“Ay esta Chilindrina es necia, mi Chilindrina”, le dijo en su cara y en arrogante tono un ‘distinguido’ expresidente de Nicaragua.
Para cualquier reportero pudo ser aplastante aquella ofensa, pero lo que pasaría a continuación nadie se la esperaba; Lucía Pineda tomó aire y sin pensarlo nada devolvió “el saludito”: –“Sí, don Barriga, pero contésteme la pregunta”–.
Fue Arnoldo Alemán el osado, quien antes de haber hecho referencia a la hija llorona de Don Ramón, debió medir bien con quien se metía: la periodista chiquita que lo fustigaba no la iba a apantallar una ‘pinche’ banda presidencial, ni el poder, ni nada.
Es que parece moldeada en hierro la Pineda. Ni siquiera una celda fría y desaseada –donde un inodoro en mal estado la obligó a defecar en sus propias manos–, la pudieron acabar.
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Es que Pineda es chiquita, pero grande. Sí se le plantó duro a Arnoldillo ¿porqué no se le iba a parar a Daniel Ortega, a la Chayo (Rosario Murillo) o a cualquier otro atolondrado político?
Es que Lucía es de sonrisa fácil, es pizpireta para hablar y hasta un toque dulce en su trato. Me mira a los ojos serenamente pero no me engaña, pues yo se que esta mujer de mansa no tiene ni un pelo.
Va con todo siempre, no deja cabo suelto y tiene por regla de vida no ahorrarse palabra alguna. Suele disparar preguntas incómodas y en lo político no mide consecuencias. Dos horas a su lado y usted podrá entender porque Lucía –buscando una gota de justicia en un mar de injusticia–, terminó zambullida en una cárcel.
Tardeando en San José
Por todo lo anterior y dentro lo que aparenta ser una redacción de noticias clandestina, agradezco al cielo ser yo el periodista y Lucía la entrevistada.
Estamos en pleno corazón de San José, está lloviendo y todo está listo para conocer a la ‘Chilindrina’. Antes de comenzar a hablar, eso sí, me sonríe y me pide unos minutos porque debe encargarse de lo suyo: hacer un pase en vivo para el sitio digital de 100% Noticias, que tras ser clausurado en Nicaragua por el régimen de Daniel Ortega ahora transmite en web, desde Costa Rica y para todo el mundo.
La noticia que da Lucía parece repetida. En Nicaragua, un ministro de Ortega prácticamente da por un hecho que Daniel se reelegirá en el trono de su país, dando a entender que nada ni nadie le va a poder quitar del poder tomado.
Es amargo el reporte, pero ni modo, la vida tiene que seguir. La periodista tica-nicaragüense se quita los audífonos, se levanta del set de noticias improvisado y me llama amablemente a conversar. Pide un café negro, se sienta en un pequeño sofá y, antes de que se lo pregunte, comienza a hablar con fascinante soltura. Cuenta sobre su vida en libertad –en Costa Rica–, de sus sinsabores y arrepentimientos luego del estallido social ocurrido en su país, en el 2018, y del milagro que espera con fe inquebrantable: “ver a Nicaragua libre”.
Le brillan los ojos al narrar todo. A veces por alegría, a veces por tímidas lágrimas que se asoman. No hay duda que Lucía, después del conflicto que la llevó a refugiarse en Costa Rica, es otra persona.
Lucía es orgullosamente nica, nació en 1973 en la patria vecina, pero ahora parece brotar en ella un aire de costarricense. El hecho de que su familia viva aquí, desde hace años, y que además posea la doble nacionalidad, ayuda a visualizarla un tanto distinto.
“Vieras que yo extraño mucho a mi país y voy a volver, lo aseguro. Yo soy nicaragüense. Pero aquí en Costa Rica estoy contenta. Tengo a mi familia, en primer lugar, y viera el cariño que recibo de la gente cuando viajo en bus. Me da mucha risa y alegría, mucha gente me reconoce y me dice que oraba mucho por mi cuando yo estaba en la cárcel. Es hermoso”, cuenta sonriente Lucía, quien fue apresada el 21 de diciembre y paso tras las rejas 6 meses en condiciones infrahumanas. Tras allanar el canal en que trabajaba, en una noche de espanto para ella y sus colegas, Pineda fue acusada por cargos de “terrorismo” y por supuestamente incitar al odio contra Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSNL) y la Policía de Nicaragua.
El 11 de junio del 2019 Lucía fue liberada de la cárcel de mujeres La Esperanza, ubicada en las afueras de Managua, gracias a la intermediación de la cancillería costarricense y presiones de distintos organismos internacionales. En Costa Rica fue noticia abridora de los principales medios informativos, sobre todo porque su llegada al país era inminente.
“Mi mamá me lo dijo, la próxima no te van a meter a la cárcel, te van a matar, por eso me vine a este país”, acotó la periodista.
Para ella Costa Rica “la abrazó” y eso nunca podrá olvidarse. Incluso, de vez en cuando, ya se le sale un “pura vida”.
Siente tanto agradecimiento con los costarricenses, que una de las primeras cosas que hace Lucía en la entrevista es hacer una especie de mea culpa. Sabe que muchos ticos le resienten unos comentarios que hizo hace unos años, cuando dijo que las armas de los policías ticos eran poderosas, iguales o similares a las de la policía nica, poniendo en entredicho la fama de nación pacífica que tiene Costa Rica.
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“Tengo que decir que me equivoqué, no fue apropiado. Me dejé llevar por el calor del momento y no hice bien, soy humana. Ese comentario lo hice a raíz de una supuesta investigación que surgió, pero bueno, ahora nos dimos cuenta de la verdad. En este conflicto en Nicaragua la policía de mi país sacó armamento que ni nosotros sabíamos que tenían”, expresó.
Y por todo lo demás que haya dicho pide paz: “creo que eso lo hemos superado. Debemos concentrarnos en las cosas que nos unen”, afirma Lucía, para segundos después seguir piropeando el suelo que hoy pisa. Alaba, sobre todo, el equilibrio de poderes que hay en el país, al punto que podríamos decir que lo envidia un poco.
“Acá sí hay independencia, es maravilloso, en Nicaragua no, para nada. Acá cada poder con lo suyo y se respetan las libertades. Hay democracia”, expresa en desconcertante tono agridulce. Le alegra por Costa Rica, pero su corazón se le hace un puño pensando en su patria herida.
Esperando un milagro.
Cuando hace un año los aires decembrinos soplaban en Nicaragua, la cosa seguía “bien fea”. Las protestas contra el gobierno de Daniel Ortega no cesaban del todo y los muertos se contaban por decenas.
En ese entonces Lucía Pineda, que nunca dejó de informar sobre la trágica situación, recibió una llamada de su madre en Costa Rica: “Venite para acá Lucía, a ya está muy peligrosa la cosa”, le suplicó su progenitora.
Nunca lo había hecho, pero esta vez Pineda le dijo una mentira piadosa: “si mamá, espérame, yo llego el 23 o el 24”.
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Pero eso nunca iba a suceder. Pineda ya había decidido quedarse y correr el riesgo de ser cazada por el régimen.
“Es que como me iba a ir. No podía. A la gente la estaban matando, estaban sufriendo, nos necesitaba aquí. Hubiera sido desmoralizante para ellos. Además acá estaban mis colegas dándolo todo. Como les iba a decir yo que me iba y ya, a pasarla bonito a Costa Rica y olvidar el sufrimiento”, recordó conmovida.
Cuenta Lucía que ella y el resto de periodistas 100% Noticias acudían a diez sepelios por día, por lo que el dolor en las calles era simplemente insoportable.
“A veces, entre cobertura y cobertura, no nos daba tiempo de llorar. Ya cuando estaba presa recordaba cada historia y ahí, en la soledad, era cuando rompía en llanto”, confesó Pineda.
Al final, como si fuese la crónica de una muerte anunciada, Pineda terminó pasando Noche Buena en la oscuridad de una celda. Allí, rememora la periodista, pudo compartir con otras presas una de las Navidades más tristes que ha vivido su país.
“En Nicaragua, en Navidad, siempre era pura bulla y alegría. Ese día no se escuchaba nada afuera. No sonaba la pólvora. Todo estaba muy silencioso, fue triste”, recordó Pineda con dolor.
“Yo no se que pasó en Nicaragua, el porqué nos dividimos. Allá la gente es muy buena, pero la policía y de más están adoctrinados. Yo espero que algún día todo esto acabe y Nicaragua cambie”, expresa esperanzada.
Pero Lucía –le cuestiono– sí el ejercito está con Ortega y la policía “adoctrinada” ¿qué podría suceder en Nicaragua para que la situación cambie?.
Ante tan desalentadora pregunta hubiera esperado un speach político de Pineda, pero en cambio solo dijo: “Habrá un milagro, Dios va a ser un milagro”.
Abrazada a sus fuertes creencias cristianas, Pineda incluso sueña y adelanta lo que hará el día que la tiranía caiga. “Ese día seguramente estaré trabajando. Entonces aquí, en la sala de redacción, seguro lloraremos todos y nos pondremos de rodillas para darle la gloria a Dios”, comenta ilusionada.
Al fin y al cabo para eso trabaja la pequeña gran Pineda: se desgastará en su oficio hasta que “el cielo” al fin haga de las suyas y patee para siempre al tal Daniel, la Chayo y su siniestro combo de “estrellas”.
La Policía sandinista allanó las instalaciones de 100% Noticias destruyendo los equipos de trabajo y secuestrando a @Miguel y @LuciaPinedaU. https://t.co/UeLGkcbczC
— 100% NOTICIAS (@100noticiasni) December 22, 2018