Tiene un ojo color verde y otro avellana. Hace 30 años reventó las taquillas y ganó lo que le pegó en gana. Hoy es una estrella apagada.
Con 16 años entró a saco en las revistas para adultos; amparada al apodo de Viviane Pollenter posó –descalza hasta el cuello– en Playboy, Penthouse y Oui.
A los 23 años encontró el padrino que le abrió la trocha hacia la cúspide. El director Joel Schumacher la contrató para St Elmo’s Fire, una cinta del “brat pack”; un grupo de prometedores actores que filmaron varias memorables películas juveniles en los años 80.
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Entre esa pandilla de mocosos destacaban Emilio Estevez, Rob Lowe, Judd Nelson y Demetria Gene Guynes. El lector arqueará las cejas, porque el último nombre es como si estuviera escrito en suajili.
La tal Demetria era el apelativo bautismal de Demi Moore, quien con los años y sus exigencias financieras fue conocida como “Gimme more”: ¡Dame más!
El mote le cayó porque se dio el lujo de cobrar 12 millones de dólares por filme y ganar más plata que Meryl Streep, Julia Roberts y Sharon Stone.
Demi generó montañas de dinero, y con la misma velocidad se rodeó de enemigos; como si fuera la versión femenina de Dorian Grey, su imagen comenzó a deteriorarse por las drogas, las intoxicaciones y los fracasos sentimentales.
La pluma de Nigel Goodall plasmó el ascenso de Moore. Apenas arrancó el siglo 21 publicó una biografía autorizada donde la actriz detuvo su frenesí y se enfrentó a sí misma.
Unos hombres buenos
La primera vez que se vio al espejo descubrió que tenía heterocromía –ojos de diferente color– y comprendió que su vida sería así: ¡Extravagante!
Pasó su niñez en Nuevo México, donde vino al mundo el 11 de noviembre de 1962, hija de Charles Harmon –quien la abandonó antes de nacer– y de Virginia –una alcohólica depresiva–.
Por una puerta escapó Charles y por otra entró David Guynes –el nuevo marinovio materno– quien solo las llevó de un lado a otro porque nunca duraba en un empleo.
Los problemas de visión la afectaron mucho en la infancia; sufrió varias operaciones en el ojo izquierdo y en la escuela le hicieron mofa, porque usaba un parche, como si fuera una pirata.
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En su biografía contó que –a los 15 años– un extraño la violó; el agresor adujo que le había pagado 500 dólares a Virginia por los “servicios” de la jovencita. La madre de Moore era un saco de angustias.
Las dos vivieron agarradas de las greñas; en 1990 dejó de hablarle porque Virginia abandonó una clínica de rehabilitación para alcohólicos y –en 1993– posó desnuda para High Society. Se reconciliaron antes de que la madre muriera en 1998.
La década de los 90 fue memorable para Demi. Actuó en 15 filmes, entre ellos sus emblemáticos Ghost, con Patrick Swayze; A few good men; Una proposición indecente; Acoso; G.I.Jane y cerró el siglo con Striptease.
Por ese filme recibió la Frambuesa de oro a la peor actriz; debió de ser un mensaje premonitorio para que recogiera sus bártulos, pero siguió y se hundió hasta las orejas en el pantano de Hollywood.
Proposición indecente
Su primer marido –el cantante de rock Freddy Moore– le heredó el apellido. Él tenía esposa y era doce años mayor, pero quién se fija en esas minucias si necesita una escalera para subir al cielo.
Tras romper con Moore inició un noviazgo con Estevez, su compañero de reparto en St Elmo´s Fire, pero no concretaron la boda; después perdió los estribos; todas las noches salía de fiesta, bebía y se enganchó con la cocaína.
Con Bruce Willis sentó cabeza y concibió tres hijas: Runner, Scout y Tallulah Belle. Tras su sonado divorcio se casó con Ashton Kutcher, igual o más famoso que ella y con quien probó tríos sexuales.
Antes de Kutcher sostuvo romances fugaces –aunque intensos– con Oliver Vhitcomb, el instructor de artes marciales de sus hijas; más tarde con Guy Oseary, el mánager de Madonna, y el insufrible Owen Wilson.
Ni siquiera se había enfriado la silla de Kutcher y ya tenía, a los 50 años, un sustituto 23 años menor que ella. Vito Schnabel, un artista, la ilusionó otra vez y reactivó su gusto por la vida loca y los excesos nocturnos.
Orlando Bloom y Nick Jonas fueron sus últimas parejas, solo opacadas por un supuesto amorío con la estilista serbia Masha Mandzuka, si bien esta aventura otoñal es apenas un rumor.
Demi Moore exorcizó sus demonios y repasó todas las muescas de su piel, curtida a lo largo de 60 años, en los que una vez fue considerada la mujer más poderosa de Hollywood.
Qué vida más triste
Desnudo escandaloso. Eran los 90 y por eso la portada de Vanity Fair, con Demi Moore desnuda y embarazada de su futura hija Scout, causó conmoción a quienes defendían la privacidad y el pudor.
Mira quién salta. Las tres hijas de la actriz consideran que su madre “está siempre de fiesta con hombres más jóvenes que ella y actúa como si tuviera su edad”.
Veleidosa. Los productores de Mientras dormías no se adecuaron a las extravagancias de Demi, exigió que le fletasen dos aviones privados para viajar con sus amigos y familiares adonde ella le apeteciera