Ir en un autobús que pasa por el Parque Diversiones ya no es igual.
Desde afuera los techitos de colores se siguen viendo como antes, las atracciones también y el rótulo de Pueblo Antiguo continúa ahí, intacto.
Sin embargo, Sioni Moya reconoce que aquella sensación de contentera, que hasta hace unos meses la envolvía cuando iba en el bus y faltaban un par de paradas para llegar a su trabajo en el parque, se esfumó.
Ya no hay niños que le ericen la piel con esa emoción y euforia que les producía el asomarse por las ventanas y contemplar a lo lejos la cima de las atracciones, lo que les adelantaba que estaban a punto de llegar a ese sitio para pasar un día cargado de adrenalina.
Caminar por sus instalaciones no es muy diferente, simplemente no hay vida: los quioscos y restaurantes están cerrados, no pasa el tren y no hay ruido, más allá de los pájaros que, de repente, trinan por ahí, en solitario.
Caminar hoy por sus instalaciones es igual pero diferente, tanto que las felices remembranzas vividas hasta hace poco se tornan en una brusca y grosera melancolía.
La torre ya no se eleva hasta lo más alto del parque, el tobogán ya no es de agua, en el splash el lago está seco y los carros ya no son chocones.
Sí, la pandemia también llegó hasta el Parque Diversiones y de un pronto a otro le arrebató la magia.
Han pasado siete meses desde que esa es la nueva realidad del parque ubicado en La Uruca y, sin embargo, ni Moya ni sus compañeros aún se acostumbran.
“Ha sido bastante difícil adaptarse, son muchos cambios, es una montaña rusa, hemos pasado por muchos altibajos y la situación ha ido avanzando poco a poco. Ya no hay esa magia que antes le anticipaba a uno el trabajo, es decir, ver el parque vacío le parte a uno el corazón", afirma Moya, quien es la encargada del personal de atracciones y seguridad del parque.
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Desde que la covid-19 llegó al país muchas cosas han cambiado para este centro de entretenimiento. Hasta inicios de este 2020, Moya tenía a su cargo aproximadamente 95 personas que operaban las atracciones. Hoy no tiene ningún operador asignado.
“Es un proceso muy duro de digerir que es a cuenta gotas, pero tenemos la esperanza de que en algún momento lo vamos a lograr y nosotros nos sentimos con el compromiso como equipo de hacer el mayor esfuerzo para que nuestros compañeros vuelvan y que el parque tenga sus mejores momentos”, afirma.
En marzo, cuando los casos de coronavirus comenzaron a aparecer, se suspendieron 266 contratos laborales de forma indefinida y, recientemente, 62 más.
Entre esas personas a quienes se les suspendió el contrato, se encuentran seis adultos mayores que operaban los trenes y llevaban a sus visitantes en un recorrido por todo el parque.
“Ellos le daban un toque de magia especial a este lugar, porque tienen otro concepto de vida: su chispa y sus experiencias aportan muchísimo, entonces era diferente que alguien de 18 años le dijera a un visitante ‘eso no se puede hacer’ a que se lo dijera alguien con más cariño, que lo explica y usualmente no llegaba a tener ningún inconveniente de atención, porque la cortesía ya es parte de su vivir”, relata Moya.
Indefinido
A pesar que desde marzo mantienen cerradas las instalaciones, el Parque Diversiones comunicó hasta hace unos días de forma oficial que sus instalaciones estarían cerradas por lo que resta del 2020.
Luis Gamboa, gerente general interino, confiesa que no lo habían anunciado antes pues todavía tenían una pequeña esperanza de poder abrir, pero hasta ahora la situación no ha mejorado como ellos esperaban.
"Conforme la pandemia crece y se multiplica, hay más problemas en los hospitales y si bien nosotros teníamos la ilusión de poder abrir las puertas, sobre todo para la niñez y la juventud, tuvimos que reconocer que no era viable permanecer abiertos y ahí es cuando se toma la decisión de mantener cerrado de forma indefinida.
“La pandemia afecta a todos independientemente de localización geográfica o clase social, es decir, no hay quien no se vea afectado de una forma u otra, y en el caso nuestro la afectación es este cierre indefinido”, explica Gamboa.
El anuncio se dio justo a las puertas de lo que sería para el parque la tan esperada temporada alta, cuando los niños y adolescentes están en vacaciones, época en la que llegaban a tener hasta 15 mil visitantes diarios en sus instalaciones disfrutando de sus atracciones mecánicas, juegos electrónicos y shows en vivo.
Además, el cierre ocurre a meses de iniciar un 2021 que prometía estar lleno de sorpresas por el 40 aniversario del Parque Diversiones.
“Vamos a empezar el año de aniversario cerrados y eso también es muy triste porque nosotros habíamos pensado muchas cosas que queríamos hacer: mucha magia, mucha música, mucha alegría y nada de eso lo vamos a poder hacer, lo más complicado de todo esto es la incertidumbre de no saber cuándo se acaba la pandemia y cuándo vamos a iniciar operaciones. Es decir, si yo tuviera certeza de que en diciembre se acabó la pandemia saldría corriendo a abrir, pero hay una incertidumbre que nos mata a todos, porque no sabemos cuánto va durar”, detalla el gerente general.
¿Y las atracciones?
José Carlos Vargas, jefe de mantenimiento del Parque Diversiones, confiesa que los últimos meses han sido muy complicados y están atravesando una situación para la que no estaban preparados. Esta es la primera vez que deben cerrar las puertas del sitio en los más de 21 años que tiene de trabajar en este centro de entretenimiento.
No ver las atracciones mecánicas funcionar es un golpe duro; más aún, el hecho de tener que darles mantenimiento, sabiendo que nadie se va a subir en ellas.
Vargas, quien desde hace 18 años trabaja en el parque, explica que antes el mantenimiento de los juegos se proporcionaba todos los días, en la mañana y en la noche.
“Era muy estricto porque nosotros somos conscientes de que aquí no trabajamos con un producto cualquiera, trabajamos con vidas humanas, es nuestro compromiso y es crítico, porque es seguridad. Ahora es complicado porque aunque no hay huéspedes, de una forma u otra forma, hay que dar mantenimiento a las atracciones y esto requiere tiempo, dedicación y enfoque”, asegura.
Antes, Vargas tenía 42 personas a cargo, sin embargo, ahora solamente son 10, por lo que asegura que las tareas se han incrementado.
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Ellos son los únicos que, por ahora, están ingresando regularmente a las instalaciones.
“Esto es muy complicado para todos, el parque en este momento ya empezaba su apogeo, por estos días el proceso de preparación era muy intenso para poder cumplir nuestro objetivo y ahorita sigue siendo intenso porque obviamente tenemos menos personal y mucho trabajo, y tenemos que ser más eficientes, pero ahora no tenemos gente ni visitación”, relata.
Vargas explica que todos los días hacen inspecciones, no obstante, como el parque está cerrado y el personal es limitado, han tenido que reducir las frecuencias de operación.
Por ello, actualmente hacen inspecciones de semana por medio en atracciones mecánicas, al igual que en el resto de equipos. Eso sí, es enfático en que el mantenimiento tiene que ser constante y frecuente y que por ningún motivo se pueden dejar los equipos sin funcionar.
“En este momento, lo que se hace es poner a funcionar los equipos, se lubrican, se mueven, porque si no están en constante movimiento tienden a trabarse, pero el trabajo que se realiza es básico: limpieza, mantenimiento y movimiento de puestas en marcha de las atracciones, para que se mantengan en condiciones óptimas de operación, porque al final nosotros trabajamos con vidas humanas y equipos de alto desempeño y el trabajo no se pueden dejar a medias”, comenta.
Para Vargas, tener trabajo en este momento es muy significativo y asegura que por eso valen la pena todos los esfuerzos que hacen él y sus compañeros, con la ilusión intacta de volver a ver personas sonriendo y disfrutando de las atracciones.
“Esta pandemia me ha enseñado que estamos propensos a cambios en cualquier momento de nuestra vida. Uno extraña las sonrisas, la gente aquí viene a divertirse, a pasar un momento bonito y sabemos que este es un tiempo de recesión complicado para todos, un momento difícil por el que el parque nunca había pasado y se han tenido que tomar decisiones muy duras que nos afectan a todos de alguna u otra manera, pero saldremos adelante”, añade.
Gran familia
Aunque para los colaboradores del Parque Diversiones no escuchar gritos, ni personas riendo o atracciones funcionando, y no ver sus instalaciones llenas de vida y de colores ha sido un golpe emocional muy fuerte, no dejan de pensar en quienes tienen su contrato laboral suspendido.
Actualmente en el parque trabajan solamente 23 colaboradores, quienes están a cargo de labores indispensables.
Para todos ellos la pandemia ha significado dejar de compartir con esas personas que más que amigos y compañeros de trabajo, se han convertido en familia.
“Creo que la covid-19 es un aprendizaje que nos dice que nada es seguro ni para siempre; que debemos hacer lo mejor cada día y al final estoy segura de que esto nos va a fortalecer más como equipo. El grupo que está ahorita es muy unido y el trabajo lo estamos haciendo por los que no están, porque los queremos tener de vuelta, cuidar el parque es una responsabilidad muy grande, muy bonita y que nos va a dejar una lección para todos”, detalla Lizzett Ureña.
Ureña es la secretaria de la Junta Directiva y la Gerencia desde hace 27 años y confiesa que esta ha sido la etapa laboral más difícil desde que entró a trabajar al parque.
Recuerda cómo disfrutaba desde su oficina ver a las familias con gran ilusión entrar al parque y a los niños gritar de emoción, eso le daba vida a su alma.
“Duele mucho ver el parque cerrado, el corazón nuestro son los niños, las familias, los jóvenes y ahorita es como que el corazón está detenido. Creo que esta es una etapa en la que nos ha tocado arrollarnos las mangas y sacrificarnos, porque tenemos que salir adelante”, asegura.
Ese compromiso es el mismo que siente Mauricio Benavides, quien desde hace más de dos décadas labora en el Parque Diversiones como subgerente financiero contable.
El colaborador afirma que al ver que los ingresos se estaban reduciendo considerablemente, eso significaba tomar decisiones drásticas. Esta ha sido la situación más difícil que le ha tocado afrontar, ya que sus compañeros se han convertido en familia.
"Desde la apertura del parque ha sido lo más duro que hemos enfrentado, porque siempre el recurso se cuida muy bien pero en este tiempo con mayor ahínco hay que cuidar el dinero que se tiene en este momento.
“Aquí nosotros somos una familia y cuando alguien de la familia sufre, todos sufrimos y fue un dolor tremendo el saber que había compañeros y compañeras que nos iban a dejar por un tiempo. Ahora nosotros tenemos la convicción de que van a regresar, que vamos a estar juntos nuevamente y que vamos a continuar con el mismo cariño y amor que tenemos por el parque”, detalla.
Para Benavides este se ha convertido en su hogar, de allí que sea complicado aceptar la realidad actual.
Afirma que pese a que tan solo han pasado algunos meses, la covid-19 le ha permitido aprender a valorar más cada pequeña cosa que tiene en su vida y en su cotidianidad.
“Hace mucha falta escuchar a la gente y ahí es donde uno se da cuenta el valor que tienen las personas”, agrega.
Noble causa
Si bien el Parque Diversiones es un centro de entretenimiento, su fin va mucho más allá de sus instalaciones, ubicadas en La Uruca.
Cada año con los excedentes que dejan sus operaciones, se pueden donar aproximadamente ¢120 millones al Hospital Nacional de Niños, por medio de la Asociación Pro-Hospital Nacional de Niños.
“Cuando ellos me digan ‘ocupamos una donación’, yo les voy a tener que decir que no hay dinero y ese es el problema que tenemos. Es que ya son siete meses sin tener ingresos y la situación se vuelve insostenible, nosotros ahora lo que tenemos claro es que la asociación y el Parque Diversiones tienen que sobrevivir esta pandemia, es decir, tenemos que llegar al otro lado del río aunque sea golpeados y raspados, pero esto es una organización que merece sobrevivir y que va a hacerlo”, asegura Gamboa.
Por medio de la Asociación Pro-Hospital Nacional de Niños se construyó el primer edificio de ese centro médico y frecuentemente se hacen donaciones de equipo. También han ayudado a construir la torre de de cuidados críticos.
“Mucha gente tal vez no sabe que cuando vienen y pagan una entrada, se comen una hamburguesa o disfrutan en el parque, una parte importante de esos ingresos va al Hospital Nacional de Niños en donaciones de equipos y otras cosas, y por eso seguiremos trabajando aunque estemos cerrados, para seguir ayudando al hospital aunque con mucho dolor sabemos que este año no le vamos a poder donar equipo”, revela Gamboa.
Los colaboradores de esa organización son conscientes de la labor tan noble que realizan y por eso cruzan los dedos para que pronto el lugar vuelva a tener niños y familias disfrutando de las atracciones.
Y como es un lugar mágico en el que se vale soñar, Sioni Moya y Lizzett Ureña fantasean sobre cómo será el día en que vuelvan a abrir el parque.
“Yo me imagino que va a ser un día soleado, hermoso, con la gente feliz, va a haber mucha alegría y nosotros dando lo mejor. Creo que Costa Rica nos va a apoyar”, afirma Ureña.
Entretanto, Moya afirma que “van a ser tantas emociones encontradas... y yo confío en que vamos a poder cumplir esos 40 años con todos nuestros huéspedes y que voy a poder celebrarlo con todos mis compañeros, porque queremos abrir el Parque Diversiones y celebrar como cuando se abrió por primera vez”.
Lo que no es un sueño, sino un compromiso, es el hecho de volver a estar presente en cada momento en que el Hospital Nacional de Niños les necesite y apostar por mejorar la calidad en los servicios médicos que requiere la niñez costarricense.