Hace un par de semanas, protegiéndose del fuerte sol con sombrillas o resguardándose del frío de la noche en tiendas de campaña puestas sobre la acera, cientos de personas hicieron fila durante más de 24 horas afuera de un centro comercial, empujadas por la esperanza. Fue su último intento para comprar una entrada al concierto que Bad Bunny presentará en Costa Rica esta semana.
Aguantaron hambre, frío, sol y las ganas de ir al baño: todo valía la pena. La productora del show del cantante puertorriqueño en suelo tico anunció sorpresivamente que saldría a la venta un último lote de boletos. Tomando en cuenta que los tiquetes se creían agotados desde hacía meses, aquella noticia dio un hilo de esperanza a los que se habían resignado a escuchar el concierto más esperado del año desde las afueras del Estadio Nacional.
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En redes sociales sobraron las burlas y críticas a estas personas y la “locura insensata” que estaban cometiendo, pero para quienes lograron obtener el ansiado boleto, los insultos fueron lo de menos. En sus manos tenían la llave para entrar al espectáculo del que hoy es considerado el solista más popular del mundo (no nos odie por la afirmación, ya casi vamos a explicarla).
Nos guste o no, Bad Bunny es una estrella. No es algo antojadizo y su triunfo no corresponde solo al 2022, pues el reguetonero boricua —acuerpado por una maquinaria de producción y mercadeo gigante— empezó a causar conmoción desde hace seis años, cuando irrumpió pateando paradigmas en la industria de la música internacional.
Este jueves 24 de noviembre Bad Bunny cantará por segunda vez en Costa Rica. El World’s Hottest Tour será en el Estadio Nacional, en La Sabana, bajo la producción deOne Entertainment.
Con pasos seguros, un estudio minucioso del mercado, un personaje disrruptor que cuestiona la masculinidad y canciones producidas con todos los elementos necesarios para convertirse en éxitos virales, Bad Bunny logró en el último lustro convertirse en un hito de la música en el orbe. Y lo hizo incomodando.
Para entenderlo, pongámoslo en perspectiva: el disco Verano sin ti, el más exitoso hasta la fecha de Bad Bunny, esta semana se convirtió en la primera obra en español en ser nominada al premio Grammy al Mejor Álbum del Año, categoría en la que competirá con gigantes del mercado anglo, como Beyonce, Adele, Harry Styles, Kendrick Lamar y la leyenda sueca ABBA.
Bad Bunny logró llenazos absolutos en su gira de estadios (¡estadios!) por Estados Unidos con un repertorio completamente en español, atrayendo a un público diverso y a miles de personas que no entienden el idioma. Su caso lo diferencia de otros artistas latinos que se lograron cotizar años atrás en Estados Unidos, pues Ricky Martin y Shakira, para mencionar dos de los casos más notables, debieron hacer el crossover y empezar a cantar en inglés con tal de expandirse a Europa y Norteamérica.
El boricua es el primer músico no angloparlante en ganar el premio al Mejor Artista del Año, de parte de MTV; su gira a lo largo del 2022 ha recaudado más de $120 millones; en el 2020 y el 2021 fue el intérprete más escuchado en Spotify, con 8.300 millones y 9.100 millones de streams, respectivamente, y el año pasado solo la súper banda coreana BTS logró superarlo en reproducciones en Youtube (tuvo 5.300 millones de visualizaciones).
El 2022 empezó para Bad Bunny con mínima actividad en redes sociales. Su primer post en Instagram es apenas de mayo pasado y desde entonces solo ha “colgado” 14 imágenes, suficientes para sumar casi 44 millones de seguidores para @badbunnypr. En Tiktok también se inauguró este año y ya cuenta con 29 millones de followers.
El rapero puertorriqueño, de 28 años y cuyo nombre real es Benito Antonio Martínez Ocasio, ha sido criticado por el contenido explícito de muchas de sus canciones y al mismo tiempo aplaudido por decir abiertamente lo que mucho piensan pero no se atreven a expresar. Dependiendo de a quien se le pregunte, sus canciones pueden tildarse de misóginas o a favor de la diversidad, y su muy característico estilo vocal es blanco frecuente de sus detractores. Y todo puede ser cierto y, aún así, el Conejo Malo porta hoy una corona que costará mucho que pierda.
Su caso ha sido de estudio y medios de comunicación, académicos y expertos en historia, sociología y cultura han dedicado investigaciones al fenómeno Bad Bunny.
Las comparaciones no siempre son bien apreciadas y hace un par de años le llovieron críticas a un periodista de La Nación que en un texto hizo la analogía entre el impacto de Bad Bunny con el que provocó Kurt Cobain con Nirvana en los 90. Sin embargo, lo del boricua y el trap que representa es solo el más reciente eslabón de una cadena que se extiende a lo largo de toda la historia de la música popular, con artistas que llegan y cambian las reglas del juego en su respectiva generación, sean The Beatles, Elvis Presley, Madonna o el mismo Cobain.
Todos ellos tienen en común haber marcado un cambio, rompiendo paradigmas. Como lo dijo Carlos Soto en el artículo en el que comparó a Bad Bunny con Kurt: “A los progenitores no les gustaba sentir que sus retoños no crecerían para ser adultos responsables, claro está y era fácil echarle la culpa de todo esto a Cobain. Pero más allá de la música, la sociedad estaba cambiando”.
Sí, la sociedad sigue cambiando y Bad Bunny es parte de ese cambio. El reguetón desdibujó las líneas que establecían tácitamente qué se podía decir o no en una canción que aspirara a ser masiva y por eso es entendible que muchos adultos, incluso aquellos que fueron los punks y metaleros de los 80s y 90s, hoy se espanten al escuchar a sus hijos e hijas cantar algo como “si tu novio no te mama el culo, pa’ eso que no mame”.
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Es precisamente esa mutación la que expertos consultados como Fo León, gestor cultural especializado en música, y Jorge Castro, productor musical y miembro de la Academia Latina de la Grabación (responsable de los premios Latin Grammy) reconocen como parte esencial del éxito de Bad Bunny.
¿Por qué, por qué Bad Bunny?
La música latinoamericana es compleja. La variedad y riqueza de ritmos, fusiones, géneros, instrumentos, ejecutores e intérpretes le da una sonoridad muy suya. Grandes exponentes han llevado la bandera, pero la trascendencia de Bad Bunny en el mundo ha sido pocas veces vista. ¿Por qué?
Empecemos por los inicios del cantante. Tal vez por ahí podamos comprender un poco el sentido aspiracional del sueño americano que logró el puertorriqueño, siendo un ejemplo de figura luchadora para sus seguidores.
Benito nació el 10 de marzo de 1994 en la localidad de Vega Baja, en Puerto Rico. Es conocido que mientras trabajaba como empacador en una tienda en su ciudad natal, ya él soñaba con convertirse en uno de los mejores cantantes de todos los tiempos, como lo ha dicho en entrevistas.
Al igual que posiblemente muchos jóvenes raperos lo están haciendo en este momento, Benito cantaba en su cuarto, se grababa con un teléfono celular y encontró en las redes sociales y plataformas digitales un escaparate que expuso ese estilo propio y particular con el que sorprendió.
“Bad Bunny ha logrado envalentonar a muchos. Muchos muchachos hacen música y la comparten, eso es algo muy positivo; a partir de esa inspiración se generan muchos principios. Habrá que ver los finales de esos chiquillos que están haciendo música en la casa”, comentó Fo León.
El gestor cultural agregó que esta generación ha sido energizada por Bad Bunny porque en él encuentra coincidencias con sus vidas, existe una identificación con el artista. Además reconoció que, por ejemplo en el caso de Costa Rica, hay disqueras grandes como Warner Music o Universal Music que están firmando jóvenes artistas urbanos y eso genera un dinamismo en el mercado que no se había visto desde los años 90.
Con él estuvo de acuerdo el productor Jorge Castro, quien explicó que la historia de superación de Benito llama la atención. “Es interesante ver de dónde viene y a dónde ha llegado. Es de admirar cómo el sueño americano se hizo global”, dijo.
Después de este análisis vienen otros, pero vamos a ahondar en la representación y defensa de la latinidad de Bad Bunny.
“Yo siempre creí, desde el principio, que yo podía llegar a ser grande, que yo podía llegar a ser uno de los mejores cantantes del mundo sin tener que cambiar mi cultura, mi lengua, mi idioma, mi jerga; yo soy Benito Antonio Martínez de Puerto Rico para el mundo entero”, dijo mientras recibía el premio a mejor artista del año de parte de MTV este 2022, cuando superó a nombres como Drake, Ed Sheeran y Harry Styles.
Esa defensa y representación de sus orígenes y cultura son características que León destacó en su análisis. “Dentro del fenómeno hay algo muy particular y es lo bien que representa a los puertorriqueños”, afirmó.
El investigador hizo una observación más allá de los boricuas y es que Bad Bunny reafirma un discurso desde la “no blancura” que ha tenido un efecto fuerte en la sociedad. “De alguna forma todos nos sentimos en el margen, hay una cuestión que conecta, aunque él sea ‘pálido’ en comparación con la gente donde nació. Si lo ubicamos en Europa, sigue siendo un moreno latino”, explicó León.
Aquí cabe destacar otro aspecto relevante y es que Bad Bunny muestra en su música y en su personaje un estilo de vida de vanguardia que, según León, tiene muchos guiños -unos más honestos que otros- al debate social. León mencionó dos ejemplos recientes, como la canción Titi me preguntó, en la que se prepara a los niños a enfrentarse a un cierto tipo de masculinidad, y también el video de El apagón, que es una especie de documental en el que el cantante expone problemáticas sociales de Puerto Rico.
En cuanto al alcance global del artista, Fo León dio una explicación fundamentada en el mercado estadounidense al que Bad Bunny, por ser puertorriqueño, tuvo acceso tal vez de manera más fácil que otros. De ahí saltó al orbe.
“Hemos visto la situación con Puerto Rico desarrollando su talento y consolidándose gracias a un acceso al mercado que hay en Estados Unidos, gracias a la infraestructura del know-how gringo. No es lo mismo tener mucho talento en Puerto Rico que tener mucho talento en Costa Rica. Eso es importante tomarlo en cuenta”, afirmó León.
Con la conquista estadounidense, Bad Bunny tuvo más facilidades para expandir su reinado. Estados Unidos le ha dado una alfombra roja para que pase a su gusto y algunos ejemplos de esto son su participación en el show de medio tiempo del Super Bowl del 2022, como invitado de Shakira; ser el primer artista urbano en la portada de la edición estadounidense de Rolling Stone; debutar en la cima del Billboard 200 con Un verano sin ti (su cuarto disco de estudio); ser parte de la Wrestlemania 37, y ser considerado como una de las 100 personas más influyentes de la revista Time. Sumemos además su ascendente carrera como actor, tras participar en la serie Narcos de Netflix y figurar en el cine en el taquillero filme de acción Bullet Train (donde trabajó codo a codo con Brad Pitt).
Bad Bunny, el personaje de Benito
Bad Bunny pisa el camino que otras grandes estrellas han recorrido. No es una fórmula nueva, pero cada vez que alguien así aparece para marcar diferencias entre generaciones, el escándalo viene por añadidura.
León explicó que históricamente entre las generaciones hay rupturas; un ejemplo es lo que escuchaban los padres y lo que ahora oyen sus hijos. “De la misma forma en que las bandas de jazz fueron disruptivas en los años 30 o las de rock and roll en los 50, hasta el nacimiento del pop, el hip-hop o el disco; hay tipos de resistencia entre las generaciones anteriores, pero existe un hilo que las conecta transversalmente”, dijo.
Bad Bunny viene a ser heredero de varias corrientes disruptivas: el reggae panameño, el reguetón puertorriqueño y el hip-hop estadounidense.
“El pop juvenil tiene como deber diferenciar a las generaciones con la música que las representa. En su momento el rap, el punk o en la salsa de la orquesta La Fania All-Stars fueron disruptivos, eran diferentes y eran considerados inferiores”, agregó el especialista.
Vamos ahora a la imagen, que también es de suma importancia para el artista ya que es parte del mensaje que se transmite. Todo entra por la vista, no lo olvidemos.
“Estamos en un tiempo de un reanálisis de la masculinidad. Entonces es interesante ver cómo él camina la línea muy delgada de la masculinidad tradicional conservando cierta cuestión de erotismo contrastado con otro montón de gestos a la modernidad que van decorando todo”, analizó Fo León.
León explicó que en temas de ropa, Puerto Rico siempre se ha destacado, como sucedió con la llegada del reguetón de hace 20 años o la salsa de hace 40. “Está la tradición boricua: veamos el cabello, los anillos o los lentes de Héctor Lavoe; siempre ha existido una cuestión ‘latin lover’ estética y pulida. Bad Buny está dentro de la tradición pero juega con más elementos y arquetipos femeninos que están en boga actualmente”, comentó.
Los colores pasteles, los lentes, los zapatos que utiliza Benito, según explicó León, son parte de una herencia muy marcada de los salseros de los años 70.
La música
“En gran parte el surgimiento de las redes sociales y las plataformas digitales han favorecido mucho que un fenómeno como Bad Bunny se haga global. Puede ser que a alguien le guste y a otros no, pero tiene su impacto”, afirmó Jorge Castro.
Aquí destaca otro aspecto importante a considerar: el contenido de las letras de las canciones de Bad Bunny y su producción musical han sido tema de intensas e interminables discusiones.
“En lo personal no comparto sus letras, el trato a la mujer, por ejemplo. Pero a nivel mundial tiene un impacto y lo confirmamos con la nominación que recibió a los Grammy en el apartado de mejor álbum del año”, agregó Castro.
El productor expresó que en música el éxito tiene mucho que ver con el ritmo y lo que este provoca en la gente. “Tal vez musicalmente no sea muy elaborado, son armonías totalmente sencillas, no tiene una profundidad, ni tampoco las letras, pero a la gente le gusta y la entretiene”, aseveró.
Sin embargo, a nivel de producción, lo de Bad Bunny está bien hecho, se graba en los mejores estudios con los mejores ingenieros. “Tiene un sonido poderoso y fuerte”, dijo Castro.
Por su parte, León reconoció la evolución que ha mostrado Bad Bunny desde que inició formalmente en el 2016.
“Más allá de que guste o no, dentro del género se ha vuelvo muy ambicioso. Ya camina en terreno sólido, entonces se atreve a hacer muchas cosas, como en el último disco. Muestra letras cada vez menos ligeras aunque tiene las clásicas canciones que pagan la renta”, aseveró el especialista.
Esto sucedió, según León, con The Beatles, que pasaron de ser una banda de pop ligero a una de rock psicodélico. “Son evoluciones interesantes, entran por un lado y luego se comienzan a complejizar”, agregó.
¿Y las críticas por las letras explícitas y la sexualización? El contenido erótico cargado es típico de la música pop, afirmó León. “No es algo que inventó Madonna o Elvis Presley moviendo la cadera de manera escandalosa. La sexualidad y el erotismo son de las herramientas más fuertes en la música popular”, sentenció.
Acciones y mensaje social
Ya sea por sus canciones polémicas, su escandalosa forma de expresarse o su manera de vestir, Bad Bunny acapara las miradas y utiliza cualquier plataforma también para demostrar sus intenciones sociales.
El más reciente ejemplo es El apagón. La canción retrata la crisis de energía y la desigualdad que carcomen a Puerto Rico. Esta pieza y su respectivo video arrojaron luz sobre el drama de los desalojos que sufren los residentes de bajos ingresos de San Juan para dar paso a viviendas millonarias, explicó The New York Times.
También se exponen los severos problemas de suministro eléctrico que experimenta la isla desde que fue atacada por el huracán María, en el 2017. El documental es obra de la periodista puertorriqueña Bianca Graulau.
El trato y la referencia a la mujer en las canciones de Bad Bunny ha sido ampliamente estudiado, pero el artista se considera un defensor de las mujeres y un antimachista. Yo perreo sola y Solo de mí son dos de las canciones que han sido utilizadas como una bandera de empoderamiento femenino; Andrea, por su parte, fue estrenada para levantar la voz ante el feminicidio de Andrea Ruiz, ocurrido en Puerto Rico en el 2021.
Se recuerda también cuando en el 2020 el artista asistió a una entrevista con el popular conductor estadounidense Jimmy Fallon, vestido con una enagua y una camiseta que decía: “Mataron a Alexa, no a un hombre con falda”, haciendo referencia al asesinato a tiros de una mujer trans en Puerto Rico luego de que utilizara un baño de mujeres.
Otra de las manifestaciones sociales de Bad Bunny que demuestra su sentido de pertenencia con Puerto Rico fue su participación en las masivas protestas contra el gobernador de la isla, Ricardo Rosselló, quien fue involucrado en un escándalo luego de que se filtraran mensajes suyos en los que se expresaba de manera homófoba y misógina.
Sobre este caso, Bad Bunny se unió a su colega y compatriota René Pérez (Residente) y escribieron juntos el tema Afilando los cuchillos.
Genio y figura
Todo apunta a que Bad Bunny seguirá levantando roncha, que su música siempre será polémica... así es como él lo quiere. Y como para gustos los colores, no es necesario que le agrade a todo el mundo. Con que le guste a los necesarios a él le basta.
Eso sí, parece que los necesarios son la mayoría: los números de reproducciones lo acuerpan, los conciertos sold out lo confirman y los premios a granel lo reafirman.
Bad Bunny está rompiendo con una línea y es la banda sonora de una generación nueva, de nuevos estilos y sonidos. Tal vez en unos años sea recordado como lo que es, una marca más en la historia, y dará paso a nuevos protagonistas de cambios y polémicas.