La emergencia sanitaria generada por el virtus covid-19 en el 2020, potenció el desarrollo de herramientas clave en la batalla contra el avance del virus SARS-CoV-2, entre ellas las pruebas moleculares (PCR), antígeno y de anticuerpos. Su objetivo: ayudar a los médicos con un diagnóstico más preciso, respaldar el abordaje integral de pacientes y controlar el riesgo de contagio en la población.
Cada prueba cuenta con características específicas y existen 3 factores para decidir cuál es la elección adecuada entre una prueba y otra. Primero, la fase de la enfermedad en la que se encuentra el paciente, a partir del inicio de síntomas; segundo, el lugar donde se realiza, ya que los entornos de atención médica cuentan o no con una amplia gama de pruebas y equipos de procesamiento; tercero, el propósito de la prueba de acuerdo a la necesidad que se tenga.
También, es importante conocer que el “nivel de sensibilidad” de las pruebas se refiere a su capacidad de clasificar correctamente a una persona enferma, es decir, la probabilidad de que se obtenga una prueba positiva; por ejemplo, entre más sensible y mayor carga viral tenga la persona será más fácil diagnosticarla. Mientras, la “especificidad” se refiere a la capacidad de la prueba de clasificar correctamente a los pacientes sanos, es decir, que las personas tengan una prueba negativa.
Tipos de prueba
– Pruebas moleculares (PCR):
Indican si hay presencia del material genético del virus o no, incluso en pacientes asintomáticos. En términos médicos, son las pruebas estándar de oro para el diagnóstico de COVID-19 alrededor del mundo.
Pueden realizarse en laboratorios donde las muestras son procesadas de forma totalmente automatizada (equipos de alto volumen de procesamiento), semiautomatizada (equipos de mediano o bajo volumen de procesamiento) o manual.
– Pruebas de antígeno:
Permiten saber si la persona tiene una infección activa. Ante los resultados negativos, se recomienda una evaluación de los síntomas del paciente, su grado de exposición al COVID-19 y evaluar la posibilidad de pruebas adicionales confirmatorias. Existen dos tipos de pruebas de antígeno: las rápidas y las procesadas en equipos centralizados de alto volumen.
El uso de las pruebas rápidas se ha masificado, ya que permiten tener resultados en pocos minutos, son fáciles de usar y pueden ser utilizadas en áreas sin infraestructura de laboratorio. Por ejemplo, se usan en poblaciones de alto riesgo de contagio (personal médico), pacientes sintomáticos, cuidadores de pacientes por diversas enfermedades, tamizaje en grupos poblacionales, áreas de difícil acceso, entre otros.
El costo de la prueba es más accesible en comparación con una prueba PCR. A pesar de su alta especificidad, tienen una sensibilidad menor en comparación a una prueba PCR.
– Pruebas de anticuerpos:
Permiten medir los anticuerpos desarrollados en las personas que han estado previamente expuestas al COVID-19. Esta prueba mide la respuesta inmune a la enfermedad y hay dos tipos: rápidas o serológicas para equipos centralizados.
Pueden brindar resultados cualitativos y cuantitativos. Las pruebas cualitativas pueden detectar anticuerpos, lo que indicaría si una persona ya ha sido infectada y ha desarrollado anticuerpos frente al virus. En el caso de las cuantitativas, ayuda a determinar la respuesta inmunológica inducida por vacunas y los niveles de anticuerpos presentes en las donaciones de plasma para tratar a otros pacientes de COVID-19 (proceso denominado plasmaféresis).
En el caso de Costa Rica, las pruebas PCR y de anticuerpos para detectar el SARS-CoV-2 están aprobadas para realizarse en laboratorios, pero las de antígeno están en proceso de registro. Mientras, para los puntos de cuido de pacientes, las pruebas rápidas de antígeno y de anticuerpos están en proceso de registro. Únicamente en el Aeropuerto Juan Santamaría están aprobadas las pruebas rápidas de antígeno.
Fuentes: Roche Diagnóstica y Organización Mundial de la Salud: https://www.who.int/es/initiatives/act-accelerator.