Muchas de nuestras mayores ambiciones derivan de “imposibles”. Volar sobre una ciudad, convertirse en un hombre lobo, tener la capacidad de dar saltos altísimos, construir un edificio con solo desearlo con la mente… En fin. Muchas ideas que podrían provenir de mundos de superhéroes parecieran tener una sola forma para tenernos como protagonistas.
Soñar (y tener control sobre los sueños) es la manera de lograrlo. Eso sí: no es un truco sencillo de realizar.
Así como hemos visto en filmes como Inception (2010), de Christopher Nolan, el ser humano tiene la capacidad de generar control sobre lo que se sueña y, por así decirlo, convertirse en “todo poderoso”. Quienes se entrenan en esta práctica son conocidos como “onironautas”, un término que despierta obsesiones y curiosidades únicas, las cuales revisamos en este trabajo de Revista Dominical.
El significado de onironauta
Los sueños, esos escenarios evocadores que pintan nuestra mente mientras dormimos, han intrigado a la humanidad desde tiempos inmemoriales. Para tratar de darle forma a las preguntas relacionadas a estos mundos surgen los onironautas, una palabra derivada de “oneiros”, que significa “sueño” en griego; y “nauta”, que se traduce como “navegante” o “explorador”.
Los onironautas son, en esencia, viajeros conscientes de estos dominios, capaces de reconocer que están soñando mientras sueñan y, en algunos casos, influir en el curso de sus propias aventuras oníricas.
Aquí es necesario hacer otra explicación de término vital para entender a los onironautas: los sueños lúcidos.
Estos son una experiencia fascinante, donde el soñador se da cuenta de que está dentro de un sueño y puede tomar cierto grado de control sobre el contenido y las acciones del sueño. Para muchos, esto es como abrir una puerta a un reino de posibilidades ilimitadas. Pero, ¿cómo se logra adentrarse en esta dimensión de conciencia alterna?
El caso de un tico
Entre los pasajeros del bus, entre los comensales de un restaurante, entre los compañeros de trabajo… Entre nosotros habitan onironautas que, habitualmente basados en trucos que le ha dado algún amigo o internet, han aprendido a cómo conjurar sueños lúcidos.
Acá un ejemplo: Erick Carmona, de 45 años, ha estado tejiendo una historia que se entrelaza con los hilos de los sueños lúcidos y la exploración consciente de los reinos oníricos. A través de su viaje, ha descubierto cómo convertir la ensoñación en un lienzo creativo: allí puede hacer lo que le plazca, desde volar hasta entablar conversaciones con caricaturas que ve en televisión (por ejemplo, conversar con La Pantera Rosa). Nada es imposible una vez que se controlan los sueños.
Erick es profesor y columnista para revistas independientes. Para él, la inspiración de explorar el mundo de los sueños lúcidos llegó a través de uno de sus escritores favoritos: el argentino Jorge Luis Borges, quien siempre mencionó que muchos de sus cuentos y poemas le fueron “revelados” en sueños.
La travesía de Erick comenzó con la curiosidad y el deseo de comprender los enigmas de la mente durante el sueño. A medida que profundizaba en la literatura y los recursos que encontraba en la web (literalmente escribió en Google “cómo soñar lúcido”), se topó con técnicas y consejos para lograrlo.
Uno de los trucos que más le asombró fue el de mantener un diario de sueños. Todos los días, apenas despertaba, Erick escribía qué había soñado. Esto le ayudó a identificar patrones y elementos recurrentes en tus sueños, lo que puede ser útil para reconocer señales de que estaba soñando.
“Por ejemplo, en mis sueños suelo ver el cielo morado. Entonces escribo eso en el diario. Luego, noches después, vuelvo a ver el cielo en mis sueños y lo veo morado. Entonces me doy cuenta de que estoy soñando. Ese es un primer paso”, explica.
A medida que Erick perfeccionaba sus habilidades onironáuticas, se encontró cautivado por la idea de explorar un mundo donde las reglas de la realidad convencional se disuelven, siempre buscando más trucos en internet.
¿Cuáles son otros consejos para identificar que uno está soñando? El propio Erick los enumera.
Por ejemplo, practicar la atención plena durante el día puede mejorar la conciencia general y la reflexión en los sueños. “Pregúntate a ti mismo a lo largo del día si estás soñando para que esa reflexión se arraigue también en tus sueños. Así, cuando estás dormido, te vas a preguntar si estás soñando”, explica.
Una buena manera de practicar esta “conciencia” es preguntarse, durante el día, cómo llegué a un lugar. Por ejemplo, si estoy en el trabajo, me hago la pregunta: “¿cómo fue que llegué aquí?
Entonces el cerebro se pone a trabajar y recuerda: “ah bueno, vine en bus y me bajé aquí en el trabajo”. “En un sueño, te darás cuenta de que no recuerdas cómo llegaste a los lugares. Así te enterarás que estás durmiendo”, explica Erick.
Otro buen truco es realizar “chequeos de realidad” durante el día. “Pregúntate si estás soñando, intenta empujar tu dedo a través de la palma de tu otra mano o comprueba si estás leyendo algo que cambie cada vez que lo mires. Estas verificaciones también pueden aparecer en tus sueños, ayudándote a darte cuenta de que estás soñando”, dice.
También hay curiosidades propias de los sueños que son incompatibles con el mundo real. Por ejemplo, en los sueños no se pueden apagar los interruptores de las luces; siempre se mantienen encendidos. “Hacer este tipo de pruebas ayudan muchísimo para enterarte que estás dormido”, agrega Erick.
¿Qué más se puede hacer para cultivar la mente como un onironauta? Pues otro consejo clave es consumir, en el día a día, productos que tienen tintes de surrealismo y que den impresiones de lenguaje de sueños.
Acá viene una confesión: quien escribe estas líneas, naturalmente, ha probado con éxito todos estos trucos durante años. Últimamente, he abandonado la práctica por una razón simple: cuando sueño lúcido, siento que no “descanso” como quisiera. Es algo muy personal, pues otros onironautas más bien dicen que soñar lúcido los hace reposar más que un sueño habitual. Es cuestión de cuerpos.
En fin: el hecho de consumir películas, series, novelas gráficas, cómics, inclusive música que recree sensaciones similares a las de los sueños, es importante para que el cerebro tenga presente el tema.
El ejemplo más claro es obvio: Alicia en el país de las maravillas, un libro tremendamente alucinante (en el mejor sentido de la palabra) y con adaptaciones en el cine y la televisión que recrean esos estímulos.
¿Qué otras obras son recomendables para cultivar ese terreno? Enumeraré algunos gustos personales: el filme Waking Life (2011) de Richard Linklater es una absoluta maravilla. Se trata de una animación donde el protagonista parece fluir, de sueño en sueño, hasta darse cuenta que no está en el “mundo real”. En medio de estos espacios oníricos discute cuestiones filosóficas sobre la consciencia y la libertad. Es imperdible.
Por supuesto, todo el cine del estadounidense David Lynch es un gran estímulo en este sentido, principalmente Mulholland Drive (2001) e Inland Empire (2006) recrean este terreno desde las características de las pesadillas. Son obras magistrales.
Ya que también hablaba del Inception de Nolan al comienzo de este texto, vale enumerar filmes que el propio cineasta ha aclarado que fueron su inspiración: Paprika (2006) y Perfect Blue (1997), dos excelentes animaciones del japonés Satoshi Kon que vale más ver que contar.
En cine, de hecho, hay demasiado por decir. Para no extenderme demasiado en este apartado, mejor una lista: La montaña sagrada (1973), El color de la granada (1969), La Casa Lobo (2018), Anomalisa (2016), Matrix (1999), todo el cine de Luis Buñuel, Jan Švankmajer, entre muchísimas otras referencias.
¿En libros? Pues el popularísimo escritor nipón Haruki Murakami suele interesarse en estos mundos. Su mejor novela, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, entrelaza relaciones profundas entre la vigilia y el estado onírico. Lo mismo sucede con otros títulos como El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, La caza del carnero salvaje y la aplaudida novela Kafka en la orilla.
Otros ejemplos más obvios son el propio Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, ambos influencias de Murakami.
También podríamos agregar a la lista los cuentos de H. P. Lovecraft, la novela gráfica de The Sandman de Neil Gaiman, las novelas (gráficas y en prosa) de Alan Moore, la obra de Salvador Dalí, entre otros referentes surrealistas.
Todo este consumo posibilita que uno, al soñar, pueda controlar edificios, volar, hacer estallar cosas, poner a trenes a navegar sobre el agua… Las posibilidades son infinitas, pero deben ser cultivadas.
Más allá de la travesura
Uno podría pensar que ser onironauta es solo una cuestión de curiosidad. Para Erick, más bien, los sueños lúcidos no son meramente escapadas nocturnas, sino oportunidades para profundizar en su propia mente, enfrentar miedos y aspiraciones y conectarse con su subconsciente de manera única.
Erick cuenta que ha tenido reflexiones que, según él, amplifican el hecho de entrar en un sueño lúcido.
Al compartir su historia, destaca la importancia de la exploración de los sueños lúcidos como una forma de autoconocimiento y crecimiento. Para él, esta práctica va más allá de las barreras culturales y geográficas, ya que se adentra en un reino universal que todos compartimos: el subconsciente.
En sus palabras, “los sueños lúcidos son una ventana hacia las capas más profundas de la mente, una invitación a enfrentar las verdades personales y a abrazar las posibilidades inexploradas”, dice.
“Creo que soñar es conocerse a uno mismo. Uno sueña con lo que habita en el inconsciente de uno y poder controlar lo que ahí sucede se siente como una realización personal”, explica.
Por supuesto, no todo puede salir bien en un sueño lúcido. Por ejemplo, al concentrarse uno en tratar de construir un edificio, uno puede empezar a sentir miedos. El inconsciente es muy poderoso y, si uno comienza a sentir que va a pensar en algo feo (un demonio o un rostro maligno), puede aterrarse y sentir que el sueño se le viene encima.
Me ha sucedido. En una ocasión quise hacer un rascacielos dentro del sueño y empecé a tener temor de pensar en una “imagen fea”. El ambiente del sueño, en esa ocasión, se transfiguró hacia una pesadilla. Decidí salir corriendo y forzarme a despertar.
Erick, quien lógicamente tiene mucha más experiencia en este ámbito, ve en esas circunstancias una oportunidad para trabajar con lo que llama “el poder del cuerpo”.
“Siempre la ciencia ha dicho que la mente es muy poderosa. El hecho de controlar lo que sentimos en un sueño me parece algo aplicable a la vida real. Si puedo controlar mis miedos y no darles fuerza mientras duermo, eso me puede ayudar a hacer lo mismo durante la vigilia”, explica.
Erick, de hecho, se piensa a sí mismo como un investigador de estos mundos y su potencial transformador. Sueña con un día poder escribir un libro sobre todos estos pensamientos alrededor del misterio de los sueños lúcidos.
“Por supuesto, es algo que da temor. La gente tiene muchos prejuicios y puede pensar que solo soy un viejo marihuano”, dice entre risas, “pero hablar de esto es algo que me llama la atención y no le estoy haciendo ningún mal a nadie. Creo que puede haber algo profundo detrás de estas experiencias”, dice.
Lo que Erick quiere decir es que espera que su viaje entre sueños sea una inspiración para aquellos que desean explorar su propio universo interior. “Se trata inclusive de desafiar la realidad cotidiana y, en última instancia, descubrir lo inexplorado dentro de sí mismos”, dice. En otras palabras: los sueños lúcidos pueden ser las llaves para abrir la consciencia (y explorar otros enigmas).
Otros textos de interés
¿Qué dice la ciencia?
La respuesta es más sencilla de lo que parece: no demasiado, al menos desde el punto de vista propio de controlar los sueños.
“Las memorias sobre los sueños pueden ser incompletas, distorsionadas e incorrectas. Así que si eso es todo lo que tenemos, construir una ciencia sólida sobre los sueños será difícil”, explicó el doctor Ken Paller, psicólogo e investigador de la Universidad Northwestern de Illinois, en un reportaje elaborado por BBC en el 2021.
Si se buscan referencias, existe un estudio realizado en 2009 por los psicólogos Carey Morewedge y Michael Norton, el cual arrojó luz sobre la influencia de los sueños en nuestras decisiones cotidianas.
Estos investigadores descubrieron que soñar con eventos como un avión que se estrella tenía más influencia en la cancelación de un viaje que un pensamiento consciente. Esto sugiere que nuestros sueños pueden tener un papel práctico en la toma de decisiones de la vida real, a pesar de que a menudo parezcan abstractos o surrealistas.
Un hallazgo igualmente interesante del estudio de Morewedge y Norton es que, independientemente de la cultura, las personas tienden a creer que los sueños contienen “verdades ocultas”. Esto significa que, para mucha gente, los sueños proporcionan información significativa sobre el mundo y sobre sí mismos, a veces incluso más que los pensamientos similares durante la vigilia. Sin embargo, este impacto no es uniforme, ya que los sueños que no concuerdan con nuestras creencias y deseos tienden a tener menos influencia en nuestra vida cotidiana.
¿Qué pasaría, entonces, si esas creencias se condicionan por nuestro manejo en los sueños?
“En resumen, todavía no sabemos qué cambios localizados en la actividad cerebral están asociados con los sueños lúcidos”, dijo Benjamin Baird, doctor del Instituto de Wisconsin para el Sueño y la Conciencia de la Universidad de Wisconsin-Madison, en el 2021.
“Hay algunos datos preliminares de neuroimagen que sugieren un papel de la red frontoparietal (una red de regiones conectadas que abarcan la parte frontal y posterior del cerebro que participan en la atención y la resolución de problemas)”, dijo, señalando que se necesita más investigación para confirmarlo. Eso le explicó a BBC Mundo.
Lo que los estudios sí apuntan es que los sueños lúcidos parecen ocurrir en los períodos de activación cerebral más intensa durante la fase REM.
La fase REM es como una parte especial de su sueño. Cuando duerme, pasa por diferentes etapas de sueño, y una de ellas se llama “REM”, que significa “Movimiento Rápido de los Ojos”.
En esta fase, los ojos empiezan a moverse rápidamente bajo los párpados, como si estuvieran mirando cosas. Pero lo más interesante es lo que sucede en su cerebro. Durante la fase REM, el cerebro se vuelve muy activo, ¡casi como si estuviera despierto! En esta fase, es cuando sueña la mayoría de las veces.
También, en la fase REM, tus músculos se vuelven muy relajados, casi como si estuvieran durmiendo profundamente.
“Nos volvemos lúcidos en las subidas de la activación cerebral durante la fase REM, cuando estamos en el estado mental de tratar de reconocer que estamos soñando, o algunas veces por casualidad si algo nos impulsa a considerar si estamos soñando. ¿Qué pasaría entonces si los manipulamos? Primero tenemos que saber más sobre los sueños en su estado basal antes de lanzarnos a hipótesis”, explicó Baird.
Eso sí, cuando se profundiza en este tema, es esencial mencionar la contribución de Sigmund Freud, quien en su obra La interpretación de los sueños (1900) propuso que estos espacios son manifestaciones del subconsciente impulsadas por deseos reprimidos. Aunque sus teorías han sido objeto de debate, siguen siendo una referencia importante.
Freud sostenía que los sueños ocultaban su verdadero significado detrás de una narrativa superficial, lo que llamaba contenido manifiesto y contenido latente.
Carl Jung, otro influyente pensador, aportó una perspectiva diferente al afirmar que los sueños eran una forma de compensación inconsciente para aquellas partes de nuestra psique que no se expresaban conscientemente. Sin embargo, enfatizó que la interpretación de los sueños debía ser personalizada.
Aún con los avances tecnológicos de hoy, no tenemos un sistema para diagnosticar todo lo relacionado con este mundo. Es por eso que no queda más motivo que seguir curioseando mientras se intentan alcanzar respuestas más certeras.