Decir demonio de Tasmania es acordarnos de Taz, aquel bicho de los once mil diablos y enemigo jurado de Bugs Bunny y el Pato Lucas.
Ese personaje de la Warner Brothers se inspiró en un pequeño marsupial, de terrible olor, que se alimenta de carroña, del tamaño de un perro pequeño y muy feroz que habita en Tasmania, una pequeña isla de Australia, y que hoy se encuentra en peligro de extinción.
Una raro cáncer, detectado hace diez años, y para el cual no se tiene una cura, diezmó la población de demonios en un 80%.
De seguir ese ritmo, se calcula que desaparecerían en un plazo de cinco años, según una información publicada por El País de España.
La enfermedad se pudo identificar en el 2010.
Este cáncer se caracteriza por la aparición de grandes tumores en la cara y el hocico del demonio y luego ataca los órganos internos. El animal muere de hambre.
Para mayor inri, el padecimiento solo se puede detectar a la edad de dos años, cuando ya puede ser demasiado tarde para hacer algo.
Hace diez años, cuando este cáncer empezó a atacar a estos marsupiales (animales que terminan su desarrollo en una bolsa, fuera del útero) justo se estaban recuperando de décadas de caza.
La iniciativa Save the Tasmanian Devil ya tomó sus previsiones para el peor de los escenarios: la extinción.
Aislaron a 15 ejemplares sanos, en una especie de finca cercada, con el fin de reintroducirlos en caso de desaparición.
“Tenemos cinco años para reintroducirlos en su hábitat natural; si no lo conseguimos, se extinguirán y solo podrán existir en cautividad”, aseguró el director del proyecto, David Pemberton, en la nota de El País.
La consanguinidad es uno de los factores que explicaría la alta incidencia de ese raro padecimiento.
Save the Tasmanian Devil y la Universidad de Tasmani atienen el ADN de estos marsupiales con un doble propósito: prever la extinción y evitar que se apareen miembros de la misma familia.