Como una niña inquieta y vivaracha. Así la define su mamá. Carolina Hidalgo Herrera era una niña que siempre le buscaba explicación a las cosas, y aunque de pequeña no tenía claro qué profesión iba a elegir, sí recuerda haberle dicho a su padre que ella quería ser una mujer importante.
Lo logró: es la tercera mujer que preside la Asamblea Legislativa. La primera después de 18 años. Es, además, la inspiración de muchas de nosotras.
Es una persona común. Hace fila en la municipalidad para pagar sus impuestos, va a nadar a la piscina municipal, tiene fotos en Instagram de sus vacaciones en las playas de Limón, se le puede ver en el bus de Alajuela o llegando a la Asamblea en su bicicleta urbana.
Eso sí, tiene lo que una presidenta necesita: gran capacidad para resolver conflictos, capacidad para escuchar a los demás, firmeza en su postura y excelente olfato para detectar dónde hay consenso. Esas habilidades han hecho que su gestión se caracterice por haber aprobado gran cantidad de proyectos de ley.
Asimismo, ha sido protagonista en el avance de la reforma fiscal, una situación de la que depende el futuro económico de cada uno de nosotros. Su rol es de puente de diálogo, además de velar por el adecuado procedimiento legislativo. Tareas mayores que están a la altura de sus talentos.
Su entorno familiar
Carolina es hija de una familia numerosa y humilde. Doña Ligia y don Gerardo tuvieron seis hijos. Nuestra presidenta es la número cuatro. Por supuesto que si había un par de patines, esos eran los patines de todos, así funcionan las familias grandes que dependen de un solo salario.
Esas circunstancias la llenaron de lecciones: hacer un uso eficiente de los recursos, compartir, distribuir tareas y dialogar. ¿Ya ven por qué un puesto político le calza tan bien?
“Aprendí a trabajar en equipo y cómo es posible lograr cosas aún con pocos recursos. En aquel momento éramos chiquillos y a veces peleábamos, pero conforme uno crece va viendo las bondades de tener una familia tan grande y con miembros tan distintos”, nos cuenta Carolina.
Además sus padres han sido pilares para inculcarles valores que hoy Carolina refleja en sus intereses profesionales. “Mi papá es mucho de hacer reflexiones, mi mamá es más de mostrar las cosas con acciones”, nos dice la legisladora.
Su madre fue una gran líder comunal con participación ciudadana en diferentes espacios, formó parte de las asociaciones de desarrollo y colaboró con las personas más necesitadas. “A nuestros hijos les inculcamos la importancia de ayudar a otras personas, sobre todo a quienes no han tenido tanta suerte”, dice doña Ligia.
Don Gerardo, por su parte, estudió administración de la educación y fue director de un colegio científico. Con él, Carolina recuerda extensas charlas sobre la importancia de la educación cívica y de participar en la sociedad.
Hoy en día, el tema de incidir en un cambio positivo para el país sigue presente en las conversaciones: “le insistimos que la prioridad son los pobres, no hacemos nada con grandes cambios fiscales si las tazas de pobreza y desempleo no disminuyen”, dice su papá.
Doña Ligia, don Gerardo: siéntanse orgullosos (si es que aún se puede más) pues el mensaje caló en lo más profundo de su hija, para ella, el trabajar en servicio de los demás es fundamental.
“Me llena mucho poder crear procesos y llegar a concretar acciones que cambien la vida de los demás, sobre todo para las personas más necesitadas. Esa es una felicidad que, cuando una la experimenta, ya no hay vuelta atrás”, dijo la presidenta en una entrevista que tuvimos en su oficina del Castillo Azul.
Arte, deporte y amor
Es una moncheña de corazón, creció en San Ramón y ahí hizo su escuela, colegio y universidad. Pero no solo eso, ahí se desenvolvió como flautista traversa.
De ella hemos escuchado que llega en bicicleta a la Asamblea Legislativa, que madruga para ir a nadar pero desconocíamos su faceta de música. “Eso casi no lo he contado y el otro día un profesor de flauta me reclamó”. Bien hecho, profesor.
Cuando estaba en el colegio hizo la Etapa Básica de la Escuela de Artes Musicales de la Universidad de Costa Rica y luego ingresó a la orquesta de la Universidad. Se mantuvo en esta disciplina artística desde los 12 hasta los 17 años de edad, tiempo en el cual tuvo bastantes presentaciones en público.
“Ese fue mi pasatiempo en la adolescencia, ahora tengo la flauta guardada pero lo retomaré”, nos cuenta (y nos promete) Carolina.
Lo que más hemos oído es su disciplina de nadadora. No es para menos: compite en circuitos de aguas abiertas. Para entrenar se levanta a las 4 a. m. y a las cinco ya está sumergiéndose en la piscina municipal de Alajuela, lo hace casi todos los días (decimos casi, porque su cargo actual ha complicado un poco la agenda de esta deportista).
Esta disciplina tiene una razón de peso. Carolina fue diagnosticada con artritis desde su juventud y su movilidad física se vio comprometida, los médicos le indicaron que la natación era una medicina que podría mejorar su condición y aliviar sus dolores.
Ahí es donde entra Mario, su esposo, su gran apoyo y empuje para esta disciplina. Acá nos vemos obligadas a hacer un paréntesis para hablar de esta historia de amor.
“Me casé con un alajuelense, se llama Mario Ballestero, es sociólogo. Es alguien muy importante en mi vida privada”, dice Carolina. Ella lo describe como un hombre disciplinado y quien le ayuda mucho con la constancia en el deporte y su cuido.
Se conocieron en una salida casual con un grupo de amigos, en el 2006. Esa primera vez estuvieron hablando de sus respectivos proyectos de tesis. Se casaron seis años después, en el 2012.
Para Mario, Carolina es una mujer sensible, cariñosa e inteligente. Quererla y admirarla se hace fácil. Cuando a Carolina le dijeron que debía nadar para mejorar su condición médica, Mario fue el primero en apoyarla y comprometerse con ella a ir a entrenar.
Trayectoria profesional
Carolina entró a la carrera de derecho en la Universidad de Costa Rica, su profesora de cívica tuvo una gran influencia en su elección profesional.
Una vez en derecho, se abrió la posibilidad de estudiar resolución alterna de conflictos, algo que le llamó la atención desde el primer momento pues lo vio como una transformación de la aplicación tradicional del derecho.
“Hice mi tesis de licenciatura relacionada con el derecho indígena, las formas ancestrales de cómo las agrupaciones indígenas resolvían sus conflictos”, recuerda y se empezó a desenvolver en esa área, trabajando en organizaciones no gubernamentales sobre conflictos de tenencia de tierra.
Luego continuó sus estudios en Sevilla, España. “Yo tenía claro que quería estudiar afuera para enfrentarme a otra cultura y, adicionalmente, a otra manera de entender el derecho”.
Aplicó a varias becas (pues sus planes dependían de sus ahorros), la rechazaron de algunas y, finalmente, llegó el visto bueno de la Universidad de Sevilla. Ahí cursó ordenamiento territorial y desarrollo local, es decir, era una abogada aprendiendo de sistemas de geolocalización en una facultad de geografía y arquitectura. La mezcla, lejos de ser descabellada, se convirtió en un reto que sacó a Carolina de la zona de confort.
Además, el momento fue el justo: estudió en España cuando España ganó el Mundial, y en Sevilla que ganó la Copa del Rey ese año. A Carolina no le gustaba el fútbol hasta que vivió esa experiencia.
Para ese entonces ya estaba afiliada al Partido Acción Ciudadana (PAC), pero no había tenido contacto con la fracción política ni con la sede del partido. Al llegar de sus estudios en el extranjero, un amigo le comentó que el PAC estaba buscando una persona que pudiera asesorar en temas territoriales. Carolina era la indicada.
Una vez en la Asamblea Legislativa sintió que debía reforzar sus conocimientos en temas de derecho público, entonces realizó la maestría de derecho público en la UCR.
Después fue nombrada Directora de Resolución Alterna de Conflictos del Ministerio de Justicia y Paz. Y, este 2018, regresó a la Asamblea como diputada.
Asumir la presidencia
Conformar la Junta Directiva de la Asamblea Legislativa es de gran importancia. Presidirla, mucho más. Carolina tiene en sus manos la responsabilidad de ser la facilitadora del debate político, es decir, guiar lo que ocurre en la agenda legislativa; también define, junto con el resto del directorio, los lineamientos administrativos, la conformación de las comisiones y el uso de los recursos.
Hay realidades políticas que hacían fundamental que la presidenta que se eligiera el 1º de mayo del presente año fuese una mujer. Por primera vez 26 mujeres estaban asumiendo una diputación y habían pasado 18 años sin tener una mujer en la presidencia.
Cuando los diputados aceptan esas realidades y expresan que podrían apoyar la candidatura del PAC, la fracción tuvo una reflexión interna de cuál diputada podría ser, reconocer todas sus virtudes y capacidades y al final hubo un consenso de que debía ser Carolina.
“El día que la fracción me consideró para el puesto, yo no pude dormir porque hasta ese momento entré en conciencia del capítulo en el que estábamos en la historia, y porque además tengo muy claro que este espacio es una gran responsabilidad”, recuerda.
“Mi primer reacción fue de responsabilidad respecto a lo que posiblemente iba a enfrentar. Ya luego, tuve tiempo de digerirlo, siempre con humildad dije puede pasar cualquier cosa o puede ser cualquier compañera de otra fracción, lo cual también hubiera celebrado porque era importante que diéramos ese cambio en esta nueva Asamblea”.
Prioridades políticas
Hay tres temas en los que Carolina tiene los ojos puestos. El primero es una responsabilidad con el país que tocó resolver en esta administración: la reforma fiscal. “Mi intención es, en conjunto con otros poderes de la República, poder brindar una solución a este país para tener mejores condiciones en las finanzas públicas”.
El segundo tema tiene que ver con la necesidad de reformar el espacio legislativo y cómo se dan los debates políticos. “Se debe hacer una reforma al reglamento de la Asamblea Legislativa que tiene 56 años de existir y fue creado en una coyuntura totalmente distinta a la actual”.
Su otro proyecto con prioridad es el parlamento abierto. “Consiste en hacer algunos cambios estratégicos en la forma en cómo este poder de la República se acerca a la ciudadanía y construye en conjunto. Le hace falta mayor apertura, tanto en los administrativo como en lo político”.
Paridad de género
Su intención de conformar las comisiones legislativas con paridad de género, con mayor énfasis en las que históricamente han sido espacios liderados por los hombres, le ha traído consecuencias políticas fuertes.
Ha sido un reto pero Carolina asegura tener muy claro hacia dónde quiere llegar y las razones por las cuales quiere llegar ahí. “Estoy convencida de que no hay vuelta atrás en el tema de igualdad de género, tener espacios donde ejercer libremente nuestros derechos políticos es una deuda pendiente para nosotras y para las otras mujeres que vienen atrás”, asegura.
¿Y ante los hombres que se aferran a su hegemonía? En estos casos, es mejor que Carolina siga el consejo de su papá: “No se distraiga con las trabas y encontronazos que va a tener. Si no es importante, no le dedique tiempo ni pierda de vista la meta”.
Don Gerardo tiene mucha sabiduría. De hecho, cuando su hija, siendo una niña, le dijo que quería ser una mujer importante, él le contestó que no importaba la profesión que eligiera o el cargo que llegara a ocupar, lo esencialmente importante es explotar las cualidades para servir a los demás. La lección caló y en eso se ha enfocado la actual presidenta de la Asamblea Legislativa.