El despacho de la presidencia de la Asamblea Legislativa se encuentra en el piso -2 (menos dos) del nuevo edificio. Es una ubicación estratégica que le permite a la presidenta llegar al plenario en no más de tres minutos, recorriendo pasillos exclusivos y usando un ascensor interno. Los demás diputados tienen sus oficinas hacia lo alto del inmueble, y deben bajar con tiempo para llegar puntuales al plenario. Deben estar a más tardar las 3:00 p. m.; no un minuto después, porque es entonces cuando se cuenta si hay quórum.
Es un miércoles de noviembre. Son las 2:50 p. m. La presidenta del Congreso, Silvia Hernández, responde a las últimas preguntas de la entrevista recorriendo a toda prisa el pasillo que conecta su oficina con el corazón del Primer Poder de la República.
Tras más de una hora de intercambio, el encuentro concluye con este ejercicio: son respuestas cortas, de “sí” o “no”. Hernández escucha un cargo o puesto, y dice con una sílaba si se imagina ocupando esa silla en un futuro hipotético.
“Voy a tener que responder más que un sí o un no”, corta con una sonrisa antes de iniciar, siempre caminando.
P: ¿Se ve como diputada otra vez?
R: Sí.
P: ¿Ministra de Hacienda?
R: Sí.
P: ¿Presidenta de la República?
R: Sí.
Se detiene y agrega: “Pero eso tiene una mejor respuesta”.
La sesión, ese día, es inusualmente corta. Los congresistas deciden si reeligen o no a un magistrado del Poder Judicial. Luego se separan y atienden reuniones de trabajo en algunas comisiones o en plenas legislativas.
Media hora después, Silvia Hernández regresa a su despacho y pide reanudar la entrevista para tratar con más tiempo y profundidad la última pregunta.
La diputada habla claro, sin rodeos, pero elige bien cada palabra que pronuncia. Como si sopesara en cuestión de milisegundos la forma más efectiva de decir lo que piensa:
“Las mujeres en política que llegan a altos puestos de decisión, no deberían renunciar a ellos en el camino. Esa respuesta no es un ‘sí’ tan sencillo. Ocupar o aspirar a una máxima silla en medio de una sociedad cada vez más crítica y deseosa de respuestas a un montón de necesidades, debería de llevar quizás a aspirantes con una muy importante preparación y, además, con mucha claridad de a lo que van. A mí también me da temor, un poco, pero yo creo que en un futuro cualquier mujer que aspire a estos puestos no debería renunciar a la idea de aspirar a la máxima silla”.
Silvia Vanessa Hernández Sánchez preside el Congreso desde el pasado 1° de mayo del 2021, tras tres años como diputada por el Partido Liberación Nacional (PLN), en los que fue jefa de fracción y presidió en dos ocasiones la comisión legislativa de Asuntos Hacendarios, en su calidad de economista.
Si tiene que describir su trabajo de diputada en solo dos palabras, escoge las siguientes: “valiente” y “respetuosa”.
Y para describir el trabajo de ser presidenta de la Asamblea, sus palabras son: “decisiones” y “resultados”.
Ella ha sido protagonista en un ciclo legislativo raro, repleto de hitos.
Fue el último ciclo legislativo que trabajó en el antiguo edificio, el Castillo Azul; y es entonces el ciclo que, naturalmente, inauguró la nueva sede; el ‘bunker’, como lo llaman popularmente miles de costarricenses. Pero los temas logísticos no son nada comparados con todo lo demás.
A la actual Asamblea también le tocó la histórica reforma fiscal del 2018, que no se logró efectuar en gobiernos anteriores, a pesar de los intentos de las administraciones de Abel Pacheco (2002-2006) y Laura Chinchilla (2010-2014). Le tocó legislar durante la primera pandemia que asoló a la humanidad en 100 años, desde la Gripe Española. Le tocó legislar en paralelo con los casos de UPAD, Cochinilla y Diamante. Y en paralelo al funcionamiento normal de un país de cinco millones de habitantes que, contra más de un pronóstico, logró entrar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Silvia Hernández fue actriz protagónica en varios de esos momentos. Sobre todo al ayudar a asegurar el camino de entrada a la OCDE; al diseñar medidas de contención del gasto público (fabricar 14 normas con “explicación lógica”) tras conocerse un millonario hueco fiscal que dejó el gobierno de Luis Guillermo Solís; al ayudar en la aprobación de una necesaria reforma fiscal que pudiera atravesar con luz verde los diferentes filtros democráticos de Costa Rica; al llamar a comparecer ante el Congreso por el caso UPAD al presidente de la República, Carlos Alvarado, pero asegurando el respeto de su investidura, como subraya la misma Hernández; entre otras muchas tareas.
La presidencia de Hernández tuvo la particularidad de contar únicamente con un período ordinario legislativo de tres meses, en lugar de los dos períodos trimestrales que se tienen normalmente. En estos momentos, quien preside el Congreso es quien maneja la agenda de leyes a discutir para aprobación. El período 2021-2022, debido a la coyuntura de la pandemia, tuvo un cambio que le permitió al gobierno de Carlos Alvarado tener ocho meses de período extraordinario, con agenda oficialista y no de la presidencia del Congreso.
Aún así, al comparar los primeros períodos ordinarios de cada presidencia de este ciclo legislativo, los tres meses presididos por Hernández fueron mucho más productivos en materia de aprobación de leyes. Estos son los datos, según un oficio emitido por la propia Asamblea Legislativa, ante petición de la prensa, el pasado 12 de noviembre:
--Período ordinario I de 2018-2019 (presidenta Carolina Hidalgo): 36 leyes aprobadas
--Período ordinario I de 2019-2020 (presidente Carlos Ricardo Benavides): 41 leyes aprobadas
--Período ordinario I de 2020-2021 (presidente Eduardo Cruickshanks): 43 leyes aprobadas
--Período ordinario I de 2021-2022 (presidenta Silvia Hernández): 77 leyes aprobadas
En un comunicado del mismo mes de noviembre, la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones del Sector Empresarial Privado (Uccaep) resaltó la labor de la Asamblea en los tres meses de las pasadas sesiones ordinarias, que aprobó 77 leyes “orientadas mayoritariamente al impulso de la reactivación económica, la generación de empleo y el combate a la pobreza”.
Detalles más íntimos
La presidenta del Congreso nació en San José, el 21 de noviembre de 1976. Vivió primero en Turrialba y luego en Siquirres, durante su niñez y adolescencia. Ella dice que crecer en Limón le enseñó a disfrutar de la música roots, las notas de reggae y, últimamente, las melodías de Bossa N’ Marley.
Sus pasatiempos predilectos, cuando tiene tiempo de practicarlos, son el ciclismo de montaña y el yoga. El primero lo disfruta junto a su esposo, el desarrollador inmobiliario Rigoberto Zúñiga; y el segundo, según cuenta, le ayudó a tener un embarazo lo más sano posible hace siete años.
En el 2002, cuando ella tenía 24 años y culminaba sus estudios de licenciatura de Economía y cursaba Portugués, un vehículo la atropelló por la rotonda de la Bandera, en Sabanilla, Montes de Oca. La joven Silvia tuvo que someterse a dos operaciones de columna vertebral, dos implantes de columna, y recuperarse de quebraduras en sus dos piernas. Estuvo por seis meses en el Centro Nacional de Rehabilitación (Cenare), y cuando finalmente salió, se fue a cursar una maestría en Economía a Países Bajos, en La Haya.
Su costumbre de hacer yoga comenzó sobre todo para que el embarazo fuese sano, a pesar de las secuelas del accidente de tránsito. Y lo fue. Así nació Isabella, su niña de siete años, que se enorgullece de que su madre sea la presidenta de la Asamblea.
“En mi casa hay un orgullo detrás de eso. Se comenta mucho por mis papás, por mi esposo, e Isabella se hace autovideos. Muchas veces la he agarrado, principalmente en la pandemia, donde ella le habla al ministro de Salud que regresen a clases, asumiendo que ella juega un rol de decisión. Yo creo que de alguna forma ella es muy consciente de que la presidenta de la Asamblea Legislativa es algo importante. Pero al mismo tiempo lo ha relacionado con ausencia de tiempo. He tratado que se enorgullezca más de lo que resiente la falta de tiempo”, comenta Hernández.
Su comida preferida es el sushi y la carne. En su casa, en Cartago, ella y su familia suelen hacer asados cuando se puede.
En fútbol nacional, va con Saprissa. En ese campo no tuvo muchas opciones. Su papá le ponía vinchas, uniformes y la llevaba a ella y a sus hermanos al estadio desde pequeños.
También la lectura es un pasatiempo que disfruta. Sus obras favoritas, todas de política, son: Cómo Mueren las Democracias (Steven Levitsky, Daniel Ziblatt, 2018), La Tierra Prometida (Barack Obama, 2000) y Cartas a un Ciudadano (José Figueres Ferrer, 1956).
Palabras de la presidenta
De vuelta a su despacho, en el piso -2 del Congreso, le preguntamos a la diputada por su momento de mayor orgullo durante su presidencia, por el momento más duro en ese período, y si se arrepiente de algo como lideresa de la Asamblea Legislativa. Estas fueron sus respuestas:
P: ¿Qué es lo que más la enorgullece de su presidencia de la Asamblea Legislativa?
“A mí me enorgullece muchísimo el proceso de adición a la OCDE. Me enorgullece muchísimo haber sido parte muy activa de lo que fue ese proceso casi que a tiempo completo. Pero desde el rol como presidenta, yo me siento muy contenta de que hayamos, entre muchas cosas, pero como solo puedo resaltar una, haber entregado un ejercicio de benemeritazgos a mujeres”.
“Aunque mi rol ha sido muy vinculado al tema económico y a la política fiscal por mi formación, a mí me parece como mujer que después de 200 años, ocupar la presidencia como mujer y tener la posibilidad de reivindicar muchos liderazgos ocultos, es algo que me hizo sentir muy bien. Me llenó de muchísimo honor el día que entregué esos benemeritazgos a las familias de 14 mujeres. Fue en medio de una agenda en la que la gente me hablaba sobre todo de reactivación económica, y mentira que ese gesto de reconocimiento me quitó el acelerador a los otros temas de gran necesidad y urgencia”.
P: ¿Se arrepiente de algo durante su presidencia?
“La dinámica sobre todo en medio de una pandemia trajo una urgencia de respuesta por parte de la Asamblea Legislativa, que creo o lamento, en medio de todo eso, hizo que nos concentremos en lo urgente. Y quedó poco tiempo para la reflexión y acción del mediano y largo plazo”.
“Como por ejemplo qué hacemos con las empresas públicas del Estado. Y yo he intentado genuinamente abrir una conversación con el ICE. Desde proyectos de ley hasta iniciativas para que el tema de las normas NIIF (normas internacionales de información financiera), estados y realidad financiera del ICE se haga de un escrutinio y de una discusión mucho más abierta. Y qué no decir de la educación...”.
P: ¿El momento más duro durante su presidencia?
“Para ser franca; la votación en fracción para ser designada como candidata a la presidencia de la Asamblea Legislativa. Fue el momento más duro en el sentido que llevó varias votaciones. Implicó prácticamente ir y venir el mismo día a ejercer esas votaciones. Y además no deja de existir una gran ansiedad detrás de la posibilidad que eso implica”.
También le preguntamos si enfrentó dificultades en la Asamblea por ser mujer. Si hay machismos en la Asamblea. Esto respondió:
“Hay espacios en la Asamblea que tradicionalmente han sido masculinos, pero por la misma participación de una representación de mujeres, han ido cambiando. Es un efecto de la dinámica de tener más personas. Las mujeres no solo están en presencia sino que quieren asumir esas presidencias. Conquistan esos espacios”.
“Yo no puedo negar que hay una realidad como es la violencia política (contra las mujeres). Eso está mapeado por organismos internacionales. Y una violencia política que se agudiza mucho más por la inmediatez y el anonimato que las redes sociales representan en este momento. Es un tema de atención”.
Pero Hernández también habla de cómo a veces los medios pueden reproducir sesgos que ella cataloga como machistas. Lo describe de esta forma:
“He notado que en algunos momentos, cuando los proyectos de ley son presentados por diputadas, se acompaña de una foto de algo que no está para nada relacionado con la diputada. Cuando se trata de proyectos de ley o noticias de diputados, se acompaña con la foto del diputado. Normalmente grande, en el plenario. Me ha pasado a mí; lo viví de forma reciente”.
“En un mismo periódico salieron tres notas de dos legisladores y una diputada. En ese caso era una mía, como defensora del que creo que es uno de los proyectos de ley más importantes, que es una reforma a la ley de simplificación de trámites, del exceso de trámites y requisitos al ciudadano, y se acompañó de una foto a una ventanilla. Las demás se acompañaron del diputado. Me parece que ahí también hay algún tipo de sesgo donde no se visibiliza que ese proyecto de ley es de una persona en particular. De una mujer”.
¿Qué sigue en su vida profesional?
Silvia Hernández es una de las políticas más preparadas de Costa Rica. En su valija académica lleva la consecución de altos estudios en Estados Unidos, Países Bajos, México, Italia y Costa Rica. Antes de ser congresista, ya había ocupado puestos en la administración pública, como asesora económica del vicepresidente y ministro de Planificación, Kevin Casas, y como viceministra de Planificación durante el gobierno de Laura Chinchilla. Además, en su hoja de vida oficial suma ocho renglones más de experiencias laborales.
El pasado 30 de noviembre se anunció que Hernández formará parte del equipo económico del candidato a la presidencia de la República, José María Figueres. Pero el próximo paso claro en la visión de Hernández no está necesariamente en la política nacional.
“Yo tengo una aspiración personal; un proyecto personal que me gustaría alcanzar: integrar a mi experiencia una visión regional, mucho más amplia. Estoy convencida de que los espacios de organismos multilaterales propician esa realidad regional que muchas veces se escapa o está más allá de la realidad de un solo país. Eso permite la colección de experiencias positivas. Es un proyecto que he tenido en mente, que he aspirado y aplicado en distintos momentos. En algunos casi concretándose. En algún momento deseo retomarlo. Estuve a punto de hacerlo en Washington D.C.”, revela la presidenta de la Asamblea.
Nombres como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o la división ONU Mujeres, de Naciones Unidas, son entidades que le llaman la atención.
Hernández cuenta que sus padres, don Freddy Hernández y doña María de los Ángeles Sánchez, han sido quienes casi siempre han impulsado sus logros académicos. Por sus consejos, por ejemplo, se fue a cursar una maestría de dos años en Economía en La Haya, Países Bajos. Gracias a sus notas académicas y a aplicaciones bien hilvanadas, ganó distintas becas en varios países. Quienes han tenido la ocasión de viajar por estudios, trabajo o placer, saben cuánto se ensancha el espíritu y cómo se embellece la caja de memorias gracias a la suma de kilómetros.
“Lo que yo ya sé, es tiempo de ampliarlo”, dice Hernández. “Tener una perspectiva regional es algo inconcluso; pendiente, que me fascinaría llevar adelante. Poder fortalecer esa visión de luz alta, luz amplia”.
Cuando era niña, ella cuenta que su padre le solía decir una frase poderosa que germinó en ella y ha marcado en gran medida la persona que cierra 2021 presidiendo el Primer Poder la República: “Vea Silvia, cuando usted ve el Paseo Colón grande, es tiempo de viajar”.