Si bien es cierto, esta época de fiestas navideñas y de fin de año para la mayoría de personas es de gozo, celebración, fiesta y hermandad, para algunos adultos mayores se torna en un periodo difícil de sobrellevar, ya que en estos momentos están experimentando un duelo ante la partida quizás de su pareja, un ser querido; por lejanía con su familia o pérdida de alguna de sus propias facultades o capacidades.
Otro de los motivos por los cuales la navidad y el fin de año se transforman en días de angustia, desesperación y una invasiva sensación de soledad y debemos considerar que muchos han estado “encerrados” ya por muchos meses ante la pandemia, enfermedad que incluso a algunos les ha dejado sin hermanos, hijos, amigos.
El duelo también puede deberse al distanciamiento con familiares, con sus hijos, nietos, hermanos, menos cabo de salud (funcionalidad) o por falta de influencia dentro de la familia, por ejemplo: ya no es la mamá la que decide que se va cenar en la noche buena.
Según Allan Loría, especialista en envejecimiento social con más de 15 años desarrollando programas socioeducativos a través del Programa Ciudadano de Oro de la Caja Costarricense de Seguro Social, “el duelo es un proceso psicológico al que nos enfrentamos tras las pérdidas y que consiste principalmente en la adaptación emocional a éstas, si bien se trata de una experiencia compleja que engloba también factores fisiológicos, cognitivos y comportamentales, entre otros”.
El especialista comenta que es necesario tomar en cuenta que el duelo tiene cinco etapas: primero encontramos la negación, una reacción que se produce de forma muy habitual inmediatamente después de la pérdida, con frecuencia aparejada a un estado de shock o embotamiento emocional e incluso cognitivo.
“Aunque en ocasiones esta fase del duelo implica estrictamente la negación de la pérdida, ésto no siempre sucede, sino que puede manifestarse de un modo más difuso o abstracto. Por ejemplo, se puede dar una negación de la importancia de la pérdida o de su carácter definitivo más que del hecho de que se haya producido. En esta etapa la persona no cree que sea cierto lo acontecido, lo desvaloriza, lo replantea como una falsedad y hasta piensa que puede ser una broma de mal gusto” explica Loría.
Seguidamente encontrar la fase del enojo o la ira, es decir, sentimientos de frustración y de impotencia con respecto a la propia capacidad de modificar las consecuencias de la pérdida. Luego viene la etapa de la negociación, esa en la que intentamos negociar (con Dios, con el médico, con la ley, con la pareja, con los socios, con el empleador, etc.) para obtener a cambio la restitución de lo perdido, aunque a veces eso sea imposible. Normalmente ofrecemos hacer o no hacer algo (dejar de fumar, dejar de comer, dejar de pelear, etc.) a cambio de la recuperación de la persona ausente o de aquello perdido.
“Luego aparece la depresión, el momento en que la persona empieza a asumir de forma definitiva la realidad de la pérdida, y ello genera sentimientos de tristeza y de desesperanza junto con otros síntomas típicos de los estados depresivos, como el aislamiento social o la falta de motivación. El hecho de perder a un ser querido, de enfrentarse a la propia muerte y otras causas del duelo, puede hacer que la vida deje de tener sentido para nosotros, al menos durante un tiempo”, sostiene el especialista.
La fase de salida de un proceso de duelo es la aceptación, un estado de calma asociado a la comprensión de que la muerte y otras pérdidas son fenómenos naturales en la vida humana.
Loría sostiene que” la fase de aceptación se relaciona con la inevitabilidad de la pérdida, y por tanto del proceso de duelo. En los casos en que el duelo es debido a una enfermedad terminal suelen darse reflexiones con respecto a la propia vida, vista en retrospectiva una vez se acerca el final. Incluso puede darse el caso de que el doliente no pase por todas las etapas. Por ejemplo, la persona no viva la etapa de la negociación y brinque de la negación a la aceptación. Esto va depender enteramente de la experiencia de vida y/o sus creencias religiosas.”
5 maneras de brindar apoyo
Ahora bien, ¿cómo brindarle apoyo a un adulto mayor en su proceso de duelo y más en esta época de fin de año?
Tome nota, porque Loría nos comparte 5 formas de hacerlo:
1. Sin receta
Es vital tener presente que el duelo es un proceso individual, por lo tanto, no existe una receta que pueda minimizar de forma mágica el dolor, cada persona lo vivirá a su ritmo. Por más que alguien desee ayudar muchas veces la mejor ayuda es guardar distancia y respeto por el dolor ajeno.
2. “Habemus dolus”
Cuando hablamos del duelo debemos recordar que la palabra duelo está asociada con el latín dolus que significa dolor. El reconocer el duelo como un dolor -y no solo como sinónimo de muerte- es fundamental para poder validar cualquier tipo de pérdida, por ejemplo: puede ser la primera navidad con una discapacidad funcional que le impida al adulto mayor integrarse como acostumbraba a las actividades de la época, o bien, el dolor puede ser por la lejanía de un familiar que este viviendo en otro país y no pueda tenerlo cerca en épocas festivas.
3. Calor de hogar
Para muchos adultos mayores esta puede ser su primer fin de año viviendo en un hogar de ancianos, esta experiencia genera una sensación de duelo profunda, ya que no estarán en la que fue su casa, no tendrán la libertad de tiempo para poder compartir con sus seres queridos (los hogares de ancianos tienen horarios limitados para las visitas) e incluso podrían no recibir visitas de sus familiares.
Ante la situación de que el adulto mayor resida en un hogar de ancianos, los familiares deben de generar la máxima cercanía posible por medio de visitas, por medio del uso de la tecnología y tratar de que la interacción gire en torno a lo positivo del momento -ver el vaso medio lleno y no medio vacío-.
4. Recordar para vivir, no para llorar
Es casi inevitable que durante esta época del año no se recuerde algún ser querido fallecido. Si se da la conversación sobre ese ser querido que ya no está, lo que se debe hacer es que la misma sea en un tono positivo, recordando los buenos momentos y procurando que esa nostalgia sea lo más sana posible.
5. Respeto
No insista en que el doliente se integre a las actividades de celebración si este manifiesta reiteradamente que no desea participar. Dé espacio para que la persona viva la Navidad o el año nuevo como desee, eso sí, manténgase cerca y atento para velar por que el adulto mayor cumpla con sus necesidades básicas de alimentación e higiene personal.
En resumen, si bien es cierto no podemos eliminar el dolor de una persona que esta dentro de un proceso de duelo, si podemos estar más presentes con el objetivo de hacer del proceso un camino más llevadero llenándolo de respeto y comprensión por parte de todos los seres queridos.