¿Alguna vez ha estado sentada en la gradería, con el corazón en la mano, justo antes de una tanda de penales? ¿Ha sentido cómo el tiempo se detiene, mientras su hijo se prepara para patear el balón? Y ni qué decir si juega como portero, cuando todo el partido cae sobre sus pequeños hombros...
Como padres y madres de niños deportistas, compartimos ese nerviosismo y emoción que nos hace sentir cada jugada. Sufrimos con ellos las derrotas, pero también vibramos con cada triunfo, con cada logro que va más allá de las medallas. Porque verlos crecer en el deporte es ser testigos de un desarrollo emocional que no se compra ni se aprende en ningún otro lugar.
Detrás de cada logro deportivo de un niño o adolescente está el esfuerzo incondicional de los padres. Son esos mismos que ceden su tiempo para llevarlos a entrenamientos, hacen ajustes en el presupuesto familiar para comprar el equipo necesario y, sobre todo, brindan siempre palabras de aliento. Esos padres y madres que, aunque no se llevan trofeos a casa, son los verdaderos pilares que sostienen cada victoria, porque la verdadera recompensa no está en el podio, sino en las lecciones de vida que los hijos aprenden día a día.
Según la sicóloga infantil, Jenny Marín, no se trata solo del trofeo al final del camino, sino del amor, el apoyo incondicional y el sacrificio compartido que construyen el carácter de los hijos. Porque el verdadero éxito de los niños no se mide solo en medallas, sino en la fortaleza, confianza y resiliencia que han ganado gracias al apoyo de sus padres.
Los niños que practican alguna actividad física regularmente tienden a desarrollar músculos más fuertes, mejorar su coordinación motora y aumentar su resistencia cardiovascular.
“El apoyo parental tiene un impacto profundo en la seguridad emocional de los niños y en su desarrollo integral. Cuando los niños sienten que sus padres están presentes de manera activa en sus vidas, especialmente en actividades como el deporte, se genera una sensación de seguridad emocional que les proporciona confianza y bienestar. Según la ciencia, esta conexión afectiva tiene múltiples beneficios que se extienden desde la infancia hasta la adultez”, agregó la especialista, quien además, comentó algunos de los beneficios que reciben los niños y las familias que se involucran en el deporte.
1. Seguridad emocional y autoestima
El apoyo de los padres en las actividades deportivas refuerza el sentido de valía personal de los niños. Cuando los padres celebran sus logros, independientemente de si ganan o pierden, les envían un mensaje claro: “Eres importante por lo que eres, no por el resultado”. Esta aceptación incondicional fomenta una autoestima saludable, un aspecto clave para la construcción de la identidad y la seguridad emocional.
Un estudio realizado por la American Psychological Association destaca que los niños que se sienten respaldados por sus padres tienen una mayor autoconfianza y son más propensos a asumir riesgos controlados, como probar nuevos deportes o actividades. Esta confianza en sí mismos es fundamental para enfrentar desafíos y superar fracasos, habilidades esenciales para la vida adulta.
Los valores aprendidos a través del deporte, como la perseverancia, el trabajo duro, el respeto por las reglas y la superación personal, se trasladan a la vida adulta. Además, la mentalidad competitiva y el enfoque en la mejora continua los lleva a sobresalir en campos profesionales y personales.
2. Desarrollo de la resiliencia
El deporte, como la vida, está lleno de altibajos: triunfos, derrotas, errores y superaciones. Tener el apoyo de los padres en esos momentos difíciles es crucial para que los niños aprendan a recuperarse de las adversidades. Según un estudio de la Universidad de Harvard, los niños que reciben apoyo emocional en el deporte desarrollan una mayor resiliencia, es decir, la capacidad de sobreponerse a las dificultades y seguir adelante.
El respaldo de los padres les enseña a manejar el estrés y la frustración, dos emociones que forman parte del deporte y de la vida en general. Esta habilidad para gestionar las emociones no solo fortalece su bienestar mental, sino que también mejora su rendimiento en la escuela y en otras áreas de la vida.
3. Estabilidad emocional y salud mental
Cuando los niños saben que sus padres los apoyan, experimentan un sentido de pertenencia y seguridad emocional que reduce el riesgo de desarrollar problemas de salud mental. El apoyo parental actúa como un escudo protector contra trastornos como la ansiedad y la depresión, que suelen surgir cuando los niños se sienten abandonados o incomprendidos.
Un estudio de la Universidad de Cambridge encontró que los niños que participan en actividades deportivas con el apoyo de sus padres tienen menos probabilidades de padecer problemas emocionales. Estos niños tienden a desarrollar una actitud más positiva hacia la vida y son más capaces de manejar situaciones de estrés.
El deporte también mejora la neuroplasticidad, lo que significa que el cerebro se vuelve más adaptable y eficiente. Un artículo publicado por la revista Harvard Health destaca que la actividad física estimula la producción de una proteína llamada BDNF (Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro), que juega un rol clave en el crecimiento de nuevas conexiones neuronales. Esto no solo fortalece la memoria y el aprendizaje, sino que también protege al cerebro de enfermedades neurodegenerativas.
4. Fortalecimiento del vínculo familiar
El apoyo en las actividades deportivas no solo beneficia a los niños, sino que también fortalece la relación entre padres e hijos. Las experiencias compartidas, como asistir a competencias, animarlos desde la grada o incluso ayudar con los entrenamientos, crean recuerdos y vínculos emocionales profundos. Estos momentos refuerzan la comunicación y la confianza mutua, lo que facilita la creación de una relación sólida y duradera.
El vínculo emocional que se forja a través de estas actividades fomenta un ambiente familiar más armonioso, donde los niños se sienten escuchados, valorados y comprendidos. Esto, según un estudio de la Universidad de Stanford, mejora la salud emocional general de los niños y fortalece su capacidad de relacionarse positivamente con otros, no solo en la familia, sino también en la escuela y la comunidad.
5. Fomento de independencia y autodisciplina
El apoyo parental adecuado también les enseña a los niños a ser independientes y responsables. Saber que sus padres los acompañan en su desarrollo deportivo, pero sin sobreprotegerlos, les permite aprender de sus propios errores y a tomar decisiones. Esta independencia promueve la autodisciplina, un valor fundamental que les ayudará no solo en el deporte, sino en todas las facetas de la vida.
La actividad física ayuda en la liberación de endorfinas, conocidas como las hormonas de la felicidad. Esto les permite a los niños reducir los niveles de estrés y ansiedad, mejorando su estado de ánimo y su capacidad para enfrentar situaciones difíciles. El apoyo de los padres en este proceso es esencial, ya que les brinda la seguridad emocional necesaria para perseverar en la práctica deportiva, incluso en momentos de frustración o cansancio.
El Child Development Institute destaca que los niños cuyos padres los apoyan de manera positiva en el deporte son más propensos a desarrollar hábitos saludables, como la gestión del tiempo, la constancia en el entrenamiento y la planificación de objetivos a largo plazo. Estos hábitos tienen un impacto directo en su éxito académico y profesional en la adultez.
El apoyo de los padres en el deporte no solo les da a los niños una base sólida para su desarrollo físico, sino que también fortalece su seguridad emocional, resiliencia y bienestar mental. La ciencia confirma que este respaldo tiene beneficios que van mucho más allá de lo inmediato, dejando huellas profundas en su crecimiento personal y profesional a lo largo de la vida.
Para la sicóloga infantil Jenny Marín El compromiso de los padres con la actividad deportiva de sus hijos no se limita a llevarlos a los entrenamientos o comprar el equipo necesario. “Se trata de estar presentes, de celebrar los éxitos y de apoyar en los fracasos. Los padres que se involucran activamente en el deporte de sus hijos ven cómo estos desarrollan habilidades de liderazgo, trabajo en equipo, toma de decisiones y, lo más importante, una actitud proactiva frente a los retos de la vida”, concluyó la especialista.
El deporte no es solo una actividad física; es una escuela de vida. El apoyo de los padres en la práctica deportiva de sus hijos es una inversión a largo plazo en su bienestar físico, mental y emocional.
Así que la próxima vez que se encuentre al borde del asiento, esperando el silbato final, recuerde que su presencia en la gradería va mucho más allá del resultado del juego. Usted está construyendo un legado de amor, confianza y resiliencia que su hijo llevará consigo toda la vida.
Recuadro
Mike Castro es el orgulloso papá y entrenador de Mikela Castro, la joven surfista que forma parte de la Selección Nacional de Surf de Costa Rica. Fue él quien la introdujo al mundo del surf, y ha estado a su lado como su mentor desde el primer momento.
Consciente de la importancia del apoyo familiar, Mike y su familia tomaron una decisión significativa: mudarse de Limón a Jacó para estar más cerca de las olas y respaldar el crecimiento deportivo de Mikela. Este cambio refleja el compromiso de toda la familia con el sueño de la pequeña atleta.
Desde 2011, Mike ha sido más que un padre dedicado; es también un entrenador apasionado que impulsa los sueños de muchos niños, niñas y jóvenes surfistas.
“Sé lo hermoso y significativo que es tener a alguien que te apoye, te motive, te cuide y esté a tu lado en las buenas y en las malas. Eso es lo que soy para mi hija en este momento, y también para los niños que entreno. Entiendo que hay mucho trabajo por hacer, y por eso estoy aquí, apoyando los grandes sueños de Mikela. Quiero enseñarle que, más allá de ser una gran atleta, debe ser una persona que inspire a otros. Esto es un trabajo de todos los días, y es emocionante y gratificante dedicar nuestra vida a apoyar los sueños de los demás.” Mike Castro.