En los últimos 30 años se volvió común para muchos el referirse al desaparecido cantautor Jose Capmany como “el padre del rock tico”, etiqueta que incomoda, con razón, a varios de los roqueros que abrieron brecha años antes de que Jose tomara una guitarra en su niñez. Fallecido en el 2001, no cabe duda de que el mismo Capmany sería el primero en rechazar un título que no ayuda a entender la compleja y rica historia del rock a la tica.
Mucho antes de que Café con Leche se tornara, efectivamente, en una de las primeras agrupaciones roqueras costarricenses de alcance masivo y alta difusión mediática, decenas de otras bandas hicieron nombre como referentes de un rock and roll incipiente y experimental, que si bien se nutría de las grandes corrientes musicales que llegaban del mercado anglosajón, también empezaba a incorporar elementos culturales muy nuestros, esos que ayudaron a construir un rock de características costarricenses, con todo lo que eso implica.
Semanas atrás, Netflix puso a todos los roqueros de Latinoamérica a debatir, tras el estreno de su serie documental Rompan todo, en la que la historia del rock latino en español es comprimida en seis episodios. Desde entonces, la discusión ha girado no solo sobre los músicos ahí entrevistados y reseñados, sino también en los excluidos. Centroamérica no figuró del todo en los contenidos de la serie, aún cuando el istmo guarda memoria de sus legendarias bandas, y es a partir de ahí que empieza este ejercicio: ¿si hiciéramos un Rompan todo a la tica, cuáles son los grupos indispensables para contar la historia de nuestro rock?
El siguiente recuento empieza a andar a finales de la década de 1950, en los primeros años del rock en Costa Rica, a partir de la investigación desarrollada por Fo León, productor musical, curador, gestor cultural, investigador y uno de los más connotados guardianes de la memoria del rock costarricense.
Como bien explica León, el rock en nuestro país se desarrolló por ciclos, así que lo abordaremos por períodos de tiempo. Vale aclarar que se trata apenas de una primera aproximación y que no pretende ser exhaustiva, como sí puede esperarse del libro que Fo trabaja desde hace ya algún tiempo. Además, tampoco iremos más allá de inicios de los años 80, pues a partir de ahí la historia sí es más de dominio público.
Adelante, y feliz rock and roll.
1958
Aparece el primer registro impreso de una banda de rock costarricense, cuando en La Nación se publica una entrevista con el grupo josefino Los Perros Calientes, encabezado por Fabio Garnier, quien luego sería un reconocido empresario y presidente del Deportivo Saprissa. Ese año, también, se empieza a programar rock regularmente en Radio Casino, en Limón, y en programas cortos en Atenea y Radión, en San José.
1960-1965
Walter Chacón funda la banda los Twist Masters, agrupación que hizo nombre por su calidad. “Wálter Chacón era ligeramente mayor que los demás músicos, tenía 25 años. Era gente de recursos, tenían acceso a los discos que venían de afuera”, explica León. Los Twist Masters graban algunas canciones originales (Chacón falleció en el 2011).
Paralelo a esto se empieza a desarrollar una movida de rock en Limón, gracias a los discos que llegan por el puerto.
1962: Aparecen los Thunder Boys, “la primera banda importantísima”, asegura el historiador. Su repertorio, al igual que la mayoría de agrupaciones de esa época, estaba inicialmente conformado por covers. Sin embargo, en 1963, en la grabación de su primer EP se incluye un tema original: El Twist Electrónico.
1964: Debutan Los Blue Jets, quienes tenían canciones originales. A estas primeras bandas les corresponde hacerse espacio en medio de una escena musical dominada por las grandes orquestas tropicales, como la de Otto Vargas.
1965-1969
En 1965 se da el debut de Los Vikingos, quienes se mantienen activos hasta 1971 y son una de las agrupaciones imprescindibles de esa primera década del rock en Costa Rica. “Tocan covers y son psicodélicos, pesados, agresivos, de gran capacidad técnica. Eran muy pro”, explica Fo.
Entre 1965 y 1966 aparecen Los Spiders, con Ricardo Acosta; Los Pokers (recordados por su tema Juntos en el parque) y Los Rufos, que incluía en sus filas a un joven cantautor nicaragüense, Luis Enrique Mejía Godoy. Por su parte, en Limón Los Playmates empiezan a montar un repertorio original de la mano de Max Forbes.
Luego Ricardo Acosta pasa a fundar Los Gatos, con los que alcanza una considerable popularidad, incluso más allá de Costa Rica (en Colombia la banda fue tremendamente exitosa).
En 1969 se estrenan Skorpions, de los primos Pauly. Ese año también aparecen los cartagineses Los Sons, que son recordados por su éxito regional En la iglesia, de autoría propia.
1970-1979
La historia de este período se ha reconstruido poco a poco, pues hay poca documentación del andar de los roqueros en esos años, dado que las bandas se concentraban más en sus presentaciones en concierto que en trabajar en el estudio de grabación.
“En los setentas la psicodelia afecta todo, y hay énfasis en el en vivo”, cuenta León. Son años en que los músicos elevan la complejidad de sus interpretaciones y el nivel técnico de la escena roquera se incrementa. A lo anterior se sumó la poca fe que las discográficas tenían en el rock psicodélico, por lo que no hubo mucho interés de su parte para grabar a los grupos más representativos de la época.
Son años de los que se recuerdan agrupaciones de gran presencia en vivo como Blood Intersection; Apple Band; Bocaracá -roqueros limonenses que luego darían origen a Marfil-; La Izquierda Erótica, y St. Gohmen, que solo interpretaba material propio y fue de gran influencia para grupos posteriores.
A inicios de esa década emerge la banda de los Hermanos Vargas, oriundos de San Ramón y posteriormente orgullo de Alajuelita. Bajo el nombre Guarajeo se encargan de abrir el concierto que el guitarrista estadounidense Carlos Santana dio en el Gimnasio Nacional, en 1973.
También en los años 70 se empieza a hacer oír La Silla Eléctrica, mientras que Álvaro Fernández graba Compadre, el primer LP de rock original costarricense, disco de marcada influencia folk.
Aparecen además los primeros proyectos de rock más comercial que buscaban hacerse un espacio en emisoras de radio como Juvenil. En esa corriente destacan las bandas Jale (que incluía a Ricardo Sáenz, fundador de La Banda, y Rodrigo Pigo Maffioli); así como Stop, grupo de Manrique Guido y Luis Jákamo y que a su vez sembraría las bases para lo que luego sería Manantial. Al mismo tiempo, las disqueras ceden en su resistencia y empiezan a mostrar interés en el llamado latin soul (Bocaracá, Marfil, Stop, Hermanos Vargas, Los Álamos).
Para finales de la década de 1970 se da la creación de bandas que extenderían su trayectoria a los años 80 e incluso más acá, como sucedió con Distorsión, Galería de Sueños; Igni Ferroque y Hebra.
1980...
Con la llegada de los años 80, la escena del rock costarricense se torna más dinámica, con nombres como Ciclos D, Distorsión y Shénuk, todos dedicados por entero a la música original. “Son estos la base para crear el ambiente”, dice Fo León. Shénuk, por ejemplo, produce su propio disco y lo presenta en el Teatro Nacional, en 1986 (la demanda de tiquetes fue tal que el grupo debió dar dos conciertos consecutivos). Y es a mediados de la década que Café con Leche empieza a generar olas por el buen show de comedia musical de Jose Capmany y Enrique Ramírez.
Es claro que muchos otros nombres faltan en este recuento, que apenas pretende ser un acercamiento inicial a una narrativa que debe ser contada con más amplitud y detalle. Y a como es indiscutible que cualquier historia del rock en Costa Rica debe tomar en cuenta a personajes indispensables como Capmany, Bernal Villegas y Mario Maisonnave, también es necesario que incorpore a nombres como Narciso Sotomayor (Blue Jets, Los Vikingos, Organized Confusion, Jale, Stop); Koky Zamora (Thunder Boys, Los Vikingos, La Banda, La Pandylla); Johnny Schroeder (Hebra, fundador del emblemático bar Génesis), y Alejo Poveda (Wálter Chacón, Thunder Boys, Los Vikingos), por mencionar apenas a unos pocos.
Este concierto apenas está empezando...