Todos le dijeron que era una locura, que no se podría realizar, que no tenía sentido. La historia de Chris Barton con Shazam, sin duda, es un relato de película, pues cuando él comenzaba a soñar con una aplicación que detectara las canciones y de paso las identificara con su nombre todo sonaba a ciencia ficción.
Pero, como dice el cliché, la realidad terminó superando lo que alguna vez se creyó imposible.
Barton viaja por el mundo contando su historia como un relato mágico por dos razones: la primera, es una historia de éxito única; la segunda es “porque la música es algo mágico”, según sus palabras compartidas en una agradable conversación que tuvo con Revista Dominical.
La realización de una expectativa colosal es algo que lo marcó para siempre y que, según su visión, podría ser un motivo de ánimo para todos los soñadores anónimos que hay en el mundo. Hoy, a sus 40 años, sueña con un mundo conectado, que innove todos los días y que nos ofrezca aplicaciones y tecnología que nos haga sentir cada vez más cerca del futuro.
Particular vida
Chris Barton no creció oyendo demasiada música, aunque sí tocó piano por un tiempo. Fue un muchacho que, si bien disfrutaba de tener una radio cerca, estuvo siempre lejos de ser un “ñoño” de este arte.
“Es algo curioso, pero la mayor parte de gente piensa que soy un melómano. Yo soy lo opuesto”, dice riendo, en una absoluta revelación. Creció en California con amigos que siempre iban a conciertos, con otros que siempre reconocían la música que sonaba en la radio, pero nunca era el primero en pelearse por escuchar el nuevo disco del que todos hablaban.
“Pero ese ambiente me incentivó la creatividad”, cuenta. Mientras realizaba sus estudios de administración de negocios en la Universidad de Berkeley, Barton padeció algo lógico: preguntarse qué música sonaba en donde fuese que estuviese, fuera una disco, un restaurante, un café o del otro lado de su apartamento.
Eran finales de los noventa y había una regla de vida clara: si escuchabas algo en la calle que te gustaba, estabas condenado a olvidarlo y, posiblemente, nunca más experimentar ese sentimiento.
La razón fue lo más simple: “¿qué es eso que suena?”. “Creo que todo el mundo tuvo esa idea por muchos años, eso no me hace especial”, admite Barton, “pero realmente el asunto estaba en encontrar el sonido que hay en el ambiente y canalizarlo a través de un teléfono. Esa fue la verdadera idea que distinguió el proyecto”.
Barton se matriculó en Cambridge para llevar una maestría en administración de negocios y allí no contuvo las ganas de compartir su idea. Le contó a dos personas, sus amigos cercanos Philip Inghelbrecht y Dhiraj Mukherjee, con quienes compartía estudios.
Animado, sentado en un café, les contó la idea con la expectativa de que lo motivaran a seguir adelante. La sorpresa fue lo que le contestaron.
“Lo interesante es que ellos me dijeron que era imposible, que era una locura, que no había tecnología”, recuerda sobre aquella conversación, efectuada en el año 2000. Aún así, él encontró la persuasión necesaria para que unieran fuerzas. “Nada se perdía, podía ser algo grande y yo lo sabía”, rememora.
La magia de la música
Shazam es una aplicación gratuita para smartphones, disponible para iPhones e iPads, Blackberries, Nokia, Android, Windows Phone 7 y Windows Mobile 6 que permite instantáneamente conocer el título, autor y álbum de la canción que está sonando, con tan solo dejarla sonar cerca de tu dispositivo móvil. Esto es posible gracias a su gran base de datos que supera los 60 millones de canciones y más de 100 millones de personas registradas.
El secreto de la tecnología es complejo, pues la aplicación aprovecha el micrófono que llevan incorporados la mayoría de teléfonos móviles para poder grabar una muestra de música que se esté reproduciendo. Así se crea una suerte de “huella digital acústica” que se compara con una base de datos para encontrar coincidencias.
La innovación en Shazam comenzó con un invento revolucionario y luego siguió un viaje fascinante de 18 años a través de plataformas, tecnologías y modelos comerciales cambiantes. En última instancia, Apple adquirió Shazam por $400 millones, la sexta adquisición más grande de Apple de todos los tiempos. Shazam ha tenido más de 2 mil millones de descargas y es una de las aplicaciones más populares del mundo.
Si bien Shazam no es una app “vital” para las personas (digamos, no se trata de un medidor de salud o un tipo de telecomunicaciones), ese encanto hizo que la app siga siendo un emblema y una de las más reconocidas.
Por eso es que, más que empresario, a Barton le gusta autodescribirse como un “speaker de innovación”, lo que vendría siendo ser un vocero para entusiasmar a las nuevas generaciones a creer en sus ideas.
“La verdad es que cualquiera puede crear innovaciones revolucionarias y estas pueden redefinir cualquier parte de una organización, desde productos hasta modelos comerciales y procesos”, asegura.
Puede conocer más sobre el creador de Shazam en el sitio chrisjbarton.com
Barton no lo dice en vano, pues su currículum de vida no es menor. Como es sabido, de Shazam fue su fundador y primer director ejecutivo, lo mismo que sucedió con Guard, una inteligencia artificial que creó para evitar ahogamientos en piscinas.
Para Google fue el primer empleado centrado en desarrollar la experiencia del buscador en los dispositivos móviles, pues creó desde cero el mecanismo para búsquedas desde Android. Además, fue parte de la compañía Dropbox, un servicio de almacenamiento en la nube. Ahora es una mega corporación, pero al momento de unirse a la empresa solo tenían 90 empleados y Barton se encargó gerenciar el proyecto.
Aún así, Shazam suele ser su bebé chineado. La razón es simple: Barton puede andar por la calle, compartir un ascensor con extraños, estar en un restaurante y pensar en que la mayoría de personas que están ahí cuentan en su teléfono con una invención suya.
Esa capacidad de asombro nunca caduca, según cuenta, porque es como si una parte suya habitara la vida de las demás personas. “Es asombroso porque uno puede sentarse a reflexionar lo que significa el internet y la tecnología en nuestras vidas, pero cuando uno es parte de eso le revienta la cabeza”.
Barton no lo dice con un tono egocéntrico, vale aclarar. Su forma de referirse a sus proyectos los hace desde un interés de evocar más invenciones para el resto del mundo. “Todos hemos tenido alguna idea en algún momento de nuestras vidas y no deberíamos dejar que se nos escape”, afirma.
Hay un aspecto particular dentro de esa relación y es que Barton descubrió a través de Shazam a una de sus bandas preferidas. Se trata de Sigur Rós, una agrupación islandesa de post rock que conoció a través de su propia aplicación y le ha quedado impregnada para siempre.
Sea para momentos de meditación, por una caminata por el parque o para tenerla de fondo mientras maneja, la banda es un recordatorio de cómo la música marca nuestras vidas y cómo, en particular, su invención ha impactado es las personas.
Si topar con un artista favorito es como enamorarse, Barton puede estar satisfecho de haber luchado contra viento y marea por cumplir su sueño. “Todo se trata de creer en lo que uno pueda desarrollar, en cómo uno pueda pensar y convencer a los demás. Muchas veces se dice que esto es de locos, pero el resultado al final del día lo deja a uno tan satisfecho que vale toda la pena del mundo”, finaliza.