En diciembre de 1969 las noticias internacionales informaban de un matrimonio al aire libre en Argentina, el primero que se realizaba afuera de una iglesia en ese país. Este era un hecho catalogado, en ese momento, como “insólito”.
En México, María Félix ingresaba por primera vez a una cárcel en Acapulco, causando furor entre los reos. La estrella del cine azteca visitaba a su amiga, una pintora llamada Sofía Bassique, condenada por la muerte de su yerno, el conde italiano Césare Dacouarone.
Mientras tanto, en Chile las noticias informaban sobre las limitaciones para la pena de muerte.
Mientras tanto, en Costa Rica se anunciaba con bombos y platillos la llegada de la película animada Bambi a los cines nacionales. Y en los deportes, Saprissa y Alajuelense empataban a cero en el clásico nacional.
Si bien estas noticias eran relevantes para los ciudadanos de aquella época, había un acontecimiento que mantenía a los costarricenses aún más emocionados y en vilo: la llegada de las fiestas josefinas a Zapote.
El 25 de diciembre de 1969 se realizaron, por primera vez, los festejos de San José en ese distrito. Todo un acontecimiento.
Antes de este año, las fiestas se realizaban en Plaza González Víquez, sin embargo, el tráfico estaba creciendo y los terrenos se hacían cada vez más pequeños para lo que la Municipalidad de San José quería alcanzar con los festejos populares.
En ese entonces, Zapote aún estaba poblándose y se vio como un lugar céntrico de fácil acceso para las personas de la capital. Además, existía un terreno ahí que la Municipalidad había adquirido y que se prestaba para realizar las fiestas, por lo que se decidió trasladar los festejos.
El exministro y exdiputado Rolando Laclé recuerda a la perfección esos años, cuando era regidor e impulsor de las fiestas de San José junto con Óscar Saborío, el entonces presidente municipal.
“Lo que se pensaba era que se necesitaba un lugar mucho más amplio y que se destinara fundamentalmente para las fiestas. Zapote era un poco más alejado pero se creía que se podían hacer las fiestas por muchos años”, afirma Laclé.
Esta propiedad –donde a la fecha se mantiene el campo ferial– medía 24.000 metros cuadrados.
En 1969 se comenzaron a realizar los trabajos para acondicionar el terreno y convertirlo en el campo ferial que quería el gobierno local; lo cual requería una inversión de aproximadamente ¢90.000.
Sin embargo, hasta el día en que se iniciaron las fiestas de ese año, había una gran expectativa e incertidumbre, ya que no se sabía si resultarían igual de exitosas que las que tradicionalmente se efectuaban en Plaza Víquez.
“Fue algo muy importante porque la gente estaba acostumbrada a las otras fiestas. Para nosotros era fundamental que las fiestas resultaran exitosas, porque en aquel momento eran algo que todo el mundo esperaba y teníamos esa preocupación, pero afortunadamente siempre se mantuvieron con una buena recaudación”, recuerda Laclé.
Cinco décadas después la dinámica de los festejos de Zapote no ha cambiado mucho: se realizan desde el 25 de diciembre y hasta el 1.° de enero y cuentan con carruseles, corridas de toros, juego de pólvora, venta de comidas y otros chinamos.
“Se han modernizado las fiestas propiamente de la plaza, pero mantienen su esencia y creo que eso es porque forman parte muy fuerte de la tradición costarricense y del espíritu de la Navidad. Yo creo que no hay costarricense que no haya ido a las fiestas de Zapote”, cuenta el experimentado político.
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Y aunque ahora los carros chocones y la rueda de Chicago son vistas como atracciones tradicionales, en aquel entonces estos dos carruseles eran la gran sensación entre los asistentes.
De hecho, Leonardo Araya, actual presidente de la Comisión de Festejos Populares de San José, asegura que en las fiestas de Zapote fue donde hubo por primera vez carros chocones en Costa Rica. Solo bastaban dos colones para subirse a esta atracción, la cual es hoy infaltable en cualquier fiesta cantonal que se respete.
Navidad inolvidable
Aquel 25 de diciembre de 1969 fue diferente: las fiestas más populares de Costa Rica a las que los ticos asistían religiosamente cada fin de año, estaban cambiando de casa.
Los vecinos de otras comunidades querían conocer Zapote y hacer una valoración sobre el nuevo sitio en el que se estaban haciendo las fiestas; sus fiestas.
No era para menos: en 1969 los festejos de San José eran el lugar de entretenimiento por excelencia y el destino inevitable para celebrar las vacaciones.
El día de la inauguración de las fiestas de aquel año llegó y, según las noticias de la época, desde temprano los ciudadanos comenzaron a llenar los tablados del redondel y, para la hora de la corrida, hubo un lleno completo, tanto en la gradería de sol como en la de sombra.
Puntual, a las 3 p. m., se inició la actividad de apertura de las nuevas fiestas, presidida por el regidor municipal Rolando Laclé, quien además era el homenajeado de los festejos.
“Había una gran participación: asistían todos los políticos de la época, los candidatos, precandidatos, el presidente de la República, de manera que era un espectáculo muy esperado por la gente”, recuerda Laclé, quien ese día estuvo acompañado por sus tres hijos.
Luego vino la primera corrida de toros a la tica en Zapote que, según el programa de la fecha, estuvo amenizada por “la alegría musical de uno de los mejores conjuntos costarricenses”.
“La tradicional corrida de toros del 25 de diciembre demostró en forma indiscutible el interés que había de parte del pueblo por la celebración de los festejos populares de fin de año”, afirmaba el periódico La Nación del 26 de diciembre de ese año.
Para ese año las entradas al redondel en la tarde costaban ¢5, ¢10 y ¢20, dependiendo de la ubicación, y desde la primera corrida las autoridades municipales supieron que trasladar las fiestas a Zapote había sido una buena decisión.
“La primera entrada que percibió la Comisión de Fiestas es un augurio de que las mismas tendrán todo el éxito que se esperaba. En números redondos se hicieron la tarde del 25 de diciembre ¢30 mil”, detallaba La Nación.
En las afueras del redondel la situación no era muy diferente y los chinameros y carruseleros estaban “haciendo su diciembre”, pues desde las primeras horas percibieron buenos ingresos.
“La demanda de puestos para chinamos fue extraordinaria y esto se debe a que quienes se ocupan de estos negocios se han dado cuenta de que el pronóstico de algunas personas, en el sentido de que los festejos en El Zapote serían un fracaso, ha resultado un verdadero mito.
”Tanto los carruseleros como los propietarios de los carros chocones experimentaron el día 25 un ingreso como nunca lo esperaban con lo que se aseguraron el éxito económico de esos negocios donde se divierte el mundo infantil y los adultos”, se lee en la publicación.
La segunda corrida de toros de ese día fue a las 9 p. m. y desde días antes se anunciaba como un evento formidable con música y un juego de pólvora “sensacional, que promete ser uno de los mejores de los últimos años”.
Además, era un paseo económico ya que los precios eran catalogados como ‘populares’. Por ejemplo, un vasito de café costaba ¢0,75; mientras que un tamal valía ¢1,50 y un gallo de salchichón tenía un precio de ¢0,75.
Haciendo los cálculos para una familia de cuatro personas que se comieran un tamal, se tomaran un vasito de café y se subieron a un carrusel, lo que gastaron en total fueron ¢17.
Corridas criollas
¿Qué sería de Zapote sin las corridas de toros?
La respuesta es sencilla: sin toros, no hay fiestas de Zapote.
Este era un aspecto que la Municipalidad tenía claro y se sabía que los costarricenses no le iban a perdonar que se celebraran las fiestas sin corridas, pues habían sido parte de los principales festejos del país desde inicios del siglo XX.
“Las corridas de toros a la tica son el alma de las fiestas de San José. Imagínese que una vez se probó hacer las fiestas sin corridas y no funcionaron. Es decir, las corridas son el motor de estos festejos desde sus inicios”, afirma Álvaro Zamora, animador del redondel y estadístico de los toros a la tica en Zapote.
El gobierno local se dio a la tarea de buscar cuál era el lugar idóneo dentro del campo ferial para ubicar la plaza de toros, que en 1969 era un redondel portátil. Es decir, era abierto y se construyó de forma temporal para cumplirle a los amantes de las corridas.
Posterior a los festejos de ese año se comenzó a levantar un redondel permanente en un área de aproximadamente 4.000 metros cuadrados que costó ¢150.000 y estuvo listo para las fiestas de 1970.
Las corridas de Zapote comenzaron a tomar cada vez más relevancia y las radios empezaron a transmitirlas en directo, y en 1975 se les unieron las televisoras, siendo Teletica la primera que emitió en vivo para los televidentes lo que ocurría en el redondel josefino.
Por aquellos años empezaban a relucir algunos toreros nacionales como Rodrigo Gómez, Jaime ‘El Pacorro’ Loaiza, Nicolás ‘El Poblano’ Gómez, Fernando ‘Chino Zamora’ Arroyo, Óscar Rojas y Jorge ‘El Algabeño’ Matamoros. De allí surgió la primera familia torera.
“Nosotros salíamos a la plaza a hacer un show, hacíamos una obra de teatro. Por ejemplo, recuerdo que una vez hicimos un matrimonio y a la gente eso le gustaba mucho”, cuenta Rodrigo Gómez, de 81 años.
El cartaginés recordó que para aquella época la familia torera ingresaba al redondel con trajes alusivos a la Navidad y aprovechaba para lanzar regalos al público: papas, tomates, chiles, pepinos y chayotes envueltos en papel de regalo.
“La gente rodaba por las gradas tratando de atrapar el regalo. Y aunque nos daba miedo que se enojaran, no hubo una sola persona que nos devolviera el regalo. Era algo curiosísimo”, rememora.
Sin embargo, luego de 33 años la Municipalidad tomó la decisión de demoler el viejo y deteriorado redondel en setiembre del 2003, con el propósito de construir un complejo que tuviese una vida útil mucho más larga. Ese fue el fin de la afamada familia torera original.
El 29 de octubre del 2007 comenzaron los trabajos para el nuevo y moderno redondel de Zapote, el cual fue inaugurado el 25 de diciembre de ese mismo año. Con ello se dio por iniciada la época contemporánea de Zapote.
Desde entonces se han realizado en Zapote 12 temporadas oficiales de corridas de toros a la tica en fin y principio de año, según las cuentas de Zamora. En total, han salido a la arena 3.708 toros, de los cuales 2.652 han sido para los improvisados y 1.056 para la monta. Desde el 2007 hasta la fecha se contabilizan 284 corridas.
“Las corridas de toros son parte de las tradiciones ticas y es algo que heredamos de nuestros antepasados, sobretodo en San José, creo que es una herencia que traemos. Se ha comprobado que, en promedio, con todas las corridas del país, los toros pueden superar el fútbol, porque es una afición muy grande gracias a la tradición”, explica Zamora.
Las estrellas de la arena
Todo show necesita su estrella. Pasarían los años y pocos nombres quedarían en la memoria colectiva torera de los ticos como El Chirriche y El Malacrianza. Estos dos animales de monta se convirtieron en un emblema de la arena de Zapote.
El 4 de enero del 2009, como parte del torneo de monta de Teletica, debutó en la arena de Zapote El Malacrianza, un toro que dejó a los costarricenses boquiabiertos, sin embargo, la emoción no acabó allí ya que minutos más tarde fue el turno de El Chirriche, que provocó una sensación similar. Ambos tenían fama por ser dos de los mejores toros del momento y así lo demostraron esa mítica noche.
“Es que hay toros buenos, tal vez hasta mejores, pero no alcanzan la fama que tuvieron en su momento El Chirriche y El Malacrianza. Fue un récord en audiencia de Teletica el día que se presentaron los dos toros y es muy difícil saber por qué, pero crearon un antes y un después en la monta de toros. Este es uno de los hechos más grandes de Zapote”, detalla Zamora.
Hasta la fecha, las corridas en Zapote se han mantenido entre el gusto de los costarricenses. Su formula es sencilla pero a la vez muy efectiva.
Desde la mirada de Zamora, las corridas de toros en Zapote conservan su esencia, pero cuentan con pequeños detalles que se han popularizado con el tiempo. Por ejemplo, el experto mencionó que el tipo de redondel es totalmente diferente a los demás, además, allí se concentran toreros improvisados de todo el país, y participan las mejores ganaderías de Costa Rica.
Rostros infaltables
Es común que los costarricenses hablen de los toros a la tica y varios nombres salgan a relucir, principalmente figuras de la televisión que por más de dos décadas se han encargado de acompañar a los espectadores durante las fiestas de fin y principio de año.
Uno de ellos es Jorge Arturo González, conocido popularmente como ‘Cañero’, quien ya suma tres décadas como comentarista taurino de Zapote.
“Yo considero que la gente de hoy necesita un escape con sentido social. La gente está cansada de que los 365 días del año haya asesinatos, asaltos, frustración, entonces llegan 15 días de Zapote que los saca de esa frustración. Increíblemente la gente de hoy necesita emociones fuertes que no las tiene en una oficina”, dice Cañero.
De su trayectoria en la televisión se pueden decir muchas cosas, lo cierto es que ha marcado a toda una generación con sus populares e infaltables frases “¡Qué belleza de animal!” “¡Así, así, así se baja un montador!” y “¡Lo mandó a dialogar con la arena!”.
Para el comentarista de las trasmisiones de fin y principio de año de Repretel, Zapote representa más que unas fiestas, pues este ha sido el lugar que le ha permitido desarrollar y demostrar su pasión por los toros.
“Me dio la oportunidad de ser alguien más que un número, porque todos en el mundo somos un número en cualquier parte del mundo. Uno es inmortal pero hay que salir de ahí. Zapote me dio la oportunidad de dejarle a mis hijos una herencia no económica, pero sí social”, detalla.
Otro rostro que no puede faltar en las trasmisiones taurinas de fin y principio de año, es el del locutor y presentador Carlos Álvarez, quien desde el año 2000 ha sido parte de los toros de Teletica.
Álvarez reconoce que cuando aceptó ser animador de las transmisiones taurinas sabía que los toros “son los papás de las vacas”.
“Esta ha sido una de las etapas laborales más significativas para mí porque es icónico para los costarricenses, es una actividad de nuestro ADN, tan criolla y tan nuestra, y formar parte de estas transmisiones es muy honroso”, explica.
Además, recuerda que fue durante estas trasmisiones en las que experimentó el mayor miedo de toda su vida.
“Yo estaba en Bailando por un sueño y llegó Fernando Artavia (productor) y me dijo que quería que yo montara y yo estaba tan atarantado –porque como soy tan inútil para bailar– recuerdo que yo dije que sí. Al tiempo me dijo que teníamos que ir a practicar y en Zapote monté. Yo pensé que iba a ser un becerro pero no, era un toro de ciertas dimensiones... Yo no recuerdo haber sentido tanto miedo en mi vida. Y jamás volvería a hacerlo, solo de pensarlo me da miedo", asegura entre risas.
Zapote 2019
Para la Comisión de Festejos Populares de San José este 2019 no es un año cualquiera y desde hace aproximadamente ocho meses trabajan en las fiestas, para celebrar por todo lo alto las cinco décadas de Zapote.
“Una fiesta que dura 50 años es una tradición en el país. Y eso lo que significa es que las tradiciones permanecen en el tiempo. Zapote es Zapote, independientemente de lo que pueda pasar en el país, porque han resistido en el tiempo”, comenta Leonardo Araya, presidente de la Comisión de Festejos Populares.
Por ejemplo, Araya detalla que desde el miércoles 25 de diciembre y hasta el domingo 5 de enero, el campo ferial tendrá conciertos gratuitos con diferentes artistas. Estos se llevarán a cabo de 7 p. m. a 9:30 p. m.
Además, adelantó que habrá “una sorpresa que va quedarle al pueblo".
Otra de las grandes innovaciones de este año será en los juegos mecánicos, ya que habrá un pase especial, para que las familias puedan disfrutar mejor de las atracciones.
“Son una tradición nacional los festejos populares de la capital. Cuando algo llega a los 50 años es porque ya el pueblo de Costa Rica lo entiende y lo ha hecho tradición. Ninguna fiesta sería lo que es sino es porque el pueblo acepta y entiende que esa celebración ya se convierte en algo habitual y forma parte de las familias”, agrega.
Según explicó Araya, a lo largo de los 24.000 metros cuadrados habrá 13 chinamos de más de 200 metros cuadrados cada uno.
También se contará con 19 carruseles, los cuales estarán distribuidos en todo el campo ferial. Estos incluyen desde los carros chocones, hasta la bailarina y la infaltable tagada.
“Va a ser un Zapote muy diferente, muy colorido con muchísimas sorpresas y esperamos que lleguen”, añadió el funcionario.
Además, este año por primera vez se contará con cuatro food trucks.
Curiosidades
El 31 de diciembre de 1969 un toro se salió del redondel y anduvo por todo el campo ferial. Finalmente lo agarraron por San Francisco de Dos Ríos.
En 1975, Teletica trasmitió por primera vez desde las fiestas de Zapote. Antes de ese año, las corridas de toros solamente se trasmitían por radio.
En 1985 se estrenó la primera tagada.
En las fiestas de Zapote se probó el primer carro chocón que llegó a Costa Rica.
El 2 de enero del 2017, Arashelly Salazar se convirtió en la única monja que ha toreado en Zapote. La hazaña fue parte del Reto del 7, de Teletica.
El toro El Cangreja de la Ganadería 3 X tiene el récord del levantín más alto en este nuevo redondel, ocurrido el 25 de diciembre del 2008. Este fue de 3.5 metros y el “afortunado” fue un improvisado conocido como ‘Pity’.
En el 2013 fue el último año en que hubo mega bares.
El toro El Cartago de la Ganadería 3X, que jugó el 27 de diciembre 2009, es el que más golpes y levantines ha provocado en una sola corrida: 13.
El sacerdote español Cirilo de Esteban Chocarro, quien reside actualmente en México, es conocido como el padre más aficionado a las corridas, ya que en varias oportunidades participó como torero improvisado.
Desde el 2007, 98 toros se han brincado la barrera del redondel, así como seis vacas y un ternero.