Hubo una época en la que solía pensar que mi vida personal era un obstáculo para tener éxito a nivel profesional. Me empeñé ciegamente no solo en trabajar de forma incansable por años para desarrollar mi carrera como comunicador, sino que insistí en mantener mi vida personal separada de mi trabajo como periodista. Y fracasé estrepitosamente en el intento.
No me malinterpreten: yo sí considero que deben existir límites entre un espacio y el otro, no solamente para evitar quemarnos, sino porque es una manera de proteger las distintas relaciones que generamos en ambos estadios de nuestras vidas, especialmente en estos tiempos en los que, gracias a la tecnología, la línea divisoria entre el trabajo y la vida hogareña parecen poco claras.
A lo que me refiero es que nosotros no podemos separar quienes somos en ninguno de estos círculos, porque simple y sencillamente nosotros no podemos dividir nuestra personalidad. Que nuestro trabajo exija comportamientos más formales que los que tendríamos con nuestras amistades no quiere decir que debamos ser dos personas distintas, porque nos estaríamos mintiendo vilmente.
A menos que tengas una patología de salud mental, tú eres quién eres en donde sea que estés, aunque tu ánimo algunas veces esté caído o, por el contrario; más animado. La diferencia está en comprender que las identidades sólidas, las cuales son bastante comunes dentro del liderazgo, también se caracterizan por mostrarse de esa misma manera fuera de la oficina.
Tener una identidad consolidada fuera de la empresa puede aumentar la confianza y la resiliencia en tu trabajo. De hecho, según investigadores de la Universidad de Stanford, tus pasatiempos, equipos deportivos a los que sigues o artistas que te inspiran, tu tiempo de ocio, tus amistades y seres queridos; pueden convertirse en un enorme colchón que te permitirá hacerle resistencia al estrés laboral.
De acuerdo a los datos revelados por este estudio, quienes participaron en él mostraron que todas las actividades que realizaban fuera de su mundo profesional les ayudaron a comprender que su autoestima no dependía de alguna situación negativa en particular o de cualquier crítica que hubiesen recibido ejerciendo sus labores, pues tenían la suficiente seguridad en sí mismos como para no tomarse las cosas a modo personal.
Aprendamos a ver el tiempo dedicado a la vida personal como una inversión en nosotros mismos, y no como una distracción del trabajo, porque en ello radica nuestra fortaleza individual.
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