“Lo difícil no es caer, sino tomar la valentía para levantarse y volver a intentarlo”. Esta es una de las primeras lecciones que Marisya Federspiel Murillo aprendió de su padre, don Roberto Federspiel Pinto. “Recuerdo que me gustaba mucho montar a caballo, y una vez el caballo en el que iba se desbocó y me botó. Me levanté y le dije a mi papá nunca más vuelvo a montarme en un caballo. Su respuesta fue ‘usted se va a montar, y lo va a hacer ahora mismo’. Así que me tocó superar el susto y volver a montarme en el caballo. Hoy agradezco esa gran enseñanza”, comenta Marisya, quien forma parte de la cuarta generación de Tiendas Universal.
Sus bisabuelos paternos, Carlos Federspiel y María Kroitzvall, iniciaron la empresa como una pequeña librería en la avenida central de San José, en 1926. Provenientes de una Alemania convulsa, su visión fue reemplazar las armas con libros, para promover la educación en tiempos de guerra.
“Los juguetes llegaron varios años después, como parte de una iniciativa para apoyar a pequeños artesanos que fabricaban juguetes de madera. Dijeron por qué no ponemos este juguetito de madera para todos los chiquitos que vengan a comprar útiles escolares, y se empezaron a vender los juguetes, y así fue como empezó la juguetería”, afirma Marisya.
Marisya cuenta que las tendencias de Navidad -que se han convertido en uno de los pilares del negocio- fue una iniciativa de su madre, doña Marisya Murillo, quien regularmente acompañaba a don Roberto a las ferias. En uno de estos viajes, ella le sugiere comprar un árbol para la tienda. La decoración gustó tanto, que al año siguiente decidieron traer más árboles. El resto es historia.
Lo que se hereda…
Si bien podría decirse que oficialmente inició como cajera a los 20 años, lo cierto es que la experiencia de Marisya en el mundo de los negocios comenzó varios años atrás; y es que los recuerdos de infancia y adolescencia de Marisya – y sus dos hermanos- están marcados por la vida en la tienda, la segunda casa para ellos.
“Yo siempre quería ser Barbie, y una vez me encontré el vestuario de Skipper, la hermana menor de Barbie. Me lo puse y corrí a pararme en la vitrina de la tienda. Dicen que empezaron a buscarme y en eso vieron a un montón de gente frente a la vitrina. Ahí estaba yo, saludando, creyendo que era Skipper. Eso fue lo más cercano a ser Barbie que llegué a estar”
“En mi infancia siempre estuvo Universal. Entre semana, después de la escuela íbamos a la tienda, y en vacaciones nos daban la oportunidad de trabajar. Hacíamos de todo un poco, ayudábamos a limpiar los juguetes, acomodar góndolas, empacar las compras en las cajas, contestar el teléfono y hasta nos ponían a anunciar las ofertas en el micrófono de la tienda. Así pasábamos nosotros las vacaciones, siempre acompañando a mis papás”.
“Creo que desde ahí me empezó a gustar muchísimo y me apasionó el tema del comercio, de vender, pero no solo vender, sino de satisfacer la necesidad de una persona, porque era muy bonito de chiquitita que le dijeran a uno ‘¿tiene tal cosa?’ y uno decir ‘sí, sí la tengo’. Era un sentimiento de que logré hacerlo feliz, que logré satisfacer algo y creo que eso empezó a nacer en mí desde que yo era muy pequeña”.
Sus primeros viajes de negocios
“Alrededor de los 15 años mi papá me empezó a llevar a los viajes de compras y a las ferias de Mattel para ver cuáles eran las novedades en Barbies y juguetes, y él me decía ‘cuál te gusta más, cuál te gustaría llevar a Universal, cuál de estos juguetes ves más bonitos…’ Eso me encantaba”, explica.
Al momento de graduarse del colegio, Marisya tenía que decidirse por una carrera. Recuerda que su padre le dijo: “No importa lo que hagas, procura ser la mejor”. Estudió enseñanza de preescolar y administración de negocios. Por algún tiempo, trabajó como maestra, pero poco después decidió meterse de lleno en la empresa familiar. Eso sí, la condición de su padre fue comenzar en los puestos más operativos.
Marisya empezó su vida laboral en la tienda de Multiplaza del Este. Una anécdota de esa etapa le ocurrió unas semanas antes de casarse. “Recuerdo que trabajaba en el área comercial y le pedí permiso a mi jefe para ir a probarme el vestido de novia. No me dejó ir, y tuve que aceptar su decisión porque era mi jefe y seguramente tenía sus razones para hacerlo”.
Su carácter y profesionalismo la llevaron a asumir roles en mercadeo, compras y finalmente a la dirección de comunicación, donde supervisa las relaciones públicas y la responsabilidad social empresarial.
Su padre ha delegado la mayoría de funciones en ella y sus hermanos, pero aún conserva su puesto como Presidente de la Junta Directiva. Marisya asegura que don Roberto todos los días se presenta a la oficina, por lo que sigue dándoles ejemplo del valor del trabajo.
“Algo que he tratado de hacer es seguir el legado de mi bisabuela, quien era muy humana. Muchos me dicen que me parezco a ella porque siempre me tomo el tiempo para saludar a las personas y ver cómo están. En un mundo que gira tan rápido, en Universal no queremos perder esa parte humana tanto en los colaboradores como en la relación con los clientes”.