Para quien transite por San José a menudo, la crisis salta a plena vista: hay muchos más habitantes de la calle que en el pasado y están en sitios donde antes escaseaban. El drama que viven estas personas lo comprueban las cifras: según la Municipalidad de San José (MSJ), el cantón central tiene a 5.600 personas en las calles y 2.200 duermen en las aceras.
Ante el recrudecimiento del problema, el municipio solicitó ayuda al gobierno para coordinar con instituciones y obtener más recursos. En su anuncio, la MSJ indicó que en el último año se recibieron 14.000 alertas y que el gobierno local invierte hasta ₡2.000 millones en vigilancia y limpieza de calles.
Con el fin de comprender cómo se vive la crisis en el terreno, conversamos con Mauricio Villalobos, director de Chepe Se Baña, una organización dedicada a atender a las personas sin hogar. Desde hace unos cuatro meses mantienen un campamento en calle 8 en coordinación con la municipalidad, pero Villalobos confiesa que es “una tarea titánica”.

“Todos los días estamos en la calle en distintos programas para atender a personas en vulnerabilidad. Y efectivamente se siente. Será porque nosotros estamos trabajando ahorita en una de las zonas más vulnerables, ahí en calle 8″, confirma Villalobos. El activista considera que el incremento puede deberse por el tránsito de los migrantes y por “la gente de las cuarterías, siempre lo digo”.
De acuerdo con Villalobos, la alta movilidad de esta población exige acompañamiento que pueda cambiar en tiempo y espacio. “No tenemos la capacidad de albergues y dormitorios para atender a toda la población”, asegura. “La atención a esta población es todo un universo. A como la problemática es un universo, así también la respuesta tiene que ser un universo”.
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En el caso del campamento de calle 8, Chepe Se Baña ofrece un “modelo de choque”: se abordan reducción de daños y riesgos y se redirigen a servicios de atención. “Los abordamos, los atendemos, los documentamos, sabemos dónde están, qué edades tienen, quiénes son, si tienen redes de apoyo...”, dice Villalobos. “Además, contamos con un circuito sociosanitario donde todos los días pueden ducharse, lavarse las manos, comer más dignamente, no como se hace en la calle, sino que tienen mesas y sillas. Son documentados y referidos a clínicas u hospitales”.
La situación se ha agravado por el movimiento de la población afectada hacia la periferia de la capital. Focos como el terreno demolido en Plaza Víquez o el abandonado parque Simón Bolívar concentran habitantes de la calle y han llevado a denuncias vecinales. Pero otras zonas como calle 8 o barrio Don Bosco experimentan alza en este fenómeno.

Uno de los mayores desafíos políticos y sociales es comprender que muchos de los habitantes de la calle no necesariamente quieren ingresar a una institución. “Un adulto mayor tiene 40 o 50 años de vivir en la calle, ¡qué se va a querer a meter un cuarto de 4x4! Prefiere morir ahí en las calles que encerrarse”, dice Villalobos.
Por ende, explica el organizador, debe haber diversidad de modelos de atención, incluyendo aquellos que puedan atender a esta población allí en las calles. Chepe Se Baña ha priorizado también la educación en oficios y en arte, así como esparcimiento, para tener relaciones más horizontales con la población.
“Dice un amigo que trabajar con habitantes de calle es como tener un vivero: usted tiene que tener distintos tipos de ambientes para distintos tipos de plantas. Así, los que trabajamos con habitantes de calle tenemos que tener distintos ambientes para que ellos puedan salir adelante”, considera Villalobos.
