Puma nació oficialmente el 1 de octubre de 1948, con la inscripción de la marca en Alemania. Sin embargo, el origen de la compañía se remonta a 1919, cuando los hermanos Adolf y Rudolf Dassler crearon la fábrica de zapatos “Gerbüder Dassler Schuhfabriken” en Herzogenaurach, un pequeño pueblo en la zona de Baviera.
La fama de sus calzados llegó a oídos del entrenador del equipo alemán de atletismo, Josef Waitzer, y sus productos debutaron en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, fascinando al mundo del deporte.
La Segunda Guerra Mundial y desavenencias ideológicas distanciaron a los hermanos y provocaron la división del negocio. Rudolf se trasladó al otro extremo del pueblo y levantó una nueva fábrica en la que trabajaban 14 operarios y que en 1948 dio paso a Puma, que era su apodo en los tiempos escolares.
Adolf (Adi), por su parte, se quedó con las instalaciones originales y en 1949 fundó Adidas. Usando calzado Puma, destacados deportistas alcanzaron el éxito: los futbolistas Pelé, Diego Armando Maradona y Lothar Matthäus; en el tenis, Guillermo Vilas, Martina Navratilova y Serena Williams, y en el atletismo, el hombre más rápido del mundo, Usain Bolt; entre muchos otros. María José Valdés asegura que en un mundo lleno de oportunidades, Puma marca la diferencia en la industria por su historia potente e inspiradora.
“También somos una compañía enraizada en la actividad física, pero no tenemos miedo a combinar deportes y moda, y eso nos ha ayudado a posicionarnos en una forma única. Estamos convencidos de que el deporte va más allá de los minutos que dura un partido, y esa cultura se extiende a todo lo que hay fuera de la cancha. Exitosas colaboraciones que hicimos junto a Rihanna o la reciente incorporación a la familia Puma de Dua Lipa y Neymar Jr. son parte de nuestra cultura. No todas las marcas son capaces de crear tendencias a ese nivel”, asegura.
Los hermanos Dassler dieron una batalla sin tregua para posicionar sus productos, reclutar a deportistas famosos y conquistar mercados, hasta la muerte de Rudolf en 1976. Cuatro años más tarde sería el turno de Adolf.
Ambos están sepultados en el cementerio del pueblo donde nació el negocio familiar y donde siguen estando las casas matrices de las dos gigantes de la industria deportiva. Sus deudos, sin embargo, se encargaron de que las tumbas de los hermanos estuviesen lo más alejadas que fuera posible.