Muchos quizá habrán escuchado hasta la saciedad eso de que la actual pandemia de covid-19, que ha puesto al mundo de cabeza y colapsado economías, ha permitido también ver la mejor cara de la humanidad.
Lo sé. No digo nada nuevo pero no encuentro otra forma para iniciar este relato pues, cuando uno se encuentra de frente con personas que trabajan por otros desinteresadamente, a veces de sol a sol, uno sencillamente no puede pasar esto por alto.
Hace poco más de dos semanas, el 13 de mayo, comenzó a funcionar el Campamento Preventivo Plan de Protección al Adulto Mayor en Calle, instalado en el Centro de Recreación de Empleados de la Municipalidad de San José, en Pavas.
El campamento fue diseñado por Mauricio Villalobos, director de la organización Chepe se Baña, y el psicólogo de la misma, Javier Vindas, dentro del Plan de Atención a Personas en Situación de Calle de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE).
“Este es un espacio de esperanza, lleno de amor, aquí hay un amor humanitario desinteresado”, afirma Vindas, quien es el encargado del programa de Escucha de Chepe se Baña y ahora es el coordinador técnico del campamento.
Y lo que señala Vindas se nota en los rostros de los adultos mayores y hasta en los pequeños “milagros” que pueden suceder dentro de un ambiente limpio, acogedor y con gente dispuesta a darse por los demás.
No hay quien no resalte la historia de doña Xinia Castillo Orozco, adulta mayor que tiene al menos una década de vivir en las calles y cinco de no caminar. Ella permanecía todo el día en el mismo lugar, en Barrio Cristo Rey de San José, y ahora está caminando de nuevo. Doña Xinia necesita un apoyo, pero ya da muchos pasos y, para demostrármelo, se suelta del brazo del asistente de pacientes, Paúl Fonseca, pues ella quiere salir en la fotografía caminando sin ayuda.
La labor de Chepe se Baña, que tiene más de 50 noches de repartir Cenas Solidarias entre los habitantes de la calle, ha sido fundamental pues fue así como pudieron identificar a los ancianos más vulnerables.
“Vimos dónde están los adultos mayores, su situación, su realidad, lo vulnerables que están, lo invisibles, enfermos, desprotegidos”, explica Villalobos al detallar que, de uno en uno, llevan a los ancianos al albergue siguiendo todos los protocolos de bioseguridad, se les hace la prueba de covid-19 y, cuando resultan negativos, se reúnen con el resto.
El campamento funcionará por tres meses, aclara el director de Chepe se Baña al afirmar que su esperanza es encontrar una solución permanente para que, los adultos mayores no deban volver a la calle.
“Hay algunos que tienen un apego grandísimo, que aunque estén enfermos, ahí tirados, solitos, no se quieren venir, la calle es muy adherente porque toda la vida han estado ahí, es su cultura, les ha costado adecuarse a la calle, ahí están sus amistades, sus amores, su cultura... entonces no la van a dejar…”, explica.
“Queremos estar tranquilos de que cuando cerremos esto no van a volver a las calles, los que no quieran. Lo importante es que les estamos dando la accesibilidad a los servicios de salud”, dice por su parte Vindas, quien indicó que muchos presentan varias enfermedades propias de la adultez mayor -por lo general unas tres o cuatro- o por el uso de sustancias como crack, alcohol o cemento.
En el campamento los adultos mayores reciben atención médica en tres turnos, así como cuidados de psicólogos, trabajadores sociales, enfermeros, asistentes de pacientes y muchos otros voluntarios que, día a día, dedican su tiempo a ayudar a esta población vulnerable.
Nadie recibe una compensación económica, aquí lo que se gana es “sentido de vida”, dice Vindas.