Quien domina los memes, domina al mundo. Bueno, tal vez no sea un axioma de la comunicación que se enseñe en las escuelas de ciencias sociales, pero sí que es innegable que la cultura del internet —especialmente la cultura del meme— ha cambiado la forma en que interactuamos, pensamos y concebimos el humor.
Quienes recuerdan la adrenalina de descubrir, en el ya lejano 2010, las versiones “neandertales” del meme, sabrán a qué me refiero. Figuras de palito con caras de “pokerface” y “lol” fueron los primeros pasos para la evolución de esta cultura. El crecimiento fue tal que no era de extrañarse que, si uno daba un paseo por el Mall San Pedro, encontrara decenas de tiendas con camisetas que tenían estampadas esas figuras.
Doce años después, por supuesto, el mundo es distinto y los memes también. Las razones varían dependiendo de a quién se le pregunten: el capitalismo tardío, el pesimismo global, la sociedad líquida... Todo aquello con lo que hemos convivido nos ha llevado a vivir el humor visual de nuevas formas, especialmente a través de montajes gráficos cutres, sucios, mal editados y, usualmente, acompañados de humor negro o paródico.
Más o menos así uno podría concebir el “shitposting”, que en español podría traducirse como “publicaciones de mierda”, entendidos bajo esa premisa de hacer contenido de baja calidad para provocar una reacción con el menor esfuerzo posible.
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Aunque es difícil de ubicar su comienzo, hay consenso en que el shitposting, como movimiento casi que underground, comenzó en foros de internet previo a las campañas políticas de Estados Unidos en el 2016, donde Hillary Clinton y Donald Trump estimularon la creatividad de los humoristas de a pie.
Por eso también es que el shitposting cuenta con una buena vida: es hecho por personas comunes, desde el anonimato. Es un humor que no viene desde la alta tarima de un standupero, sino que está inspirado en situaciones cotidianas. Por ejemplo, en ese 2016 tan caótico por las polémicas en torno a las elecciones de Estados Unidos, fue viral un meme de Donald Trump sosteniendo un acta firmada. En el texto aparece, como si se tratara de un decreto, una fotografía del juego UNO. La firma de Trump dice lo siguiente: “No más UNO. De ahora en adelante se llamará ONE”.
Precisamente, el meme es del pueblo y para el pueblo y Latinoamérica ha conseguido darle su propio sazón. En México, por ejemplo, no escasean memes del presidente Andrés Manuel López Obrador redactando un acta y que, a su lado, en un montaje súper cutre aparezca Ryuk, un personaje del animé Death Note, haciendo chiste de que lo que escribe el gobernante son nombres de gente que quiere que muera. Todos los insumos culturales con los que ha crecido las generaciones millenial y Z están al servicio del meme.
En Costa Rica el movimiento es importante. Gente que conocemos, colegas del trabajo y excompañeros del colegio toman tiempo de sus horas diarias para mantener cuentas de memes de este estilo. En medio de nosotros, habitan memeros graciosísimos que, en muchos casos, no sabemos son los responsables de las creaciones anónimas a las que reaccionamos.
Administrador 1, como llamaremos a nuestro primer caso de estudio, es un muchacho de 30 años que maneja varias cuentas de memes en Costa Rica. Su nombre no es casualidad: la cuenta de Instagram “Que buena mierda” está gerenciada por él y otro compinche suyo a quien llama Administrador 2.
Para él, su anonimato no se justifica en esconderse detrás de una computadora, sino porque el shitposting, en sus palabras, “es meter un mensaje bajo la puerta de una casa y para hacerlo lo más efectivo es que no sepan quién metió el mensaje”.
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Él tiene una filosofía particular para explicar dónde reside la gracia del shitposting. “Puedo estar mamando, pero a mí me gusta comparar esto con lo que cuentan los músicos punk cuando se refieren al rock de los 70. Ellos decían que en el punk descubrieron que no tenían que ser virtuosos como Jimi Hendrix alrededor de una expresión artística, ni conocer todos los fundamentos sobre ese pensamiento. La comparación que hago con el meme y el shitposting es que cuando empezó la democratización de herramientas digitales como el smartphone uno pudo ser más creativo. Es vacilón porque el mejor shitpost es el que no se piensa, sino el que se hace cutre”, explica.
Administrador 1 es un comunicador y músico de 30 años. Su aventura en la marea digital comenzó en su adolescencia, cuando descubrió sitios como 9Gag, Reddit y 4chan, foros en línea que acabaron siendo pioneros en la diversificación del meme.
Entonces, él pensó: “qué tuanis sería hacer memes, pero decir eso por ahí del 2010 era una locura”. Fue hasta su primer año estudiando comunicación que se topó en la universidad con otros fanáticos de la memística, así que decidieron emprender con una página en Facebook que, más que de hacer memes, se trataba de repostearlos.
Facebook dejó de ser el mejor sitio para memes y, por esto, la página murió. Administrador 1 no quería quedarse sin las ganas de seguir metido en ese mundo, así que contactó a quien se convertiría en Administrador 2 y crearon la actual Que buena mierda, un compilado de memes con más de 7 mil seguidores. “Alquiler de memes y activismo visual con fines de lucro”, dice paródicamente la biografía de la cuenta.
En los últimos meses, la cuenta ha tenido un solo enfoque: montajes sobre figuras políticas en el marco de la contienda electoral. Rodrigo Chaves, José María Figueres, Eli Feinzaig, Antonio Alvarez Desanti, Juan Diego Castro, Otto Guevara... Nadie se salva. Todos acaban como parodias, como le sucedió al diputado Dragos Dolanescu que en un meme sale comparado con Bane, el villano de Batman.
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Eso sí: el contenido de la cuenta suele regirse por la coyuntura. Por ejemplo, en tiempos futboleros, aparecieron memes como el del jugador Cristian Bolaños enviando un meme sobre el entrenador Jorge Luis Pinto al lado de una salsa Lizano. “jajaj pinto con Lizano”, dice el meme.
“Solo somos nosotros dos los administradores y hay una libertad absoluta. Me manda memes cuando puede y cuando quiere; yo igual publico cuando puedo. Antes tenía la disciplina de tener una tarde de memes, un día para hacer memes, como los viernes en la tarde, pero con el trabajo se va volviendo difícil porque tengo un trabajo de tiempo completo y tengo un cuarto de tiempo extra.
—¿Por qué seguir haciendo memes, entonces?
—El impulso se mantiene súper saludable. Imaginate que he pasado menos de hacer memes a estudiarlos, a tener curiosidad académica. He escrito varas más formales e incluso presenté una ponencia en la UNAM de México basado en mi experiencia. Aquí hay varas de comunicación social, de semiótica, que vale mucho la pena entrarle.
—¿Por qué creés que nos fascina el shitposting?
—Como te digo, yo era una rata millenial con acceso a internet y uno veía varas gráficas que se veían inalcanzables en lo estético. Pero me di cuenta que la llegada de la gente al espacio virtual también fue una forma de oponerse a que esto sea algo de las élites. Incluso cierto tipo de humor es prohibido por gobiernos. Tampoco creo que estemos en una gran utopía que nos permita expresarnos, pero creo que es una forma de aliviar tensiones por medio de un formato medio ambiguo. Los memes también son una forma de lidiar con la angustia que le tocó a esta generación.
—¿Te han eliminado publicaciones?
—La primera vez en la vieja página de memes uno iba descubriendo ciertos posicionamientos, sobre qué bromeas y sobre qué no. Una vez un mae publicó algo súper machista que fue poco a poco erosionando las relaciones dentro del mismo grupo y cada quien tomó su camino. Terminé haciendo duo con este otro compa de otras paginas de memes y para mí era importante que la página tuviera varas proabortistas, que fuera muy pro LGBTIQ y que también fuera abiertamente antiracista y antixenofóbico. A mí no me importa jugar con fuego con el humor, me encanta meter las manos al fuego, pero tengo principios. Hace poco con una vara de (Rodrigo) Chaves nos bajaron, por lo que ya tenemos varios strikes y nos pueden bajar la cuenta, pero está todo recopilado. Eso sí: es un tedio de mierda subir los memes a un respaldo (risas).
—¿Qué hace a un buen meme?
—Muy pedorramente uno podría decir que un buen meme es el que te hace pensar (risas), pero cada quien va forjando sus ciertos parámetros. Para mí un buen meme es el que me genere algo de interacción que me saque una risa, que me dé cringe (congoja) o me enfrente a algún pensamiento, algún meme que te deje un momento pensando, encontrándole el gusto.
—¿Creés que el shitposting vivirá para siempre?
—Sí pienso que no puede desaparecer hasta la siguiente revolución tecnológica, porque el shitposting es basura, es exceso de contenido. La única forma en que acabe es que uno piense una distopía extraña en que toda la tecnología se vaya a apagar. Probablemente desarrollemos nuevas formas de comunicarnos, pero no vamos a escapar del shitposting.
“Ahora hay gente que piensa en memes con formato de 360 grados. Tal vez algún maniático logre crear memes que se puedan oler o sentir. La humanidad tiene suficiente imaginación para crear maneras distópicas para los memes.
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Memes de autor
Desde su casa en Desamparados, Kevin Román toma el tiempo que se requiere para seguir edificando su imperio de memes. Sin miedo a que su nombre se conozca, es el autor de varias cuentas de shitposting.
La primera de ellas es “Los memes de Jehová”, una cuenta que incluye ilustraciones religiosas de libros de texto mezcladas con imágenes de Bob Esponja, Los Simpsons, Joker, La vaca y el pollito, Attack on Titan e infinidad de productos culturales. Es su cuenta más popular, con 13.5 mil seguidores.
Su figura como autor de memes se diversificó con la cuenta “La estatua de Debravo” que, como el mismo Román escribe en la bio, son “los memes mierda que merece nuestra literatura de mierda”. Román es graduado en literatura, es profesor y actualmente estudia una maestría en letras, lo que inevitablemente llevó a hacerlo pensar en memes sobre autores ticos, poesía joven y todos los clichés en torno a pretensiones artísticas.
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Por ejemplo, en una plantilla en que sale Mickey Mouse llorando al lado del perro Pluto, colocó un montaje en que se lee “una sola poesía tiene más fuerza que mil balas”. Abajo en la imagen, Mickey dice: “le leyeron una poesía”.
Para comprobar el eclecticismo, Román tiene la cuenta “Pilotips para ir a Qatar”, donde aborda memes sobre fútbol y la eliminatoria mundialista. En uno de ellos, por ejemplo, aparece un maltrecho montaje de Ross, el protagonista de la serie Friends, al lado de una foto irreconocible de Bryan Ruiz con veinte años. “Aunque no lo creas, ese mae nerfeó a Italia”, en alusión al gol que el tico anotó en Brasil 2014 contra los italianos.
Román cuenta también con “Cholomemes”, cuenta en la que bromea sobre música, especialmente heavy metal. Por ejemplo, aparece un titán de Attack on Titan pidiendo que pongan música de la banda Tool.
Finalmente, está su página personal que, como él mismo confiesa, “se volvió una página de memes, un remix de todo lo demás que hay en el resto de páginas”. Es sencillo acceder a su cuenta, pues todas las demás páginas de memes llevan su firma.
“Es que uno consume mucho de todo, de ver mejengas, de oír música, de leer”, dice. Siendo profesor de español en segunda lengua, Román no necesita excavar en su agenda para tener tiempo para los memes. “Salen solos y siempre tengo el celular a mano. El smartphone vino a resolver eso: ahora uno entra y en cinco minutos hace el meme”.
Román, al igual que Administrador 1, tiene 30 años. Creció con influencias similares, como las series South Park y La casa de los dibujos y, cuando descubrió la cantidad de memes que hubo en las elecciones entre Donald Trump y Hillary Clinton en Estados Unidos sintió un deseo incontrolable por ponerse creativo.
Empezó en Facebook, con páginas sobre cine en que parodiaba al crítico Mario Giacomelli, así como con otras cuentas como memes de Betty la fea, aprovechando la segunda vida que tuvo la telenovela en Latinoamérica.
“Pero Facebook murió y de repente ya Instagram no era un lugar solo para poner selfies y fotos bonitas de los viajes. Se convirtió en un lugar para reírse de todo, entonces ahí estaba la oportunidad de seguir haciendo memes”.
—¿Se te ocurren memes y los hacés al momento?
—Sí, a menos que esté bañándome (risas). En el mismo brete. Yo doy clases entonces, mientras los maes están haciendo ejercicios los hago. También viajo en bus y ahí voy haciéndolo. Obvio si ando de vida social no publico nada, pero si estoy viendo un partido de fútbol o viendo un debate aparecen solos.
—¿Tus estudiantes saben que sos memero?
—Algunos se han enterado (risas), pero la ventaja es que son extranjeros, entonces lo asumen diferente. Uno de ellos una vez me enseñó una página de memes australianos y obvio no entendí nada porque eso es muy local, es según cada cultura. Igual a algunos les hace gracia y otros dicen como ‘qué loco este mae’.
—¿Hacés todas las ideas que se te vienen a la mente?
—No saco toda la tarde para hacer memes. Se me ocurre sumarle texto a una imagen y lo hago, pero si hay una idea muy volada, que requiera mucho esfuerzo, no lo hago (risas). No tengo photoshop, yo uso las herramientas del cel. E igual la gracia de esto es que el montaje sea todo paque, como un recorte de periódico.
—¿Por qué no ocultás tu identidad?
—Mucha gente dice: ¿quién es este idiota que hace estas páginas? (risas). Estuvo en secreto, pero perdí mi cuenta personal porque se llenó de memes. Hay gente que me siguió y simplemente pasó. Hay gente que me conoce de antes y topa con las páginas y dicen como ‘qué loco este mae’.
—¿Tenés un proceso creativo al respecto?
—Son muchas conexiones, yo las veo así. Uno tiene un repertorio de memes que ya existen y referentes culturales de música, cine, etc. Yo escucho una frase de una canción y se me ocurre que podría ponérsela a Homero Simpson, Ignacio Santos o Keylor Navas. Es como cuando uno escribe poesía: es el mismo proceso creativo que une imágenes y dice: esto podría ser bueno. El meme por ser inmediato no es igual a cuando yo escribía narrativa o poesía porque tenía que llegar a la casa a desarrollar la idea en el Word. Ahora tengo el teléfono a mano, me mando las ideas a un grupo de Whatsapp en el que solo estoy yo y listo. Eso sí: vienen solos. Cuando uno los fuerza, no salen.
—¿Por qué sentís que creció la cultura del meme?
—Creo que son referentes generacionales, porque hay memes que se crean especialmente para la generación de mi mamá o mi abuelita. Los memes son universales. Por ejemplo, mi mamá comparte que son como del Chavo del 8. Para mí son como “ish”, pero les dan risa. A mí no me gusta tejer, pero me imagino que alguien tiene una página de memes de tejer. Siento que así funciona.
—¿Qué es lo que más te gusta del shitposting?
—Creo que es el humor de nuestra generación, fue lo que nos tocó. Antes lo que existía era la cadena de correos que mandaba un tío con una imagen graciosa. Ahora hay edición de texto y video, redes sociales. Es entretenimiento. Se crean las plantillas por sí solas y tienen su propia vida.
—¿Cuándo se quema un meme?
—Digamos, el meme de Will Smith dando la bofetada estaba condenado a quemarse porque iban a salir millones. Son plantillas que duran un mes. A veces los memes sobre algo cotidiano son los que perduran, los que creo que voy a ver en diez años e igual me voy a estallar (risas).
—¿Estamos ante el último escalón en la evolución del meme?
—El meme está en un tránsito entre la imagen y el video. La imagen estática del meme pasará de moda. Hay chamacos que vienen en TikTok siendo agentes del meme más activos. En algún momento nos vamos a cansar de tener solo la imagen. Me gusta pensar en el meme como un lugar de instancia narrativa. Es incierto como todo, pero lo bueno es que no hay que preocuparse sobre su futuro: al final del día solo son memes.
Un último ejemplo
“Shitposters CR” lleva el espíritu en su nombre. Esta cuenta, si bien atraviesa los terrenos políticos ante lo inevitable que resulta memificar al candidato de turno —por ejemplo, un montaje de José María Figueres con el cabello y barba de Rodrigo Chaves—, está dispuesta a tomar cualquier elemento habitual de nuestro país en un chiste.
Por ejemplo, cuando publicó al león de la organización antidrogas D.A.R.E. fumando un porro y con el lema D.E.L.E. O también, un emoji amarillo sacando el dedo del centro diciendo: “esto va para quienes odian las caldosas”. Sus más de 34 mil seguidores en Instagram y 31 mil seguidores en Instagram confirman que hay espacio para el meme tico.
Eso sí: la persona o las personas que están detrás de Shitposters son más reservadas. A través de correo electrónico conversamos sobre las preguntas inevitables en torno a esta fascinación.
—¿Cómo llegó la idea de hacer una cuenta de memes?
—Hay dos respuestas: la pensada y la real, jajaja. La pensada es que en ese momento estaba apenas comenzando esta nueva ola de shitposting y abstracción en los memes, al menos para nuestro país (shout-out a Memes de los que salen en Tosty y a Memes de Sorbetera también), y nosotros quisimos colaborar también y hacer una página dedicada justo a eso, con anhelos de que le sirviera a otra gente de inspiración para comenzar a hacer su propio shitposting y sumarse a esa nueva ola latinoamericana de memes que venía llegando.
”La real es bastante sencilla: Shitposters pasó porque nosotros compartíamos tantos memes en nuestras cuentas personales de Facebook que nuestros amigxs comenzaron a quejarse y nuestra solución fue crear una página y empezar a compartir lo que nos gustaba ahí, para que nadie alegara. Pero bueno, para cualquiera de las explicaciones, nació de la curiosidad de ‘bueno mae, si otra gente está empezando a hacer esto, nosotros podemos también’. Y ahí pasamos de solo compartir memes a comenzar a hacer los nuestros, y así surgió.
—¿Cuánto tiempo lleva la cuenta?
—Ya la fecha exacta no se sabe porque nos habían volado la página original, pero estamos desde setiembre del 2017. Ya van casi 5 años. Creemos que fue el 13 de setiembre, pero ahora eso solo lo sabe el incompetente de Mark Zuckerberg.
—¿Cómo logra sacar el rato para alimentar la cuenta en medio del día a día?
—Hay que estar demasiado mordido con todo lo que pasa, la verdad (y todo lo que ha pasado también), más porque nosotros nos pasamos a Twitter como nuestro medio principal y ahí las varas son así, todo primicia y todo más inmediato que nunca. Pero es vacilón la verdad.
”Y bueno, antes teníamos más chance de hacerle a la vara, jaja, pero diay, uno intenta seguir sacando el ratito. Es como una parte por deber a la comunidad (a uno le gustaría pensar que ya la gente espera que uno publique), y otra parte porque es genuinamente entretenido sentarse a hacer cualquier estupidez, como lo ha sido desde que comenzamos.
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—¿Por qué mantenerla viva?
—Porque muy feo dejarla morir, jajaja. No pero mentira, seguimos en la vara porque nos gusta la vara. Porque ha crecido con nosotros. Vivir pendiente de la actualidad nacional lo fuerza a uno a informarse también, a culturizarse. Eso promete. Además, seguimos siendo ávidos consumidores de memes, así que seguir en la vara también le permite a uno estar actualizado respecto a las nuevas tendencias y así, jajaja.
—¿Cuánto tiempo tuvo que pasar para que la cuenta contara con bastantes seguidores?
—Depende de lo que uno califique como “bastantes”, jaja. Porque para nosotros esto era un proyectito ahí de fin de semana, una idea equis y ya. Pero escaló inclusive desde los primeros meses a algo que nosotros no habíamos dimensionado jamás. Pero digamos, para ponerlo en perspectiva: cuando nos borraron la página la primera vez, que fue como a finales o mediados de 2018, ya teníamos como 28.000 seguidores (creo, puedo estar MFT). Ni un año había pasado. Y diay, ya eso para nosotros fue una estupidez, ya ahí vimos que al rato podíamos seguir y henos aquí.
—¿Cuántas personas colaboran para mantener viva la cuenta?
—Secreto de estado.
—¿Qué es lo que más le gusta del shitposting?
Honestamente, el poder mandar una imagen pixeleadísima y descontextualizada que nadie que no esté metido en la vara siquiera buscaría entender, y cagarse de risa en el proceso. Entre más abstracto, mejor. Eso y la cantidad de gente que puede relacionarse con uno por estar haciendo algo aparentemente inútil, jajajaja. Es muy buen ride poder relacionarse con gente e interactuar a través de los memes y el shitposting.
—¿Cuáles son otras cuentas de shitposting que aprecia o que le sirven de inspiración?
—Diay, la lista es interminable. Todo es una referencia, todo es una inspiración. Pero las mejores páginas son las que crean la mayoría del contenido, de fijo. Eso intentamos nosotros, jajaja. De las páginas viejas de Costa Rica que recordamos, claramente “Memes de los que salen en Tosty” y “Memes de Sorbetera”.
De las páginas actuales, “conejodeescalante”, “quebuenamierda”, “memes_que_iban_a_sand”, “thirdworldexperience”, “memes_de_jehova”, “tropicalcapitalism chang_y_sus_amigos”, “la_estatua_de_debravo”. Pero bueno, de páginas de Latinoamérica y Centroamérica hay miles que valen la pena. Como con muchas otras cosas en la vida, el mejor shitpost es el latino. Entonces nuestra recomendación es: sígannos en Twitter y en Instagram (shameless plug), y fíjense a quién seguimos y qué retuiteamos o compartimos en historias. Ahí de fijo encuentran algo que además de hacerles cagarse de risa, les inspire como a nosotros.