Cientos de personas se protegen y toman medidas ante el COVID-19, preocupados por su bienestar. Sin embargo, no es la única amenaza a la cual se enfrentan los costarricenses en estos tiempos, debido a que las sobrecargas laborales han tomado un rol importante en su salud.
Daniela Medina, Médico General de la Clínica Familiar JAIM, enfatizó que, desde el año pasado, la pandemia nos ha enseñado que alrededor del mundo son miles los trabajadores que ven afectada su salud tanto física como mental, debido a la mala o nula aplicación de seguridad en sus áreas de trabajo.
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“Cuando nos enfrentamos a la incertidumbre, a lo desconocido o situación de crisis y que requieren de cambios, el miedo, la preocupación y el estrés son respuestas normales ante dichas circunstancias. Esto se ha observado de manera clara durante la pandemia ya que se ha diagnosticado un mayor número de personas con depresión, ansiedad e insomnio debido a las cargas laborales”, indicó Medina.
En el caso de los centros de salud del país, se ha observado un aumento en las consultas por cuadros como: lumbalgias, cervicalgias, contracturas musculares, trastornos gastrointestinales y afecciones psicológicas, relacionados a sobrecargas laborales.
Trabajadores de edades entre 25 a 59 años y las altas gerencias son las poblaciones más perjudicadas en su salud. Las investigaciones muestran que independientemente de que sea hombre o mujer, las afectaciones van a depender del tipo de trabajo ya que va de la mano de las exigencias y presiones que superen los conocimientos o capacidades del trabajador.
Las altas gerencias de las empresas son quienes sufren mayores riesgos debido al tipo de tareas, el volumen y ritmo de trabajo el cual incluye los horarios estrictos, inflexibles o jornadas laborales muy largas. Otros de los factores son las malas relaciones con los compañeros, acoso o mala comunicación, ligado a un liderazgo inadecuado.
“Generalmente el trabajador al estar sometido a estrés laboral muy alto, le resulta difícil mantener un equilibrio adecuado entre la parte laboral y su vida no profesional, puede mostrarse con agotamiento emocional, depresivo, estar angustiado, irritado y es mucho más tendiente a presentar cambios de humor muy marcados; además de presentar poca capacidad para concentrarse, por lo tanto, la toma de decisiones se torna más difícil”, explicó la Médico General de la Clínica Familiar JAIM.
Actualmente existe lo que se conoce como el síndrome de Burnout, el cual, fue declarado en el año 2000 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un factor de riesgo laboral por su capacidad para afectar la calidad de vida, salud mental e incluso hasta poner en riesgo la vida.
Se describe como una forma inadecuada de afrontar el estrés crónico, sus rasgos principales son el agotamiento emocional, la despersonalización y la disminución del desempeño personal. Dicho síndrome se puede clasificar en cuatro niveles: leve, moderado, grave y extremo, siempre es necesario acudir a un profesional de la salud para poder realizar el diagnostico, ya que se reconoce como un proceso complejo.
Síntomas del burn out
Quizás muchas personas trabajadoras se pregunten cómo identificar si está afectado o afectada. Existen varios tipos de manifestaciones que se pueden considerar como signos de alarma: negación, aislamiento, ansiedad, miedo, depresión, ira, cambios de personalidad, culpabilidad e incluso adicciones.
Además, se pueden observar cambios en los hábitos de higiene y arreglo personal, en el patrón de alimentación, con pérdida o ganancia de peso, e incluso pérdida de la memoria y trastornos del sueño.
De acuerdo con Medina, para evitar estas molestias físicas y mentales, es necesario, acudir a un profesional de la salud si ha presentado alguno de los síntomas mencionados anteriormente, modificar el entorno laboral, repartiendo de manera equitativa las cargas laborales, fomentando la cooperación y el trabajo en equipo, introduciendo horarios más flexibles y mejorando en el equipamiento que se utiliza en el trabajo con las adecuadas condiciones físicas.
Sumado a ello, se debe mantener un estilo de vida saludable con una dieta balanceada, dormir de siete a ocho horas diarias y realizar actividad física al menos tres veces a la semana 30 minutos cada día.