“Antes de empezar a conversar quiero decir que esta entrevista es un sueño. Ser portada de revista Perfil con mi hermana es ufff, voy a llorar… es uno de nuestros sueños cuando estábamos pequeñas. Siempre comprábamos la revista o la leíamos en el salón de belleza. Ahora sí, jajaja empecemos”.
Ella es Lucía Barrantes, con uñas color rojo, blusa cuello tortuga blanca, pantalón beige y cabello suelto. Su hermana mayor, por 2 minutos, Ana Barrantes, está frente a ella, con una sudadera gris, un pantalón de diseño nacional, crocs y cabello recogido en una cola. Con unas miradas cómplices comienzan a recordar su vida hace 16 años.
Tenían 10 años y sus días transcurrían llenos de creatividad y expresión artística. Desde ese entonces eran dos niñas soñadoras que producían sus canciones, álbumes de música, obras de teatro y hasta su vestuario, con las telas que encontraban en casa.
“Nuestras canciones duraban 20 segundos, es muy gracioso lo sé y nuestros álbumes 30 minutos, que era el tiempo máximo en la grabadora que le pedíamos prestada a nuestro papá. Las canciones eran como rimas. Siempre tuvimos ese lado artístico y nos encantaba inventar de todo”, mencionó Lucía.
Pasaron los años y llegó el momento de elegir una carrera universitaria. Las dos decidieron caminos similares, las unió aún más la comunicación social, ya que Ana estudió producción y Lucía relaciones públicas. Fueron parte de programas de televisión y radio en la Universidad de Costa Rica.
“A pesar de entrar en la vida universitaria y con estas carreras, nunca dejamos de lado nuestro amor por la música. Recuerdo que íbamos a fiestas y decíamos entre nosotros, esa canción iría mejor antes o después de aquella. Veíamos los pequeños detalles y escuchábamos lo que los demás tal vez no”, dijo Ana.
Con esa “espinita” por la música y su pasión por esta industria, decidieron en el 2018 aprender a mezclar. Comenzaron viendo tutoriales y luego se inscribieron a la academia DJLab, para tener todas las herramientas necesarias. Recuerdan que, en todos los módulos, la participación de mujeres era sumamente baja y solo ellas mezclaban géneros urbanos, ya que los demás estudiantes elegían electrónica.
Conforme pasaban los días se percataron de dos contextos que las impulsó aún más por su sueño: estaban entrando en una industria dominada por hombres y determinaron que las pistas de baile están lideradas por mujeres, pero cuando veían al Dj, nunca era una mujer, menos en géneros urbanos.
“Desde el inicio nuestro objetivo fue que las mujeres se sientieran bien representadas, valiosas y cómodas con nuestras propuestas. Este proyecto nació pensando no solo romper estereotipos, sino también en impulsar a que las mujeres se empoderan de estos espacios que han sido dominados por hombres durante mucho tiempo y que den ese primer paso incluso en otros ámbitos”, explicó Ana.
Esta pasión fue compartiendo cada vez más tiempo de sus días, al punto de preguntarse ¿en algún momento podríamos vivir de esto? Sin embargo, parecía muy lejano y siguieron con sus respectivos trabajos de oficina.
Ana recuerda que un día dijeron “¡YA! es hora de quitarse el miedo y comenzar a darle vida a nuestro sueño”. Lucía trabajaba con la producción del Mercedes Benz Fashion Week y les comentó sobre su proyecto con su hermana y para sorpresa de ambas, les dijeron que sí. Su primera oportunidad estaba lista y la debían aprovechar al máximo. Su primer evento oficial fue en mayo del 2019, en una pasarela en Multiplaza Curridabat, que buscaba a una persona no modelo. Ambas recuerdan que fue frente a los cines, lo nerviosas y felices que estaban de haber logrado su primera presentación.
Lo que no sabían era que esta puerta, abrió otra. El bar La Cali, las contactó para hacer una prueba de 30 minutos y valorar si podían ser parte de su tarima. Luego de muchas horas de práctica para esta prueba, la pasaron. Esta puerta abrió otra y esta otra, la siguiente, al punto de estar en las conversaciones de los mejores bares del Gran Área Metropolitana, por ser las únicas mujeres que mezclan música urbana.
Entró una llamada inesperada y muy esperada por ambas. El Mercadito, uno de los puntos referentes de la fiesta en San José, les estaba solicitando un día de prueba de 30 minutos un viernes, el día con más afluencia de personas. Si Ana y Lucía pasaban esta prueba, lograban la residencia, una especie de exclusividad con este lugar y que les aseguraba fechas fijas de presentación. Lograr este sueño estaba a solo 30 minutos de presentación, pero detrás muchísimas horas de mezclas y detalles, para que saliera lo mejor posible. El día llegó, presentaron su propuesta y les dijeron que las llamaban. Luego de una semana de incertidumbre, la llamada de nuevo llegó, ¡Lograron la residencia en el lugar donde siempre habían soñado mezclar!
Luego de varias fechas, se anuncian las restricciones sanitarias por la llegada de la pandemia por el Covid-19, el contrato de residencia se congela y regresan a casa. Sin embargo, nuevas puertas se abren, ya que muchas empresas las llamaban para crear espacios virtuales de música con sus colaboradores e incluso las fiestas clandestinas fueron sus salvadoras para continuar con el proyecto.
Las medidas con el paso del tiempo iban permitiendo más porcentaje de aforo, las fiestas se iban llenando y poco a poco se volvía a sentir de nuevo la normalidad.
“Creemos que, al estar tanto tiempo encerrados, las fiestas fueron el escape perfecto para volver a sentirnos libres y vivos, luego de los momentos tan difíciles que pudimos vivir. Todo se iba reactivando poco a poco y esto nos enseñó a dejarnos fluir, a disfrutar el momento y seguir con más fuerza por nuestro sueño”, mencionó Lucía.
2022: el año de soltar y cumplir los sueños
Los sueños de las hermanas de 26 años siempre han estado en los más alto que se podían imaginar, no tienen límites ni un techo que tocar. El 2022 se resume en: sueños cumplidos.
Que mejor forma de comenzar el año con una invitación que les cambiaría la vida. Fueron elegidas para ser parte de los artistas nacionales en el festival Picnic, que se realizó en marzo. Con sonrisas de orgullo mencionan que siempre imaginaron estar en un festival y más de esta magnitud, con tanto público y reconocimiento de la región.
“Desde pequeñas soñamos en ser parte de una carroza y también se nos cumplió”, dijo Lucía, al recordar que fueron seleccionadas para ser parte de la carroza de apertura del Pride, una experiencia que las hizo conectar con el público de una forma especial y única.
In Betwin ya no se estaba convirtiendo en solo un pasatiempo con mucha pasión, ya era un segundo trabajo, en donde las madrugadas llegaban y las acompañan para poder cumplir con todos los pendientes.
“Cuándo salíamos de trabajar, comenzábamos a ver temas de facturación, enviar cotizaciones, revisar correos, pensar en las mezclas, ya era una locura para ambas, así que tuvimos que tomar una decisión que estábamos postergando por miedo e inseguridad”, mencionó Ana.
Luego de varias conversaciones y analizar los escenarios profesionales y personales, la decisión fue: renunciar a sus respectivos trabajos y entrar de lleno a su sueño con la música. Ambas acordaron renunciar en junio y así fue, las dos renunciaron el mismo día.
“Fue un momento muy importante para nosotras, era algo desconocido y teníamos miedo. En casa nos habían dado el panorama del trabajo estable y de oficina, pero decidimos una vez más romper las reglas y perseguir nuestro sueño. Fue la mejor decisión porque este año, de verdad que nos sorprendió más de lo que una vez pensamos que se podía hacer realidad”, explicó Lucía.
¿Mezclar en el Estadio Nacional, por qué no? “Nos llamaron para decirnos que seríamos parte del acto de apertura del concierto de Marc Anthony y Manuel Turizo, no lo podíamos creer, nosotras en el Estadio Nacional”, recordó Ana. Esa noche del 10 de setiembre, se presentaron ante más de 17 mil personas.
Las oportunidades seguían apareciendo al igual que sus amados festivales, esta vez para mezclar en el Flow Fest, junto con artistas internacionales y estar en el prime time de Haunted Fair, la fiesta más grande de Halloween.
Entre lágrimas las dos recuerdan que uno de los momentos más especiales, fue cuando Viva de La Nación les dedicó una página, para conocerlas y saber sobre sus proyectos. “Papi compró el periódico y creemos que hasta ese día pudo dimensionar lo que estábamos logrando. Ver la validez de este proyecto en sus ojos al leer la nota, fue para nosotras el saber que lo estábamos haciendo bien y que íbamos por el camino correcto”, mencionó Ana.
En enero se anunció que Bad Bunny, el artista del año y más escuchado se presentaría en Costa Rica. Lo primero que vino a la mente de las hermanas Barrantes fue ¿te imaginas abrir el concierto de Bad Bunny? El sueño era tan lejano, que compraron sus entradas para disfrutar de uno de los conciertos más esperados y en tendencia en redes sociales.
El jueves 17 de noviembre en la noche, de nuevo recibieron una llamada que cambiaría sus vidas y su carrera. ¿Pueden salir un momento? ¡Tenemos una noticia para ustedes! Ana y Lucía salieron de El Mercadito y vieron a un tiburón bailar en la calle. ¿Será posible? Se acercan dos personas y les entregan una caja con forma de corazón, la abren y… ¡fueron seleccionadas para ser parte de los artistas nacionales que abrirán el concierto de Bad Bunny! Las lágrimas y abrazos juntas en media calle confirmaron que cuando los sueños se trabajan con pasión, se cumplen.
“Yo desde hace mucho tiempo tengo a Bad Bunny como fondo de pantalla de mi celular, lo escuchamos desde que comenzó su carrera y vivir ese momento ha sido lo más increíble que hemos podido experimentar. Aún estamos en shock, nos cuesta dimensionar o ser conscientes de que realmente fue algo sumamente grande”, dijo entre lágrimas Lucía.
El 24 de noviembre, no solo fue una experiencia única para ellas, ya que su papá por primera vez las fue a ver. Él no tenía idea de quien era Bad Bunny, pero sentado puntual en la gradería estaba esperando para ver a sus hijas cumplir su mayor sueño. No se perdió ningún detalle y disfrutó como un fan más de las mezclas de sus gemelas. Ana y Lucía mezclaron para más de 40 mil personas, pero su papá fue el espectador más especial para ellas en esa noche indescriptible.
Además, de ser parte del acto de apertura en el Estadio Nacional, lograron ser seleccionadas para ser parte del after con el DJ de Bad Bunny, otra experiencia que se une a este día para recalcar.
“Seguimos en shock, las fotos de ese momento y las fotos con las personas nos recuerdan lo que estamos logrando como mujeres. Y no es solo ser parte de los actos de apertura de un gran artista, es porque estamos rompiendo estereotipos, rompiendo espacios y estamos abriendo un camino para más mujeres en esta industria, para que su camino sea más llano. Como mujeres lograr un espacio cuesta el doble, ganarse el respeto el triple, pero vale la pena quitar barreras y crear caminos que nos hagan más fuertes”, mencionó Ana.
Nos retrocedemos de nuevo en la historia y vemos en una sala a dos niñas de cabello negro, bailando y cantando sus propias canciones. Regresamos al 2022, y vemos a esas dos niñas en una tarima de un estadio frente a más de 40 mil personas, haciendo lo mismo, compartiendo música.
Ana le dice a su niña interior que está bien soñar, que está bien tener miedo, pero lo importante es dar el primer pasito y que mamá está orgullosa de ellas.
Lucía por su parte le dice que nunca se está tan grande para empezar, que crea en ella misma, que sí lo va a lograr. Que sea fiel a lo que la hace feliz, porque en el futuro, esa felicidad por la música la podrá compartir con más personas.
Ana y Lucía nos recuerdan que la música es entretenimiento y por ende es felicidad. La música nos hace escapar de la realidad y nos hace sentir que la vida no es tan seria como pensamos. Nos recuerdan que debemos ser fieles a nosotras mismas, hablarnos con el corazón, para que nuestras niñas interiores siempre estén orgullosas y se mantengan soñadoras.