A todo dijo sí. Filmó comedias, dramas, thrillers, musicales y documentales para Warner Brothers, ya fuera sola o en compañía de las grandes estrellas.
Aún en 1978 daba guerra. Quienes tengan buena memoria, pasen de los 50 años o sean masoquistas quizá recuerdan Grease, el empalagoso musical protagonizado por John Travolta y Olivia Newton John.
En esa cinta actuó una señora entrada en años, bajita, peliplatinada y corronga; los nostálgicos estallan en llanto cada vez que la ven. Se trataba de Joan Blondell, quien acabó como cocinera en pastiches fílmicos.
LEA MÁS: Página Negra: Ginger Rogers, una mujer en la penumbra
Previo a los detalles de su azarosa existencia es justo mencionar que Joan compartió la marquesina con los galanes más atildados de Hollywood; uno de ellos fue Dick Powell, con quien se casó y concibió una hija.
La mayoría de filmes de Joan fueron comedias, pero en otros mostró su lado salvaje; aunque bajita era dueña de un cuerpo sinuoso, unas piernas torneadas y carnes bien distribuidas.
Logró exhibir su figura y sacarle provecho previo a la vigencia del Código Hays –entre 1934 y 1967–. Este era un mecanismo de autocensura cinematográfica formulado por el republicano William Hays, para evitar grabaciones amorales.
Mujer fantasma
Pelirubia, enormes ojos azules y con una sonrisa panorámica, en el cine nunca pasó de ser la mejor amiga de la estrella, la niña buena, la que todos querían pero nadie amaba.
Gastó la infancia en Nueva York, donde nació el 30 de agosto de 1906. A los tres años saltó al escenario con su padre, Eddie Blondell Jr., un cómico que trabajó en The Katzenjammer Kids, antecesora de todas las películas de niños traviesos.
El resto de la familia vivía de las risas de los demás. Joan, la madre, una actriz fracasada; Gloria, la hermana, se casó con el productor Albert R. Broccoli; y Eddie, el menor, pasó sin pena ni gloria por los escenarios.
Desde niña la matricularon en todos los concursos de talentos. A los 20 años fue Señorita Dallas, logró el cuarto lugar en Señorita América y así logró algunos contratillos como modelo.
Consiguió empleo en una librería en Broadway; un cazatalentos la descubrió a los 24 años y obtuvo un papel con James Cagney en Holiday. El éxito fue total y volvió con el galán en El enemigo público y Gente Viva.
Los mercachifles del cine querían llamarla Inés “algo”, aunque ella deseaba “Rosebud” –como le decían en la infancia, no por el trineo del Ciudadano Kane–. Al final le ensartaron Joan Blondell y así filmó casi cien películas en medio siglo de carrera.
Lazos humanos
Entre gambusinos y novias despreocupadas Joan se hizo un campito en el cine silente. En los años 20 bastaba con tener cara y cuerpo bonito. Pero fue insuficiente. En los años 30 le agregó la voz y esta tenía que coincidir con el rostro.
Cuando las pantallas hablaron, muchas estrellas callaron. Sobrevivieron quienes tenían voces tan atractivas como los personajes que interpretaban, y Joan fue una de esas.
Antes de su primer largometraje, La rival de las esposas, participó en varios cortos musicales de 20 minutos; que en los albores del cine eran los “teloneros”, junto con los antepasados de los noticiarios y los cortos de dibujos animados.
Supo cumplir a cabalidad su papel de segundona, si bien realizó actuaciones notables en The Cinccinatti Kid y The Champ.
Algo similar le ocurrió con su vida sentimental. El primer marido fue George Barnes, un fotógrafo. Con él concibió a Norman Powell quien destacaría como productor, director y ejecutivo de televisión.
LEA MÁS: Página Negra: Joan Collins, una chica muy traviesa
Tras una violenta separación se casó con Dick Powell, quien la trató con crueldad y organizaba las fiestas más ruidosas de Hollywood. Aburrida de una vida multitudinaria pidió el divorcio y Powell le dijo: “si no te gusta, vete al infierno”.
La hija de ambos, Ellen, se dedicó a la peluquería y pasó momentos difíciles por su adicción a la cocaína.
El tercer matrimonio fue un desastre emocional y financiero. El rufián de turno, Mike Todd, era un empresario teatral que dilapidó los ahorros de Joan en apuestas y mujeres.
De cada uno obtuvo lo mejor que pudo. Barnes le dio su primera casa real. Powel aportó seguridad y Todd la pasión. Pero los amaba a todos.
La nueva estrella de Warner Brothers, el cínico comezanahorias Bugs Bunny, la pensionó y mandó con sus chécheres al cajón de ofertas del celuloide; deambuló por filmes de bajo nivel hasta su muerte, el 25 de diciembre de 1979.
En su lápida debieron de cincelar: Por 40 años fue el burro de la Warner.
Secretos de familia
Violación. A los 21 años consiguió empleo en una librería y un policía la violó; la amenazó con matarla si abría el pico. Mantuvo el silencio más de 50 años, hasta que su hija lo reveló en un libro biográfico.
Aborto. En dos ocasiones quedó embarazada de quien sería su primer marido, George Barnes, pero abortó en ambas oportunidades.
Amor imposible. El actor James Cagney confesó que aparte de su mujer, Frances, solo había amado a Joan, sin que ella lo supiera.