Imagine qué haría usted si llegara a estallar un caos social como consecuencia del agravamiento de una crisis económica, o si tuviera que hacer frente a una Tercera Guerra Mundial motivada por la ausencia de agua.
Vayamos un poco más allá: ¿De qué forma reaccionaría ante el surgimiento de una pandemia mundial incontrolable? ¿Cuál sería su plan si se diera una tormenta solar que afectara, en su gran mayoría, toda la tecnología que usamos en la actualidad? ¿Siente temor ante la caída de un meteorito más grande que el que se estrelló en San Carlos el pasado mes de abril?
Lo más importante ante todo esto: ¿Usted se siente realmente preparado para hacerle frente –junto a su familia– a estas o cualquier otro tipo de situación que genere un colapso social, económico o ambiental?
Si su respuesta es no, estas medidas podrían serle de utilidad al menos en el sentido de ser más precavido y pensar en las distintas posibilidades de lo que muchos consideran, podría ser el fin del mundo.
Prepararse para hacerle frente a esta y otras situaciones que podrían ponerlo a usted y a los suyos en riesgo no necesariamente es fatalista, es ser precavido para mantenerse con vida durante meses y hasta años, al menos mientras se restablece el caos.
Según un estudio de Ipsos Global Public Affairs, realizado por la firma neoyorquina en el año 2013, el 15 % de los encuestados aseguró que la Tierra y sus habitantes, como los conocemos, dejarán de existir en un tiempo no muy lejano. No es de extrañar que esta percepción haya aumentado tras situaciones como el cambio climático y las distintas manifestaciones sociales en Suramérica.
Uno de los que se encuentran en este grupo es Ricardo Calvo, guía naturalista de 48 años, uno de los preppers –también llamados como preparacionistas– más conocidos de nuestros país.
Él está consciente de que reconocer que este es su estilo de vida genera distintas opiniones en la gente: “Muchos piensan que soy un individuo realmente fatalista y que toda mi logística está enfocada en prepararme para el ‘llamado del fin del mundo’”.
“No me considero una persona fatalista, sino realista y precavida. En cuanto a que nos estamos preparando el fin del mundo, eso no es cierto. Nosotros lo hacemos para un colapso o caos que puede darse en el momento menos esperado, y que podría poner en riesgo nuestras vidas y supervivencia”, comentó Calvo.
Razones del cambio
Este hombre, que es padre de cuatro hijos –entre ellos gemelas de un año– recuerda que fue cuando tenía 21 años que decidió convertirse en un prepper, luego de comenzar sus estudios en biología en la Universidad de Costa Rica.
Según explica, fue el comportamiento de las hormigas en uno de los trabajos que realizó en aquel momento lo que le hizo cuestionarse qué pasaría si esto les sucediera también a los humanos.
“Muchas veces hemos visto esos largos caminos de hormigas melina que llevan consigo pedacitos de hojas encima. Llega un punto en el que árbol se regenera con alcaloides, por lo que ya a ellas no les funciona y se van hasta otro árbol, pero ¿qué pasa cuando todos los árboles a su alrededor dejan de servirles? Solo las más fuertes resistirán y se alimentarán de la reserva de comida que existe. Eso podría pasarles también a los humanos”, explica.
Este análisis lo llevó a tomar la decisión de convertirse en un prepper, lo que implica tener infinidad de planes para subsistir junto a su familia y el equipo que forma parte de su proyecto en caso de que haya un colapso, pues como argumenta, en la actualidad la humanidad está haciendo uso de cuanto mineral tiene a la mano, así que cuando haya un faltante, será imposible sostener a la sociedad.
Desde su perspectiva, instituciones públicas como la Comisión Nacional de Emergencia (CNE) ayuda a que las personas den ese primer paso para ser preparacionistas, pues ofrecen instrucciones de que en todo hogar deben existir provisiones para, al menos, una semana. Eso, para él, es el mejor ejemplo de que tener un plan ante distintos escenarios será clave para sobrevivir en variados escenarios.
Es así como en una de sus casas, ubicada en Moravia, tiene alimentos y medicinas para un mes mientras el posible caos es controlado y puede utilizar algunas de sus rutas de evacuación para llegar hasta su otra vivienda, la finca El Santuario, que adquirió hace 10 años y está localizada en la comunidad de Salsipuedes, en Copey de Dota.
“Por ejemplo, en mi casa de Moravia yo tengo todas las provisiones necesarias para subsistir, al menos, un mes y medio. También tengo radios, agua y lámparas en caso de que los servicios públicos colapsen, esto mientras las autoridades vuelven a restaurar el orden y puedo trasladarme hasta mi otro hogar y la situación se calma un poco”, afirma.
Para poder cumplir con este propósito, Calvo tiene distintos planes a ejecutar, pues todo depende de si lo hace en su carro o caminando. En el primero de los casos, él ya conoce las distintas rutas que podría tomar para llegar a su destino en hora y media, mientras que si se trata de la segunda opción, sabe que esto le tomaría dos días.
Eso sí, ya él tiene previstos –al menos hasta donde da su imaginación– los obstáculos que se le pueden presentar en el camino, como por ejemplo el tener que dejar su vehículo en cierta zona o en el caso de que sea una caminata, la ruta más cercana y en dónde pueden descansar.
“Si para poder llegar hasta Copey de Dota debemos hacerlo caminando, ya yo sé cuáles son los caminos menos riesgosos, tengo claro la alimentación y herramientas que debemos llevar en nuestros bolsos; que debemos caminar en fila india para no ser objetivos de otras personas que quieran atacarnos, porque debemos estar claros: todos queremos sobrevivir en un momento de crisis", explica.
Es por esta razón que está acostumbrado a vestir con pantalones de camuflaje, además de que utiliza camisetas de un material que permiten el secado rápido, porque harían más ligero el trayecto. También tiene listas en su casa mochilas con todos los utensilios necesarios para sobrevivir el tiempo que le tome llegar hasta Copey de Dota: agua, alimentos no perecederos, radios, medicinas y las armas de defensa que permite la ley.
Calvo asegura que sabe que hay muchas personas que podrían considerar que los preppers están “locos" por la forma en la que deciden prepararse ante un eventual caos; al menos una parte de su familia lo piensa y le dicen que antes de ejecutar y desgastarse en todo lo que él ha hecho desde su juventud, prefieren ser de los primeros en “caer” ante un desastre.
“Yo sé andar en la montaña, me he preparado para eso. He recibido cursos avanzados de primeros auxilios, sé técnicas de defensa personal porque soy cinturón negro en artes marciales. He aprendido a purificar agua, a ver comida donde otros solo pueden ver desechos. Imagínese que he aprendido hasta a hacer conservas de pollo y papa, además de deshidratar carne para que tenga una mayor duración”, asegura.
Equipo de especialistas
Todas estas destrezas que ha desarrollado Calvo han sido posibles gracias al “trueque” que ha establecido con las otras 15 personas que forman parte de su proyecto de prepper, y que tienen distintas especialidades. Allí se pueden encontrar desde un médico y un constructor hasta un ingeniero y un agricultor.
Para ellos no se trata de la profesión, sino de lo que puedan aportar con su experiencia en caso de que llegue el fin del mundo como lo conocemos. Es por este motivo que cuando una persona le pide ser parte de su equipo, él evalúa ciertas cualidades como la capacidad de reacción en situaciones extremas, las capacidades y su fuerza física.
“No podría decirte la cantidad de grupos de preppers que hay en Costa Rica, pero sí existen varios. La preparación de cada uno de estos es distinta, porque va a estar ligada en mucho hacia qué tipo de caos estén haciéndole frente. Por ejemplo, conozco a uno cuyo líder practica yoga y tiene en su reserva todo tipo de vegetales y cristales que usa para su bienestar, pero también hay otros que solo se preparan para subsistir en la montaña mientras pasa el caos, pero con el mínimo de recursos”, relata.
El guía naturalista, quien nació en Nueva York, es de los que se prepara para cualquier tipo de desastre, pero él desea que su proyecto en Copey de Dota sea autosustentable y no que sus provisiones se acaben en cuestión de un año, en caso de que los miembros de su equipo lleguen hasta este lugar. Es por ello que tiene algunas siembras, y espera retomar la adquisición de distintas aves de corral, cerdos y cabras, estos últimos son considerados como los mejores animales para los preppers porque pueden ser ordeñados, su carne se puede comer y su piel puede ser utilizada como cuero.
Esta finca, que hasta hace cinco años tuvo electricidad, se escogió por la naciente del río Parrita que tiene cercana, su clima y el terreno. Allí Calvo decidió crear una minicasa de dos pisos, que está construida directamente sobre la tierra, para que en caso de que haya alguna tormenta solar, los aparatos que estén dentro de esta no se descalibren y dejen de funcionar.
En estas hectáreas también se puede encontrar un lago con truchas, lo que les permitiría comer proteínas y seguir manteniendo su reproducción, además de que tienen todo un sistema que sería capaz de generar energía a través del agua y paneles solares, por lo que está preparado para sobrevivir desconectado de la red eléctrica.
“Para serle honesto, en algún lugar de esta finca, que solo mi familia, mis amigos y yo conocemos, tengo enterrada comida que nos permitiría subsistir, al menos, unos seis años. La verdad es que me di cuenta que no estoy tan loco cuando quedamos incomunicados con el huracán Nate, porque pudimos hacer frente a ese tiempo en el que no habían ni servicios básicos”, manifiesta.
Calvo, quien en su niñez y adolescencia estuvo en los boy scout, reconoce que hay personas que se imaginan que el fin del mundo se dará en medio de enfrentamientos con zombis, por tan solo mencionar uno. Sin embargo, para él esto puede estar representado en eventos que pueden ir desde un estallido social y económico –que ya se está dando en Suramérica– hasta una infección viral.
“No es necesario ir muy lejos para que pensemos en la posibilidad de un colapso. Basta con que el agua que consumimos en San José se vea contaminada por cualquier razón para que se genere un caos. Hace unos años, esto sucedió en las nacientes de Coronado con hidrocarburos, por lo que las personas que vivían allí, en Moravia y hasta en Guadalupe recibían esta agua y en la desesperación por encontrar agua potable vi cómo personas se peleaban por envases de agua Perrier en el supermercado”, recuerda.
Él afirma que un prepper no nace, sino que se hace a raíz de la iniciativa de estar siempre listo ante cualquier eventualidad. Eso sí, la mayoría de quienes lo son prefieren mantener un bajo perfil y no reconocerlo de forma pública, ya que esto los puede convertir en objetivo en caso de que se presente algún caos, porque las personas sabrán que ellos tienen todo tipo de insumos que podrían escasear.
Este guía naturalista reconoce que él no está preparado para una invasión militar, ni una invasión extraterrestre ni una plaga zombi, como muchos le dicen. Aunque en el caso de que sea de los muertos vivientes, bromea con que contra estos sí podría luchar porque ve mucha televisión y le encanta The Walking Dead.
Según cuenta, hay muchos preppers que se pueden ver de traje entero, con un buen trabajo, y nunca nadie se imaginaría que tienen almacenados más de 500 galones de agua como forma preventiva. A este tipo de personas no les interesa la notoriedad, lo que les importa es saber que tienen un plan para protegerse a ellos y los suyos ante un caos.
“El principal consejo que puedo compartir para aquellos que desean convertirse en un prepper es hacerse una pregunta: ¿Quiere ser parte del rebaño o ser el lobo que defiende la manada? Si solo espera ser salvado por otros ante un caos, usted pertenece al primer grupo y no tiene las cualidades para ser un preparacionista. Sin embargo, si decide no ser una víctima y ser el que defiende y lidera, ya tiene lo esencial para comenzar a desarrollar este estilo de vida”, concluye.
Aunque es algo de lo que se habla poco en Costa Rica, los preppers tienen una filosofía: estar siempre listos, especialmente, ante lo desconocido, porque el miedo a lo que no vemos o no sabemos es lo que nos paraliza en momentos cruciales. Si existe algo clave para sobrevivir, es tener esa capacidad de reacción ante lo inesperado y, según esta filosofía, no hay mejor forma de hacerlo que estando preparados.