Tenemos un problema frente a nuestras narices y aún así nos hemos venido haciendo de la vista gorda. Sin embargo, este año la Organización de Naciones Unidas (ONU) alzó la voz: la industria de la moda es una emergencia ambiental.
Durante la última reunión de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa realizada en Ginebra, Suiza, se trató el tema y se plantearon cifras alarmantes.
La industria de la moda es una de las más grandes del mundo, genera 2.5 billones de dólares anuales (imagínese, si fuera un país sería la sétima economía más grande del mundo), y también es una de las más contaminantes.
¿Sabe cuánta agua se gastó haciendo los jeans que usted utiliza hoy? Según Birgit Lia Altmann, una de las analistas de la ONU, para hacer un pantalón de mezclilla se requiere un kilo de algodón y para producir esa cantidad de algodón son necesarios 10.000 litros de agua... lo mismo que consume una persona en diez años.
¿Y su camisa? Se estima que la elaboración de una camisa de algodón requiere de 2.700 litros de agua, lo que toma una persona en dos años y medio. De hecho, el algodón es la planta que más requiere agua en el planeta ; a pesar de eso, este sigue siendo nuestro material favorito para vestirnos. ¿Se dan cuenta?
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El sector también impacta la atmósfera, es responsable del 10% de las emisiones de dióxido de carbono. Para darnos una idea, esto es más que las que producen todos los vuelos internacionales y el envío marítimo de mercancías juntos.
¿Hay alguna solución? En el marco del foto ReAct que se realizó en el pasado Mercedes-Benz Fashion Week de San José, conversé con Stefanie De La O, diseñadora nacional y activista en temas ambientales. Según ella, en Costa Rica aún no hay una gran industria desarrollada lo que nos permite la oportunidad de aprender de los errores de otros países y desarrollar prácticas sostenibles con el medio ambiente.
En esa línea destaca el trabajo del costarricense el diseñador costarricense Álvaro Núñez, creador de Autóctono, una marca de diseño ético y responsable que recupera las técnicas y diseños de las comunidades indígenas. Su trabajo son piezas únicas que no están sometidas a procesos industriales, elaboradas por artesanas costarricenses que utilizan los textiles tradicionales y el cuero.
También hay diseñadores nacionales que se han propuesto disminuir al máximo el desecho en sus trabajos, de manera que hacen prendan para aprovechar los retazos, tal es el caso de Óscar Ruiz-Schmidt y su marca Obra gris, y la diseñadora de joyas y accesorios Ana Gutiérrez, entre otros.
Sin embargo, ¿dónde queda mi cuota de responsabilidad y la suya?, ¿cuál es nuestro aporte? Esta sociedad del consumo que nos hace adquirir prendas de una moda pasajera y de baja calidad que terminarán siendo usadas apenas una vez y luego desechadas. De hecho, cada año se pierden unos $500.000 millones debido a la ropa que apenas se usa y 40% de la ropa que es comprada nunca se utiliza.
¿Cuándo vamos a comprar ropa en qué pensamos: en la tienda de fast fashion, en ir de shopping a Miami o en visitar al diseñador nacional? Tal vez si favorecemos el esfuerzo por proteger al medio ambiente que hacen otras personas y si compramos lo que realmente necesitamos, podamos hacer un cambio.
Cuestionar nuestras acciones como consumidores podría hacer realidad lo que la activista Stefanie De La O plantea: que Costa Rica sea una industria autosuficiente y sostenible para la agenda 2030 de las Naciones Unidas.
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