Si en una cantina permitieran la entrada de bebés, ¿usted llevaría a su hijo de meses? Esta es la analogía que utiliza Mariana Rivas, experta en Educación Canina Amable, para invitar a cuestionarse si un rótulo de ‘pet friendly’ hace que un lugar sea apto para las mascotas.
Hoy, prácticamente todos los centros comerciales y muchos restaurantes admiten mascotas, un panorama impensable tan solo un par de décadas atrás. Muchas de las dinámicas sociales de la humanidad se han transformado para incluir a los animales, quienes son para muchos un miembro más de la familia.
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Sin ir más lejos, Oxígeno, centro comercial ubicado en Heredia, abrió sus puertas en 2018 y se posicionó desde el día uno como un espacio pet friendly.
“Reconociendo que las mascotas son parte integral de muchas familias hoy en día, decidimos crear espacios donde cualquier persona pueda disfrutar de una experiencia única y memorable junto a sus mascotas. Nuestro objetivo siempre ha sido ofrecer un entorno donde todos se sientan bienvenidos y valorados”, comentó Luis Diego Argüello, gerente de comunicación, sostenibilidad y mercadeo de Cuesta Moras Inmobiliaria (empresa dueña de Oxígeno)
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En Oxígeno la medida fue implementada de manera obligatoria en sus espacios comunes y se dejó a discreción de cada comercio si permite la entrada de animales. No obstante, Argüello asegura que la mayoría de locales ha querido adaptarse a esta línea.
Esta apertura a las mascotas, normalizada en Costa Rica y gran parte del mundo, representa alegría para muchos. No obstante, en otros aspectos apenas gateamos y esta transformación tan acelerada se ha desarrollado sin tener del todo claro las implicaciones que conlleva.
El debate es amplio e incluso entre expertos en mascotas no hay un acuerdo sobre qué es lo ideal para la convivencia entre humanos y animales domésticos en espacios públicos.
La Nación conversó con dos profesionales en comportamiento canino para dilucidar este tema: Mariana Rivas, del enfoque de Educación Canina Amable (ECA) y dueña del emprendimiento PsicoDog, y Hans Paniagua, adiestrador canino líder de EducaDogs.
Sin embargo, antes de entrar en materia, partamos por explicar qué es cada uno de estos enfoques. El adiestramiento canino se basa en el entrenamiento de los perros para fortalecer su obediencia y crear en ellos determinados hábitos.
“Para mí, el entrenamiento es indispensable y eso es una de las cosas que nos diferencia de países desarrollados en la cultura pet friendly. Algunos países norteamericanos o europeos tienen una cultura de educación con sus mascotas tremenda. En Costa Rica, somos mucho de humanizar a las mascotas y cuando pasa esto dejamos de trabajar en sus necesidades y no nos enfocamos en el control. Ese es el paso que nos hace falta”, comentó Paniagua.
Por su parte, la ECA se enfoca en la comprensión de las conductas animales, tomando como base estudios de observación de perros en libertad, de los que se extraen sus necesidades y se adaptan al entorno urbano.
“Se trata de satisfacer necesidades del perro y entender los comportamientos más allá que castigarlos y punto. Por lo general, las personas solo evalúan los comportamientos de los perros por si me molesta o no me molesta; y si me molesta es malo. Esto sin entender que lo necesitaba y tratan de taparlo, de corregirlo con un marcador, con gritos, con lo que sea… y eso a la larga solo va empeorando el comportamiento”, explicó Rivas.
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A pesar de las diferencias en sus enfoques, ambos especialistas están de acuerdo en que existen muchas áreas de mejora para que estos nuevos espacios de convivencia entre especies sean verdaderamente amistosos.
“Todavía estamos muy inmaduros en la cultura pet friendly y aún hay muchas cosas por mejorar. Nos falta mucho para llegar al nivel de países desarrollados, pero vamos por buen camino”, dice el adiestrador.
Los dos enfatizan en la importancia de conocer a la mascota y, a partir de ahí, evaluar si está capacitada para convivir con otras personas en locales comerciales.
“A veces estás sentado en un restaurante y hay un perro que no para de chillar y ladrar. Entonces, la responsabilidad es un tema que debe estar antes de llevar a mi perro a un restaurante; hay que tener un buen manejo para convivir en estos lugares sin que afecte el espacio de las demás personas”, aseguró el adiestrador.
Paniagua agrega que uno de los contras del auge pet friendly es que al haber tantos espacios donde se admiten mascotas, alguna gente piensa que no puede dejar solo a su perro en casa y termina causándole problemas de hiperapego que, a su vez, ocasionan ansiedad, conductas compulsivas o estrés.
Él considera que los malls son una buena opción para socializar a los perros. En cambio, Rivas sostiene que este tipo de lugares pueden resultar excesivamente estresantes para muchos canes y, por lo general, no suelen estar adaptados correctamente.
¿Cómo saber si mi perro está capacitado para ir a restaurantes y centros comerciales?
De acuerdo con los dos expertos, un umbral bajo de tolerancia al estrés y la tendencia a la reactividad son dos factores que, si están presentes en los perros, convierten en una irresponsabilidad llevarlos a un espacio comercial.
“Usualmente desde la casa, el perro me lo va a decir. Si es muy nervioso ante personas, otros animales, motos o carros, eso es un factor que me va a dar una alerta. Ya en el lugar es importante revisar señales de estrés que pueden detonar agresividad y debemos evitar: jadeos excesivos, mucha salivación, bostezos recurrentes… Básicamente que muestre malestar a nivel físico e incomodidad”, explica Hans Paniagua, de EducaDogs.
Desde su criterio profesional, estos elementos tienen que ver con varios factores que van desde la función zootécnica de la raza del perro (si fue creada para cazar e incluso pelear) hasta la historia de animal desde que fue cachorro. Eso sí, asegura que de la mano de un experto, la mayoría de casos son remediables.
“Igual hay casos que manejados por un profesional pueden mejorar. He tenido la experiencia de trabajar con perros súper nerviosos que por miedo tienen problemas de reactividad y hasta terminan teniendo su graduación en un mall. Son perros que pasan por un proceso de rehabilitación”, declaró.
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“Podemos tener ocho pastores alemanes aquí y que los ocho sean totalmente diferentes, porque si bien hay comportamientos muy propios de la genética también está lo que se llama la epigenética, que es como influye el entorno en ese perro”, añadió Rivas, la educadora de PsicoDogs.
La experta recalcó la necesidad de estar pendiente a las señales de ansiedad que puedan manifestar los perros. Someterlos a estrés los hace entrar en el lado simpático de su cerebro, que los coloca en un estado de alerta o supervivencia, y se libera cortisol y adrenalina que duran entre 48 y 72 horas en el cuerpo del can.
“Algo que se malinterpreta mucho es la sonrisa. Es típico que nosotros humanos sonreímos y dejamos los dientes expuestos, y eso es felicidad. Pero, normalmente cuando vemos una sonrisa en los perros es porque tiene mucha tensión en sus músculos faciales y, entonces, se ve como una sonrisa, se marca como una especie de ‘jota’. Muchas veces los perros están ahí, no felices sino ansiosos”, precisó.
Hay algo innegable: ningún perro pidió estar en un centro comercial. Por lo tanto, asegurarse de que tanto la mascota como las demás personas y animales vivan una experiencia agradable, es responsabilidad exclusiva de los seres humanos.
“A mí me ha tocado ver en el mall a gente que va caminando con su perro y el perro se orina, vuelven a ver la orinada y se van. Siempre es importante tener medidas de higiene, cargar un bolsito con bolsas plásticas, toallas de papel e ir preparados para todas estas situaciones”, relató Hans Paniagua.
Antes de exponer a las mascotas a lugares públicos, incluyendo parques, es imprescindible que los animales tengan los esquemas de vacunación al día y otros procesos veterinarios fundamentales.
“Es un tema hasta de responsabilidad social. Si un perro tiene parásitos, yo voy a un mall y él deposita sus heces, voy a contagiar a un montón de perros y hasta personas. La giardia, por ejemplo, se transmite tanto en mascotas como en humanos, entonces debemos tener siempre esa prevención de realizar las desparasitaciones internas y externas que correspondan”, comentó Paniagua.
Una vez cumplido esto, se puede ir adecuando al perro poco a poco, por ejemplo, acostumbrándolo a andar en carro y familiarizándolo con otras personas y sitios ajenos a su casa. Paniagua afirma que entre más cachorro tiene menos probabilidades de tener miedo.
En este punto difiere Mariana Rivas, quien argumenta que si bien se puede familiarizar al perro desde cachorro con los espacios públicos, esto debe realizarse en periodos cortos y de manera controlada.
“La gente a veces me dice ‘es que mi perro es súper sociable’, y tiene cinco meses. Eso es como decir: ‘Es que mi hijo se porta tan bien, tiene cinco años’, pero a los 18 puede estar preso. La adolescencia es la que, con todo un cambio hormonal, realmente viene a formar al perro”, declaró.
Consejos para los locales comerciales
Ambos expertos dejaron una serie de recomendaciones para que lugares como centros comerciales y restaurantes se adapten de mejor manera a la presencia de mascotas.
Hans Paniagua, adiestrador canino, recomendó:
- Reglamentos claros, sin dejar vacíos, sobre qué está permitido y a qué me comprometo si llevo una mascota.
- Propiciar campañas de educación como, por ejemplo, clases de obediencia.
- Espacios específicos para las necesidades fisiológicas de los animales.
- Tomas de agua y no bebederos comunes, porque son un riesgo sanitario.
- Estaciones con bolsas y basureros especiales para los desechos.
Mariana Rivera, experta en Educación Canina Amable, sugirió:
- Espacios donde predomine lo verde (“no cuenta el zacate sintético ni las matitas que están detrás de las sillas del restaurante”).
- Zonas exclusivas para mascotas, con un espacio amplio para que puedan circular.
¿Qué debe evitarse?
Un espacio físico que debe evitarse con animales son las escaleras eléctricas, dado el riesgo de que ocurra un accidente y la mascota termine con sus patas prensadas.
Sumado a esto, ambos profesionales en comportamiento canino califican como un grave error el forzar a los perros a socializar con cualquier persona o animal. La costumbre de “presentar a los perros” es antinatural y podría ocasionar ataques.
“En el 80% de los casos, los perros son selectivos –ningún perro tiene por qué llevarse bien con todos–; entonces, es importante que estos puedan tomar distancia de lo que les perturba”, explicó la directora de PsicoDog.
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Llevar alzado a un perro mientras caminamos, detalló la educadora, interfiere en su proxemia social; es decir, en la forma en como se desenvuelve en el espacio dentro de sus procesos de comunicación.
“El perro está hecho para caminar en cuatro patas, eso quiere decir que si a los 10 o 25 metros hay un estímulo que le da miedo, se detiene y se devuelve. Eso en su cabeza le hace tener control y justamente ganar seguridad sobre cómo sentirse con respecto a tal estímulo. Al alzarlo, le quitamos esa posibilidad”, detalló.
Si bien el cargar a los perros puede que se tome como un acto de cariño, hacerlo de manera sostenida puede detonar problemas de reactividad.
“Si ve a lo lejos algo, no puede huir aunque tenga miedo y lo vamos acercando, ¿qué va a empezar a pasar? El perro va a ladrar porque en su cabeza la parte natural de detenerse o escapar nunca sucedió. Le enseñamos que, a lo que tiene miedo, no lo puede evitar y lo tiene que ahuyentar”, añadió Mariana Rivas.
Para Hans Paniagua, alzar a un perro no es una situación tan grave, siempre y cuando no se descuiden las necesidades propias de su especie. Esto exceptuando una posible situación de conflicto, donde asegura que hacerlo es poco recomendable.
“Si un perro le ladra a mi perro y yo llego y lo alzo, puedo provocar problemas jerárquicos. Están poniendo un perro por encima de otro; este ya se siente comprometido y se inician conflictos por dominancia o presa. A veces un perro quiere olfatear a otro y el dueño lo alza, lo que más bien genera es un instinto de presa”, enfatizó.
En caso de presentarse un ataque, ya sea entre perros o de un can hacia una persona, Rivas cree que el consejo más importante y a la vez más difícil de acatar es el de mantener la calma.
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Recordó que es ideal que los perros siempre tengan un collar para que en caso de un conflicto grave se le pueda aplicar un ‘ahorcamiento controlado’. Para esto, se debe posicionar desde arriba del animal y girar el collar de manera que le talle el cuello, dificultándole la respiración. Esto llevará al can a detener el ataque, y es importante mantenerlo así hasta que se haya relajado y estemos en control de la distancia.
Finalmente, la educadora profesional Mariana Rivas concluyó que los parques para perros no resultan adecuados en muchas ocasiones, debido a que suelen ser un espacio limitado. En su lugar, recomendó los parques convencionales por tener un área más grande.
Además, hay que tomar en cuenta la comunicación química olfativa, pues en estos lugares ocurren ‘pleitos’ entre perros, en los cuales se liberan feromonas que al ser olfateadas por los canes los hacen sentirse en riesgo.
“A veces nosotros vamos al parque y decimos: ‘Nombres, solo hay tres perros’. Sí, pero eso es porque nosotros vemos el mundo por los ojos; en realidad, ahí hay 200 perros de toda la semana si no ha llovido. Ellos huelen toda la información de conflictos pasados y no tienen una percepción del tiempo, pero sí de la intensidad; entonces, entienden que si el olor es muy intenso el peligro puede estar cerca”, explicó.
Cámara Costarricense de Restaurantes recuerda que un inspector puede cerrar un local si se encuentran mascotas
Aunque las medidas anteriormente mencionadas son recomendables para que la experiencia de las personas y mascotas en lugares públicos mejore, no hay que pasar por alto el marco legal. Así lo recalca Mauricio Rodríguez, presidente de la Cámara Costarricense de Restaurantes (Cacore).
Rodríguez enfatizó en que de acuerdo con el Reglamento para los Servicios de Alimentación al Público, está expresamente prohibido el ingreso de animales a los restaurantes. El dirigente entiende a los establecimientos que permiten esto, pero recuerda que sus propietarios se exponen incluso a que un inspector sanitario cierre el local.
“Hay muchos restauranteros que llegan a decirnos: ‘Ay, es que la gente se enoja conmigo porque en el local del frente si deja que pasen las mascotas y yo no’. Nosotros tenemos que decirles que la Cámara no puede defenderlos en un caso de esos, porque la ley es muy clara en que no pueden haber animales”, relató el empresario.
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Como suele suceder, el marco legal no coincide con la realidad social y, por supuesto, esto genera conflictos. Es innegable que muchas personas quieren llevar a sus mascotas a los restaurantes y que en los comercios se avala esta práctica que contraviene la ley. La situación afecta incluso a quienes sí se apegan al reglamento, pues deben lidiar con la molestia de los dueños de mascotas.
“El consumidor tiene que tener claro que el restaurantero tiene que cumplir la ley, no es que está en contra del animalito. Ellos se exponen a que les cierren el restaurante y también verían su marca afectada si por el criterio de un inspector, deben solicitarle a un cliente que se retire del lugar porque es prohibido permanecer con mascotas. Ahí inmediatamente comienzan a grabar alegando que es discriminación”, comentó Rodríguez.
Cabe recalcar que este reglamento, en su artículo 61, hace una excepción para toda persona con discapacidad física o psicosocial que “requiera de un animal de asistencia”. En estos casos, las perros sí podrán permanecer y circular por el restaurante, menos en la zona de preparación de alimentos.
Más allá de este criterio apegado a la ley, el presidente de Cacore aseguró que el mercado costarricense demanda restaurantes que permitan el ingreso de mascotas y que muchos dueños de locales están anuentes.
Sumado a esto, la organización ha realizado consultas a tecnólogos de alimentos y otros profesionales, las cuales han arrojado que sí es posible generar condiciones salubres para que los animales convivan en estos negocios, empezando por aquellos que tienen zonas al aire libre.
“Es algo que está pasando y creo que ya podríamos ir modificar ciertas cosas. Yo creo que sí se podrían buscar cambios para permitir las mascotas o una directriz que diga que cada restaurante puede determinar si lo permite o no”, finalizó el presidente de Cacore.