Gay Talaese, el maestro de la crónica periodística, los llamó “La pareja más desavenida de Estados Unidos”.
El próximo 23 de junio se cumplirán 25 años desde el evento que hizo a la pareja John y Lorena Bobbitt llamar la atención mundial por un violento episodio que destapó uno de los casos de violencia sexual y doméstica más sonados en los años 90.
La ecuatoriana Lorena Bobbitt tenía 22 años cuando se vio conduciendo a toda velocidad en plena madrugada el día que su vida cambió por completo.
Cuando intentaba girar la manivela, sus manos resbalaban por el volante ensangrentado.
En ese momento se dio cuenta que aún llevaba en su mano derecha el pene de su marido, que había cortado con un cuchillo instantes antes.
Bajó la ventana, lo tiró y siguió huyendo hacia ninguna parte.
La castración más mediática de la historia ofreció una escena de terror para los medios estadounidenses, pero el resto de la historia tenebrosa que escondía se detallaría durante un público juicio.
Violencia
Cuatro años y cuatro días después de su boda, el neoyorkino John Wayne Bobbitt llegó a su casa borracho y aparentemente, violó a su esposa Lorena. Según ella, no era la primera vez que lo hacía, pero sí la última.
La mujer se levantó a la cocina a tomar agua, vio un cuchillo y los recuerdos regresaron a su mente: de la vez que la obligó a abortar, de las amenazas y los golpes, de las violaciones.
Regresó a la habitación con los 20 filosos centímetros de metal en su mano, destapó a John y cortó la punta del miembro masculino de su esposo.
Según El País de España, Lorena se escondió en el salón de belleza donde trabajaba haciendo manicuras.
“¿Puedes reconstruirme, doctor?”, le preguntaba mientras tanto al cirujano del hospital un relajado Bobbitt con la entrepierna aún ensangrentada. “John”, le contestó el doctor Jim Sehn, “no tenemos el pene”.
Resignado, el exmarine castrado le dijo al médico: “Haz lo que puedas, hombre”. Y le chocó los cinco.
Tras horas de exhaustiva búsqueda nocturna en Manassas (Virginia), lugar donde vivían los Bobbitt, la policía encontró el miembro en un terreno junto al 7-Eleven de la zona.
“El doctor Sehn se temía lo peor: que el pene estuviese cubierto de gravilla, tierra o barro, que lo hubiese atropellado un coche o que lo hubiese mordisqueado algún animal”, escribió El País.
“Pero estaba intacto”, recuerda el cirujano. “Y muy bien cortado, en un tajo muy limpio. Llegó en una de esas bolsas de plástico herméticas, a su vez metida en una bolsa de papel para el almuerzo”.
Diez horas en el quirófano y Jim Sehn se convirtió en el héroe de la historia : la reconstrucción había sido un éxito.
Para Lorena fue el inicio de la pesadilla.
El juicio
Durante la década de los noventa, Estados Unidos, había incluido a su cultura pop, su moral e identidad política grandes juicios mediáticos como el de O. J. Simpson, la agresión de la patinadora sobre hielo Tonya Harding a su rival, entre otros).
El juicio de Bobbitt versus Bobbitt, no fue la excepción. Fue seguido por un 60% de la población estadounidense y se popularizó frente a cámaras y periódicos.
Dos juicios se desarrollaron paralelamente: uno contra él por abusos y malos tratos y otro contra ella por castración con alevosía.
“Pese a que él cambió cuatro veces su versión de los hechos fue declarado, sin muchas trabas, ‘no culpable’”, informó El Universo. “Mientras, en el otro juicio, el fiscal pedía que se dictaran 20 años de prisión en contra de ella, pero luego de 7 horas de deliberación su defensa pudo argumentar y lograr que se le declarara inocente, tras señalar los maltratos que había recibido (la enajenación mental transitoria fruto del trauma) y que dos días antes del ataque ella había solicitado una orden de alejamiento”. Por tanto, fue declarada “no culpable”.
Una vez que ambos estuvieron libres de los litigios, tomaron caminos totalmente opuestos.
Mientras Lorena se teñía su cabello rubio para entrar en el anonimato, él se encaminaba a realizar una película pornográfica a la que llamó John Wayne Bobbitt: Uncut (Sin cortes), la que tuvo un éxito de ventas sin precedentes (fue el video porno más vendido hasta el momento).
“Se trataba de un biopic en el que Bobbitt recreaba sus años en la marina, su matrimonio con Lorena, el incidente del 23 de junio de 1993 y su vida posterior como máquina sexual”, escribió El País.
John Bobbitt tuvo varios empleos: desde conductor de limusinas hasta recepcionista de un burdel. En 1994 fue detenido por golpear a una stripper, Kristina Elliot, en Las Vegas durante una gira.
Se volvió a casar y tomó el apellido de su mujer (Ferrel). Tiempo después se divorció después de que su pareja lo acusara de maltrato.
“Los doctores me dijeron que nunca más volvería a tener relaciones sexuales porque mis heridas eran muy malas”, dijo Bobbitt al periódico The Sun de Gran Bretaña. “Pero he demostrado que están equivocados una y otra vez. Creo que me he acostado con 70 mujeres desde el incidente. Ser el hombre más famoso al que se le cortó el pene tiene sus ventajas. Definitivamente no ha afectado mi vida amorosa, de hecho la mejoró. Obviamente, hubiera preferido no pasar por todo ese dolor y sufrimiento. Pero ser famoso por mi pene me ha dado oportunidades que nunca podría haber imaginado”.
Renacer
Lorena, a su vez, retomó su apellido de soltera (Gallo) y actualmente tiene 13 años de matrimonio y una hija de 12 años.
En el 2007 creó una fundación llamada Lorena’s Red Wagon, para ayudar a personas víctimas de maltrato.
En abril de 2009 asistió al programa de Oprah Winfrey, en el que aseguró que no quería volver a ver nunca más a su exmarido. No fue así.
Un mes después, ambos se volvieron a encontrar en el programa The Insider, en el que protagonizaron una especie de “terapia”.
Ella le echó en cara: “Me sometiste a cosas horribles y dolorosas que me volvieron loca. Ninguna mujer debería sufrir lo que yo sufrí”.
Él replicó: “La verdad es que nunca entendí que fueras tan sensible, te tomas las cosas demasiado en serio”.
“Lamento mi forma de ser en aquella época, era un imbécil y fracasé a la hora de quererte como te merecías”, agregó John en el programa.
Lo que más le duele, aseguró, es que ella nunca le pidiera perdón.
Sin embargo, dice no tener malos deseos contra su expareja al asegurar: “No culpo a Lorena. Ambos nos herimos el uno al otro. Le deseo lo mejor”.
En una entrevista con Steve Harvey, en 2014, Lorena volvió a hablar sobre el episodio más público de su vida.
“Me encontré a mí misma en la calle con el pene en una mano y el cuchillo en la otra. Así que, esas cosas pasan. Estoy aquí para decirle a todo el mundo qué ocurre cuando una mujer es abusada por un hombre”, expresó.
“Entendemos que mi historia en realidad tiene humor, pero también ponemos luz sobre la violencia doméstica”, añadió.
Hace tres años, Lorena dio una entrevista al programa Despierta América del canal Univisión, donde contó las circunstancias que la llevaron a atacar a su marido. “Era algo inesperado, era una situación muy terrible, de abuso. Me encontraba totalmente sola y no sabía a dónde acudir. Yo no soy agresiva, no soy criminal, las circunstancias de abuso doméstico y tanta violencia que hubo ahí en mi hogar, cuando estuve casada con John, me llevaron a cometer esta acción”.
“Fue un momento de locura lo que me pasó por ser víctima de violencia doméstica”, agregó. “Me arrepiento de haber pasado por algo así, pero no tenía control”.
También aseguró que John había intentado contactarla varias veces en las últimas dos décadas.
“El intentó. Pero siempre borré su número”, dijo Lorena, quien hoy tiene 49 años. “Tengo una nueva vida ahora. Me rodeo de personas positivas”.