El que se casa, por todo pasa. Ella es atea, bisexual y seguidora de Ayn Rand –estandarte del egoísmo racional-–. Él, llevó una infancia donde si hacía algo bien le pegaban, si era algo mal, también.
Después de 15 meses de matrimonio, matizado por agresiones físicas, emocionales y destructivas, Amber Heard y Johnny Deep acabaron con esa tragicomedia, en la cual no está claro cuál llevó la peor parte.
Algunos lectores recordarán a Heard en el papel de Ulla Paulson, amiga de Gerda (Alicia Vikander), en La chica danesa; otros, menos conspicuos, como Mera, la princesa marina en Aquaman, filme taquillero acerca del héroe mitad pez y mitad hombre, de la mítica Atlantis.
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Sin que sea un atenuante legal, las golpizas que le dio Amber al indefendible de Johnny, se debieron al carácter propio de la heroína acuática, con poderes sobrenaturales que temía hasta el mismo Aquaman.
En la vida real Amber sufrió en su pellejo discriminación –en el liberal Hollywood– por ser bisexual, atea y vegetariana declarada. Ella nació en la machista Austin, Texas, el 22 de abril de 1986, en un hogar sureño y de padres religiosos.
La mamá, Paige, trabaja para el gobierno como investigadora en Internet; el papá, David, es un contratista. Los dos quedaron patitiesos cuando Amber les confesó sus preferencias sexuales.
“Cuando les conté que estaba enamorada de una mujer, todo fueron lágrimas y más lágrimas”; para ellos la existencia es binaria, hombre con mujer y punto.
Las estadísticas sentimentales de Heard indican que convivió cuatro años con la fotógrafa Tasya van Ree; la dejó y se casó con Depp. A este lo engañó con el empresario Elon Musk, quien vale $40 mil millones, un mes después de la boda.
Desde el 2010 decidió salir del armario, reconoció su condición de bisexual aunque eso le atrajo problemas en su carrera artística. “Soy claramente contraria a cambiarme a mí misma para resultar apetecible o popular”, dijo la actriz.
Antes que anochezca
Comparar la trayectoria de Amber con la de Johnny, es como creer que la tortuga algún día alcanzará y ganará a la liebre. Él, natural de Kentucky desde el 9 de junio de 1963, es un consumado actor, productor, director, guionista y músico.
Desde su primer papel como Glen Lantz, en Pesadilla en Elm Street, cimentó su carrera con los mejores cineastas y con películas emblemáticas, algunas como Pelotón –de Oliver Stone– y otras comerciales al estilo de Piratas del Caribe.
Pocos apostaron por el éxito del hijo de Christopher Depp y Betty Sue Palmer; la pareja rompió el matrimonio y ella se casó con Robert Palmer, quien apoyó mucho a Johnny en su vocación actoral.
En su juventud vendió –por teléfono– lapiceros impresos con los nombres de marcas comerciales, renunció y buscó empleo en un taller mecánico.
Sus amoríos son tantos como sus filmes. A los 20 años se casó con la maquillista Lori Allison; la década de los 90 saltó de pareja en pareja: Jennifer Grey, Kate Moss y Winona Ryder.
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Cuando se separó de la última decidió modificar el tatuaje que tenía en el brazo; pasó de “Winona forever” a “Wino Forever”, es decir, borracho por siempre. En efecto, la adicción al licor lo volvió aún más agresivo con las mujeres.
Animales fantásticos
Duró más la guerra que el amor. Al principio el divorcio de Amber y Johnny parecía un mero trámite judicial, donde los abogados engordarían más sus billeteras y los sitios web amarillistas registrarían más “likes”.
La actriz lo acusó de violencia doméstica continuada, lo cual nunca se probó y él contratacó con una demanda por difamación; más bien, aseguró Depp, ella era quien lo molía a palos cada vez que llegaba a la casa.
Los dos se ensarzaron en una pelea mediática, sin límite de caídas, donde sacaron al patio público todos sus trapos sucios y revelaron que el matrimonio había sido un manicomio.
Al parecer Amber intentó que Johnny firmara un acuerdo posnupcial, apenas un mes después de la boda en el 2105, y como este se negó “se volvió loca y comenzó a tirarme botellas”, según declaró la supuesta víctima.
La lluvia de botellazos envió al actor al hospital y tras varias cirugías estéticas le reconstruyeron el dedo, el brazo y la vida misma. Eso no era nada, aseguró que ella solía insultarlo con el diccionario de un marinero borracho y quemarle la cara con cigarrillos.
Los abogados de la estrella difundieron una grabación con una discusión de la pareja; Amber quedó como la perpetradora y Johnny como la víctima poco creíble, quien según él solo quería paz en su vida.
Amordiscos
Sin quere queriendo. En la grabación de una de las tantas disputas entre Amber y Johnny, ella le dijo: “No sé cuál fue el movimiento de mi mano real, pero estás bien. Te pegué, pero no te lastimé”.
Abusos continuados. La combinación de anfetaminas, otras drogas y alcohol pudieron elevar los niveles de violencia manifestados por Heard, según contó Depp en su denuncia por agresión doméstica.
Perder la razón. Los abogados de Johnny difundieron un audio, donde Amber reconoció: “Dios, a veces me enojo tanto. Lamento no haberte golpeado en toda la cara con una bofetada adecuada, pero te estaba dando un puñetazo”.