Diciembre es un mes de celebraciones: festejamos la Navidad, el fin del año, el año que inicia, los amigos que ganamos y las metas que cumplimos. Sin embargo, nuestras mascotas no entienden nada de esto. Para muchas, lastimosamente, este es un período en el que se sienten aturdidas por las bombetas y la pólvora y durante el cual se quedan solas, pues sus dueños están de vacaciones.
Si asumimos la responsabilidad de convertir a un perrito o un gatito en parte de nuestra familia, debemos considerar su cuidado y protección en todo momento, y con más razón en el mes de las fiestas navideñas.
Aunque no todos los perros le tienen miedo a la pólvora, en general a todos los animales (independientemente de su raza) les asusta los ruidos fuertes, las luces y los gritos de la gente. Las razas pequeñas suelen ser más nerviosas, mientras que es más común que los animales de gran tamaño vivan en patios o jardines y estén más expuestos a estímulos que les generen estrés. Así que todos sufren.
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El médico veterinario Cristina Naranjo, recomienda que ante los sonidos fuertes de la pólvora, las personas que están con el animal actúen de forma normal para evitar crear un ambiente tenso y que el animal asocie la bulla con una amenaza.
Asimismo, es recomendable tener el animal en un espacio protegido, ojalá dentro de la casa. Si es un perro nervioso o que ya ha sufrido problemas asociados a la pólvora, es bueno abrazarlo fuerte mientras pase el evento.
Hay técnicas como ponerles un suéter bien ajustado o ropa alrededor de su cuerpo, cubriéndolos lo más que se pueda y también funciona, sin embargo la presencia del propietario a su lado, lo calma más.
Se les puede crear una especie de guarida en una habitación, donde el animal se pueda refugiar mientras ocurre el juego de pólvora, y así también se evita que se escape y pierda. También, en la medida de lo posible, alejarlo de lugares donde se puedan hacer daño como ventanas, puertas de vidrio o balcones.
No está de más, ponerles una plaquita en el collar con el nombre del animal y un número de teléfono en caso de –Dios no lo quiera– una emergencia, pues esta es una época en la que muchos perros huyen y se pierden de sus hogares.
Prevenir siempre será lo más recomendable. Si usted sabe que su mascota es nerviosa o le teme a los sonidos fuertes, puede consultar con su veterinario de confianza sobre medicamentos tranquilizantes. Hay desde aromaterapia y productos naturales a base de plantas como tilo y flores de bach, hasta medicamentos más fuertes como anticonvulsivos. Las dosis de cualquiera de estos productos es mejor que las prescriba un médico veterinario, porque dependen del peso y tipo de medicación.
Vacaciones, ¿y las mascotas?
Con la tendencias de los lugares pet friendly muchas familias deciden llevar a sus perritos con ellos. Siempre es importante conocer el lugar donde van a llevarlo, averiguar si hay otras mascotas que le pudieran hacer daño y aplicarles algún producto contra pulgas y garrapatas antes del viaje para que vaya bien protegido.
Al regreso, se recomienda llevarlo al veterinario para que lo revise y aplique una desparasitación.
Si viajan a un clima caliente, se debe tener cuidado con la deshidratación: ofrécezcale agua limpia al animal constantemente y evite exponerlo al sol demasiado tiempo. Asimismo, hay que cuidar las almohadillas de sus patas porque se pueden quemar o lastimar.
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En caso de que no podamos llevar a nuestra mascota con nosotros o el lugar es inseguro para la salud del animal, una buena alternativa son las guarderías u hoteles caninos. Asegúrese de que sea un negocio de confianza, pida recomendaciones del lugar y visítelo primero para que vea las condiciones en que mantienen a los huéspedes caninos.
Una vez que haya elegido el hotel de su preferencia, tenga en cuenta que su mascota debe ir con todas las vacunas al día, llevar el alimento que consume, sus cobijas y la cama que usa normalmente para que no extrañe mucho su entorno cotidiano.
Jamás deje a su perro solo en casa, sin los cuidados necesarios. Tenga en cuenta que la negligencia es penalizada por la Ley de Bienestar animal.
¡No deben ser un regalo!
Obsequiar una mascota en Navidad es una mala idea. Hay que considerar que este es un compromiso para toda la vida del animal, que puede ser hasta más de 20 años. Además implica responsabilidades y gastos económicos que la otra persona debe asumir.
Los regalos de mascotas, muchas veces se convierten en un compromiso para la persona o para los papás, y en los peores casos las terminan regalando porque no estaban preparados o porque no llena las expectativas de la familia.
Dar una mascota solo debe ser una opción si es una decisión consensuada en la familia y todos los miembros están de acuerdo con recibir al nuevo integrante, con todo lo que eso implica. De igual manera es importante recalcar que a los niños menores de 6 años, cualquier mascota que tengan, hay que supervisarlos porque ellos no miden aún los peligros y pueden dañar al animal o generarles mucho estrés.
Fuente: Dr. Cristian Naranjo, médico veterinario (tel.: 8374-5092)