Entre el 30% y el 50% de los diferentes tipos de tumores se pueden prevenir, según datos del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer y del Informe Mundial sobre el Cáncer de 2020. Así, el cáncer de pulmón y el de esófago es posible prevenirlos hasta en 90%, mientras que el melanoma y el de estómago en 75%. Otros tumores se pueden evitar en mayor o menor porcentaje.
Se ha visto que la posibilidad de anticiparse a la aparición de estas patologías tiene que ver, en la mayoría de los casos, con cambios en el estilo de vida. Por ejemplo, los niveles altos de sedentarismo están relacionados con un 24% mayor riesgo de cáncer, en comparación con bajos niveles, de acuerdo con estudios observacionales. Además, hay pruebas de que la actividad física está asociada con un riesgo reducido de 13 tipos de cánceres.
Peso y alimentación
El doctor Ricardo Silva, oncólogo médico de la Clínica U. de los Andes, explica que si bien existen factores de riesgo para esta enfermedad que no son modificables, como, por ejemplo, la carga hereditaria y el envejecimiento (a mayor edad, más posibilidades de padecerla), existen otros que sí se pueden cambiar y que han demostrado estar estrechamente relacionados con el riesgo de padecer la patología.
“La obesidad es un factor de riesgo ya conocido, porque genera un estado inflamatorio crónico que da pie a un ambiente propicio para el desarrollo del cáncer; entonces, cuando se recupera el peso normal, disminuye el riesgo”, dice el médico.
La dieta es otro factor modificable importante. “Hay una relación directa entre alimentos procesados y carnes rojas con cáncer gástrico. Si esto se reduce, este cáncer es prevenible hasta en 75%”, precisa. Y agrega: “El concepto que tiene la población de que el cáncer no se puede prevenir tiene que cambiar urgentemente”.
Bruno Nervi, oncólogo y académico de la Facultad de Medicina UC, explica que la exposición durante años a conductas de vida poco saludables favorece que aparezcan las mutaciones en las células que se transforman en cáncer. “El abuso de alcohol inflama el hígado y favorece la aparición de cáncer hepático, pero también colorrectal y esófago; al igual que el tabaquismo aumenta el riesgo de cáncer de pulmón, pero también de vejiga, páncreas y otros”, dice Nervi.
Hoy, coinciden los entrevistados, solo el 10% de los casos de cáncer tienen un origen genético.