Luego de estar en aislamiento por contraer el coronavirus, los días 17 y 18 después de ser detectado, a Leonardo Rodríguez debían realizarle dos pruebas que, de salir negativas, probarían que el virus había abandonado su organismo y sería dado de alta. Desde el día 7 de convivir con el covid-19, él no tuvo más malestares físicos. Pero los resultados de las nuevas pruebas volvieron a dar positivo. Fue hasta después de 21 días adicionales y seis tests más que finalmente dio negativo al examen del virus que tiene acorralado al mundo.
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En esta ocasión se relata la segunda parte de lo vivido por Leonardo, de 28 años, cuando los resultados para conocer si estaba libre del virus continuaban saliendo positivos y su aislamiento se prolongó al doble de los días establecidos inicialmente.
Angustia e impotencia son dos de las palabras que más menciona el enfermero en su reconstrucción de los hechos, pues aun cuando se sentía bien continuaba saliendo positivo, lo que le arrebataba la posibilidad de poder volver a su trabajo y a la “vida cotidiana” tal como la conocemos en tiempos de pandemia. Las nuevas pruebas debían realizarse cada semana, por lo cual el aislamiento se extendía.
Él divide en dos su proceso con el nuevo coronavirus: en la primera fase experimentó síntomas y vivió la incertidumbre de si sus malestares iban a empeorar hasta comprometer más su salud; en la segunda permaneció por cuatro semanas sin dolencias físicas, pero se sentía muy mal emocionalmente, impotente por tener que continuar aislado en su casa, al este de San José.
El siguiente es el relato de un paciente costarricense recuperado de coronavirus, al que la enfermedad le hizo pasar amargos momentos, pero de la que también rescata enseñanzas y la importancia del apoyo incluso cuando este llega desde la acera o del otro lado del teléfono.
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La angustia
“Esta segunda parte fue bastante complicada y compleja. Sentí más angustia, más incertidumbre, muchísima impotencia de ver cómo el proceso se alargaba y yo estaba bien. No tenía síntomas. Pero la persistencia de pruebas positivas me generaba impotencia. No había nada que yo pudiera hacer para cambiar el resultado. Esta segunda parte del proceso de aislamiento fue más compleja en ese sentido”.
“Al final mi proceso fue de 39 días de aislamiento. Me hicieron ocho pruebas de hisopado y detección del SARS-CoV-2. En todo momento dije que no era doloroso, sí bastante incómodo. Con el paso de las semanas y de la repetición de las pruebas y ver que el resultado era el mismo, obviamente influía más la parte emocional en el procedimiento como tal. Iba a realizarme una prueba con alta incertidumbre y con toda la posibilidad de que salieran positivas porque por el tipo del comportamiento del virus quedan restos y partículas virales en el cuerpo. El tipo de prueba es tan sensible y específica que las detecta. Por definición de enfermedad no me podían dar de alta a pesar de que ya había pasado el periodo de ventana en el que podía ser potencialmente contagioso para otra persona, y a pesar de que yo ya no tenía síntomas”.
“Después de la entrevista que hicimos de mis primeros días con coronavirus no volví a tener síntomas físicos, ni característicos del virus. La prolongación del tiempo juega un papel emocional más importante por la angustia de no saber cuánto más iba a durar la incertidumbre. Sentía impotencia al verme bien, sabía que ya estaba sin síntomas pero seguir sin poder salir era angustiante. Había días que se me hacían largos. No veía el momento en el que iba a terminar el proceso”.
“Yo tuve fe y esperanza porque sabía que esto iba a ser algo temporal. No puedo negar que por la histeria del momento histórico que estamos viviendo se nos hace un mundo lo relacionado con el covid. Sin embargo, tuve claro que era temporal. El virus respiratorio lo adquirí y lo iba a dejar de tener. Jamás lo podía comparar con una enfermedad crónica o con situaciones de salud más complejas que presentan personas de por vida. Este virus fue pasajero, ya me libré de él. Marcó toda una experiencia en mí, mucho aprendizaje y crecimiento no solo profesional por la vivencia en esta área, sino, personal. Me ayudó a cambiar cosas personales. Siento que eso me llevo del proceso”.
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El aislamiento
“Según la directriz de vigilancia epidemiológica del Ministerio de Salud, cuando yo empecé con el virus el aislamiento sería de 14 días. Durante este primer proceso cambió la instrucción, entonces se prolongó a 18 días. Los días 17 y 18 me realizaron pruebas porque no tenía síntomas ni factores de riesgo. De acuerdo con el protocolo, así debía cumplirse. Las pruebas continuaban saliendo positivas. Eso genera mucha angustia. Es desesperante no saber el momento en el que uno puede reincorporarse a sus labores y vida cotidiana a pesar de todos los cambios que hemos vivido las últimas semanas. No hay tiempo de suposición en el que el virus vaya a desaparecer porque es un virus nuevo”.
“Seguir aislado durante muchísimos días más fue angustiante por eso. Yo sabía que físicamente me sentía bien, no presentaba síntomas pero persistía el virus. He conocido casos de gente que ha durado de 45 a 60 días en aislamiento. Conocer esos casos me generó cierta tranquilidad al saber que no era el único. Luego de las primeras dos pruebas, cuando iba nuevamente a hacerlas, el resultado llegaba de 24 a 32 horas después y la verdad yo esperaba lo que fuera. Llegó el momento en el que me daba igual si era positivo o negativo. Es cansado el proceso de estarse realizando pruebas con la alta posibilidad de que sigan positivas. Eso resta un poco de esperanza de salir pronto del proceso”.
De prueba en prueba: de la emoción a la desesperación…
“Al principio iba (a hacerse las pruebas) emocionado por el hecho de salir de la casa, salir me motivaba, que me pegara el sol y poder respirar otro aire, obviamente manteniendo todo el protocolo, y solo yendo a la clínica y de vuelta para la casa. Eso me causaba distracción y algo de esperanza de que ya pronto terminaba el proceso. Lo que no esperaba era que iban a ser tantísimas pruebas, para mí fueron muchas, hay gente que ha tenido más, no lo puedo pasar por alto. Esto del covid, del aislamiento y de la vivencia es muy personal, muy subjetivo y no se puede comparar si mi proceso fue más doloroso, más desgastante, más agotador, o más desesperante que el de otra persona. Todos lo vivimos de diferentes formas”.
−¿Cuál era la sensación cuando con el paso de las semanas las pruebas continuaban positivas?
−“Sentía mucha incertidumbre. Era desesperante saber que estaba muy bien, los signos y síntomas eran bastantes favorables. Yo pretendía en mi imaginario que rapidito iba a salir del aislamiento, que iban a ser dos o tres semanas en total, sin embargo, al ver que salían positivas me desesperé. Se siente impotencia. No sabía qué hacer para que salieran negativas. No hay forma de hacerlo".
−¿En el centro de salud le decían algo cuando las pruebas continuaban saliendo positivas?
−“En el centro de salud no me decían nada. Me informaban el resultado de la prueba. Si era positiva me decían cuando me tocaba la otra, igual si salía negativa. No sé si por ser yo personal de salud no me brindaban mayor explicación o tal vez era yo el que no hacía más preguntas”.
“Creo que es importante que los profesionales en salud que trabajan brindando información y dando seguimiento en el sector de covid, deberíamos, y me incluyo, fortalecer la parte informativa y de comunicación con los pacientes porque se genera mucha incertidumbre. Yo la viví".
"A pesar de que es largo e incierto lo que viene, es importante dar luces de información. Es cierto que el proceso se puede prolongar, pero sería bueno escuchar que no hay que desesperarse; todos sabemos que es difícil tanto para ellos que dan seguimiento como para uno como paciente que tiene que seguir encerrado. Eso en cuanto al centro de salud”.
Amistad y acompañamiento telefónico
“Durante el proceso hubo una parte que me gustó mucho y que agradezco. El CEACO (Centro Especializado para la Atención de Pacientes con covid-19) cuenta con médicos de familia que realizan seguimiento diario. Ellos todos los días me llamaban. La doctora Karla Arroyo me dio seguimiento, no la conozco pero durante 40 días estuvimos en conversación. Se llega a generar una relación bonita entre el profesional de salud y el usuario. Se da seguimiento. Ella me preguntaba qué iba a hacer, que qué planes tenía para el día. Hasta me facilitó un libro digital. Esos son detalles bonitos. Esa cercanía genera más confianza, aliviana el proceso y eso ayuda, me generó mucha alegría. Saber que había gente pendiente de uno, que no era solo llevar a cabo el proceso por ser parte del trabajo, se nota la vocación e interés por el trabajo que uno realiza. Esa parte me gustó mucho y se la agradezco”.
“También tengo que hacerle honores a la enfermera del ministerio de Salud que me dio seguimiento en el proceso, quien me realizaba las extensiones de la orden sanitaria (inicialmente era de 15 días y se extendió tres semanas más). La enfermera Antonieta Murillo fue magnífica en todo el proceso. Me dijo que podíamos comunicarnos por WhatsApp. Fue una relación bastante bonita. Hasta hablábamos de cosas de la profesión y viajes, más allá de mi estado de salud. Eso es bonito. Establecer relaciones horizontales entre profesionales y pacientes genera bastante ayuda y mucho apoyo”.
Videollamadas y visitas desde la acera: componentes para soportar el aislamiento
“De lo más lindo que me llevo es el apoyo incondicional de muchas personas. Durante muchos años de mi vida he sido independiente. Vivo solo, tengo trabajo, mi lugar para vivir. Me he enfrentado solo a lo que venga, siempre con apoyo de familia y amigos, pero sabiendo que (físicamente) estaba solo. Sin embargo, en este proceso que la gente se acercara a dejarme cosas durante todo el aislamiento fueron detalles tan bonitos que me ponían sentimental. No estoy acostumbrado a eso, a que me manden algo o me ayuden. Ahora son cosas que atesoro mucho y marcaron lo más positivo de este proceso. No puedo dejar de agradecerles a mis amigos más cercanos que estuvieron tan pendientes. Me hacían visitas desde la acera o desde el carro y yo del lado adentro siempre guardando distancia y con mascarilla. Que por cierto, aunque yo trabajo con ellas y estoy acostumbrado a usarlas, en este proceso llegó el momento en el que ya uno las odia y son las más incómodas del mundo (risas).
“La calidez de las visitas y el apoyo incondicional fue lo que realmente alivianó el proceso tedioso de estar aislado sin tener contacto con nadie. Eso me ayudó. Una visita que fuera hacía que mi día cambiara. Es difícil dimensionarlo desde afuera, pero un pequeño gesto como esos marca una diferencia tan abismal en un proceso donde hay tanta soledad. Cuando se vive angustia, incertidumbre e impotencia, esa parte de humanidad, solidaridad y de acercamiento virtual, es lo que más ayuda. Me gustó acercarme a las personas sin necesidad de contacto físico. No tengo forma humana de agradecerles”.
“Hay mucha impotencia y ansiedad por el hecho de verse encerrado”
“Como se dice popularmente: la procesión va adentro. Mucha gente puede decir: ‘qué dicha, ya usted está bien, no presenta síntomas, ni dificultad respiratoria, no lo tuvieron que internar, está descansando en la casa’. Hay quienes creen que uno está como de vacaciones, descansando en casa. Eso se ve desde afuera, pero adentro la realidad es totalmente diferente: hay mucha angustia, mucha impotencia y ansiedad por el hecho de verse encerrado. Emocionalmente es otro asunto aunque uno esté bien físicamente”.
La importancia de proteger la salud mental
“Esta segunda etapa fue meramente emocional. Creo que entiendo a la gente que tiene crisis de ansiedad, ataques de pánico y estados de tanta desesperación, porque verdaderamente las emociones juegan malas pasadas. La mente es débil en esos momentos. En este proceso se necesita de ayuda profesional. La parte de trabajo social y de psicología por parte de las áreas de salud es muy importante. Ellos llaman y conversan con uno. Tratan de ahondar en sentimientos, emociones, pensamientos y eso es importante que la gente lo sepa y pueda acudir a esas ayudas profesionales. Porque el proceso, por más fuerte que uno sea y se sienta bien físicamente, sí llega a debilitarte mucho emocionalmente”.
Después del virus… una nueva persona
“Otra cosa importante es que siento es que antes del virus se es una persona y después del proceso uno se transforma. Hay cosas que marcan la diferencia. Dejan huella. Nos hace realmente valorar lo que es importante en nuestras vidas. El contacto familiar, la relación de amistad, el amor por personas cercanas, la solidaridad con quienes más lo necesitan. La humildad que hay que tener”.
“Vivimos en un mundo tan apresurado, lleno de tanto estrés, de tantas cosas banales y superficiales que no le prestamos atención a cada segundo que vivimos. No damos las gracias por el minuto de vida, a pesar de tantas dificultades que pueden tener tantas personas, hay mucho porque agradecer”.
“Es más el aprendizaje y crecimiento personal que me deja este proceso, que tal vez algún mal recuerdo; en mi caso me considero una persona optimista. Al día de hoy rescato todo lo positivo que esto me deja: es un aprendizaje gigantesco. Siento que lo hace a uno mejor persona. Cambian prioridades y la mentalidad. Se interesa uno más por las personas y por situaciones que la gente pueda estar viviendo. Se hace uno más sensible. Creo que es más lo positivo que deja esto que lo negativo, sin obviar que mucha gente la sigue pasando mal y que han habido muertes muy dolorosas en este proceso. Creo que quienes pasamos por esto y logramos salir, llevamos un mensaje de esperanza importante y es ese cambio de mentalidad que sin duda alguna lo marca a uno para bien y lo hace ser una mejor persona”.
−Finalmente fue dado de alta. ¿Cómo fue ese retorno al trabajo que tanto anhelaba?
−“Me generó mucha ansiedad. Durante el proceso estaba deseando volver al hospital. El día antes de volver fue como si fuera mi primer día de clases o de trabajo. Dejé todo listo con mucha emoción. Me desperté temprano en la madrugada, porque me tocaba trabajar a las 6 a. m. El día amaneció muy lindo. Llegar y ver a tantas personas queridas recibiéndolo a uno con una sonrisa es una emoción que no se puede ocultar”.
“Es muy lindo ver que la gente que estuvo velando por uno ya te recibían. Yo deseaba abrazarlos a todos, pero por lo del distanciamiento no se puede. No me cansaré de darles gracias a todas las personas que estuvieron pendientes de mí. Mis jefas y jefes que con mensajes, llamadas, muestras de cariño me acompañaron durante todo el proceso. La felicidad que lo embarga a uno de regresar al trabajo que tanto le gusta hacer es inmensa. Este es un momento muy bonito”.
−¿Teme contraer el virus nuevamente?
−“No me da temor volver a contraer el virus porque al ser un virus los anticuerpos que uno produce le ayudan a que si nuevamente se genera una exposición al virus, los síntomas van a ser muchísimo más favorables o imperceptibles, dado que ya tendría los anticuerpos. No me genera temor. Ahora me siento más seguro teniendo todas las medidas que sabemos que debemos tener, tengo un componente en mi sangre que de cierto modo me va a proteger. Entonces eso más bien me da bastante tranquilidad, sin embargo no me confío”.
Ayuda a los demás después del proceso
“Ahora me motiva mucho poder ser donante de plasma para que puedan utilizar mi sangre con anticuerpos con el fin de ayudarles a otras personas en el proceso de la enfermedad.
“Luego de haber pasado por este proceso y poder, con algo tan pequeño como los anticuerpos, darle esperanza y vida a otra persona, es bastante bonito, y es de los gestos humanos más valiosos que podríamos tener. A nivel general siempre se ha dicho que donar sangre es donar vida. Quiero hacer énfasis en eso.
“Estoy deseando que llegue el momento de donación de plasma. Tengo que hacer la llamada al Banco Nacional de Sangre para que me coordinen la cita e ir a donar mi plasma. He esperado esto desde el primer momento”.
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