Según datos de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), de enero de 2019 a julio de 2021, se registraron 128 egresos hospitalarios debido a trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en los establecimientos de salud. De esta cifra, 55 casos corresponden mujeres entre los 10 a los 19 años, del total de los egresos, el 85% son mujeres y 15% hombres. Es decir, las niñas y adolescentes son el grupo que más acude a los centros de salud debido a los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en Costa Rica.
Los trastornos de la conducta alimentaria se definen como alteraciones específicas y severas en la ingesta de los alimentos, observadas en personas que presentan patrones distorsionados en el acto de comer y que se caracterizan, ya sea por comer en exceso o por dejar de hacerlo y esto se da en respuesta a un impulso psicológico y no por una necesidad metabólica o biológica.
— Gina Montero, psicóloga y directora de la Escuela de Psicología de ULACIT
Estos trastornos pueden presentarse a cualquier edad, pero son más frecuentes en la adolescencia, lo cual presenta desafíos que deben ser atendidos a tiempo para evitar que el trastorno sea crónico y se experimenten lamentables consecuencias en el desarrollo psicosocial y físico.
Daniela Astorga, nutricionista de Clínica ULACIT, explicó que algunas de las consecuencias de los TCA son fatiga, lesiones musculo-esqueléticas, desequilibrio de los electrolitos, arritmias cardiacas, así como un un balance nutricional negativo, el cual a su vez provoca debilidad, estreñimiento, piel áspera y seca, edemas, mareos por la presión arterial disminuida y recuperación lenta después de una lesión.
Específicamente, trastornos como la bulimia, provocan lesiones dérmicas de la mano por autoinducción del vómito, hipertrofia de las glándulas salivales causadas por los vómitos, alteraciones bucales y dentales por los ácidos gástricos, debilidad muscular y trastornos gastrointestinales, endocrinos, cardiovasculares y metabólicos.
Hay ciertas conductas o signos que se pueden presentar lentamente y que pueden poner en alerta a las familias o personas que rodean a la persona de que algo está sucediendo.
Algunos signos de alarma son:
Dietas restrictivas injustificadas
Preocupación excesiva por todo lo relacionado con la alimentación
Interés en las tablas calóricas de los alimentos
Preferencia por comer sin compañía o encontrar excusas para no comer
Sentimientos de culpa por haber comido
Hacer ejercicio en exceso y mostrarse irritado si no lo hace
Irritabilidad, cambios de humor constate
Aislamiento y dificultad de concentración.
En muchas ocasiones el paciente no está consciente de su padecimiento, por lo que se inicia un tratamiento tardío o con poca motivación para buscar el modificar conductas, por lo que es recomendable ante signos de alarma iniciar el tratamiento por parte de cualquier profesional de la salud que, luego de establecer un vínculo con la paciente, pueda referirlo al tratamiento interdisciplinario siendo la psicoterapia el elemento central del tratamiento de estos pacientes. Asimismo, la inclusión de la familia en el proceso de recuperación es fundamental.
Los grupos interdisciplinarios encargados del estudio y tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria incluyen entre otros profesionales a psicólogos, psiquiatras, médicos, endocrinólogos y nutricionistas que trabajan en conjunto para brindar la contención y el abordaje necesario en un proceso que puede ser largo, pero al ser consistente en el tratamiento se puede lograr una estabilidad y un resultado muy satisfactorio.
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