Ella se siente empoderada y está enfocada en el estudio y en el futuro. También está convencida de que su cuerpo es suyo y que por ello hace con él lo que quiera.
Esta historia tiene que ver, relativamente, con “vender el cuerpo”. Pero de entrada aclaro: no hablo de prostitución.
El ingenio y las diferentes plataformas digitales han permitido que la innovación y formas de percibir ingresos cambien de manera generosa. Lo vemos, principalmente, con los llamados influenciadores a los que las marcas les pagan por “vender” un producto mediante redes sociales. Pero esta historia va más allá de ofrecer zapatos o joyeria: aquí la oferta incluye piel y erotismo.
Patreon es una plataforma que nació como una opción en la que artistas y creadores pueden mostrar su trabajo a suscriptores (quienes deben pagar por seguir una cuenta) mientras ofrecen material exclusivo por diferentes montos que solamente se pueden pagar por ese medio para mayor seguridad. El espacio también ha sido tomado por chicas y modelos que ofrecen fotos “únicas” a cambio de dinero. Paula Madrigal es una de esas muchachas.
Sensualidad a la venta
El cuerpo de Paula Madrigal, menudo y delineado con prominentes curvas y llamativos tatuajes, es el protagonista del material que ella vende a sus suscriptores en la plataforma Patreon: fotos sensuales.
Los suscriptores pueden acceder y descargar el material que Paula sube a la plataforma, esto gracias a sus membresías de $12, $20, $40 y $65. En algunas ocasiones en los sets de imágenes ella incluye algún desnudo.
En este modelo de negocio Paula Madrigal encontró la posibilidad de tener un solvente respaldo económico. Ella cuenta cómo empezó.
“Amigos me contaron de la plataforma y que allí se podían hacer proyectos. Que las modelos lo usan mucho para subir fotos que no estén en sus redes, entonces la gente paga para ver ese contenido exclusivo.
Yo nunca les había hecho caso, pues no había tenido una necesidad de dinero extra y además, porque pensé que el proyecto no tendría éxito, que nadie iba a comprar las fotos”, contó Madrigal, quien antes hizo modelaje que define “informal” pues nunca fue parte de una agencia.
Hace cuatro meses Paula se fue a vivir sola y en el proceso la situación económica se estrechó por la cantidad de gastos que debía cubrir. Las circunstancias la hicieron “ponerse creativa” y los resultados fueron inesperados: sus fotografías fueron una sensación que en los primeros 30 días le generaron $7000 (más de ¢4.200.000).
“Empecé subiendo un set de cinco fotos por $12. Son fotos sexys. La mayoría son como en lencería. Otras sí son desnuda, pero son minorías. Mi propuesta no es algo sexual, pero sí sugerente.
Al principio eran cinco fotos que yo tomé con mi celular. No eran fotos profesionales. Me ha asombrado el apoyo de las personas. Noté que luego de mí muchas chicas empezaron. Me piden consejos. También me piden hacer fotos conmigo”, cuenta.
La robustez financiera que este trabajo le dio a Paula, hizo que dejara su anterior empleo en un call center y buscara opciones en su carrera de Ingeniería en Sistemas.
Su trabajo consta de hacer sesiones de fotos, subirlas a la plataforma (a veces desde la comodidad de su habitación) y de contestar mensajes a posibles compradores del material, quienes solamente pueden hacer la transacción mediante Patreon. La demanda ha sido tanta, que incluso ella valora contratar a una asistente que les responda a sus clientes potenciales mientras continúe en la plataforma.
Paula vende porque le compran. Sus imágenes son adquiridas ya sea para placer visual o quién sabe. De algo está convencida: lo que muestra es su cuerpo y con ello: “no hago daño a nadie”.
Una chica normal
El próximo mes Paula cumple 22 años. Ve en Patreon la ayuda perfecta para terminar de consolidar sus sueños importantes. Ella no quiere ostentosidades, sus prioridades están dirigidas a la profesión. De la carrera en Ingeniería en Sistemas le quedan solamente dos cuatrimestres y está emocionada porque ya tiene trabajo “en una importante compañía” en la que podría desenvolverse en el campo profesional.
En los casi cuatro meses que tiene vendiendo sus imágenes eróticas ha percibido ingresos con los que podría vivir holgadamente durante varios meses. Ello le permitió hacer regalos a su familia en Navidad, pasarse a una nueva casa en la que puede tener a su mascota y además, viajar.
“Con este trabajo puedo pagar mis sesiones. La lencería. Ha generado bastante dinero. En un mes gané ¢5.000.000: es increíble. La primera vez que me llegó el estado de cuenta eran como ¢4.000.000 y yo lo veía en la cuenta de Patreon y decía: ‘hasta que no esté en mi cuenta yo no lo voy a creer’. No pensé que fuera a tener tanto éxito. He tenido patrocinios. He trabajado con tiendas. Pasé de tener como 2000 seguidores en Instagram a tener casi 33.000”, detalla.
Las cifras pueden resultar asombrosas para una persona que solamente vende sus fotografías en paquetes que no son tan costosos ($12, $20, $40 y $65). Al inicio Madrigal vendía, además, su tiempo. Ofrecía citas de una hora por $100. Ella salía a comer con quienes lo compraban. Tenía otro de $300 y el tiempo de salida se extendía, pero su oferta era la misma: solamente compañía.
“De los de $100 hice poquitos y eran en lugares seguros. Los chicos y yo nos topábamos en un lugar público y luego me dejaban en el mismo lugar. Comíamos y ni siquiera era de tomar cerveza.
Luego hice uno de dos horas y media: ese era de $300 pero lo dejé por cuestiones de tiempo y porque no cualquiera paga esa cantidad solo por salir con uno. Al final decidí cerrarlos porque se prestaba para malentendidos. Hasta yo misma digo: ‘pagar esa cantidad solo por salir es un monto demasiado alto’. Recibo muchos mensajes preguntando que si la cita de $300 incluye algo sexual. Decidí cerrarlo. Porque solo las fotografías me están dejando mucho dinero, segundo por tiempo y tercero para que no se malinterprete que es prostitución”, explicó Paula.
Según las métricas del Instagram de Paula, en esa cuenta un 87% de sus seguidores son hombres que van de los 25 a los 34 años. Sus fotos de Patreon las compran algunas mujeres, mas la mayoría son adquiridas por hombres con edad promedio de 28 años.
“Yo he tenido conversaciones cortas con algunos de ellos. Muchos tienen trabajos muy importantes. Uno conoce gente muy interesante en la plataforma”, advierte. Sin embargo, dice, la única cercanía que tiene con sus compradores es meramente virtual, para así velar por su seguridad.
Meses atrás Paula subía cuatro sets (o sesiones de fotos) por mes. Con la idea de ir mermando, pasará a uno, para probablemente después dejar el negocio del todo y enfocarse en su carrera y quizá, en modelaje.
Experiencia en su piel
Físicamente Paula es delicada. Su voz es suave y sus palabras articuladas. Su cabello lacio es negro con un balayage miel que resalta sus ojos grandes.
Paula se muestra como una chica educada que habla claramente de lo que sabe. Sus gestos delatan que es una mujer tranquila, que no es pretenciosa pero sí introvertida; un hecho irónico para quien se muestra tan lúdica en sus fotos.
Su teléfono notifica constantemente muchos me gusta en las fotos, así como comentarios y mensajes por redes sociales con todo tipo de contenidos.
Ella cuenta cómo es vivir así.
–¿Cómo fue empezar con esta forma de ganar dinero? ¿Siempre se sintió cómoda?
Al principio sí tenía como un conflicto conmigo misma por mi familia. Entonces llegué a sentirme un poco mal, como que lo que hacía no era bueno. Pero tengo amigos de mente abierta. Amigas feministas, que decían que si 'vendía fotos de mi cuerpo no está mal porque es mío. No le hago daño a nadie. No me acuesto con nadie por dinero, a lo cual tampoco estoy en contra porque yo respeto a las trabajadoras sexuales. Que cada quien haga lo que quiera con su cuerpo.
Estas son solo fotos y estoy ganando mucho dinero, quizá más que muchos profesionales en el país. Voy a aprovecharlo. Me siento orgullosa, cómoda con mi cuerpo, más segura. A pesar de que los comentarios negativos que llegan son muy pocos, al principio me ponía a llorar. Ahora no me importa.
–¿Considera que este trabajo podría repercutir en su profesión?
En el trabajo que me dieron ya lo saben. Quería que esto no fuera un problema, no quería entrar y que luego me dijeran ‘que ya no’ porque vieron estas fotos. Quería aclarar todo bien para que no hubiera un malentendido y tuviera que retirarme de la compañía porque ellos no sabían (de su venta de imágenes sensuales). Ahora las compañías extranjeras tienen como mente más abierta. Por dicha lo mencioné.
–Usted ha dicho que no le preocupa que la venta de estas fotos pueda afectar su futuro, pues considera que en Costa Rica “todo pasa muy rápido”...
Cuando pasó lo de las elecciones, todos peleaban con todos y luego pasó. Es posible que en algún momento las fotos tengan una repercusión en mi vida, ya que (este tipo de imágenes) siempre se filtran. De todos modos siento que en Costa Rica todo se olvida. Obviamente si yo lo sigo haciendo por más tiempo pues es diferente. Creo que si decidiera dejar de hacerlo la gente podría llegar a olvidarlo.
–Es una persona de mente abierta. ¿Cómo se siente ganando dinero de esta forma?
Es una forma sencilla de hacer dinero (…).
Al principio fue un poco interesante porque mi familia materna es muy religiosa, entonces muchos estuvieron en contra. Decían que eso era como vender el cuerpo de uno. Yo les expliqué que no es que doy servicios de escort (acompañante remunerada) ni nada sexual.
Del lado de mi papá, él tiene hasta una banda de rock y me han apoyado mucho con esto.
–¿Se ha sentido juzgada?
Tal vez el 95% de los comentarios han sido buenos, me han escrito muchas personas hablando del empoderamiento femenino. Dicen que haga lo que quiera con mi cuerpo. Que respetan lo que hago. Hasta de otros países me han escrito para respaldarme.
Hay otras personas que se acercan y dicen que lo que estoy haciendo es prostitución porque aunque no tenga relaciones, estoy haciendo dinero con imágenes del cuerpo. Casi que esos son los comentarios que he recibido.
Yo opino que cada quien tiene su punto de vista y lo respeto. Es mi cuerpo, no daño a nadie vendiendo estas fotos. La gente decide qué comprar y sabe qué comprar.
–Me comentaba que hay suscriptores de Patreon que le piden que venda la lencería que usa en sus sesiones. ¿Le sugieren otras ideas?
Me dicen que haga sesiones de los pies, que venda lenceria usada. Que haga fotos bajo el agua. Que contacte a alguna chica y haga sesiones (ya las ha hecho, dice que con fines bastante sensuales y no lésbicos). La gente me pidió que vendiera la ropa interior que utilizo en mis fotos.
–¿Por qué empezó a incluir fotos de desnudos?
La verdad es porque me habían contactado de Suicide Girls (sitio web de fotografía erótica con chicas con perfil “rockero, metalero, gótico o punk”), la mánager de fotografía me dijo que si me interesaba hacer una sesión. Ella me dijo que pagaban $500. Me mandó ejemplo de fotos que tenía que subir. Incluye desnudos, parte de arriba no necesariamente abajo. Tomamos las fotos pero ese set no me funcionó; quiero hacer algo especial para que lo aprueben.
Incluí esos desnudos con el fin de no hacer una sesión nueva para Patreon esa semana, subí esa y aumentó un montón la compra. En diciembre gané $13.000 (cerca de ¢7.800.000). De todas las suscripciones que me llegan al mes, la plataforma se deja 7%. Aparte de eso, el banco no me cobra por tener el dinero en una cuenta. Todos estos meses ha estado subiendo.
Esto me hizo dejar mi anterior trabajo (call center). No porque quisiera dedicar mi vida a esto, sino porque quiero empezar a trabajar en algo más relacionado a mi profesión.
–En caso de que deje Patreon, ¿quisiera dedicarse de lleno a su carrera?
Pienso hacerlo como otros meses más. Tengo otros proyectos. Varias tiendas me han dicho que les gustaría trabajar conmigo. Tengo ganas de hacer un Twich que es plataforma en la que uno juega en línea y la gente paga por verte jugar normal, en ropa. La gente lo ve a uno y ve el juego. Me han contado que deja más dinero porque hay público de otros países. Dicen que con mi cantidad de seguidores me puedo ir metiendo y agarrando fama.
La verdad sí pienso dejar el Patreon. Solamente que si empiezo a trabajar con otra plataforma u otras marcas lo haría como proyecto secundario. Subiría solo un set por mes. Me interesa incursionar más en el modelaje.
–¿Se ha sentido amenazada con tantos seguidores?
A veces es abrumador. Siempre dejo el teléfono encendido por alguna emergencia o por si me tengo que despertar temprano. A veces me llega una llamada de un seguidor por videochat, porque yo no les doy mi WhatsApp. Pasa que me llaman. O en Instagram me mandan un montón de mensajes. He estado en bares y llegan a buscarme ‘para invitarme a una cerveza’.
–¿El contenido de los mensajes la han asombrado?
Me han escrito de todo. Dicen: 'usted es la mujer que le quiero presentar a mi mamá'.
Dicen que ‘se han enamorado de mí y que quieren darme un regalo de Navidad. O que en Navidad me querían presentar a la familia’.
Yo no acepto regalos. Decidí no tratar con efectivo. La forma más segura es por medio de Patreon. Aunque expongo mi identidad con las fotos, sé que es peligroso dar la dirección.
–¿Alguien se ha obsesionado?
Hay un muchacho que me puede enviar 30 mensajes al día. Me escribe por todos los medios.
¿Por qué compran?
Siendo internet un mundo en el que se puede encontrar todo tipo de material casi “a la carta”, surge la interrogante de por qué personas pagan exclusivamente por un material específico.
Marianela Arias, psicóloga y sexóloga, se refiere a este comportamiento.
“Lo que se me ocurre es que en esto de la sexualidad hay de todo. Cuando las personas tienen fijaciones o fantasías específicas pagan altas cantidades: he conocido a chicos que pagan por ver a una muchacha tomando un chupón con leche, por ejemplo. Lo que entiendo es que hay personas que se obsesionan con otras. A partir de ello están dispuestas a pagar. Hay casos en los que a las personas les genera ‘morbo’ que quien les ofrece el material sensual sea alguien que muestra quien es, que no oculta su identidad y que, incluso, comparte su día a día. Puede ser que ellos sienten que la conocen y están dispuestos a pagar la suma”, comentó la especialista.