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1. Tener más energía: Se sentirá menos cansada durante el día. Al fumar se inhala monóxido de carbono y se reduce la cantidad de oxígeno que llega a los pulmones y el cuerpo; lo cual genera una sensación de agotamiento permanente.
2. Alejarse del hospital: Se reduce el riesgo de padecer al menos 25 enfermedades; entre las que sobresalen muchos tipos de cáncer (pulmón, garganta, esófago, cervix, próstata, riñones, etc), accidentes cerebrovasculares (derrames cerebrales), amputaciones de las piernas por oclusiones o trombosis, y otros no tan mortales pero importantes como pérdida de piezas dentales por la afectación de las encías, osteoporosis, etc.
3. Mejorar el sexo: En la publicidad hacen que parezca casi sexi, pero la realidad es que este hábito no nos ayuda en nada cuando estamos debajo de las sábanas. En las mujeres aumenta el riesgo de sequedad vaginal y atrofia genital; mientras que en los caballeros el asunto también se pone color hormiga, pues diversos estudios han demostrado que existe una relación directa entre el fumado y la disfunción eréctil. La buena noticia es que ambos problemas son reversibles.
4. Evitar un infarto: Dejar el cigarro reduce las posibilidades de sufrir una enfermedad cardiaca. Disminuyen los problemas de presión arterial y el colesterol, por lo cual se controlará más fácil o necesitará menos medicamentos para estar bien.
5. Ahorrar dinero: Sin duda, al tener mejor salud, evitará gastos médicos. Además, una persona que fuma un paquete al día gasta más de medio millón de colones al año solo en cigarros.
6. Tener más libertad: No depender de la nicotina le permitirá disfrutar de actividades como ir al cine o tomar vuelos de larga distancia.
7. Contar con más tiempo: Ya tiene más energía, más dinero y ahora necesitará más tiempo para compartir con familia y amigos. El tiempo que antes tenía que disponer para salir a áreas de fumado, ahora lo puede utilizar en ser más eficiente en el trabajo y salir más temprano de la oficina.
8. Reducir el riesgo de problemas siquiátricos: Disminuye la probabilidad de que se le exacerbe algunos problemas como ataques de pánico y ansiedad.
9. Disminuir la contaminación ambiental: Se tala 1 árbol para fabricar 300 cigarros. Las plantaciones de tabaco requieren grandes extensiones de tierra. Además del efecto de los gases que causa efecto invernadero y calentamiento global y los filtros que se desechan llegan a ríos y mares.
10. Menos infecciones: Si vive con otras personas, quienes se ven expuestos al humo de sus cigarrillos tendrán menos posibilidades de adquirir infecciones de oídos, sinusitis, bronquitis y neumonía, así como enfermedades alérgicas como asma y rinitis.
11. Aumenta su belleza: La publicidad nos hizo creer por años que fumar aumentaba nuestro atractivo físico. La realidad es que fumar afecta el tono de la piel, hace que el cabello luzca opaco y sin vida; los dientes lucen amarillos, además del mal aliento y el olor añejo en la ropa. Nada más lejos de la femme fatale.
12. Saborear la comida: Uno de los placeres de la vida es comer. Al dejar de fumar, notará que recupera su paladar. La comida le sabrá mejor y lo disfrutará más.
13. Evitar accidentes: Un descuido puede ocasionar quemadura en la ropa, sillones, el carro e incluso es causal de incendios de casas y forestales.
14. Será ejemplo para otros: Si tiene hijos pequeños, ahijados o sobrinos se convertirá en un buen modelo a seguir. Usted ha estado ahí, sabe lo difícil que es abandonar un hábito como el fumado, por lo que no querrá que los niños que le rodean se conviertan en fumadores en el futuro.
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¿Qué pasa en el cuerpo?
No importa cuantos años o meses haya fumado, lo interesante es que desde el momento en que decide dejar de hacerlo, el cuerpo inicia un proceso de recuperación que le sacará de las estadísticas de pacientes con cáncer o ataques cardiacos.
A los 20 minutos: La presión arterial y el ritmo del pulso bajan a la normalidad y la temperatura corporal de las manos y pies se normalizan.
A 8 horas: Los niveles de oxígeno en la sangre vuelven a la normalidad, y los niveles de nicotina y monóxido de carbono se reducen en más de un 50%.
A 24 horas: El riesgo de un ataque al corazón disminuye. Se ha eliminado completamente el monóxido de carbono del organismo. Los pulmones empiezan a expulsar residuos del tabaco.
A 48 horas: Las terminaciones nerviosas se regeneran. ¡El cuerpo está libre de nicotina! El gusto y el olfato mejoran considerablemente.
A 72 horas: Resulta más fácil respirar. Los bronquios empiezan a relajarse y aumenta el nivel de energía.
Entre 2 y 12 semanas: Mejora la circulación por lo que caminar y correr es mucho más fácil. Los pulmones trabajan mejor y las heridas sanan más rápido.
Entre 3 y 9 meses: Aumenta la energía y disminuyen algunos síntomas relacionados al tabaquismo como fatiga, tos, congestión nasal, dificultad para respirar. Esto ocurre porque la función pulmonar aumenta en un 10%.
Después de 1 año: El riesgo de sufrir un infarto se reduce a la mitad en comparación con un fumador.
Después de 5 años: La posibilidad de padecer cáncer de boca y pulmón se reduce a la mitad.
Después de 10 años: Tendrá las mismas probabilidades que tiene alguien que nunca ha fumado de sufrir un infarto, un accidente cerebrovascular o un cáncer pulmonar.
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Tips para dejar de fumar
- Tenga calma. Recuerde que se trata de una adicción y el proceso de dejarla es diferente para cada persona. Así que, si ha intentado dejarlo varias veces y aún no lo consigue, no se desanime e inténtelo de nuevo; su cuerpo se lo agradecerá.
- Escoja una fecha. Marque en el calendario el día en que apagará el último cigarro. Eso sí, que no sea más allá de dos semanas desde el día que tome la decisión. Durante esas dos semana empiece a reducir paulatinamente la cantidad de cigarros que fuma por día.
- Elimine todo tabaco. A partir de la fecha fijada para dejar de fumar, no debe quedar ningún cigarro a mano. El proceso será más fácil si no tiene un cigarro cerca cuando entren las ganas (y tenga por seguro que la tentación no faltará).
- Cambie su rutina. Trate de reducir el estrés y realizar actividades nuevas que lo mantengan ocupado el tiempo que dedicaría a fumar.
- Evite situaciones tentadoras. Hasta que rompa con la relación que tiene el cigarro con este tipo de situaciones, evite tomar café o alcohol.
- No salga con fumadores. Si tiene amigos fumadores, lo mejor es que evite salir con ellos, o incluso puede retarlos a que dejen el cigarro juntos. De esta forma será más fácil.
- Aguante las ganas. Cuando tenga ganas de fumar haga otra cosa. Ocupe las manos, haga algún ejercicio de relajación. Recuerda que el deseo pasará en unos minutos.
- Busque apoyo. No todo tenemos que hacerlo solos. Los familiares y amigos pueden ayudarnos en este proceso. Comente a sus grupos más cercanos su intención de dejar el cigarro para que sirvan de apoyo en el proceso.
- La tecnología como aliada. Existen aplicaciones casi para todo: para hacer ejercicio, para acordarse de tomar agua, para contar calorías y claro, existen también varias para dejar de fumar. Elija alguna y bájela al celular para acceder en cualquier momento que sea necesario.
Mitos y verdades del cigarrillo
Mito: Fumar relaja y alivia el estrés.
El tabaco no tiene propiedades relajantes puesto que es un estimulante. La aparente sensación de “alivio” que se siente al fumar un cigarrillo se debe a la supresión de los síntomas de abstinencia producidos por la falta de nicotina en el cerebro.
Mito:Si se deja de fumar, se engorda.
Es cierto que fumar conlleva un gasto calórico por sí mismo, y tras el abandono del tabaco puede producirse aumento de peso. La ansiedad por el síndrome de abstinencia, el “picoteo” entre horas y la mejora del gusto y del olfato al dejar de fumar contribuyen al aumento de peso. Prográmese para cambiar algunas rutinas. Por ejemplo, si fuma después de almorzar, cámbielo por una caminata corta, ingerir una fruta o tomar agua. El agua es un excelente aliado para combatir la ansiedad.
Mito:Es solo un mal hábito.
En realidad fumar es una adicción. El estimulante con que parece obtener placer inofensivo es la nicotina, una droga poderosa. Por eso, dejar el tabaquismo es tan difícil: Usted tiene que luchar contra una adicción física además de romper con un hábito.
Mito:No me hace daño si no inhalo el humo.
Aún si no inhala, usted respira el humo de segunda mano, que es un factor de riesgo de cáncer importante. Respirar el humo del tabaco también causa un daño rápido a los vasos sanguíneos de todo el cuerpo, que a su vez puede provocar ataques al corazón, derrame cerebral y muerte súbita.
Mito: Fumo hace muchos años, si hiciera daño, ya me hubiera pasado algo.
En realidad, ya ha pasado algo en su organismo. Años de fumar han dejado rastros en su cuerpo. Quizás esté ignorando las pequeñas señales de alerta, como sentirse sin aliento cuando sube unos escalones o lo difícil que le resulta recuperarse de un resfrío. Aun cuando no sea así, puede estar seguro de que el daño existe y que podría provocar enfisema, ataque al corazón, derrame cerebral o cáncer.
Mito: Si no se deja de fumar al primer intento, no se logra.
Dejar de fumar es un proceso en el que se pueden dar recaídas. Habitualmente se intenta varias veces hasta que se consigue dejar definitivamente. Es una adicción, por lo tanto dejarlo puede resultar difícil y se requiere ayuda de amigos y familiares o de un especialista.
Mito: Los medicamentos y paliativos no funcionan.
Las terapias sustitutivas de la nicotina: parches, chicles y comprimidos combinadas con apoyo sicológico son una opción eficaz para dejar el tabaco.
Mito: Unos pocos cigarrillos por día no hacen mal.
Incluso un solo cigarrillo por día puede tener consecuencias en la salud, como un mayor riesgo de enfermedades cardíacas y riesgo de morir a una edad más temprana.
Mito: Si solo fumo cigarrillos de mentol, bajo contenido de alquitrán, suaves o lights no tendré tantos problemas de salud.
Las personas que consumen cigarrillos de mentol, bajo contenido de alquitrán o “suaves” con frecuencia inhalan más profundamente y retienen el humo más tiempo que los fumadores de cigarrillos comunes. No existe tal cosa como el cigarrillo inofensivo.
Mito: Mi hábito no daña a nadie más.
El humo de segunda mano contiene tantas concentraciones de sustancias químicas cancerígenas como el humo que se inhala. Vivir con un fumador eleva el riesgo de cáncer de pulmón del no fumador entre 20 y 30 por ciento. Los niños expuestos al humo de segunda mano tienen un riesgo más elevado que el normal de morir por el síndrome de muerte súbita del lactante o de sufrir asma o infecciones en los pulmones y oídos. Fumar durante el embarazo puede dañar al bebé y aumentar el riesgo de aborto espontáneo, bebés que nacen muertos, parto prematuro y bajo peso al nacer.
Fuentes: Dra. Wing Ching Chan Cheng, Coordinadora Programas de Cesación de Tabaco, CCSS, https://www.emol.com y https://medlineplus.gov/