El 2019 ha sido un muy buen año para Yokasta Valle. La tica se convirtió en campeona mundial de las 105 libras de la Federación Internacional de Boxeo cuando venció a la española Joana Pastrana, en agosto de este año. Además, la pugilista nacional tiene una marca de 19 victorias en 21 presentaciones.
Escribirlo y leerlo en un párrafo es muy sencillo, pero ya hablarlo con Yokasta y adentrarse en su viaje para lograr esta histórica hazaña del deporte nacional es otro cuento.
Este año, Valle es parte de los personajes noticiosos de la Revista Dominical, y nos reunimos con ella en La Nación para hablar de su vida, sus logros y su futuro.
A Yokasta la conocí en persona una semana antes de la entrevista: estaba perfectamente maquillada y peinada, lista para una sesión de fotos para la portada de la revista Perfil.
Ocho días después llegó vistiendo ropa deportiva y sin una gota de maquillaje, lista para su habitual entrenamiento después de la entrevista.
¿Parecían dos personas distintas? ¡Para nada! Es imposible confundir a Yokasta porque, más allá de cómo se vista, siempre está riéndose a carcajadas, irradia una positividad contagiante y no duda en saludar a todos aquellos que le tienden la mano.
De Yokasta se ha hablado mucho en el periodismo deportivo: sus raíces son nicaragüenses, luchó incansablemente por lograr su sueño de ser una boxeadora profesional y muchos la conocieron el año pasado por su participación en el reality de Teletica, Dancing With the Stars.
Sin embargo, ni unos guantes de boxeo ni una actitud desafiante la han librado de la realidad que enfrentan muchas mujeres en el país: situaciones de acoso, machismo y las “desventajas” de ser una mujer profesional en un deporte dominado por hombres.
Luchona
Yokasta es como un soldado: aunque le duelan los ovarios, madrugue a las 2:30 a. m. para correr o deje a un lado sus actividades sociales o familiares por entrenar, nada la detiene con tal de alcanzar sus metas. Por algo es campeona mundial.
Pero por más sacrificio y entrega, Yokasta tiene claro que no recibirá el mismo apoyo ni las mismas condiciones económicas que los hombres en este deporte.
En el caso del boxeo, las diferencias de las bolsas (lo que la esquina de cada equipo ganará por cada pelea) entre hombres y mujeres son abismales. “Y hay peleas (de nosotras) que son mejores que las de los hombres”, protesta Yokasta, sin que eso le quite el impulso de continuar peleando por su sueño.
¿Eso la ha desanimado? “Ni eso ni nada”, asegura, pues desde que decidió ser una guerrera de los guantes se ha acostumbrado a luchar contra cielo y tierra para lograr su título.
Como ha dicho en innumerables entrevistas, su disciplina a la hora de entrenar la aprendió de su papá, Rommel Valle. Desde que era una niña lo vio sacrificar incluso a su familia, con tal de ganar las competencias de fisicoculturismo.
“Mi disciplina en el boxeo lo agarré de mi papá. Siempre veía su entrega, lo que comía, muchas veces no podía salir con nosotras y tenía que estar entrenando todos los días. Yo le decía: ‘papi quédese en la casa´, y como no podía, me llevaba a entrenar”.
“Es por él que estoy en el boxeo”, agrega. “No era algo que me llamara la atención. ¡Para nada! Al principio lo hice para complacerlo y luego me gustó. Fue en mi primera pelea que me di cuenta que me gustaba”.
Aunque no está segura qué fue lo que su papá vio en ella para motivarla a practicar este deporte, siempre recuerda cómo don Rommel les decía a ella y a sus cuatro hermanas que tenían que aprender a protegerse de la vida con el “puño cerrado”.
No estaba equivocado. Pronto, Yokasta entendió porqué su papá le insistía tanto en la importancia de defenderse. Desde que era una adolescente vivió situaciones de acoso callejero e incluso, recientemente, ha lidiado con agresiones machistas en el ring.
A defenderse
El hecho de que le griten “cochinadas” cuando corre al aire libre se ha vuelto, lamentablemente, en parte de la rutina diaria de sus entrenamientos. Sin embargo, cuando un tipo en una bicicleta le dio una nalgada, Yokasta no se aguantó y decidió que había llegado la hora de defenderse.
Lo persiguió, le dio una patada a la bicicleta, lo botó y lo agarró a golpes. “Vamos a ver si lo vuelve a hacer”, afirma.
Incluso, en el mismo boxeo ha sufrido con “compañeros” que no la dejan entrenar y la pasan molestando por ser mujer. “Yo aquí vine a entrenar no vine aquí a buscar novio”, dice vehemente. “Aquí adentro es mi espacio (en el ring), yo quiero entrenar y que no me molesten”, agrega.
Sin embargo, la situación más difícil que enfrentó fue cuando su primer entrenador la comenzó a acosar, al punto de que les pedía a sus hermanas que la acompañaran al cuadrilátero por miedo. La situación se volvió insostenible cuando le exigió cambiar de número de teléfono, le pidió manejar sus redes sociales y le prohibió tener novio. “Hasta aquí”, dijo Yokasta.
Aunque estuvo a punto de dejar su sueño por este trance, el destino le puso en el camino a su actual entrenador, Marco Delgado, y a su mánager, Mario Vega, quienes le dieron el apoyo para continuar luchando.
Estas experiencias y el hecho de tener una hermana de 19 años, la motivaron a dedicarle la última pelea que realizó en noviembre –contra la venezolana Yenifer León y en la que salió victoriosa– a Eva Morera, la joven herediana asesinada por su expareja sentimental.
“Nosotras las mujeres somos valientes. Qué mejor ejemplo que estar en un ring, luchando, peleando como toda una guerrera: dar ese ejemplo, que somos capaces de defendernos, de seguir adelante, fuertes y solas”, dice mientras aprieta los puños.
Hoy, su mensaje y su ejemplo llegan más lejos pues no solo es campeona mundial, también es una de las deportistas más reconocidas del país; por algo fue el personaje del deporte nacional más googleado en el 2019.
Además, el próximo año está preparando otra sorpresa junto a su mánager y su entrenador que por supuesto incluirá guantes de boxeo, un ring y las agallas de Yokasta.