El lado oscuro de la fuerza lo devoró. Pasó del estrellato a la cárcel, y de ahí a un hospital psiquiátrico, afectado por la esquizofrenia.
Cualquiera acabaría con los tornillos flojos si desde lo siete años de edad, cuanto mocoso pasaba a su lado hacía el ruido de un sable de luz, y los pases de un jedi dispuesto a partirlo a la mitad.
Si a eso agregamos que el infeliz debía conceder cada día 60 entrevistas de promoción, realizar giras infernales y lucir risueño como un querubín, el lector comprenderá el dolor que padeció el pobre Jake Lloyd.
LEA MÁS: Página Negra: Kanye West, a través del cable
Desde luego que ni el “friki” más recontra “friki” asociará ese nombre con el de Anakin Sykwalker, apelativo con el que pasó al panteón de los héroes galácticos tras estelarizar –en 1999– Star Wars: Episodio I, La amenaza fantasma.
Si uno ve la foto del pelirubio niño con su facciones decididas, apenas podrá reconocerlo –con 27 años– en la imagen que publicó la policía, tras detenerlo por viajar en su auto a 160 kilométros por hora, en una ruta urbana.
Creyó que estaba con su pod en la carrera de Boonta Eve, en Tattoine, donde venció a Sebulba –un tramposo piloto de origen dug–; así logró su libertad y los repuestos para la nave de Gui-Gon Jinn, el noble caballero jedi de la Antigua República, discípulo del Maestro Dooku.
La ilusión de llegar a la cúspide de la ciudad del celuloide se desvaneció; conforme creció los papeles que le ofrecían eran cada vez más sosos. El futuro de Jake se volvió tan oscuro como el de su alter ego Darth Vader.
Bastan, y sobran, los dedos de un manco para contar las películas que filmó después del Episodio I de Star Wars. Grabó la estratosférica cantidad de tres cintas; a los 16 años Lloyd descendió al averno del olvido.
Carrera espacial
A los siete años actuó en cuatro capítulos de la serie ER, conocido por estos cafetales como Sala de Urgencias; nadie la recordaría de no ser por George Clooney en el rol del Dr. Doug Ross, casanova y pediatra, encantador como una cobra filipina.
Probó con anuncios y debutó en el cine en Unhook the Stars; acarició la fama al lado de Arnold Schwarzenegger en la cinta navideña El regalo prometido, como Jamie Langston, el niño encaprichado con un muñeco de Turboman.
Cuando tenía seis años fue al cine con sus padres a ver Teminator 2: el juicio final, y salió fascinado, brincaba como un mandril y gritaba enloquecido: ¡Schwarzenegger!
Todo parecía otro cuento de hadas hollywoodense, y más cuando George Lucas lo escogió, después de ver a 3.000 niños aspirantes para interpretar la infancia de Skywalker.
En esa ocasión Lucas dijo que Jake tenía todos los requisitos necesarios para el papel: “buen actor, entusiasta y muy energético”. El productor Rick McCalum añadió: “inteligente, travieso y le encanta la mecánica, igual que Anakin”.
La cinta costó $115 millones y recaudó $1.027 millones; el lector tendrás así una idea del batazo fílmico. Antes de pasar al ostracismo grabó cinco videojuegos para LucasArts y más tarde tres filmes: Race to Space, Die with Me y Madison.
Volver a vivir
A los padres de Jake, Bill Lloyd –médico– y Lisa Riley –una agente de espectáculos– les hizo muy poca gracia el interés de su hijo por la actuación; a regañadientes accedieron a que filmara unos comerciales.
Tras dejar los escenarios decidió seguir su educación. Lo expulsaron del colegio por su errática conducta y al final se graduó en la Secundaria Carmel, Indiana, adonde emigró de su natal Colorado, donde nació el 5 de marzo de 1989.
Desde el 2014 trabaja en un centro comercial; los fines de semana juega hockey con su hijo. En una entrevista reciente reconoció que le gustaría realizar audiciones para retornar a la pantalla gigante.
LEA MÁS: Página Negra: Max Wright, la maldición que cayó del cieo
Eso no parece fácil porque ya tiene casi 20 años que no graba ni un video casero, además de los desórdenes mentales que lo tienen con un pie en el sanatorio.
A los 25 años develó cómo sus compañeros de escuela lo acosaban y le causaban tensión; también las intensas giras y promociones lo desgastaron y minaron su resistencia mental.
Llegó a tal extremo la ansiedad que destruyó todos sus recuerdos de Star Wars; al día de hoy ni siquiera resiste ver esa saga porque le traen “recuerdos espeluznantes”.
Con 27 años atacó a su madre; lo encerraron varios meses y después recaló en un asilo para dementes, donde le diagnosticaron esquizofrenia y un trastorno de personalidad.
Jake, como Anakin, era el elegido, solo que perdió el equilibrio y su corazón cayó del lado oscuro de la fuerza.
En una galaxia muy lejana
La amenaza fantasma. La primera vez que aspiró al papel de Anakin lo rechazaron, pero –varios años más tarde– lo llamaron de nuevo y descubrieron que tenía “algo” en especial para ese personaje.
El ataque de los clones. Parte del rodaje de La amenaza fantasma fue en Inglaterra donde Jake debió de vivir –lejos de su familia– durante tres meses.
La venganza de los Sith. Si Jake Lloyd terminó internado en un asilo para enfermos mentales, su sucesor –Hayden Christensen– acabó como un granjero.