A simple vista es solo un documento más. Son cuatro hojas en un tono amarillento, manchadas por los años. En ellas hay líneas y líneas de texto con unas palabras más fáciles de leer que otras. Además tiene errores ortográficos y una larga explicación que termina con muchas firmas.
Sin embargo, basta con leer algunos párrafos para comprender la importancia que tienen esas hojas, con las que es posible volar a otra época y conocer cuáles eran las preocupaciones, deseos e intereses de sus firmantes.
Al final, en el documento, fechado el 25 de julio de 1824, hay plasmadas 25 firmas… ¿casualidad?, es difícil saberlo. Lo que sí se sabe, es que esos cuatro folios son los que conforman el Acta de la Anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica, un documento histórico que esconde un colosal trasfondo.
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A grandes rasgos, no es difícil concluir que la unión del Partido de Nicoya al país representó un cambio a nivel social, cultural, político y económico, que hasta la fecha prevalece. Y, aunque suene trillado, con total seguridad hoy se puede decir que Costa Rica no sería la misma sin Guanacaste, una provincia llena de riqueza por todos los flancos en que se mire.
Sin embargo, para llegar a esto, ocurrieron algunos acontecimientos que si bien son conocidos por unos, también son desconocidos por otros. Un acta anulada, una palabra mal utilizada y un poderoso linaje son tan solo algunos de los detalles detrás de la Anexión del Partido de Nicoya, que este 2024 celebra 200 años de ser parte de Costa Rica.
Este es un recorrido por las curiosidades que marcaron la incorporación del Partido, integrado por los pueblos de Nicoya, Santa Cruz y Villa Guanacaste (actual Liberia).
Unión, no anexión
Aunque a la festividad del 25 de julio tradicionalmente se le conoce como Anexión del Partido de Nicoya, lo cierto es que anexión es un término empleado incorrectamente para la fiesta.
De acuerdo con los historiadores y estudiosos del tema, lo que ocurrió con el Partido de Nicoya fue una unión o incorporación a Costa Rica. La razón es sencilla, una anexión hacía referencia a un proceso que se realizaba por la fuerza, que era violento y por medio del cual, un país se adueñaba de otro o de un estado o región. Y este no fue el caso.
Incluso, para ese entonces, dicha palabra era poco utilizada, poco conocida.
“Aunque nos duela a los guanacastecos, porque hay muchas personas resentidas, no deberíamos hablar de anexión. Dicho término se empezó a hacer famoso en el mundo en 1846 cuando Texas, de México, fue anexada a Estados Unidos y ahí se comenzó a hacerse popular el término anexión.
“Y aunque en Costa Rica lo comenzamos a utilizar, la diferencia entre ambos acontecimientos es que mientras Nicoya lo hizo libre, ‘de la Patria por nuestra voluntad’, lo de Texas fue militar, agresivo, por la fuerza y aquí no existió fuerza, ni violencia”, comentó Ronal Vargas, profesor e investigador de la historia de Guanacaste.
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De hecho, el término anexión ni siquiera aparece en los documentos del Partido de Nicoya firmados en el siglo XIX.
“Si usted lee en los cuatro folios del acta, no lee ni una sola vez el término anexión, los vocablos que se utilizan en la época son el de unión y agregación; y eso es importante porque hemos manejado en un imaginario colectivo, un vocablo que no existe o no se utiliza en la época.
“Y a pesar de que se puede usar como sinónimo de unión, agregación o incorporación, es un vocablo impreciso, porque ni siquiera en la invitación que hacen las autoridades de Costa Rica el 5 de marzo de 1824 está”, detalla Vargas.
Según explica el historiador, contrario a lo que muchos piensan, este es un término relativamente nuevo, pues hasta hace menos de un siglo atrás tampoco se utilizaba. Como muestra de ello, con la declaratoria sobre la efeméride del 25 de julio, en 1938, la Asamblea Legislativa llama a la festividad ‘la incorporación’ del Partido de Nicoya.
“Incluso, en 1956, se hace una reforma a lo avalado y se mantiene en el artículo primero: ‘Declárase día de fiesta nacional el 25 de julio de cada año, como justo reconocimiento del país a los pueblos del antiguo de Nicoya en la fecha de su incorporación al Estado de Costa Rica’”, afirma.
Por tales motivos, tiene más sentido histórico, lingüístico y semántico hablar de ‘incorporación’.
El acta anulada
Pese a que mucho se habla de la Anexión del Partido de Nicoya, existe un documento en el que este territorio rechaza, en un cabildo abierto, unirse a Costa Rica. Este fue firmado días antes de que quedara en firme el acta que celebramos este 25 de julio.
“Los representantes del pueblo dijeron que no querían incorporarse a Costa Rica, que preferían seguir independientes o unidos a Nicaragua; y suena raro decirlo, porque es un documento histórico también, pero fue tachado en 15 días y fue invalidado. Por tanto es un documento histórico que no tiene validez, pero que está ahí para el recuerdo”, comenta Vargas.
Pero, ¿qué pasó en esos 15 días para que el Partido de Nicoya cambiara de opinión?
Al parecer, los dirigentes de aquel entonces trataron de hacer un balance sobre lo que más le convenía en ese momento al territorio. Comenzando por los problemas bélicos que existían en Nicaragua, que dificultarían el comercio.
“Detrás de esa ambivalencia de posiciones habría una lógica real, principalmente por la guerra civil entre liberales y conservadores en Nicaragua, entre León y Granada, que evidentemente iban a sopesar”, detalla el historiador Rodríguez.
Es decir, esta no fue una decisión por amor al país, o por lo bonito que podía ser, sino fue pensada en función de la estabilidad social y económica.
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De hecho, el historiador Arnaldo Rodríguez es enfático en que en esa época los habitantes de Costa Rica no tenían un sentimiento nacionalista arraigado, pues apenas se estaban acostumbrando a ser un país libre e independiente.
“La decisión que se toma es una decisión en función de sus propios intereses. Hay estudios que han evidenciado que las redes de poder se movilizaban de un lugar a otro y no había ese sentido de pertenencia. Incluso, en ese momento Costa Rica está en un proceso de conformación de su Estado Nacional y no podemos hablar de ese nacionalismo, ni ese sentimiento patriótico, porque los Estados no se habían conformado, simplemente las poblaciones se movilizaban buscando mejores condiciones”, asevera.
Un poderoso linaje
De los 25 firmantes del acta de la Anexión, 11 pertenecían al abolengo Viales Briceño, es decir, un 44% de las personas que firman el acta son de la misma familia.
Entre ellos se encuentran Manuel Briceño Viales, Toribio Viales Cabrera, Antonio Briceño Viales, Agustín Briceño Viales, Timoteo Acosta Viales, José Felipe Gutiérrez Briceño y Juan José Viales Cabrera.
De acuerdo con el historiador Arnaldo Rodríguez, los documentos del cabildo de Nicoya, entre 1820 a 1824, muestran que el promedio de elección que obtuvieron los Viales Briceño para ocupar puestos dentro del ayuntamiento fue muy alto.
La razón: eran electores y electos.
“Ellos decidían quiénes, de su propia familia, quedaban electos. Es decir, existía un control político sumamente importante, lo que se va evidenciar a la hora de revisar el acta. Esto no es nada extraño, puesto que ellos tenían una preponderancia enorme sobre la región. Este es un proceso que es importante y que a veces hemos perdido de vista, porque hemos visto a un Guanacaste unificado y homogéneo”, detalla Rodríguez.
Por ello, se puede decir que la decisión de incorporarse a Costa Rica quedó en manos de una sola familia y, contrario a lo que se podría pensar, no fue una decisión consensuada.
Pero, ¿por qué el linaje era tan grande y poderoso?
Luis y Manuel Briceño eran dos hermanos originarios de Villa Nicaragua, con mucho poder adquisitivo. Ellos se casaron con las hermanas Mauricia y María del Carmen Viales, cuya familia era muy influyente en Costa Rica.
“Hay que entender que en la época, las alianzas familiares eran sumamente importantes. La consolidación de los capitales sociales tenían que prevalecer, por lo tanto se casaban con los mejores. Ellos tenían control de las principales haciendas del Partido de Nicoya, de las cofradías y de las capellanías”, afirma Rodríguez.
Estas familias eran tan poderosas, que la Corona española cayó en cuenta que estando tan lejos y sin los recursos suficientes, no podía competir con las élites de esas regiones. Por ese motivo, para las autoridades reales era importante establecer estrategias para ganarse su lealtad.
“Si yo soy dueño de un negocio y tengo el principal comercio de una región, no voy a permitir que alguien de afuera, que ni conozco, como era el rey, me venga a decir lo que yo tengo que hacer. Entonces las autoridades se dieron cuenta que enfrentarse a las élites locales no era fácil”, asegura Rodríguez.
Ante ello, para ganarse su confianza, la Corona les otorgó rangos militares a las élites dominantes, que les daban un estatus privilegiado sobre el resto de la población.
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La familia Viales Briceño, por ejemplo, tuvo los principales rangos militares: sargentos, cabos y coronel. Además, estuvieron al frente del cabildo por muchos años.
“De hecho, el acta dice que le solicitan a las autoridades costarricenses que los defiendan ante una eventual invasión de Nicaragua, pues en el Partido no existen más que 26 fusiles inútiles. Y lo dice literalmente entonces uno dice: ‘Ok, si hay rangos militares… ¿no es lógico que tengan capacidad de defensa?’. Pero eso era porque precisamente los rangos militares estaban visualizados para darle mayor prestigio social a la familia como tal. Entonces la familia Viales Briceño vienen a consolidarse bajo esa dinámica, como la principal élite local de la época”, explica el historiador.
Esta élite, que comenzó a crecer desde el siglo XVIII, perdió el poder años después de anexarse a Costa Rica, cuando Liberia empieza a tener un mayor control sobre la región.
“Toda esa reconfiguración territorial hace que Liberia quedé como el centro político más importante de la región. En esa misma dinámica Nicoya queda diezmado y, por lo tanto, pierde preponderancia y hegemonía política sobre la región, a pesar de que la familia sigue manteniendo alguna influencia en el cabildo. Pero el cabildo a nivel provincial ya no tenía influencia y ese fue como el acabose de la familia como élite local”, añade Rodríguez.
El Briceño equivocado
“Guanacaste: tu histórico empeño, Costa Rica no debe olvidar, cuando alzó el estandarte Briceño… De la Patria por nuestra voluntad”.
La familia Briceño era tan poderosa, que su apellido quedó plasmado hasta en la última estrofa del Himno a la Anexión, escrito por José Ramírez.
Sin embargo, el Briceño al que se refiere el himno es a Cupertino, un hombre que si bien era parte de la familia, no tenía nada que ver con el proceso de incorporación del Partido de Nicoya a Costa Rica.
“Cupertino va a ser alcalde hasta 1825. Entonces Cupertino Briceño no pudo haber sido el gestor de la incorporación del Partido Nicoya, porque ni tan siquiera aparece como firmante del acta de agregación”, afirma el historiador Arnaldo Rodríguez.
En ese entonces el alcalde era Manuel Briceño, por lo que este es considerado un error histórico que se ha consagrado.
Cupertino era solamente un comerciante poderoso, pero no tuvo ningún vínculo con el proceso de incorporación a Costa Rica.
Población reducida
A pesar de su extensión, el Partido de Nicoya, integrado por Nicoya, Santa Cruz y Villa Guanacaste (actual Liberia), solamente tenía un aproximado de 5,700 habitantes. Es decir, su población era muy pequeña.
“Lo que pasa es que, en la época, esta era una región un poco inhóspita, porque los grandes hacendados eran grandes ausentes. La gran mayoría de las personas o de los dueños de las haciendas no pasaban en Guanacaste”, explica Rodríguez.
Además, en los territorios del Partido de Nicoya, habían haciendas de miles de hectáreas de extensión que pertenecían a una sola persona, de allí que la cantidad de la población fuera tan reducida.
Por ejemplo, Nicoya tenía un promedio de 1,700 habitantes, en Villa Guanacaste (Liberia) vivían cerca de 1,300 y en Santa Cruz unas 2,500 personas.
En esta región sus habitantes se dedicaban, en su gran mayoría a la ganadería, principalmente en la parte norte del territorio. Mientras que en la parte sur, es decir, en Santa Cruz y Nicoya, habían más que todo pequeños productores agrícolas.
“La mayoría de la población eran peones, incluso había esclavos todavía en las grandes plantaciones. En el caso de Nicoya no tenían mucho latifundio. De hecho, los latifundios más grandes que estaban en esta época pertenecían a las cofradías”,detalla Vargas.
Y es que las cofradías eran, en aquella época, bastante afamadas, por pertenecer a organizaciones principalmente religiosas. De acuerdo con el investigador, estas cofradías tenían muchos terrenos, ganado y sus dueños se escondían detrás de esas figuras jurídicas para mantener su poder adquisitivo.
“Estaban amparados por la Iglesia y por el pueblo, que les permitía criar ganado sin pagar impuestos, pues eran, supuestamente, para la iglesia y para beneficio social. Entonces, la población de aquel entonces trabajaba para las cofradías como peones, cuidando el ganado, haciendo cercas y ordeñando, por ejemplo”, asegura Vargas.
Además, en esa región se dedicaban al comercio del palo de Brasil. También cultivaban tabaco, que solo se podía sembrar en Costa Rica porque en cualquier otro país de Centroamérica era ilegal.
Puntuales
- Por varios años, en la década de 1850, Guanacaste se llamó Moracia, en honor al presidente Juan Mora Porras. Sin embargo, el historiador Ronal Vargas detalla que a la poderosa familia Montealegre, de San José, no le agradaba el nombre y obligaron a cambiarlo.
- Villa Guanacaste (Liberia), decidió formar parte de Costa Rica hasta 1834.
- Para el 25 de julio de 1824, Tilarán, Arenal, Bagaces, Cañas y Abangares ya formaban parte del territorio de Costa Rica, desde su independencia, en 1821. Es decir, no eran parte del Partido de Nicoya.
- Cuando Costa Rica promulgó su Constitución Política, el 25 enero de 1825, no incluyó ni a Nicoya, ni a Santa Cruz, ni a Liberia dentro de su territorio. La frontera era el Río Salto, sin embargo, como en esa época pocos sabían leer, este fue un error que pasó desapercibido y tan pronto se percataron de este, lo corrigieron.
- El Partido de Nicoya nunca se independizó, pues cuando se unió a Costa Rica ya este era un país libre e independiente. Antes de tomar esa decisión, formaba parte de la Corona española.
- Tras su incorporación a Costa Rica, nunca hubo intentos por parte del Partido de Nicoya de regresar a Nicaragua, ni por ser independiente.
Anexión del Partido de Nicoya
La región que se unió a Costa Rica estaba conformada por 5.000 personas
FUENTE: Arnaldo Rodríguez y Ronal Vargas || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.