Escupe la música como si fuera fuego. Con la boca llena de alambres cantó, como un ave encerrada en una jaula. Así, convirtió su tragedia en triunfo.
Basta verlo radiante con Kim Kardashian, disfrutando de sus cuatro maravillosos hijos: North; Saint; Chicago y Psalm, así como de su faraónico estilo de vida para que el mismo San Francisco de Asis sienta un tris de envidia.
Ya era rico como Creso cuando se empeñó en cantar rap, contraviniendo todas las reglas para acceder a ese club de marginados sociales. ¿Por qué Kanye West se metió donde nadie lo llamaba?
LEA MÁS: Página Negra: Max Wright, la maldición que cayó del cielo
Sucede que Kanye no es un mamacallos; viene de una familia de clase media que lo educó para ser un ganador.
El padre, Ray era reportero gráfico y evolucionó –si cabe el termino– a consejero matrimonial pastoral. La madre, Donda, dirigió el departamento de inglés de la Universidad de Chicago, ciudad donde Kanye nació el 8 de junio de 1977.
Donda se cansó del alpiste de Ray; tomó a su hijo de tres años y se fue a Los Ángeles. Anduvo de aquí para allá y vivieron un año en Nankin, China, donde los japoneses masacraron a 300 mil civiles en 1937.
El jovencito mostró dotes para la música; asistió a una academia artística y pasó a la Universidad de Chicago; después abandonó todo para seguir los consejos de su hipermegaego.
All Falls Down
La megalomanía de Kanye parecía satisfecha desde la acera de productor, actividad en la cual amasó un Potosí; tenía en su cuadra a titanes como Jay-Z pero nadie lo tomó en serio cuando dijo que pasaría al bando de los raperos.
Con 25 años tenía su agujero en Roc-A-Fella Records con varios artistas bajo su dirección; comenzó a ser reconocido y el album The Blueprint –de Jay-Z– fue considerado uno de los mejores discos del hip-hop; vendió 85 millones de copias.
La prosapia de West fue su handicap porque el rap es más que un género musical o una forma de vestir; es una ideología social y política comprometida con las luchas sociales y políticas de las tribus urbanas.
A mediados de los años 80 y 90 del siglo 21 atrajo la codicia de los estudios de grabación; en menos de un suspiro comprendieron que ese discurso incoherente –en apariencia– valía más que varios yacimientos de rodio y lo comercializaron.
Por esos días Kanye era un insufrible, no tanto como ahora, pero si lo suficiente para que las discográficas lo ignoraron, sobre todo porque ni por broma parecía un “gangsta”.
Utilizó todos sus contactos y cobró algunos favores para llegar hasta Joe Weinberger –el vértice de Capitol Records–. Estuvo a una pestaña de que lo contrataran, pero alguien le sopló al oído al magnate y lo descartaron.
LEA MÁS: Página Negra: Xuxa, Reina de los bajitos
Pero Kanye nació bañado en leche. En octubre del 2002 salió de madrugada del estudio, subió a su Lexus y aceleró. Pegó contra otro auto y terminó en el hospital, con la mandíbula partida y cosida con alambres como Hannibal Lecter.
Estuvo un mes en cuidados intensivos, le reconstruyeron la quijada y escribió una pieza con sus cuitas. Through The Wire fue su primer sencillo, firmó un contrato y la carrera que estaba quebrada se enderezó hacia el estrellato.
We Don’t Care
Los lectores convencidos de que los raperos son una bola de saltimbanquis, atacados del “Mal de San Vito” y vestidos como locos pueden escuchar estas piezas de Kanye: Slow Jamz, Fade, All Mine o Power y confirmar o cambiar su criterio.
La fortuna de West solo rivaliza con su soberbia; si a eso le agregan la de Kim, será fácil entender por qué quienes lo aman o lo odian, rivalizan con quienes lo consideran un perfecto idiota.
Cualquier hijo de su madre que “sube” un video a YouTube y registra 124 millones de visitas haría –como Kanye– misas al aire libre, aspiraría a la presidencia de Estados Unidos y engendraría bebés a la antigua o a lo progre.
Kanye siempre compra lo que le apetece. Dejó a su mujer Amber Rose, porque se puso verriondo con Kim. Antes de Rose fletó a Alexis Phifer. Los dioses no se aferran a nadie.
La emperatriz de la telerrealidad exacerbó sus extravagancias y Kanye acabó en un hospital psiquiátrico; hace poco reveló que es bipolar y sufre de paranoia; vive angustiado por la idea de que quieren matarlo o conspiran en su contra.
Tampoco exagera dado que en los últimos 30 años fueron asesinados 60 raperos –no rateros– por sus vínculos con bandas de criminales, traficantes y perdonavidas de toda laya.
Pocos mortales pueden ser Kanye West; aún menos los capaces de vivir cada segundo como él: bajo una tormenta de nieve histórica.
Locuras raperas
Trabalenguas paranoico. “Si quieres estas ideas locas, estas etapas locas, esta música loca y esta forma loca de pensar, existe la posibilidad de que seas una persona loca”. Asi explicó Kanye West su paranoia.
Vientre de alquiler. El contrato por la maternidad subrogada de Chicago West, costó 45 mil dólares, en diez tractos. La madre debía restringir su actividad sexual en las semanas previas y posteriores a la inseminación, no entrar en saunas, teñirse el pelo o beber más de una bebida con cafeína al día.
Humildad rapera. Kanye West suele compararse con Pablo Picasso, Leonardo da Vinci, Steve Jobs… e incluso el apóstol San Pablo.