La celebración de sus veinte años de carrera coincidió con un luto familiar que tiñó su aniversario de otro color. Vía telefónica desde Austria, la soprano resalta su dolor como el principal testigo de su año y como el protagonista de una historia que está por empezar.
"Ha sido un año de transición", dice la ganadora del Premio Nacional a Mejor Cantante del 2014.
Dos décadas han pasado desde que Íride comenzó a tocar puertas en Europa mientras le daba clases de coro a niños italianos. Quizá es un momento preciso para hacer un alto en el camino, un punto para volver a las preguntas (¿para dónde voy y de dónde vengo?) y planear el camino a seguir.
Todos los golpes que acumuló en ese camino de piedras y espinas la llevan hoy a aligerar el peso para jóvenes costarricenses que además de talento tienen las agallas para decidir que su vida es el canto, a pesar de la sangre y las lágrimas del arte.
Su fundación, Jóvenes Cantantes, empezó a operar en 2005 para abrirle las puertas de los teatros y las audiencias en Costa Rica a la gente joven y sin experiencia. Muchachos que tienen el talento y, mucho más importante para Íride, la dedicación.
"El hecho de ser cantante es trabajar cantando y para eso hay una destreza y una ciencia musical que tiene que ser aprendida. No es que canta bonito y ya, esa es la diferencia de un cantante con preparación", explica.
La dedicación es precisamente la característica que hoy la tiene en la cima, porque dice que a ella nadie le ha pagado nada. "Lo que tengo es porque no he agachado la cabeza", dijo hace cuatro años, cuando Perfil la entrevistó para la portada de la revista.
Es esa la actitud que ha cosechado durante estos años. "Yo me abrí paso a golpe y porrazo, pero ya teniendo la experiencia de otra persona pues la cosa es, tal vez, un poco menos dramática", dice la artista.
Sus obstáculos no solo fueron geográficos sino que también obedecían a la época en que empezó a destacar, los 80.
"Personalmente, era muy difícil imaginarse hacer una carrera como cantante o actriz sin sacrificar el deseo de tener una familia porque era realmente muy complicado tener las dos cosas juntas", cuenta.
Sin embargo, Íride Martínez es una mujer que acepta los retos de buena gana y lo demuestra en sus conversaciones.
Para ella, su desafío más grande, aún no ha llegado. "Es el próximo".