Shelley Lubben se dice experta en lo que pasa dentro de la industria del porno. Se cataloga así porque participó como actriz en cerca de 30 películas para adultos a mediados de la década de los 90.
Su carrera, si bien no fue extensa, le dejó dos contagios de herpes, el virus del papiloma humano y su consecuente derivación en cáncer de cuello uterino.
“A mí me dijeron que yo iba a estar segura, que no me iba a pasar nada”, dice ahora con resentimiento hacia la industria hacia la cual se volcó como opositora desde hace más de 10 años.
Desde entonces, se convirtió en activista a través de la ONG Pink Cross Foundation (Fundación Cruz Rosa), que pretende ayudar tanto a las personas adictas a la pornografía como a los actores y actrices que participan de películas para adultos y que buscan cambiar de rumbo.
La ONG les da apoyo emocional, financiero y de guía para hacer una transición.
Lubben visitará Costa Rica para dar una charla en el Centro Internacional de Conferencias del Hotel Herradura, el lunes 16 de noviembre.
Ahora, su labor se enriquece con su testimonio en el que relata cómo fue maltratada tanto emocional como físicamente durante sus días de porn star . Cuenta sin tapujos cómo vivió en carne propia la trata de blancas, cómo supo del tráfico sexual, violencia por ser mujer y cómo vivió de cerca numerosos suicidios de colegas.
“La gente no conoce el lado terrible de la pornografía”, aseguró en una entrevista concedida por teléfono a este medio. Cuenta también que el dinero que hizo actuando en películas pornográficas ni supera ni iguala al que tuvo que invertir en su salud para recuperarse de las secuelas que le dejaron las escenas de actos sexuales.
Desde que cambió de acera, Lubben se dedica a dar conferencias con información médica para que los histriones de películas porno sepan a lo que están exponiendo a sus cuerpos. Les ayuda a buscar nuevas fuentes de empleo y les hace saber que, a pesar de que sus rostros y cuerpos son fáciles de encontrar en Internet, existe una puerta de salida para quienes protagonizaron filmes porno.
“Para las mujeres, principalmente, el set es muy violento. Van con la idea de que van a hacer escenas con un hombre y cuando llegan se dan cuenta de que lo que van a grabar es con muchos hombres. Si se resisten a participar, el productor las amenaza porque tienen un contrato engañoso ya firmado”, comenta.
Según Lubben, todas las actrices han sido coaccionadas alguna vez para que actúen en escenas que no quieren hacer, a cambio de un salario que no compensa de ninguna forma la denigración.
“Toda la pornografía es violencia contra la mujer, es degradante, es asquerosa, pero lo más triste es que eso es lo que mucha gente quiere ver, e incluso, está dispuesta a pagar por ello.
”Las personas son sexuales por naturaleza, muchas fueron expuestos a la pornografía en la niñez pero luego siguieron escalando y cuando se dieron cuenta perdieron a su pareja porque no supieron parar. La vida de muchas personas se echa a perder por una afición que no pueden controlar”, dice.
La exactriz en sus charlas comparte las conclusiones de su libro Verdades detrás de la fantasía de la pornografía , pero además le recomienda a quienes están deseosos de dejar la búsqueda de material pornográfico que acuda a grupos de apoyo, tenga un mejor control sobre los lugares donde accede a Internet y que encuentre un hobby que la haga cambiar de intereses.
Otro panorama
La cineasta sueca Erika Lust se comprometió a cambiar la imagen de la mujer que se presenta en las películas pornográficas tradicionales. Su trabajo, que también cabe dentro del contenido para adultos, coloca a la mujer en el centro de la acción, con historias contadas desde su perspectiva. Lust se asegura de que los actores estén cómodos con las escenas asignadas y que, antes de participar, hayan pasado por exámenes médicos.
“Cuando nosotros rodamos hay un ambiente muy bonito de grabación, no es esa típica sensación –por lo que me han contado muchas actrices– de un mundo de hombres, donde productores y directores incluso invitan a sus amigos para ver a las chicas, o se promueve el uso de fármacos para asegurar la erección o potenciar la eyaculación”, dice en una entrevista al diario español El País. “Quiero trabajar con gente que no respire pornografía”, concluye.
**Las entradas para la actividad donde estará Shelley Lubben tienen un valor de ¢42.500 para el sector VIP y¢13.250 para estudiantes con carné. El número para recibir más información es 7114-2905.