La dieta paleolítica o paleo, como es mejor conocida, tiene sus orígenes en los años 70 cuando el gastroenterólogo Walter L. Voegtlin publicó el libro "The Stone Age Diet" ("La dieta de la Edad de Piedra").
La dieta paleo consiste en regresar a un modo de alimentación similar a la de los primeros humanos, explica en su página la Clínica Mayo, "el razonamiento de la dieta es que el cuerpo humano es genéticamente incompatible con la alimentación moderna que surgió a partir de la aparición de la agricultura".
La health coach (asesora de salud) Ale Repoll, explica que la dieta básicamente se enfoca en comer proteínas magras, así como frutos y semillas, siendo una dieta natural, ya que evita todos los alimentos procesados.
Repoll afirma que dicha dieta es recomendable para casi cualquier persona, ya que puedes llevarla por un largo periodo de tiempo al ser muy completa “te hace sentir bien, no es extrema y no pasás hambre”.
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Muchos piensan que es una dieta costosa, pero la especialista asegura que al tener porciones pequeñas de proteína animal, y al ser rica en frutas y verduras, se vuelve accesible.
En cuestión de salud, Repoll asegura que puede ayudar para prevenir enfermedades como el colesterol malo, diabetes, enfermedades cardíacas y fortalecer el sistema inmunológico, por la alta ingesta de frutas y vegetales.
Los contras de la dieta paleo son pocos, comenta la especialista, ya que al tener un alto consumo de proteínas se puede volver un régimen hiperprotéico, por lo que recomienda llevarla de la mano de un especialista, “nosotros como health coaches podemos ayudarlos hasta cierto punto, pero siempre trabajamos a la par con un doctor”.
Si este tipo de dieta te está convenciendo, te dejamos una lista de las cosas que debés y no debés consumir.
¿Qué podés comer?
- Frutas
- Vegetales
- Frutos secos y semillas
- Carnes magras
- Pescado, especialmente aquellos con alto contenido de ácidos grasos omega-3, como el salmón
- Aceites de frutas y frutos secos, como el aceite de oliva
¿Qué debés evitar?
- Cereales, como el trigo, la avena y la cebada
- Legumbres, como los frijoles o las lentejas
- Productos lácteos
- Azúcar refinada
- Sal
- Papas (tubérculos)
- Alimentos procesados
- Comida chatarra