No hace mucho pasó en Costa Rica: miles de personas atiborraron los supermercados del país, comprando desesperadamente arroz, frijoles, ‘atuncito’ en lata y cantidades mayúsculas de papel higiénico. Mientras tanto en casa, mirando las noticias y siendo testigos de tan inéditas aglomeraciones estaban los preppers ticos, quienes sin chistar y con cerveza en mano se acomodaban muy tranquilos en el sofá de la sala.
Cuando apareció el primer caso del covid-19 en Costa Rica y se solicitó a la población quedarse en casa, los preppers no salieron ni al corredor. Cero miedo tuvieron, pues todo lo que necesitaban para alimentarse y subsistir por largo tiempo ya lo tenían desde hace meses en sus hogares, o quizá años.
“Nosotros lo tenemos todo. Esas aglomeraciones que vimos, cuando comenzó esto del coronavirus, son parte de la primera oleada de un posible colapso del sistema. La gente siente temor y, como no está preparada, sale de su casa desesperada buscando abastecerse, pues en estos países no existe la cultura de almacenar, todo se compra el día a día”, comentó Eduardo Rojas, quien con orgullo se autoproclama prepper.
Los preppers, para quienes no manejan el término, son aquellas personas que toman precauciones máximas para sobrevivir en situaciones de extrema emergencia o incluso enfrentar al "inevitable fin del mundo”. En esa línea el colapso de la sociedad por una crisis económica, una guerra mundial o una pandemia mortal, son parte de los eventos para los que se preparan con estricta disciplina.
Por eso, en medio de la emergencia mundial por el nuevo coronavirus, los preppers ticos sacan pecho. Desconocidos, familiares y hasta amigos los han llamando dementes toda la vida, pero ahora han notado como la percepción hacia sus singulares prácticas ha cambiado bastante.
“En estos días ya no dicen que estamos locos”, comenta entre risas Ricardo Calvo, un prepper nacional de gran trayectoria, quien tiene su refugio de supervivencia en un boscoso sitio del Cerro de la Muerte.
Rojas, por su parte, nunca le ha molestado que le consideren la “oveja loca” de la familia. Al fin y al cabo él sabe que siempre que sus seres queridos necesitan algo recurren a él y que, en medio de la actual pandemia, comienzan a verlo con ojos distintos.
“Es vacilón, en medio de cualquier emergencia siempre recurren a uno. Siempre ha sido así. Que en medio de una piñata familiar un niño le destapó la cabeza a otro, pues siempre lo buscan a uno. Siempre vienen donde mi porque saben que uno siempre carga con curitas, cuchillos especiales o elementos para controlar cualquier situación inesperada. Ahí dejamos de ser los raros”, comenta sonriendo este josefino, muy orgulloso de sus amplios conocimientos en supervivencialismo y su gran expertise como paramédico y montañista.
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Lo único malo es que sus familiares podrán quererlo mucho y demostrarle más aprecio de lo normal en estos tiempos convulsos, pero Rojas es contundente en una cosa: “si llegara a existir un colapso mundial muy pocos podrían irse conmigo. Hermanos y hasta padres, que no adopten el sistema, pueden lamentablemente quedarse por fuera. Esto puede sonar egoísta, pero no lo es, es realista, pues un número elevado de personas sería imposible de manejar".
Tras escuchar esta sincera confesión se asoman preguntas inevitables: en la época del covid-19 ¿será necesario en algún momento tomar acciones tan radicales? ¿cómo analizan los preppers ticos la actual pandemia? ¿estaremos en riesgo de caer en un colapso mundial? ¿qué temen realmente los preppers?
Sus respuestas lo sorprenderán.
Lo que ven los ‘preppers’
Ricardo Calvo, guía naturalista de 48 años de edad, es sin duda uno de los preppers más conocidos del país. Su finca, ubicada cerca del kilómetro 70 de la carretera Interamericana sur, es su refugio en el caso de que un suceso apocalíptico amenace su vida y la de sus seres queridos.
En su propiedad Calvo almacena agua, todo tipo de granos, genera energía de forma autónoma y diseña rutas de evacuación para cuando se prenda la chispa y comience el caos.
Calvo, según lo comentó a Revista Dominical en noviembre pasado, está consciente de que su estilo de vida genera distintas opiniones en la gente: “Muchos piensan que soy un individuo realmente fatalista y que toda mi logística está enfocada en prepararme para el ‘llamado del fin del mundo’”.
Sin embargo, Calvo no se considero una persona fatalista, “sino realista y precavida”.
"En cuanto a que nos estamos preparando el fin del mundo, eso no es cierto. Nosotros lo hacemos para un colapso o caos que puede darse en el momento menos esperado, y que podría poner en riesgo nuestras vidas”, comentó el supervivencialista.
Así ha pasado los años este prepper veterano, quien trabaja duro y le encuentra un sentido racional a todo lo que hace. Podemos decir que Calvo ha vivido relativamente tranquilo, sin embargo, por estos días, él y su comunidad de supervivencialistas están más inquietos que nunca. La pandemia del covid-19 los ha puesto en guardia, pues todo parece indicar que no se trata de un episodio menor.
“Yo le voy a decir una cosa. No es que yo piense que lo del coronavirus vaya a ser el fin del mundo, no, no lo creo. Creo que las cosas se están manejando bien en Costa Rica. Pero algo sí es cierto, esto es como un jalón de orejas para la sociedad, algo que nos va a hacer a todos reaccionar y prepararnos mejor. Ahora todos nos van a entender, sin duda será así”, expresó Calvo.
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Pero aunque las predicciones de Calvo suenan relativamente favorables, este prepper no descarta la posibilidad de que algo salga mal y las cosas con el covid-19 se salgan completamente de control.
“Claro, la posibilidad de que todo salga mal existe. Recordemos que esto no tiene precedentes en nuestra historia y el mismo ministro de Salud, Daniel Salas, no puede responder hasta cuándo deberá mantener los protocolos para evitar el contagio, pues todo debe medirse día a día. Hasta ahora todo es una incógnita y eso te mantiene en suspenso”, reflexionó.
En resumen, lo que más teme Calvo son dos cosas: en primer lugar que se presente un contagio masivo de policías y, en segundo lugar, el impacto que va a generar en la gente la crisis económica que, inevitablemente, trae consigo la pandemia.
“Escuche esto, si los policías se contagian otro gallo cantaría. Vea que mucha gente no puede ni obedecer una simple orden sanitaria. Todo colapsaría. Por otro lado ya sabemos que la economía de Costa Rica va a quedar hecha trizas, eso es un hecho, por lo que nada va a ser igual que antes", advierte.
Para él, saqueos, desesperación y un poco de anarquía, serían la consecuencias de un combo peligroso: una crisis de seguridad ciudadana y hambre.
“Voy a confesarle algo. Yo y los preppers de mi comunidad no estábamos preparados para una emergencia sanitaria, pues no teníamos almacenados galones en gel, ni mascarillas, ni nada de eso. Debimos haberlo hecho, no me preparé para una pandemia de este tipo, pero para lo que sí nos preparamos fue para la encerrona”, comentó Calvo.
“Es que uno no puede predecir todo lo que va a pasar, es imposible, uno lo que debe es estar preparado para un cambio repentino en la sociedad. Por ejemplo, los ‘preppers de última hora’ fueron los que hicieron colapsar los supermercados y esparcieron más el virus en Costa Rica y en todo el mundo. Se nota que la reacción humana es peligrosa. En ese caso, uno debe enfocarse y estar preparado por si llega a activarse una ola de saqueos, o en el peor de los casos, si lo quieren saquear a uno”, agregó.
Para eso, Calvo y su comunidad de preppers ya tienen planeados algunos protocolos de seguridad en su escondite de supervivencia. Y sí, esto incluye armas, no hay de otra.
Las tres oleadas, el caos
El prepper Eduardo Rojas, propietario de un negocio de montañismo ubicado en Guadalupe, enumera punto por punto todo lo que según él puede llegar a suceder antes de que se desate un colapso mundial. Le llama ‘oleadas’ a distintos procesos por los que pasa la sociedad previo al eventual caos.
Como buen prepper, Rojas es un estudioso de estos temas. Por eso, ante la actual pandemia, ha encendido todas las alarmas.
“Lo dije antes. La primera oleada tiene que ver con lo que ya hemos visto en Costa Rica. Sentimientos de histeria por lo que va a suceder, la expectativa de si me voy a enfermar o no, y la necesaria práctica de lavarse las manos a cada rato. Confinarse en un lugar", explicó Rojas.
Pero Costa Rica, según Rojas, ya está experimentando la segunda oleada.
“La segunda oleada es el colapso paulatino del sistema económico, donde la gente comienza a ver minado su poder adquisitivo ya sea porque perdieron el trabajo, se suspendieron sus labores o se les redujo la jornada laboral. Eso ya lo estamos viendo”, agregó.
Finalmente, la tercera oleada es la que nadie quisiera ver. Se trata del colapso completo de la economía y el sistema político, un hecho para el que prácticamente nadie estaría preparado. En esta etapa, según Rojas, la gente no tiene acceso a alimentos de primera necesidad y el hambre comienza a asomarse peligrosamente.
En ese momento es donde aparecen los saqueos, los mismos que temen Ricardo Calvo, Eduardo Rojas y todos los preppers ticos. Ellos, por tener almacenado alimento y otros elementos de valor en sus refugios, serían un blanco perfecto.
“Esto mismo ya lo hemos visto internacionalmente. Al menos hemos visto indicios. En estos días se han reportado casos de personas que esperan a otras en las afueras de los supermercados. Los asaltan para quitarles la comida. En el caso de una tercera ola, es claro que este tipo de asaltos serían más grandes”, precisó Rojas.
Para esos casos Rojas ya tiene plan A, B y C. Primero se refugiaría en su casa, luego en otro puesto estratégico ya identificado y, por último, si fuera necesario, en un lugar secreto fuera del Área Metropolitana. Las rutas de evacuación ya están planeadas y se activarían el día en que este prepper considere que la seguridad de su núcleo familiar esté viéndose vulnerada.
Pero Eduardo: -¿cuál es su análisis de la situación actual? ¿podrá el covid-19 llevarnos a esos extremos?-
“Desgraciadamente se ven indicios, sobre todo por el comportamiento económico y social. Ya se nota que hay personas más agresivas e intolerantes que de costumbre y eso se nota con el asunto de los nicaragüenses", comentó el prepper.
”Cuando las personas están estresadas y confinadas, recibiendo todo el día información que les preocupa y sin trabajo, pues se convierte en una bomba de tiempo, a punto de estallar. Simplemente se rompe el orden social. Para mi, la posibilidad de que eso suceda es alta, pues cuando te dicen que la vacuna contra el covid-19 estará lista en 18 meses o 12 meses, pues imagínate", agregó, pesimista.
Pero bueno, por el momento Rojas se mantiene en alerta amarilla. A diferencia de su colega Ricardo Calvo, él y su comunidad sí almacenaron implementos necesarios para enfrentar una pandemia. Por ejemplo, dice tener mascarillas con filtros especiales (de esas que vemos en las películas), insumos médicos y hasta los ansiados respiradores.
“Es que usted sabe. El trabajo de un prepper es ir uno, dos y hasta tres pasos adelante de todo. Al respecto, otro protocolo que estamos activando en este momento es el de informarnos por fuentes no tradicionales, pero igualmente confiables. Además prestamos mucha atención a analistas financieros, médicos y demás, para ir midiendo para donde se inclina la balanza”, finalizó confiado.
‘Preppers’ en el mundo
Si por estas épocas usted ingresa a las comunidades de Facebook de los preppers ticos, notará que sus comunicaciones están más activas que antes. Casi todos los días sus miembros comparten información sobre el covid-19, suben fotos donde alardean las herramientas de supervivencia que almacenan en sus casas y, en colaboración mutua, tratan de aclarar dudas sobre algunos procedimientos de prevención.
Sin embargo, otra cosa que hacen los preppers criollos es mantenerse al tanto de lo que hacen otros de sus colegas alrededor del mundo. Por ejemplo, en sus redes sociales compartieron la historia de Michael Gembala, un estadounidense que se mudó junto a su esposa y sus dos hijas a un antiguo búnker militar en Dakota del Sur.
Según la cadena de noticias RT, el búnker lo compraron hace tres años y se mudaron allí en días pasados al constatar la rápida propagación del covid-19 en su país.
’’No fue una idea que salió de la nada. Nuestra hija sufrió un horrible accidente hace algunos años y como padres nos dimos cuenta de que no se puede controlar todo’’, declaró Gembala a RT.
‘’Pudimos ver cómo la vida puede cambiar drásticamente y rápidamente, e investigamos qué podríamos hacer para prepararnos si algo sucediera en el mundo, para poder proteger a nuestros hijos y a nuestra familia. Tiene sentido tener seguro de vida, seguro de automóvil y tiene sentido para nosotros tener un seguro total’’, agregó el padre de familia.
En el búnker, según los reportes informativos, los Gembala tienen sus propios suministros de energía y mucha agua. Además tendrían suficientes alimentos secos y enlatados para sobrevivir al menos dos años.
También, entre los post compartidos, llama la atención uno que se refería a los radioaficionados y el papel que tendrían en el caso de una catástrofe apocalíptica. Si el colapso mundial llega, estos amantes de las radiofrecuencias, la locución y los micrófonos, jugarían un papel clave en el caso de que se caigan las comunicaciones tradicionales y, aún mas grave, el internet.
“Sabemos que en el caso de que esto sucediera, por cualquier circunstancia, somos nosotros los encargados de establecer las comunicaciones a través de nuestros medios. Ya existe una organización interna con un grupo de despliegue inmediato en caso de necesidad. Incluso, ya hemos coordinado con las brigadas de emergencia por si necesitaran nuestros servicios", dijo el radioaficionado Javier Rodríguez, al medio electrónico Hoy, de España.
Todas las noticias compartidas en los grupos de Facebook son comentadas con singular furor por los preppers ticos, que en estas jornadas de abril se muestran solidarios y singularmente unidos.
-“¿Qué preppers? ¿cómo se sienten en estas épocas?”-, pregunta uno, “siempre listos”, responde otro. Para varios de ellos el momento de actuar parece estar cerca, muy cerca.