de aves
Cómo empezar
Si usted está decidido a observar y fotografiar aves, Ortega brinda algunas sugerencias sobre el equipo inicial recomendable para iniciarse en esta actividad.
“Lo primero que les recomiendo es un par de binoculares con nitrógeno, para protegerlos contra el agua y evitar que se le produzca hongo dentro del lente, pues esto puede resultar muy caro cuando hay que repararlos o incluso puede que haya que enviarlo a otro país para su arreglo. Esto puede derivar en quedarse sin binoculares por dos meses y no poder salir al campo, lo cual es bastante frustrante en un país con tanta actividad de este tipo. Su costo puede rondar los $500 (unos ¢315.000)”, afirmó Ortega.
Otra recomendación es adquirir una cámara fotográfica con un lente mínimo de 300 milímetros, que es el rango necesario para poder tomar una fotografía decente y que se pueda identificar el pájaro.
La gama de aparatos fotográficos es muy amplia, pero lo ideal para principiantes es que sea portátil, que se pueda echar en un ‘bultito’ y así poder cargarla de un lado sin que pese mucho.
Si usted cuenta con bajo presupuesto también existen algunas opciones “Hay cámaras introductorias que ofrecen resultados bastantes buenos y sorprendentes, esas son ideales para comenzar. Más adelante ya puede pasarse a una gama superior”, afirmó el especialista.
Otra opción son los binoculares de flourita, los cuales aumentan la veracidad de los colores porque el ojo humano no puede filtrar la luz ultravioleta. Es como cuando las personas usan anteojos oscuros y luego se los quitan, los colores cambian.
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Con respecto a las dimensiones de los binoculares, los más recomendables son los modelos 8x42, 8x30 y 10x40, que son los más estándares que se pueden adquirir en el mercado.
Según explicó Ortega, también están los binoculares de dimensiones 7x35; sin embargo, estos se usan menos porque el pájaro se ve muy largo y se tiene una visión de campo gigantesca. “Esos se usan mucho en África y en las sabanas australianas o norteamericanas, porque lo que quieren es ir viendo a lo largo y después irse acercando al sujeto”, diferenció.
Asimismo, también puede optar por un telescopio, cuyo costo puede ir desde los $500 hasta los $4.000. No sobra conseguir un trípode, portar una guía de campo o descargar una aplicación para la observación de aves. Por ejemplo, Ortega desarrolló el app ‘Birding Field Guides’ para aves de Latinoamérica, la cual está disponible solo en inglés.
En la mira
De las más de 900 especies que se pueden observar en Costa Rica, hay algunas que se destacan entre las más apetecidas.
Las especies endémicas son las que atraen a la mayoría de los visitantes extranjeros, ya que solo acá las pueden observar, mientras que las aves coloridas también destacan en la lista de las más buscadas por este tipo de turistas.
“Las endémicas son las que se encuentran en un hábitat muy restringido a nivel local, como Centroamérica o propiamente de Costa Rica. En otras palabras, existen aves que solo se encuentran en nuestro país y que no se pueden ver ni en Nicaragua ni en Panamá, pero también hay especies que se encuentran en todo el Caribe, pero llegan hasta Panamá, y no se encuentran en Colombia ni en México. También hay especies endémicas de zonas altas y zonas bajas”, resaltó el empresario turístico.
Los tecnicismos son de vital importancia para este sector turístico, ya que quienes lo practican saben muy bien lo que andan buscando y en donde lo pueden encontrar.
“Las lapas verdes y rojas son muy buscadas, sobre todo por su potencial a ser extintas debido a la cacería y deforestación. Lo mismo pasa con el quetzal, por ser el ave más majestuosa del hemisferio, pero también se destacan aves endémicas como sean colibrís, trogones, pájaro sombrilla o pájaro campana, entre otros”, aseguró Ortega.
En resumen, a nivel fotográfico, las aves más apetecidas por los turistas son: quetzales, lapas verde y roja, pájaro campana, pájaro sombrilla, jabirú, espátula rosada, colibrí de manglar, trogones, manakines y bobos, según el experto.
Mientras que para los observadores las aves más buscadas son las endémicas, quetzales, colibrís, manakines o saltarines, bobos, trogones, trepadores y las aves rapaces de día o de noche.
¿Cuáles son sus aves preferidas?
Si necesita más razones para incursionar en esta apasionante actividad, recuerde que nuestro país le ofrece más de 900 buenos motivos para unirse, un ave a la vez, a una de las tendencias de turismo con mayor potencial en el mundo.
Evento internacional
El próximo sábado 9 de octubre se celebrará el Día Internacional de la Migración de las Aves, con la participación virtual de millones de personas en el mundo. Como parte de una campaña global, a través de cientos de eventos especiales, se busca crear conciencia sobre la importancia de la cooperación internacional para conservar a las aves. Si desea conocer más puede visitar el sitio www.worldmigratorybirdday.org