Para llegar a la oficina del diputado Pedro Muñoz, es necesario atravesar una plazoleta de ladrillos y unos pabellones, luego de cumplir con el control de seguridad de ingreso al edificio. El lugar destaca por su arquitectura neoclásica, pues fue construido durante la segunda mitad del siglo XIX. Ahí funcionó, hasta 1960, el antiguo Colegio de Nuestra Señora de Sión, así que la estructura es propia de un centro de enseñanza de monjas.
Una parte del lugar es patrimonio histórico y arquitectónico nacional, pero su deterioro ensombrece su valor. El despacho del legislador queda en uno de los rincones de la parte norte del viejo edificio que alberga decenas de oficinas de la Asamblea Legislativa.
“Es un lugar inhóspito”, coincide el diputado. “Pero la oficina no la hace la estructura, la hace la agenda. No se requieren lujos, sino pequeñas zonas comunes para reuniones grupales“, añade el también abogado y empresario.
La agenda
Desde ese sitio, el socialcristiano fortaleció una agenda que él mismo califica de prolífera, a pesar de que debutó en la jefatura fracción con el pie izquierdo. Cita una mezcla de temas de control político, lo que incluye denuncias contra magistrados, con proyectos agresivos que buscan justicia a través de la institucionalidad pública, como él lo afirma.
De lo segundo, destaca su persistencia en impulsar más reformas a las pensiones de lujo, a pesar de que estas afecten los ingresos de su padre, quien es un pensionado con ese beneficio.
También, aspira a unificar todos los regímenes de pensiones en el IVM de la Caja Costarricense de Seguridad Social (CCSS), así como equiparar las cotizaciones de los trabajadores independientes con las de los asalariados, en la CCSS, y bajar el impuesto único a los combustibles.
A esa lista, agrega su propuesta de última hora de cambio parcial al proyecto sobre huelgas para establecer que, durante el movimiento, se puede suspender el pago del salario porque el contrato laboral también se suspende.
En cuanto al control político, este personaje destacó por sus reiteradas denuncias.
Una de sus principales acciones fue haber logrado la nulidad del pacto alcanzado entre el gobierno, la CCSS y los sindicatos, para poner fin a una huelga. Ese acuerdo habría permitido mantener intactos los beneficios salariales de los 57.000 empleados de la Caja, contra las medidas de ahorro estipuladas en la reforma fiscal.
En setiembre, la Contraloría resolvió anular dichos acuerdos a solicitud de un grupo de diputados encabezados por Muñoz y ordenó a la Junta Directiva de la CCSS ajustar los pluses tal cual lo establece la reforma; es decir, pagando los incentivos salariales como monto fijos y no como porcentajes, como lo pretendían los gremios.
En un año en el que el gobierno tuvo dificultades en la implementación de la reforma tributaria, principalmente con instituciones descentralizadas, Muñoz fue una piedra en el zapato para aquellos que se resisten a las medidas de ahorro.
Días después de la acción en contra de ese pacto, el cojefe de fracción de la Unidad Social Cristiana (PUSC) denunció penalmente a 14 magistrados de la Corte Suprema de Justicia por haber eximido en un acuerdo a los empleados del Poder Judicial, incluidos ellos, de aplicar las disposiciones de la reforma fiscal relativas al pago de anualidades y cálculos de incentivos.
La Fiscalía General sigue sin resolver la gestión. El asunto también lo llevó a la Sala IV. Siguiendo esa línea, a inicios de noviembre, el congresista presentó varias denuncias en contra del Poder Judicial. Una de ellas ante el Tribunal de Inspección Judicial en contra del presidente de la Corte Suprema, Fernando Cruz.
Ese caso se refiere a un acuerdo del Consejo Superior que, para el cálculo de la pensión, le reconocería seis años de trabajo en el exterior a la fiscal, Berenice Smith, quien está suspendida y acusada penalmente por tráfico de influencias.
“Es una labor que involucra a todo mi equipo de trabajo y un ejército de personas que se acerca colaborar con nosotros. Por eso somos tan prolíferos. Yo digo en mi despacho que el jefe no soy yo, el jefe es la agenda”, concluye Muñoz sobre ese trabajo fiscalizador.
“Siento que tengo una oportunidad única para ser un luchador con propósito. Ese propósito es hacer justicia en todo lo que sea injusto”, asegura el diputado, al tiempo que afirma no ser “políticamente correcto".
"Si una causa es justa, aunque sea impopular, yo me compro la bronca”, añade.
Los reveses
Sus aciertos eclipsaron los reveses que sufrió al estrenar la cojefatura, junto con la diputada María Inés Solís. Tuvo un debut amargo en ese cargo el 1° de mayo. El PUSC fracasó en su intento de dirigir un Directorio Legislativo de oposición.
Luego, en julio, dos meses después de haberlo anunciado, la fracción desistió de conformar un gabinete a la sombra para fiscalizar la labor del gobierno. También, a finales de setiembre, pifió al promover, en conjunto con el bloque fabricista, un proyecto de ley para evitar la figura del matrimonio entre personas del mismo sexo. Ante la falta de respaldo político la fracción debió desistir del intento.
Calculador y sagaz, Muñoz en ningún momento califica esos hechos como fracasos. De hecho, al referirse sobre el directorio de oposición afirma que lo intentará el próximo año y aprovecha para lanzar sus dardos al partido en el gobierno.
“Nosotros seguimos celebrando esa decisión. Creemos que el PAC en el liderazgo en la Asamblea Legislativa es un desastre y un fracaso. Aprobamos la reforma fiscal por la responsabilidad de los partidos de oposición. Pero un partido político que esté en el gobierno y no tiene la responsabilidad ni siquiera de votar el presupuesto ordinario de la República eso es un relajo, es absurdo. No creen siquiera en su propia propuesta de ingresos y gastos”, justificó sobre la imposibilidad de excluir al PAC del directorio.
“Me parece a mí que tomamos la decisión correcta en no presentar el proyecto de matrimonio igualitario. Yo participé en esa decisión. Considero que políticamente es un capítulo cerrado. Jurídicamente estaba la ventana, pero es claro que no estaban las fuerzas políticas después del experimento”, dijo en voz baja y pausada, como con resignación, al referirse al tema del matrimonio gay.
Sin embargo, asegura que, en esa polémica, la discusión se ha quedado en la superficie sin que se aborden los efectos en la salud pública en ese tipo de relaciones, específicamente con los vinculados a enfermedades de transmisión sexual.
"Yo hice un foro recientemente sobre SIDA-VIH; el 13% de los hombres que tiene relaciones sexuales con hombres tienen SIDA-VIH; el 25% de la población trans tienen SIDA-VIH; hay una población importante de los niños del PANI que tienen SIDA-VIH.
"Ese es un tema que está siendo invisibilizado, es un tema que es fundamental, que rasga el corazón, hay un efecto en la salud pública.
“Me parece absolutamente hipócrita que estemos centrados en una discusión de si hay matrimonio o no, cuando tenemos un problema real”, afirma.
Aseguró que esas cifras las obtuvo en el foro y que son oficiales. Sostiene que la incidencia del VIH es mayor entre homosexuales, pero que eso no hace inmune a los heterosexuales.
A la vez, dice aceptar que la figura del matrimonio homosexual legal será una realidad el próximo año y se debe reconocer.
Esas declaraciones reflejan al Pedro Muñoz que él mismo califica como directo, una particularidad, añade, del ser guanacasteco que no encaja en el resto del país. Es el mismo diputado que, estrenando la jefatura, quiso marcar frontera entre su partido y el Ejecutivo, a pesar de que figuras socialcristianas integraron una primera parte del gobierno de coalición.
“Don Rodolfo entró solito al gobierno y solito tiene que determinar cómo va a salir. Eso no nos compete a nosotros”, dijo en mayo sobre Rodolfo Piza, excandidato presidencial del PUSC y ministro de la presidencia hasta el mes de julio.
“Trato de ser auténtico, no tengo doble cara”, asegura Muñoz siete meses después, desde una mesa desarreglada de su despacho cargado de periódicos, documentos de trabajo y un libro del filósofo sueco Ingemar Düring sobre el pensamiento de Aristóteles.
Aristóteles es el filósofo y científico más importante en la vida del político y licenciado en Derecho por la Universidad de Costa Rica (UCR). Hizo uso de su pensamiento en su labor jurídica y lo hace ahora como diputado. “Hace un repaso por las ciencias sociales y las ciencias exactas”, menciona el diputado, quien se apoya continuamente del lenguaje corporal para fortalecer su comunicación.
Al pensador griego lo parafrasea para justificar su denuncia de que, además de tres diputados del PUSC, sus colegas liberacionistas Roberto Thompson, Daniel Ulate y María José Corrales habrían votado en secreto por un candidato salido de la manga, en el plenario, para el cargo de magistrado de la Sala III.
Esa aseveración molestó a Corrales, quien al instante replicó exigiéndole que se sujetara bien los pantalones para fundamentar con pruebas lo dicho.
“Los alegatos que nosotros hacemos no son científicos, son retóricos y la retórica lo que establece, según Aristóteles, es una probabilidad, no la exactitud ni la verdad. La política no es una ciencia exacta”, sostiene sobre ese episodio.
Relación particular con su mamá
Tras ese incidente, su madre, Eida Fonseca Estrada, de 89 años, le llamaría la atención posteriormente.
"Por primera vez veo que una diputada se pelea con vos”, le dijo la madre a su hijo de 51 años. En la interpretación de Muñoz, su mamá le advertía en una sola frase que cuidado él no tenía razón o que analizara si, probablemente, se había ‘embarcado’.
Es con ella con quien más habla de política fuera de su entorno partidario y legislativo, aunque dice que no precisamente toma en cuenta las observaciones de su progenitora.
También afirma, entre risas, que a su mamá le dice la verdad en sus conversaciones sobre política, sí y solo sí se lo pregunta.
“Mi mamá es muy metida. Ella siempre tiene algún comentario crítico. Lo hace porque ella tiene alma de maestra. Mi mamá es muy quisquillosa, inquisidora y perfeccionista (...). Ella quiere saberlo todo, entenderlo todo, razonarlo todo; aunque debo de reconocer que es muy noble porque a veces me felicita cuando hago una buena intervención en el plenario”, explica.
Sobre esas aguas navega Muñoz en su segundo año de congresista, 15 años después de formalizar su ingreso a la política desde su ciudad natal, Liberia.
De regreso a Liberia
Finalizaba el 2002. Ese año, la línea aérea Delta Air Line abría vuelos comerciales entre Liberia y Atlanta, Estados Unidos. Atraído por las oportunidades de instalar nuevos negocios en la zona, Muñoz decidió reasentarse en su ciudad.
Hacía 17 años que había partido por razones de estudio, laborales y empresariales. Retornaba a sus orígenes luego de coronar su carrera en la UCR, haber aprendido inglés en Estados Unidos y cursar una maestría en diplomacia en ese mismo país.
A sus 34 años ya había logrado éxito empresarial al consolidar por el resto de Centroamérica un bufete jurídico instalado con otros socios en Nicaragua, en 1996.
Recuerda que se sentía foráneo en su tierra, a pesar de que ahí había cursado sus estudios de primaria y secundaria en el sistema público, al tiempo que vivió una infancia agridulce marcada por la comodidad en la que vivió y por al menos cuatro episodios relacionados con enfermedades que casi lo llevan “al otro lado”; o sea, a la muerte.
Entonces, decidió colaborar con la municipalidad local para poder reinsertarse a la sociedad. Lo hizo prestando sus servicios de abogado ad honórem en un caso de litigio fiscal que, a la postre, le permitió a la alcaldía recuperar $2 millones ante un consorcio hotelero que solo ofrecía saldar una tercera parte de esos impuestos.
Durante ese proceso, se vio tentado de ingresar a la política a través del municipalismo. A él le gustaba la política y conversaba de política, inicialmente por la influencia de sus padres, José Joaquín Muñoz Bustos y Eida Fonseca Estrada, dos maestros pensionados que, durante su vida activa, se relacionaron con política.
El primero fue dos veces diputado y la segunda estuvo muy relacionada en sus campañas.
Ingreso al PUSC
En el 2004, de manera fortuita, mientras él tenía en mente ser regidor, le favoreció la debacle del PUSC provocada por los escándalos de corrupción en los que se vieron involucrados en ese año los expresidentes Rafael Ángel Calderón y Miguel Ángel Rodríguez.
“Sucedió que, cuando hubo una desbandada, nuevas figuras entramos. No había terminado de reventar la crisis del 2004. Estaba yo adentro aspirando a ser regidor y estaba en medio del huracán sin saber de lo que estaba pasando.
“No medíamos la gravedad de la crisis y jamás pensamos que, dos años después, íbamos a tener el primer gran golpe electoral donde sacamos solo el 3,7% de votos por primera vez en la historia”, recordó.
Tras esos resultados, decidió ingresar de lleno a la Unidad, el mismo partido de sus padres, afrontando el reto de reconstruirlo. De eso es testigo Fernando Vázquez, abogado y estratega político mexicano a quien Muñoz considera su mejo amigo y su estratega.
“En ese momento tomó una decisión que implica un cambio de vida. De ahí que ingresa con un grupo de jóvenes, pues, a dar batalla por rescatar el partido que estaba muy diezmado y un poquito retomando eso de que vale la pena dar pelea por lo que uno cree, entre otros por la democracia, la libertad, una política menos vertical y más horizontal; la honestidad que es fundamental, de dar batalla para renovar una dirigencia que estaba secuestrada.
"Pensaba que había una marca de partido maltrecha en ese entonces que podría reconstruir. Ayudé a este grupo en todo este esfuerzo”, relata el estratega vía telefónica desde Veracruz, México.
Así, en el 2006, Muñoz se convirtió en regidor suplente de la municipalidad de Liberia y al mismo tiempo asambleísta nacional del PUSC. Ocho años después, asumió la presidencia del partido, labor que terminó con buen suceso: la agrupación pasó de obtener 74.000 votos en las elecciones nacionales del 2010 a 113.000 en las municipales de ese mismo año; 123.000 en 2014 y 201.000 en las cantonales del 2016.
Luego, en febrero de 2018, en primera ronda, la agrupación obtuvo 344.000 sufragios.
Pero antes de ser electo diputado en el 2018, Muñoz se vio salpicado por el escándalo del cemento chino.
En 2017 reconoció a La Nación que el importador del cemento chino, Juan Carlos Bolaños, el principal denunciado del caso, fue su cliente en 2015, año en que el empresario inició a importar ese producto y recibió un préstamo por $30 millones del BCR que quedó moroso, caso que se mantiene en investigación penal.
Afirma que ese episodio fue duro para él y su familia, pero al final significó una enseñanza. Asegura que, por ese episodio, fue llamado a cuentas por su mamá, a quien le dijo la verdad porque se lo preguntó; es decir, le afirmó que a Bolaños lo conoció en un tope en Liberia. “No hubo cargos, no hay cargos, ni habrá cargos” sobre esa relación, le habría explicado a su mamá.
Plano personal
Muñoz es el tercero de cuatro hermanos. Es católico y casado con la comunicadora Carolina Carazo. Tienen tres hijos: Victoria, de 18 años; Antonio, de 16; y Ana de 12. Con sus tres hijos, el diputado aplicó la tradición familiar paterna de repetir nombres de sus antecesores, aunque no de forma continua.
Su plato favorito es el pinto con huevos pateados con tomate y cebolla, así como la carne a la parrilla con grasa acompañado con alguna bebida. “Me gusta la carne a la nicaragüense. Un corte nicaragüense que se llama lomo de costilla de res. Es carne encima de la costilla”, explica.
Se considera un político de derecha liberal, de ahí que no oculta su reto de reunificar a la derecha conservadora con la derecha liberal bajo la bandera del PUSC.
“La justicia es igualdad de oportunidades, no igualdad de resultados. La izquierda propone que todos seamos iguales. Yo creo que todos debemos procurar o ser diferentes. Yo no quiero un mundo donde los resultados sea que todos seamos iguales. Cuando todos somos iguales, seremos iguales a la baja. Creo en el esfuerzo propio. Un costarricense que nace en Los Chiles debe tener las mismas oportunidades que uno que nace en Heredia”, piensa.
Hasta los 17 años vivió en La Chácara, la finca familiar ubicada en Liberia dedicada al cultivo de caña de azúcar y a la crianza de ganado para leche y engorde. Provenía de una familia acomodada que le facilitó todo: estudios, buen trato, libertad y un espacio amplio donde jugar con sus hermanos.
Sin embargo, desde los dos hasta los 13 años, estuvo cuatro veces internado en el Hospital Nacional de Niños. La primera por intolerancia a ciertos alimentos, entre ellos la leche de vaca. “Por eso fui criado con leche de cabra”, presume.
Una segunda vez fue al hospital por un cuadro severo de bronconeumonía. En una tercera ocasión, sufrió infección viral y, en la cuarta y última, se cayó de un caballo. De este incidente recuerda que, mientras jineteaba al animal sobre un potrero, se cayó de él y su cabeza pegó en una piedra. Perdió el conocimiento. “Solo recuerdo que corría tan rápido que el caballo salió por un lado y yo por otro. El caballo llegó solo a la casa”, describe el diputado.
Cuando ocurrió ese accidente él tenía 13 años y, tras su ingreso al hospital, hizo el siguiente cuestionamiento. “Dios, si esto es vida, ¿por qué no me lleva?". Ahora presume de una salud envidiable: “Soy una persona distinta, me levanto con ganas, feliz. Soy un luchador con propósito y mi propósito es hacer justicia”.
Dice que es bueno con los números y a los negocios. Hace cálculo con los diputados que pueden hacer alianza con su partido. Considera que entre socialcristianos, evangélicos e independientes la cifra mínima puede llegar a 26. También afirma que su experiencia en la abogacía y el sector privado le sirvió de “entrenamiento” para lo que aplica hoy en el Congreso.
En La Chácara dio sus primeros pasos en el trabajo, aún siendo niño. Durante las vacaciones limpiaba corrales y alimentaba con pasto el ganado. También sembraba vainicas y cortaba mangos para venderlos.
¿Es usted vanidoso?, le pregunto.
- Creído -, responde.
¿Y calculador?
- Estratega.
¿Cuál es su equipo de fútbol?
- Club Sport Herediano.
¿Qué le molesta?
- Que me vean la cara de tonto.
¿Y se la han visto?
- A cada rato.
Esta es la historia de Pedro Miguel Muñoz Fonseca, de 51 años. Pedro por un tío abuelo paterno del mismo nombre y Miguel también por otro tío abuelo paterno que se llamaba así. Es la vida del diputado que aspira a ser presidente.